Mostar tiene atractivos pero es una ciudad pequeña y debido a la pandemia aún hay cosas cerradas. Es por eso que decidimos hacer algo más, aunque solo fuera un par de horas por la tarde.
Gracias a uno de los empleados del hotel pudimos avisar a un taxi para que nos llevara hasta las proximidades de Mostar, a Bladaj. Después de un poco de confusión (el taxista no hablaba inglés y nos hacía hablar continuamente con la central de taxis por teléfono) al fin llegamos a un acuerdo.
Bladaj apenas si dista unos cuantos kilómetros de Mostar (aunque el taxista no había ido en su vida), 12 en concreto. Es famoso porque allí hay una atracción muy visitada.

Construido adaptándose a la forma del promontorio blanco de piedra caliza, junto a las aguas turquesas del río Buna, al tekke de Blagaj se le conoce también con el nombre de casa de los derviches. El tekke es el nombre con el que se conocen los edificios de las hermandades islámicas.
Construido al más puro estilo bosnio oriental, este edificio era a la vez una vivienda y un lugar de oración, compuesto por un hammam, una hospedería e incluso un panteón para altos dignatarios musulmanes. El musafirhana (casa de huéspedes) se construyó antes de 1664 y se reconstruyó en 1851 por el comandante militar otomano Omer Pasha Latas.. El conjunto de Blagaj Tekke se construyó presumiblemente poco después de que el dominio otomano se estableciera en Herzegovina, alrededor de 1520.
Se debe dejar el coche en uno de los aparcamientos habilitados (de pago) y bajar a pie. Por el camino encuentras bastantes puestos de recuerdo a buen precio. Uno que me gustó fue el que vendía zumos. La señora nos dio para probar un vaso entero de un sirope de granada para hacer bebidas. Se ponía un poco de sirope, se rellenaba el vaso con agua y listos. Compramos una botella y el otro día preparamos unos vasos. Con agua fresca está muy rico.
Para visitar la casa de los derviches tienes que pagar 5 euros. Si llevas las piernas descubiertas, tienes que taparlas. Si llevas los hombros, también. El pelo, por supuesto. Con casi 40 grados, ir tan cubierta es horrible. Pero la casa se ve pronto. Hay una habitación donde hay dos tumbas (de los jeques Sari Saltuk y Acik Pasha) pero al ser recinto sagrado no puedes entrar.

No es el único templo sufí de Bosnia. En total hay 52. Y tampoco es raro encontrar a gente rezando dentro. La "tekiya" de Sarajevo, la primera construida en Bosnia, en el año 1463 por los conquistadores otomanos, fue derruida en 1952.

A diferencia de los derviches turcos, los bosnios solo rezan pero no realizan los famosos bailes.
Luego atravesamos el río por el segundo puente que vemos sobre el río (el primero es para ir a los restaurantes), y llegamos al nacimiento del río Buna. Este río es afluente del Neretva y tienes apenas una longitud de 9 kilómetros. Nace justo debajo de una gruta kárstica a la que puedes entrar en una balsa por 2 euros por persona. El hombre que lleva la barca te cuenta algunos detalles. El manantial tiene una producción de aproximada de 30 metros cúbicos por segundo y el agua está muy fría (unos 10 grados) y es cristalina. Realmente es un lugar muy bonito (y muy frecuentado).

Muy cerca del nacimiento del río se construyeron varios molinos, uno de estampación y dos batanes. Había uno en cada orilla del río. Parte del molino de la margen derecha del río se ha convertido en una tienda de souvenirs. Todo lo que queda del resto de la estructura son los muros de piedra.