Nuestro último día completo nos fuimos a Olifants por la carretera S90. No vimos muchos animales grandes, pero sí algunas aves como avutardas, avestruces o buitres. Además de algunas cebras y ñus.
Desayunamos en Olifants, en su restaurante mirador. Las vistas son preciosas, al río Olifants, donde se veían, a lo lejos, muchos impalas y algunos otros animales.
Volvimos a Satara por la carretera principal H1-4, parando en dos miradores. El de N’wamanzi, con unas vistas fantásticas, donde pudimos ver muchos hipopótamos, incluida una cría muy pequeña, no sé si sería recién nacida.
También paramos en un mirador que es un puente, pero indica que allí te puedes bajar del coche. Vimos muchos impalas (algunos peleándose), cebras, cocodrilos, … También jirafas, que iban a beber, es muy curioso verlas beber, como doblan y abren las patas. Y una madre de antílope de agua amamantando, y después rehuyendo a su cría porque no quería (podía) darle de mamar más. Nos gustó mucho este mirador, con el plus añadido de poder bajarte del coche.
Seguimos por la carretera, viendo más cebras y ñus, además de un par de búhos lechosos (búho de Verreaux), la especie de búho más grande que puede encontrarse en África. Vimos un elefante en un waterhole, que se dedicaba a hacer burbujas con la trompa y a echarles agua a los pájaros que estaban en la pequeña laguna. Un elefante muy cachondo y juguetón.
Unos metros más adelante vimos una pequeña aglomeración de coches, y eso solo podía significar una cosa: felinos. Efectivamente, dos leones machos, a unos 100 metros de la carretera. Cuando llegamos estaban incorporados, luego se tumbaron y así se quedaron, durmiendo la siesta, durante un buen rato. Les apodamos como Zángano y Perrángano. Pasó un facócero y levantaron la cabeza, pero no le hicieron mucho caso. Pero se acercaron unas cebras y Perrángano se levantó y se puso en posición oculto mirando al camino. Zángano también se levantó y se puso en la misma posición a cierta distancia. Las cebras debieron de olerse que algo raro había, porque se quedaron paradas, y tras un rato de duda, dieron un rodeo por donde estaban unos elefantes. Fue bonito ver como preparaban la emboscada, aunque no la pudiesen llevar a cabo. Hubiese sido una pasada verlos cazar, aunque me hubiese dado pena la cebra.
Tras el intento fallido de emboscada, Zángano y Perrángano volvieron a la siesta, y nosotros volvimos al campamento a comer. Por el camino vimos una pareja de avestruces.
Comimos en el restaurante, descansamos un rato y volvimos a salir. Recorrimos la H6 sin ver un solo animal. Quizá porque había habido un incendio y estaba parte del pasto quemado. Después fuimos por la H7 hasta Nsemani Dam, donde en ese momento había una familia de elefantes bebiendo. Recorrimos las pistas cercanas, S12 (en bastante mal estado) y S40, pero no vimos nada. Esperamos a que cayera el sol y volvimos al campamento. Las tardes no se nos habían dado nada bien de avistamientos en los días que pasamos en Kruger.
Compramos algunos recuerdos en la tienda, algo de comer en el take away y nos dedicamos a preparar las maletas, que al día siguiente abandonábamos Kruger para volver a Johanesburgo.