Amanece con una neblina alta, típica de estos lugares donde las aguas frías se encuentran con el desierto. A mí me recuerda al cielo de Lima.
Decidimos dar una vuelta por la ciudad, ya que hoy tenemos tiempo de sobra, pues es una etapa corta.

Lo primero que hacemos es acercamos a un Checker, una cadena local de supermercados. Reponemos la nevera con carne: entre ellos los famosos bitongs (carne seca en formato varillas un centímetro de diámetro y que nos recuerdan al fuet), unos pasteles típicos de la repostería alemana, que aunque pone que son comestibles, son tan duros que nosotros desistimos de ingerirlos, por miedo a partirnos algo, y los usamos para atraer a los pájaros en los siguientes días. Compramos agua y otros pasteles, estos si muy ricos. El supermercado es muy moderno y tiene de todo, incluso unos huesos que a mí me sirvieron de broma con los niños, al decirles que eran de elefante: por su tamaño solo me imagino echándolos al cocido en la olla de un cuartel militar.
Luego nos acercamos a una tienda de telefonía de la marca de la que tenemos la tarjeta SIM. Al entrar hay varias ventanillas y me dirijo a una libre y comienzo a explicarle el problema de los datos. El señor me dice que si tengo ticket y me señala la máquina que hay a la entrada. Los cinco nos vamos a la máquina y tras unos minutos intentando entenderla, nos sale un ticket y con el papelito nos sentamos a esperar nuestro turno. No acabamos nada más que de poner el culo en el asiento, suena el aviso de siguiente cliente y aparece el número la ventanilla. La misma, el mismo señor… y como si no nos conociéramos le explico de nuevo mi caso: los datos no van. Nos arregla la conexión de datos en un momento. Salgo diciéndole a mi mujer, con absoluta convicción: ¡Parecen africanos, pero son alemanes disfrazados!

Damos una vuelta por la ciudad es curiosa la arquitectura colonial influencia germánico británica. Las calles de esta ciudad son rectilíneas y muy amplias. El aparcamiento es casi siempre gratuito.

También nos acercamos al faro y se nos echan encima vendedores de piedras y de artesanía. Al oír el nombre de mi hija, me enseñan una semilla con forma de nuez con su nombre “Eva”… A papa le hace gracia y se la compra (30 N$). Al niño, le digo: “Lo siento, pero no hay ninguna con tu nombre Antonio.” Uno de ellos más espabilado me escucha y al minuto había una semilla con su nombre. Mi mujer se sonríe como diciendo a ver como lo solucionas. Yo por 30N$ ni discuto.

Compramos algunos recuerdos en una tienda de souvenirs de la calle principal. 150 € en regalos sobre todo para los niños. Era una tienda más cara pero que tenía buena calidad. En esa misma calle cambiamos también dinero en una casa de cambio: 16 NAD y algún céntimo por euro.
Nos sentamos en una terracita a tomar unas cocacolas y me doy cuenta de que se nos está haciendo tarde.
Repostamos una gasolinera de la salida de la ciudad. Es extraño echarle 140 litros de gasoil a un coche.
Nos paramos en las salinas que hay a la afuera de la ciudad para ver los flamencos y otras aves acuáticas. Como no está permitido salir en la carretera de las propias salinas, salimos en un camino un poco después. Los flamencos están un poco alejados de donde estamos parados y por medio pasa un canal con agua, así que tampoco podemos cruzar. Los niños se alejan detrás de los pájaros y acaban espantándolos… les regaño, tras reclamarlos a mi presencia. Cuando llegue a España descubro que ellos tienen mejores fotos que yo. Así que la expedición no les fue tan mal.

En casi toda la costa las plantas están protegidas por la normativa local son ecosistemas muy delicados. Ya de paso para estudiar un poco la vegetación del desierto. En este clima extremo, donde hay años que ni llueve, muchas de estas plantas viven de la bruma que de noche se precipita en forma de gotas de agua.
La vida en el desierto es un milagroso equilibrio en la cuerda: entre la vida y la muerte. Quizás el mejor ejemplo de ese equilibrio es la welwitchia mirabilis, cuyos ejemplares de mayor tamaño se encuentran en esta costa. No lo he dicho, pero esta costa tiene muy mala fama entre los navegantes, es la Costa de los Esqueletos.
Cogemos la carretera, pero no sin antes echar un ojo a la estación de satélites que hay justo al otro lado y que es otra rareza planetaria: una de las pocas estaciones de satélites que China tiene fuera de su país, aunque la disimulan tras un cartel que dice "Namibian Institute of Space Technology".

Cualquier persona análitica se da cuenta de que el cartel es una tapadera para sus actividades reales: en Namibia no hacen falta telescopios, ni antenas para ver las estrellas, solo hay que levantar la cabeza.
en.wikipedia.org/ ...ng_station
Más información sobre Swakopmund:
destination-swakopmund.com/ Web oficial de la Oficina de Turismo de Sawkopmund