Dos filas de mostradores con batas blancas con indios dentro con mascarillas vigilan unas pantallas donde aparece el color térmico de los cuerpos viajeros que van pasando. Me recuerda la visión de “Depredador”. A mi me toca una bata blanca con india, a la que le entrego un impreso con datos de contacto personal y de contacto con la Gripe A. Por como me escruta a la búsqueda de algún asomo de moqueo, estoy por hacerle una gracia y toser adrede pero lo reconsidero por no empezar mi viaje con una cuarentena por un nulo sentido del humor hindu. Validan y pasamos a la policía aduanera. Sin problemas. Recogida de equipaje y salida al vestíbulo. Nos espera Vijai, el taxista del hotel. Fumo, cargamos y circulamos por la madrugada de Delhi, sorpresivamente atascada de tráfico, hasta el hotel en Paharganj. Percepciones sensoriales grabadas: el graznido de los cuervos y las bocinas de los vehículos.
El hotel Delhi City Centre no muestra desde el exterior unas habitaciones sin queja: limpieza, amplitud, AA, aunque caro por la reserva desde Bcn: 1800 INR (27 eu) la doble, pick up del aeropuerto y desayuno incluidos. Un timo para la zona.
Despertar a las 10 y algo, y de camino a Conaught place se descubre el ajetreo de Paharganj, un bucle de una terca película de 5 minutos de polvo, gente, sudor, vacas, gritos, mierda, motores, obstáculos, bocinas, regates, toreo, roña, pedigueños, basuras, meados, guiris, vendedores, colorines, cables, frituras ...
Preguntamos y por preguntar acabamos en un Tourist Information, todas las agencias de viajes lo son, que nos topa con Mr. Ashok. Nos dice que no hace falta que pensemos, respiremos, suframos o nos preocupemos. Mr. Ashok es una computadora. Le das días de llegada y salida, y te calcula comida, transporte, ruta, descansos, actividades, y la hora de cagar, todo ello avalado por un sinfín de agradecimientos y bondades escritas por anteriores clientes de nuestra misma nacionalidad, y si hace falta vecindad. Un genio el tal Ashok. Le decimos que vamos a estar viajando por la India 2 años y que nos proyecte un planning incluyendo Ferrari con chófer, 20 vuelos interiores y hoteles de 5 estrellas, y que luego volvemos y cerramos el tema.
Cambiamos algunos euros en un Wester Union porque los bancos están cerrados a las 13, y vamos a los parques del corazón de Conaught place, una enorme plaza “matriuska”. Allí corroboro otra de las advertencias sobre esta lugar: no hay que despegar la vista del calzado. Los limpiabotas trileros lo volvieron a conseguir a pesar de que sabía el truco aunque no el sitio exactamente. Cuando uno de ellos señaló hacia mis botas y se ofreció a limpiarme el “pastelito” color chocolate, lanzé en su dirección un patadón imaginario para ver si se despegaba e iba a parar a su camisa. No fue así, el cabrón se apartó de un salto y me miró con cara de pocos amigos, pero les mandé a la mierda, -a la que me habían puesto o a la que fuese-, y me negué a que me limpiaran la bota (sin comentarios), ni que la cuadrilla de limpiaoidos que vinieron después se me acercaran a la oreja, puesto que sospeché que también te introducían una mierda de cera.
Cogemos el Metro a Chandni Chowk. Funciona con fichas o targetas (no salen a cuenta para 2 días en Delhi), y aunque barato, de 6 a 12 INR según la distancia (de 9 a 18 ctms), moderno y funcional, sólo cuenta actualmente con tres líneas y se ha de pasar cacheo de policía, arco detector y manual de metales y scaner para las bolsas, además de encontrar trincheras de sacos terreros en vestíbulos de algunas estaciones.
En Chandni Chowk más bullicio, más bucle, y los mejores conductores del planeta. Hay que serlo para conducir en Delhi. Nadamos por la calle principal y acabamos en el fuerte rojo. No entramos y nos quedamos fuera viendo el devenir durante un buen rato. A la vuelta hacia el metro la calle está atascada. Un autobús, cuatro rickshaws, algunos coches y unas vacas había medido tan perfectamente las distancias que, aunque no se tocaban, ahora no podían desencajarse . Un sitio perfecto para las prácticas para sacarse el carnet de conducir.
Metro a Rajiv Chowk, alias Conaught place, unas bebidas relajadas en Costa Café, y acordamos con un ricky la vuelta a Paharganj. Nos dice que sí sin tener idea exacta de donde está el hotel que le decimos, y arranca hacia Main Bazar. Paramos a unos policías, nos informan, y por fin llegamos para ver si con el sueño se evaporan las bocinas que viven en nuestra cabeza.
Bonat nit. Gabon.
El hotel Delhi City Centre no muestra desde el exterior unas habitaciones sin queja: limpieza, amplitud, AA, aunque caro por la reserva desde Bcn: 1800 INR (27 eu) la doble, pick up del aeropuerto y desayuno incluidos. Un timo para la zona.
Despertar a las 10 y algo, y de camino a Conaught place se descubre el ajetreo de Paharganj, un bucle de una terca película de 5 minutos de polvo, gente, sudor, vacas, gritos, mierda, motores, obstáculos, bocinas, regates, toreo, roña, pedigueños, basuras, meados, guiris, vendedores, colorines, cables, frituras ...
Preguntamos y por preguntar acabamos en un Tourist Information, todas las agencias de viajes lo son, que nos topa con Mr. Ashok. Nos dice que no hace falta que pensemos, respiremos, suframos o nos preocupemos. Mr. Ashok es una computadora. Le das días de llegada y salida, y te calcula comida, transporte, ruta, descansos, actividades, y la hora de cagar, todo ello avalado por un sinfín de agradecimientos y bondades escritas por anteriores clientes de nuestra misma nacionalidad, y si hace falta vecindad. Un genio el tal Ashok. Le decimos que vamos a estar viajando por la India 2 años y que nos proyecte un planning incluyendo Ferrari con chófer, 20 vuelos interiores y hoteles de 5 estrellas, y que luego volvemos y cerramos el tema.
Cambiamos algunos euros en un Wester Union porque los bancos están cerrados a las 13, y vamos a los parques del corazón de Conaught place, una enorme plaza “matriuska”. Allí corroboro otra de las advertencias sobre esta lugar: no hay que despegar la vista del calzado. Los limpiabotas trileros lo volvieron a conseguir a pesar de que sabía el truco aunque no el sitio exactamente. Cuando uno de ellos señaló hacia mis botas y se ofreció a limpiarme el “pastelito” color chocolate, lanzé en su dirección un patadón imaginario para ver si se despegaba e iba a parar a su camisa. No fue así, el cabrón se apartó de un salto y me miró con cara de pocos amigos, pero les mandé a la mierda, -a la que me habían puesto o a la que fuese-, y me negué a que me limpiaran la bota (sin comentarios), ni que la cuadrilla de limpiaoidos que vinieron después se me acercaran a la oreja, puesto que sospeché que también te introducían una mierda de cera.
Cogemos el Metro a Chandni Chowk. Funciona con fichas o targetas (no salen a cuenta para 2 días en Delhi), y aunque barato, de 6 a 12 INR según la distancia (de 9 a 18 ctms), moderno y funcional, sólo cuenta actualmente con tres líneas y se ha de pasar cacheo de policía, arco detector y manual de metales y scaner para las bolsas, además de encontrar trincheras de sacos terreros en vestíbulos de algunas estaciones.
En Chandni Chowk más bullicio, más bucle, y los mejores conductores del planeta. Hay que serlo para conducir en Delhi. Nadamos por la calle principal y acabamos en el fuerte rojo. No entramos y nos quedamos fuera viendo el devenir durante un buen rato. A la vuelta hacia el metro la calle está atascada. Un autobús, cuatro rickshaws, algunos coches y unas vacas había medido tan perfectamente las distancias que, aunque no se tocaban, ahora no podían desencajarse . Un sitio perfecto para las prácticas para sacarse el carnet de conducir.
Metro a Rajiv Chowk, alias Conaught place, unas bebidas relajadas en Costa Café, y acordamos con un ricky la vuelta a Paharganj. Nos dice que sí sin tener idea exacta de donde está el hotel que le decimos, y arranca hacia Main Bazar. Paramos a unos policías, nos informan, y por fin llegamos para ver si con el sueño se evaporan las bocinas que viven en nuestra cabeza.
Bonat nit. Gabon.