Viaje realizado del 23 de octubre al 13 de noviembre de 2018.
Aterrizamos en Auckland el 23 de octubre a las 08:10 am después de un primer vuelo de Madrid a Seul, escala de 1:30 horas y otro de Seul a Auckland con Korean Air, que ya aprovecho para decir que ha sido una de las mejores compañías, por no decir la mejor, con la que he volado. Mucho espacio entre asientos, cómodos, en todos los vuelos en el asiento había un kit con manta, botella de agua, antifaz, zapatillas y cepillo de dientes. Muy buen servicio en general. Además a la vuelta, como teníamos una escala de 16 horas, nos proporcionaban hotel con el traslado i/v incluido, además de la cena y el desayuno del día siguiente. Si se da el caso, repetiremos con ellos.
Pasamos la aduana y entregamos la tarjeta de llegada, pasamos sin mayores problemas, recogimos el equipaje y atravesamos un pasillo en el que había un perro que iba olfateando aleatoriamente las maletas de los turistas y llegamos al control de bioseguridad, habíamos declarado que llevábamos medicinas, tabaco y comida (galletas, barritas y 2 kilos de jamón envasados al vacío), además de palos de trekking, botas, etc…
Un funcionario risueño y agradable, nos abrió las maletas, echó un vistazo por encima y nos dijo que adelante y a disfrutar. Pasamos otro control en el que nos preguntaron por el tipo de medicinas que traíamos y para adelante.
En menos de una hora, habíamos superado con éxito los controles y estábamos dispuestos a empezar al fin nuestro viaje. Antes de eso, sacamos en un cajero de Westpac unos cuantos dólares para pagar en alojamientos que cobraban recargo por pagar con tarjeta. Con la Revolut y la Ferratum en este banco no nos cobraron comisión.
Activamos la tarjeta de Vodafone en la tienda del aeropuerto, 1,75Gb y 500 minutos en llamadas a Nueva Zelanda, esta tarifa fueron 20$ (Con el wi-fi de los hoteles y los datos contratados nos llegó para todo el viaje).
Acto seguido, fuimos a la oficina de información (esta parte del aeropuerto es muy pequeña y está todo al lado) y llamamos a Hitch Car Rental, para avisarles que ya habíamos llegado y que nos fueran a recoger. En 15-20 minutos, estábamos en la oficina, firmando el contrato y recibiendo las últimas indicaciones de un empleado muy majete.
Todo claro, rápido y eficaz, revisamos el coche, un SUV Mahindra, bastante grande, pero al ser diesel (cosa que no esperábamos) resultó ser un acierto, no nos dio ningún problema durante los 4.500 kilómetros que hicimos con él.
Ponemos el gps, nos hacemos a que todo esté al revés, damos varias veces los limpias cuando queremos señalizar algún cambio de carril y vamos despacito hasta hacernos con la conducción al contrario. Ponemos dirección a Thames, por el interior, primero por la autopista de salida y luego más tarde por carreteras más comarcales. Poco a poco en hora y media llegamos a Thames, buscamos un supermercado e hicimos nuestras primeras compras.
Continuamos camino de Coromandel Town, ahora ya vamos pegados a la costa y no deja de sorprendernos lo verde que está todo, contrasta con el azul del cielo y del mar.
Un poco más adelante paramos en una zona con mesas y bancos y dimos cuenta de nuestro primer “bocata” de jamón. Evidentemente el pan no es como aquí en España, pero nos hizo el apaño.
Continuamos nuestro camino hacia Coromandel Town, allí teníamos la intención de coger la carretera 309, que es una pista sin asfaltar por la que puedes ver el Kauri Grove y alguna cascada, pero entre que el gps no la encontraba y nosotros estábamos bastante cansados, finalmente fuimos por la 25 con un puerto de montaña al principio con buenos miradores, camino de Hot Water Beach. No nos importó mucho la pérdida ya que estábamos disfrutando mucho de la conducción y de los paisajes.
Sabíamos que no coincidiría la marea baja (que es el momento propicio para excavar hoyos en la arena de la que emana agua caliente). Aún así, nos acercamos a pisar nuestra primera playa allí.
Curioseamos un rato viendo las “curradas” que hace la gente.
De allí, dirección a Cathedral Cove, dejamos el coche en el parking, sin darnos cuenta que es el que habilitan cuando hay mucha gente, si que nos pareció extraño que tuviéramos que atravesar un par de calles, para llegar al parking desde donde empieza el Cathedral Cove Walk. Será el jet-lag…
Empiezas la ruta atravesando una playa
Después vas subiendo poco a poco y vas obteniendo buenas vistas
Caminamos entre nuestro primer bosque, con sus helechos gigantes. Te invitan a que pares y disfrutes del paisaje.
Apenas nos cruzamos con tres o cuatro personas en la ruta y unos cuarenta minutos desde que empezamos, bajamos un último tramo de escaleras que dan acceso a la playa, llegamos al característico arco de piedra.
Lo traspasamos
Y vamos al otro lado de la playa
Hace un buen día, pero ni mucho menos para meterse en el agua, dimos una vuelta, tiramos unas fotos y nos volvimos para el coche, para acabar una jornada interminable desde que salimos de España, nos vamos mereciendo una ducha.
La zona es bonita, no se puede negar, pero a nuestro gusto, la playa de las catedrales le gana por goleada.
Nuestro hotel, estaba situado a escasos cinco minutos del aparcamiento, hicimos el check-in, pagamos en efectivo y nos extrañó que no nos pidieran el pasaporte (fue la tónica habitual, sólo la última noche en el hotel de Auckland, nos los pidieron).
Salimos a cenar algo a The Church Bistro, no teníamos mucha hambre, así que nos pedimos tres tapas para compartir, las tapas estaban buenas, pero eran algo escasas y nos cobraron 68$ por ellas, así que esa misma noche decidimos que nos íbamos a replantear el tema de cenar de restaurante. Una cosa que me gusta de Nueva Zelanda es que según te sientas a comer algo te sirven una botella de agua del grifo sin cargo, es de agradecer con los precios que tienen tanto el vino como la cerveza.