A la hora y lugar indicados nos reunimos los dos buses para ir juntos hacia el lugar de los festejos del aniversario 60 de la creación del Estado de Israel. Sinceramente yo imaginaba que sería en un lugar grande y abierto, teniendo en cuenta la cantidad de turistas que habíamos visto en la ciudad en los últimos días, pero no, los festejos se hicieron en una plaza no tan grande en algún lugar de la ciudad, sin asientos, ni gradas, ni nada donde apoyar el tujez.
Cuando llegamos ya no había lugar en el centro de la plaza para tener una visión de 360° y había tantas personas que tratamos de quedarnos juntos para no perdernos y después no ubicar el bus que nos llevaría de vuelta al hotel. Yo me quedé pegada al guía porque lo primero que se me ocurrió es que no tuve la precaución de tomar una tarjeta del hotel por si tenía que volver por mi cuenta.
Los festejos consistieron en iluminación conmemorativa que se reflejaba en los frentes de los edificios, que iban cambiando tanto de imagen como de edificio, un pequeño escenario con música y después de un buen rato se encendieron los fuegos artificiales muy lindos también. Yo hubiera dado un riñón por un banco en alguno de los balcones que se veían de los edificios alrededor de la plaza.
Después de la caminata que nos habíamos mandado hasta el molino, estar parada ahí tanto tiempo me cansó muchísimo, y eso que era 12 años más joven que hoy.




Al margen del cansancio la pasamos muy bien, fue una experiencia única, que posiblemente no repetiría porque tanta cantidad de gente me agobia.