Vuelta al micro, esta vez directo a Acre una ciudad que tiene muchos vestigios de la pasada de los Templarios por el lugar, ruinas de una fortaleza pegada al mar y túneles que interconectaban en la antigüedad distintos puntos de la ciudad.
El tour no nos dio tiempo para recorrer los túneles, que según tengo entendido tampoco es algo fácil de hacer, y que seguramente aún con tiempo yo no hubiera hecho, sólo vimos las ruinas y la vista del mar siempre espectacular.


Terminada la visita volvimos a Tel Aviv, ya sólo nos quedaba lo que restaba del día y el día siguiente que sería libre en Tel Aviv. Faltaba tanto por ver y hacer que pareció poco tiempo.
Lo primero que hicimos, ya sin los guías, fue ir al centro de Tel Aviv, a su calle comercial, no recuerdo el nombre de la calle, donde había gran cantidad de tiendas de artículos judaicos, como menorás, mezuzás, talets, kipás, manitos, y cualquier otro tipo de recuerdo del viaje a Israel del material que se te antoje. Lo que yo no sabía era que pudieran costar tan caros, sólo compré unos recuerdos pequeños porque la mezuzá que quería para mi y los kipás que quería llevar para los hombres de mi familia estaban absolutamente fuera de mi presupuesto. Pasamos un tiempo muy entretenido mirándolo todo en un ambiente realmente muy tranquilo. Ya al anochecer el muchacho joven del grupo que habíamos ido juntos al paseo nos hizo el favor de regatear y hacer cumplir lo pactado al taxista que nos llevó nuevamente al hotel.
El día siguiente fue el último completo en Tel Aviv y en Israel y sin guías, bravo¡¡¡
Después del desayuno unos cuantos del grupo decidimos ir caminando por el Paseo Marítimo, que no habíamos tenido oportunidad de disfrutar, hasta Jaffa.
El paseo Marítimo es precioso, tiene las baldosas del suelo con dibujos geométricos, bares a cada paso donde tomar algo, bancos donde descansar y el mar donde refrescarte si hace mucho calor.
Después de una buena caminata llegamos a Jaffa, ciudad portuaria desde la que se tiene las mejores vistas de la playa de Tel Aviv

Paseamos tranquilamente por la zona que tiene lugares encantadores

Pasamos por la Iglesia de San Pedro, muy llamativa

Lo que no pudimos hacer fue dar con la entrada al casco antiguo que habíamos ido la noche del primer día en Israel.
Recuerdo que volvimos a la plaza central de Jaffa por donde empezamos el paseo y preguntamos qué bus tomar para ir a el mercado HaCarmel, perdón, no anote el número.
El Mercado HaCarmel tiene todo, de todo, alimentos, ropa, suvenirs, kipás, recuerdos, lo que quieran. A precios muy razonables. También es un caos, al menos en el 2008 era un gentío infernal, más locales que turistas. A mi me habían recomendado para comprar ahí unos manteles anti manchas que, me dijeron, no se conseguían en otra parte del mundo. Sin creerme mucho eso de que ninguna mancha se le quedaba, igual compré uno para mi con dibujos bordados de temática alusiva a las cenas de Pesaj, que yo nunca hice en mi vida, pero que estaba muy bonito y a buen precio. Tengo que confesar que a pesar de mi incredulidad, el mantel permaneció por años sin una mancha, se usaba, se manchaba, se lavaba y como nuevo otra vez, hasta que la magia se terminó y una mancha se quedó ahí sin que hubiera producto o lavado que pudiera con ella, igual seguí conservando el mantel de Pesaj aunque no lo usara, porque le había tomado cariño, hasta que cambié los muebles de comedor y de mesa redonda pase a rectangular y dije ahora si, a la basura, todavía lo extraño.
Almorzamos y nos fuimos al hotel, ya ni recuerdo como. Nos faltaba hacer algo importantísimo en Tel Aviv, bañarnos en las limpias y templadas aguas del Mediterráneo israelí.

Qué lindo momento pasamos cuatro mujeres sueltas en el Mar Mediterráneo israelí, fue el mejor final para un viaje que tuvo subidas y bajadas, pero por sobre todas las cosas momentos inolvidables con gente copadísima con las que compartí visitas a lugares especiales.
A la mañana siguiente emprendimos la vuelta a casa.
Estuve un buen rato pensando en las palabras finales de un viaje en el que me la pasé protestando la mitad del tiempo, pero que me encantó.
Me encantó todo lo que vi, es cierto que me hubiera gustado que muchas cosas hubieran sido distintas, pero eso no le quita valor a lo que si visitamos. Volvería sin lugar a dudas, de hecho desde hace años que les insistía a mi hermano, su esposa y a una amiga y compañera de muchos viajes realizados juntas, hacer Israel por nuestra cuenta, ya que mi hermano maneja y podríamos alquilar coche. Por fin los convencí y en diciembre de 2019 lo teníamos todo reservado, avión, alojamientos, coche de alquiler, para ir los cuatro en mayo 2020, pero la pandemia nos dejó en Argentina, se cancelaron las reservas de alojamientos y coche (cosas que por suerte teníamos con cancelación gratuita), los boletos de avión nos lo reprogramaron para marzo 2021, por lo tanto, haya o no vacuna para el covid-19 pienso ir igual en esa fecha, así que les pido a los lectores que pueda tener este diario antes de esa fecha, que recen con nosotros para poder cumplir el sueño de ir a Tierra Santa por nuestra cuenta el año próximo.