
Desayunamos junto a nuestro anfitrión mientras nos pide que le marquemos en un atlas, la ciudad donde vivimos. La verdad es que era un encanto el señor, preocupándose por nosotros, dándonos conversación.
El trayecto de hoy en su primer tramos nos lleva de Motueka a Marahau (puerta de entrada al parque nacional Abel Tasman), a unos 19 kilómetros que se tardan casi media hora en recorrer. Por esta zona se pueden ver plantaciones de kiwis, árboles frutales y viñedos.
El día anterior, habíamos reservado con aquataxi, el traslado hasta Torrent Bay, lo hicimos con el descuento de arrival de un 10% (2 personas , 66,60$). Desde aquí regresaríamos andando hasta Marahau, habíamos leído que era una de las zonas más espectaculares y así nos ahorrábamos el transporte de regreso.
La hora de salida era a las nueve de la mañana, pero te advierten que hay que estar media hora antes para efectuar el check-in. Una vez allí te distribuyen en función de donde vayas a bajarte.
Nuestro wáter-taxi:

Y empieza la navegación, primero vamos al sur, te llevan a ver la Split Apple rock o manzana partida, curiosa formación.

Más tarde te llevan hasta donde hay una pequeña colonia de focas, vimos pocas la verdad.

En unos cuarenta y cinco minutos más o menos llegamos a Torrent Bay, nuestro punto de desembarco, que tenemos que realizar arremangándonos los pantalones hasta por encima de la rodilla, los más bajitos aquí se mojaron un poco.

Tenemos por delante 15-16 kilómetros (alguno más salió ya que pillamos marea alta y el desvío a cleopatra´s pool) en este parque que sólo es accesible a través de barco/kayak o caminando.

Empezamos a caminar, el día está cubierto y amenaza lluvia.



El camino bordea la costa, entre una tupida vegetación y vas consiguiendo vistas de playas y de la costa, hay también varios senderos en los que puedes bajar a solitarias calas.




A estas alturas, el camino ya se nos hacía un poco todo más de lo mismo.


Bajamos a todas las calas indicadas, aunque el día no acompaña, queremos bajar a verlas y realmente son salvajes y solitarias.


Asomándote entre la vegetación obtienes vistas de playas de arena dorada y de la costa.



Una de las cosas que más nos sorprendió de la isla sur es que en prácticamente todos los sitios, la vegetación, casi se junta con la línea del mar. Es muy frondoso.

Casi cinco horas después y con un último tramo lloviendo con fuerza, llegamos de nuevo a Marahau. Para nosotros Abel Tasman, fue decepcionante, nos pareció una ruta monótona y repetitiva, tal vez si combinas kayak y tienes una visión desde el mar hacia la tierra, la percepción cambie. Nosotros nos esperábamos más, no nos enamoró.
Al terminar la ruta, avisamos a la chica de la recepción que habíamos llegado sin problemas, nos secamos un poco (la lluvia ya empezaba a ser fuerte) y dirección a Saint Arnaud, a unos 115 kilómetros en los que ya no dejó de llover justo hasta que alcanzamos nuestro alojamiento, unas cabañas muy funcionales y muy bien equipadas.
Nos acercamos a ver el lago Rotoiti, a cinco minutos escasos desde nuestro alojamiento, uno de los más bonitos a nuestro gusto de Nueva Zelanda.


Preparamos algo de cena y hasta mañana.