Y ya mas tarde nos pusimos en marcha para el siguiente templo.
El río en este tramo es inmenso, lo que permite que se creen numerosas islas e incluso playas aprovechadas por los niños que nos saludaban al pasar.
Komombo
Kom Ombo es una ciudad agrícola situada al borde del Nilo (como casi todo en Egipto) a unos 40 Kms. de Assuan. Es conocida principalmente por el curioso templo tolemaico del mismo nombre. Tolemaico o Ptolemaico, me encanta esta palabra. También se puede escribir Tolomeico o Ptolomeico pero a mi me gusta mas la anterior. Hace referencia a la segunda dinastía griega de Egipto y la última antes de la dominación de Roma.
El templo de Komombo es inusual porque en realidad son dos templos simétricos colocados juntos. Si es así es porque está dedicado a dos dioses: Sobek y Haroeris (Horus el viejo). Se le conoce también por el templo del cocodrilo porque Sobek es el dios cocodrilo.
Empezó a construirlo Ptolomeo VI y lo terminó Ptolomeo XII. Hecho sobre las ruinas de un pequeño santuario de la época de Tutmosis II (dinastía XVIII), seguro que si buscan bien encuentran algún vestigio hecho por Ramsés II (menudo era).
Sin embargo, el templo, por la cercanía al río y porque muchas de sus piedras fueron reutilizadas, está muy deteriorado. El pilono de entrada y el patio no existen, solo algunas bases de columnas del patio permanecen en su lugar.
Lo mas imponente son la serie de columnas de la primera sala hipóstila, con capiteles floridos y relieves de varios Ptolomeos ante los dioses, Haroeris, a la izquierda y Sobek a la derecha.
Luego le siguen otra segunda sala hipóstila, las dos salas de ofrendas y los dos santuarios.
En esta foto de abajo, un relieve con los dos dioses a los que está dedicado este templo.
No hice demasiadas fotos en este templo. Me centré mas en algunas curiosidades que conocía.
Algunos relieves curiosos de amamantamiento e incluso de partos.
Este templo siempre se ha relacionado con la medicina. De hecho, existen numerosos relieves con instrumental medico que se utilizaba en ese tiempo. Ahmed, nuestro guía, nos mostró éste que creo es distinto al que vimos en nuestro anterior viaje.
Además, existen grabados donde se describen diferentes ofrendas a Imhotep que fue un alto funcionario y gran figura egipcia (que vivió mas de 2000 años antes). Considerado el padre de la medicina. (Ya contaré algunas cosas mas de este importante personaje, cuando llegue a El Cairo).
En el exterior del templo se encuentran trozos de piedra con relieves, ruinas sin reconstrucción posible. Pero también un par de pozos, uno de ellos con escalera de acceso que se utilizaba como nilómetro (para establecer los impuestos a cobrar) o como piscina para criar cocodrilos para utilizarlos en las fiestas y espectáculos (difícil de creer esto segundo).
Ahmed también nos enseñó este corte de piedra que deja ver un trozo de madera incrustado para mejor ensamblaje. Se encuentra a la entrada del templo, en el primer murete de reconstrucción.
Si vas al templo por la tarde puede que, sin querer, entre esos vestigios, aparezca de repente Indiana Jones, quizás buscando algún tesoro perdido.
Recuerdo que la vez anterior, en el 2002, en este templo se encontraban 2 cocodrilos momificados en sendas urnas de cristal. Ya no están, probablemente los trasladaron al museo del cocodrilo que se encuentra casi pegado al templo. Se puede acceder con la misma entrada.
Justa antes vimos un bar con unas vistas privilegiadas del templo, lastima que estuviera cerrado.
Museo del cocodrilo
Se trata de un museo pequeño con varios cocodrilos disecados y momificados, huevos de cocodrilo y algún sello o estela dedicada al Dios Sobek. Se ve en 20 minutos.
A la vuelta, nos sentamos en un templete del bar anterior, solo para hacernos la foto.
Esa noche tuvimos cena árabe. Se notaba sobre todo en los postres donde yo identifiqué tortas de Nochebuena, sultanas de coco y arroz con leche. Como yo aun estaba renqueante con mi barriga, Ahmed me dio un par de pastillas de la medicación egipcia, Antinal®, las pastillas amarillas. Terminaron con lo poco que quedaba de mis digestiones pesadas.
En la cena dimos buena cuenta del premio conseguido el día anterior: una botella de vino blanco que tampoco es que fuera gran cosa.
Y poco después salimos a la terraza a contemplar las luces de la ciudad. Ya estábamos en Assuan. Y mañana, a madrugar para volver 17 años después, a Abu Symbel.