Museo Egipcio
El edificio conserva todo el glamour de los viejos tiempos. No le vendría mal un poco de polvo por encima o alguna montañita de arena a los lados de la entrada.
Como nuestro recorrido fue un poco caótico, me he guiado por las fotos que hice resaltando los hallazgos mas importantes.
Abajo a la izquierda las enormes estatuas de Amenhotep III y su esposa Tiyi, esculturas de mas de 36 metros de altura que presiden la primera sala del museo. A sus pies tienen una representación de las tres hijas de la pareja. Pertenecen a la dinastía XVII.
La Paleta de Narmer, primera mención a una unificación del Antiguo Egipto por parte del faraón Narmer, I dinastía.
La Triada de Micerino. Al parecer una de las esculturas mas importantes de toda la civilización egipcia (ignoro porqué). El faraón se sitúa en el centro, en postura hierática y mas altos que las de los lados, que son la diosa Hathor y la divinidad del nomo de Cinópolis, una divinidad local.
Según nuestra guía este es un trozo de la barba postiza de la esfinge de Gizeh.
La estatua sedente del faraón Kefrén, perteneciente a la IV dinastía. Sentado en su trono en posición hierática. En la parte posterior de la cabeza lleva el símbolo del Dios Horus considerado el Mesías de Egipto.
El alcalde del Pueblo. Escultura de madera que representa al noble Kaaper de la V dinastía. Fue hallada en la mastaba del mismo nombre (Kaaper) en Sakkara.
Las ocas de Meidum forman parte de una escena de caza de aves con red, pintada en estuco, en la mastaba de Nefermaat, que era hijo y chaty de Sneferu, el primer faraón de la IV dinastía.
Incluso hoy, es posible identificar las especies de ganso de estas pinturas. Ánsares campestres y ocas de cuello rojo o barnaclas cuellirojas.
Las estatuas de Rahotep y su esposa Nofret pertenecen a un matrimonio de clase social alta en la civilización egipcia. Fueron descubiertas por Mariette y su equipo en 1871 durante la exploración de una tumba al norte de Meidum.
Esta es la única estatua conocida de Keops, faraón de la IV dinastía y constructor de la gran pirámide de Giza, Mide unos 7 centímetros y fue encontrada en Abydos.
Abajo a la derecha la estatua oferente del faraón Tutmosis III, esculpida durante la XVIII dinastía.
Subimos a la segunda planta donde se encuentran dos de las colecciones mas célebres del museo.
Por las escaleras pueden verse diversos ejemplares de papiros enmarcados, algunos con una longitud extraordinaria.
Una representación de los tesoros de Tutankamon se encuentra en los primeros pasillos.
La colección de sarcófagos, cada uno dentro de otro, como si de muñecas rusas se tratase.
El templete canópico de Tutankamon, una especie de arcón con forma de templete que formaba parte del ajuar funerario de la tumba del faraón. Esta elaborado en madera y chapado en oro.
A su lado, una silla ceremonial con incrustaciones.
El trono real de Tutankamón, elaborado por artistas egipcios. Se cree que formaba parte del ajuar funerario del faraón pero aun así pudo ser usado en vida de este.
Construido en oro laminado con imágenes en sobrerelieve. Se observa el faraón y su esposa real, la reina Anjesenamón (una de las hijas de Nefertiti y el rey hereje Akenatón) en una escena intima.
La segunda colección en importancia es una exhibición de las momias de Thuya y Yuya, suegros de Amenhotep III, Amenofis III o Memnon (el de los colosos) ya que eran los padres de su esposa Tyi. Fueron enterrados con todos los honores nada menos que en el Valle de los Reyes (KV 46).
Pero además de todo eso. Cientos de utensilios, esculturas, féretros, abalorios, enseres, calzado y vestimenta, monedas, anillos, miniaturas, etc...se desperdigan por cada sala en un despliegue abrumador de cultura egipcia. Y aun dicen que tienen varias veces mas en los sótanos del museo. Muchas esperan su traslado y colocación al nuevo GEM, el nuevo museo pronto a estrenarse.
La ultima visita programada era el bazar por excelencia de la ciudad: Jan el-Jalili.
Después de quedar con Tagrid para dentro de un par de horas, paseamos sin rumbo por las calles exteriores admirando las puertas y los arcos antiguos del barrio en contraste con la mercancía expuesta. En uno de los puestos, regateamos un vestido de niño que teníamos encargado.
Para terminar con un karkadé bien frío en el Fishavi, el café de los espejos. Para los turistas, el sitio mas conocido del bazar.
Regresamos al hotel y aun tuvimos tarde para darnos un chapuzón en la piscina con una bien ganada cerveza.
Cenamos en el Felfela aunque no me sonaba que fuera el mismo sitio al que fuimos hace 17 años. Eso si, restaurante turístico a mas no poder, con precios caros y comida aceptable. Ni siquiera tenía buena iluminación para hacer fotos.
Poco después, caímos rendidos soñando con la vista de la pirámides del día siguiente.