En estas fechas de tantos confinamientos perimetrales, nos estamos dedicando -cuando podemos- a repasar antiguas rutas de senderismo por la Comunidad de Madrid, algunas surcadas hace muchos años y otras que desconocíamos. Y es que tendemos a olvidar lo que más cerca tenemos cuando en muchas ocasiones merece realmente la pena. Este es el caso de la ruta a la que voy a referirme a continuación, la de la Chorrera de Litueros, una de las caídas de agua más altas de la provincia de Madrid. Me encantó y, sobre todo, me resultó sorprendente que estando tan cerca de la A-1, ignorásemos que estaba allí, a menos de cinco kilómetros de una carretera por la que habíamos transitado decenas de veces rumbo a otros destinos. Pero iré por partes.
SITUACIÓN EN EL MAPA PENINSULAR Y EN EL DE LA COMUNIDAD DE MADRID.




Itinerario desde Madrid.


Para llegar desde Madrid, hay que tomar la A-1 y seguir unos 90 kilómetros en dirección Burgos, hasta la salida correspondiente a la localidad de Somosierra (la más al norte de la Comunidad de Madrid, y ya muy cerca del límite con la de Castilla-León) a la que llegaremos por la antigua Nacional, que, de hecho, se sigue denominando N-1. Continuamos hacia adelante hasta sobrepasar el pueblo y llegar a la Estación de Servicio que hay frente al Hotel Restaurante El Puerto, en cuyas inmediaciones se puede dejar el coche. En nuestro caso, como fuimos en día laborable, no tuvimos ningún problema de aparcamiento. No sé qué sucederá en fines de semana y días festivos. También es posible seguir avanzando dos o tres kilómetros por la N-1, hasta llegar al inicio de la ruta a pie (lo que hicimos nosotros), a la que se accede por un hueco a la derecha de la carretera, poco antes de que la carretera se corte definitivamente. Si se quiere hacer la ruta circular, dará lo mismo aparcar en un sitio u otro, pues el recorrido será más o menos el mismo en kilómetros y tiempo.
Lugar exacto donde comienza la ruta a pie.


DATOS DE LA RUTA COMPLETA.
Hay varias formas de hacer esta ruta, desde llegar a vislumbrar simplemente la Chorrera, lo que supone un paseo de unos quince minutos, hasta realizar dos o tres recorridos de carácter circular, bastante más largos y complicados, que pueden incluir también la denominada “Dehesa Bonita”, uno de los bosques con más encanto y variedad ecológica de la Comunidad de Madrid, especialmente interesante y bello en otoño. Es posible encontrar diversos tracks y rutas en internet. Aquí me voy a referir a la que seguimos nosotros y cuyos datos son los siguientes, de acuerdo con la copia local de wikiloc que tengo recogida en mi teléfono móvil:

Distancia: 10,48 kilómetros
Tiempo total: 4 horas y 33 minutos (incluyendo paradas (bocadillo, fotos...)
Desnivel: altitud mínima: 1.163 metros; altitud máxima: 1.754 metros
Tipo de ruta: circular
Dificultad técnica: Moderada. No hay señalización.
Si solamente se desea contemplar la chorrera hasta el mirador más accesible, la caminata supone un par de kilómetros en recorrido de ida y vuelta, con grado de dificultad "fácil" y unos tres cuartos de hora en tiempo.
NUESTRA RUTA.
A finales del mes de noviembre, nos encontramos con un día espléndido de sol y muy buena temperatura. El otoño estaba ya un poco avanzado en cuanto a la caída de la hoja, pero aún se conseguían buenas estampas en el arbolado. Entramos en el Hotel Restaurante El Puerto a tomar un café y encargar unos bocadillos. A continuación, decidimos seguir con el coche hasta donde se inicia la caminata a pie, como he dicho antes, dos o tres kilómetros después de la Gasolinera. Google Maps lleva directamente al inicio. Dejamos el vehículo y empezamos a caminar. Enseguida llegamos a una valla metálica con acceso peatonal, que nos advertía de que cerrásemos la cancela después de pasar.

El comienzo es muy sencillo, a través de una pista entre cambroños, cuyas flores amarillas, tan características de la Sierra de Guadarrama, alcanzan su esplendor en primavera y verano. Al fondo, empezamos a ver una formación rocosa espectacular y pocos minutos después pudimos, ya, divisar la cascada a lo lejos: ¡qué bonita!


Llegamos al arroyo de las Pedrizas, que cruzamos, y seguimos adelante, en medio de un paisaje muy bonito por los colores del otoño.



Llevábamos un track en el móvil, pero no resultaba fácil seguirlo, así que empezamos a tirar de instinto. Cruzamos el arroyo y seguimos hacia la chorrera, cuya parte inferior ya veíamos claramente. El agua y las rocas escarpadas nos cortaban el paso, así que tuvimos que trepar un poco hasta alcanzar la chorrera. Si, en vez de seguir de frente, hubiésemos tomado el sendero que sale a la derecha nada más cruzar el arroyo más abajo, el camino habría sido más sencillo, pero nos hubiésemos perdido unas vistas preciosas de la cascada. No hacerlo si no se tiene un poquito de experiencia y habilidad en estos terrenos (confieso que hubo un momento en que juré en arameo cuando me tuve que colgar prácticamente de un árbol como la mona Chita: ya no estoy para esos trotes
).




A estas alturas, será bueno decir que nos encontramos en la chorrera que supone el nacimiento del río Duratón, el que alcanza su punto culminante de belleza en la provincia de Segovia, cerca de Sepúlveda, con las famosas Hoces, y al que le debo un par de etapas en este diario, deuda que espero saldar muy pronto. Es curioso, pero con el inesperado nacimiento de este río (no tenía ni idea de que naciese aquí), ya conozco su nacimiento, su curso medio y su desembocadura, cerca de Peñafiel, en Valladolid. Todo un lujo de río, la verdad.





Unas fotos por aquí y otras por allá, empezamos a ver algunos excursionistas en el lado contrario del curso del agua, asomados a lo que parecía un mirador. Alguno nos avisó de que el acceso era mucho mejor por aquel lado. Así que tocaba deshacer el camino andado o cruzar de algún modo, opción que escogimos (bueno, escogió mi marido, pues yo no estaba muy convencida). Tras algunas cabriolas en las rocas, conseguimos pasar al lado contrario, haciendo, de paso, algunas otras fotos interesantes. Muy bonito el panorama. Me sorprendió la cantidad de agua que llevaba la Chorrera. No había llovido demasiado aún, así que no lo esperaba. Ni que decir tiene que en las fotos no se aprecia como al natural.


Ya en el otro lado del río, obtuvimos una perspectiva diferente, más amplia. Según he podido leer, en la Chorrera de Somosierra o de Litueros confluyen las aguas de las cumbres serranas formando el arroyo del Caño y, tras tres caídas en cola de caballo sobre las enormes piedras, se une al arroyo de las Pedrizas para dar lugar al magnífico río Duratón. Esta es una de las cascadas más altas, caudalosas y bellas de la provincia de Madrid.


Y es que, aparte de la fuerza del agua, llama la atención las curiosas formaciones rocosas, como dos cuernos o jorobas o lo que cada uno quiera imaginarse, por las que se precipita el agua. Es un lugar realmente precioso, cuya fuerza natural contrasta con la autovía por la que circulan numerosos vehículos y que no deja de distinguirse en la distancia.


A partir de aquí, cabe la opción de regresar al punto de partida o alargar la excursión por este margen derecho, lo que resulta muy recomendable, si bien hay que tener en cuenta que requiere caminar entre rocas y arbustos, siempre hacia arriba, a veces con pendiente muy acusada, y llevando mucho cuidado por el riesgo de sufrir resbalones o, incluso, perder el camino, ya que no hay senda como tal. No me parece aconsejable para personas que no estén acostumbradas a este tipo de terreno, para niños pequeños, con hielo o nieve o si llueve o no hay buena visibilidad, pues en estas condiciones el recorrido podría convertirse en peligroso. Además, repito que no hay señalización alguna.

Según subíamos, las vistas no eran mejores ni más cercanas, pero sí diferentes y de algún modo más espectaculares, hasta que, al fin, alcanzamos el punto más alto, desde donde podíamos contemplar completo el escarpe por donde se precipita el agua. Mereció la pena llegar hasta allí.

Poco a poco, nos fuimos alejando de la caída de agua y, siempre en ascenso, tomamos una pista, que a través de la ladera oeste de la Sierra Cebollera nos llevó hasta los 1.675 metros de altitud.

Un suave descenso nos llevó por otra pista por el Barranco de las Pedrizas hasta cruzar el arroyo del mismo nombre. Poco después nos detuvimos para tomar nuestros bocatas.




Continuamos después por un desvío a la izquierda, que tras una ligera ascensión, nos condujo hasta el punto más alto del recorrido (1.754 metros), donde pudimos asomarnos a un amplio Mirador, desde el que se contempla la Dehesa Bonita, una vista lejana de la Sierra de Guadarrama y también la sempiterna autovía que nos recuerda que, aunque parezca lo contrario, no estamos muy lejos de la civilización.


Continuamos la pista hasta llegar a un sendero que se abre a la derecha y que desciende campo a través hacia el llamado arroyo de los Cambronales. Aquí hay que tener cuidado porque la senda aparece y desaparece entre matorrales y la única referencia es la pista que se ve abajo y al fondo. Por eso es importante que esta ruta no se haga en días de niebla porque se perderían las referencias.




Terminado el descenso, llegamos a la pista que buscábamos y giramos hacia la derecha, hasta llegar al Observatorio Forestal. Justamente debajo pudimos observar unas buenas vistas de la localidad de Somosierra, que fue escenario de una épica batalla en la Guerra de la Independencia contra las tropas francesas de Napoleón Bonaparte que tuvo lugar el 30 de noviembre de 1808.



Ya solamente nos quedaba seguir la pista, muy cómoda, con todo el trecho cuesta abajo, y tomar el desvío a la izquierda que por la llamada “Calle de la Iglesia” nos condujo hasta Somosierra, permitiéndonos, eso sí, ver de nuevo el escarpe rocoso por el que cae la Chorrera de Litueros, que habíamos dejado atrás hacía bastantes minutos, y buena parte del resto de nuestro recorrido. Con cuidado, pudimos asomarnos y obtener una nueva y diferente perspectiva de un lugar tan peculiar como atractivo.


Antes de llegar al pueblo, nos detuvimos en una antigua fuente. Un rato después llegamos a la Gasolinera, si bien tuvimos que seguir por la antigua N-1 ya que, como comenté al principio, habíamos dejado el coche en la misma entrada de la ruta a pie, un par de kilómetros después. En fin, que da igual donde se deje el vehículo, ya que la distancia a recorrer es la misma. Eso sí, aunque la ruta es circular, resulta mucho mejor, a mi modo de ver, hacerlo en este sentido que en el contrario
. 


Como resumen, un lugar que merece mucho la pena conocer, si es posible después de un periodo de lluvias, pues el aspecto será todavía más espectacular. Para hacer la ruta completa, muy recomendable llevar un track en el móvil, pues aunque no siempre será posible seguirlo por la propia orografía, por lo menos servirá para utilizarlo como orientación.

VISITA A PRINCIPIOS DE MARZO.
Aprovechando otra ruta cercana, nos acercamos hasta la cascada para ver cómo estaba de agua tras las nevadas y las lluvias y con paisaje invernal.



Solamente fuimos a la cascada, unos doscientos metros desde donde dejamos el coche, frente al comienzo de la ruta en la N-1. En esta ocasión, seguimos por el sendero que hay nada más cruzar el río, pegado a la derecha. En cinco minutos lleva directamente al mirador de la cascada, desde donde se aprecia perfectamente la caída. Tenía algo más de agua, pero no se notaba demasiado la diferencia con la vez anterior. Por lo que parece tiene siempre bastante agua y está preciosa en cualquier momento.

