A la mañana siguiente emprendimos el camino de regreso a Tel Aviv con varias paradas en el camino. En esta segunda base en Tel Aviv de varios días hicimos otras muchas excursiones antes de volver al aeropuerto para la vuelta a casa.
La primera parada en ese camino fue a la Cueva de Absalom que es una cueva de estalactitas con una increíble iluminación que resalta aún más la belleza que nos regala la naturaleza. Una visita muy interesante

La siguiente parada fue en el Museo del Tanque, que alberga tanques usados desde 1948. A los amantes de lo militar seguramente les encante, a mi no tanto. Muchos de los compañeros de viajes se subieron a ellos, que está permitido, y se veían padres subiendo a sus hijos como si fuera un parque infantil.

A mi me gustó mucho más el entorno, el paisaje, la gran cantidad de árboles de la zona, uno piensa en Israel como un desierto por eso me impresionó tanto el lugar.

La siguiente parada fue el Parque Mini Israel, un parque infantil con los icónicos monumentos del país reproducidos a la perfección en miniatura.
Tampoco me entusiasmo esta parada, yo hubiera eliminado los tanques y el parque infantil para llegar antes a Tel Aviv donde nos había quedado tanto por ver.

Una vez terminado el tiempo dispuesto para esa parada seguimos camino directamente a Tel Aviv, donde nos alojamos en los mismos hoteles que al llegar.
Al día siguiente la primer excursión fue a Cesarea Marítima un sitio arqueológico de la época de la dominación romana, pegada al Mediterráneo, lo que más me llamó la atención es la avenida con columnas

El anfiteatro muy bien conservado con unas vistas hermosas desde lo alto de sus gradas
