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La guerra se saldó con muchos muertos y heridos. Ha pasado mucho tiempo pero en las calles aún se ven evidencias, edificios completamente destrozados. Se ven muchos de ellos en la zona conocida como Bulevar. Uno de ellos es el Hotel Neretva, que parece que se ha dejado en ruinas expresamente para aviso a las generaciones venideras. Hay quien dice, de todos modos, que se reconstruirá.
Durante 18 meses, entre abril de 1992 y diciembre de 1993, la ciudad fue sometida a un brutal sitio en el que se perdieron miles de vidas y que supuso la destrucción parcial o completa de su patrimonio cultural. Con los Acuerdos de Dayton (noviembre de 1995) se puso fin a la guerra y comenzó el proceso de reconstrucción del país. En Mostar, la presencia del ejército español se prolongó 12 años y su huella es recordada en numerosos lugares, entre ellos la Plaza de España.
En la plaza destacan el edificio de la Escuela de Gramática (hay quien dice que recuerda a una plaza de toros) y el monumento a los soldados españoles caídos en acto de servicio.
La primera se conoce con el nombre de Stara gimnazija (El Antiguo Gimnasio) aunque su nombre original era Gimnazija "Aleksa Šantić". El gimnasio no es un lugar con máquinas donde entrenas para mejorar tu musculación sino que es un términi griego para hablar de una escuela secundaria que prepara a los estudiantes para la educación superior en una universidad. En febrero de 1893, la rama local de la Iglesia Ortodoxa Serbia apeló al Gobierno Nacional de Bosnia y Herzegovina. Parece que los católicos también lo querían. El edificio abrió sus puertas en 1893.
Inmediatamente inscribió a miembros de todos los grupos religiosos de Bosnia y Herzegovina: cristianos ortodoxos, católicos, musulmanes y judíos.
El primer diseño fue ofrecido por el arquitecto checo Max David en 1897, pero Kállay lo rechazó y entregó el proyecto a otro arquitecto checo, František Blažek. La primera mitad del gimnasio se completó en 1898 y la segunda en 1902. Tiene elementos andaluces y mamelucos, es monumento nacional y aún sigue en funcionamiento.
El primer gimnasio de Bosnia y Herzegovina se estableció en 1879 en Sarajevo , capital del Condominio Austro-Húngaro de Bosnia y Herzegovina. Mostar no era un triste pueblo perdido sin escuela. Tenía una escuela de comerciantes, 18 escuelas primarias (dos escuelas seculares, una ortodoxa, una escuela católica para niñas, 4 escuelas para niños musulmanes y 10 escuelas para niñas musulmanas), una escuela privada alemana y un jardín de infancia. Sin embargo, ninguna de las escuelas preparaba a los estudiantes para una educación superior, lo que obligó a los padres a enviar a sus hijos menores a Sarajevo.
La plaza de España se construyó en homenaje a los militares españoles que cayeron en acto de servicio cuando estaban destinados en Bosnia durante la guerra.
El 12 de octubre de 1995 el gobierno bosnio decidió recordar a los 23 soldados españoles que murieron. La plaza se inauguró oficialmente el 3 de abril de 2021. Una placa entre banderas les recuerda. Antiguamente el lugar se conocía con el nombre de Plaza Mayor.
En esa plaza el ejército español instaló tiendas de campaña que hicieron posible que durante el conflicto existiera un lugar donde, con la protección de los soldados, los habitantes de ambos lados del frente pudieran reunirse.
España dio 500.000 euros al país para la remodelación de la plaza (que incluye jardín, fuente y pérgola). Los fondos de la cooperación española sirvieron también para rehabilitar la Escuela de secundaria.
Por allí se ven muchos restos de la guerra, entre ellos la Sniper Tower, junto a la plaza de España. Parece que antiguamente era un banco. Durante la guerra se llenó de francotiradores. Hoy en día seguro que muchos aún se cuelan dentro a cotillear un poco (a pesar de la valla). Está lleno de graffitis.
Continuamos nuestro paseo y nos dirigimos al Parque Zrinjevac. En el parque pareces olvidar todo resquicio de la guerra. Podría ser una zona verde tranquila de cualquier ciudad del mundo. Hay un parque infantil que se ha instalado hace poco así como nueva iluminación. Lo más curioso es ver que hay carteles del tipo “prohibido perros” o “prohibido jugar a la pelota” pero que impiden llevar armas. En la puerta de nuestro hotel encontramos la misma advertencia.
Lo más curioso es encontrarse con una estatua de Bruce Lee en el centro del parque. El monumento es una estatua de Bruce Lee, de tamaño natural y hecha en bronce, de 1,70 metros. Fue promovido por el Movimiento Urbano de Mostar, una organización juvenil que aboga por la reunificación de la ciudad. El presidente del movimiento dijo en la presentación de la escultura que Bruce Lee era un luchador por la justicia y ése es el motivo de que se escogiera a la estrella de las artes marciales para embellecer el parque. Era una persona popular en la exYugoslavia y colocar su imagen no representaba un conflicto para ninguno de los grupos (bosnios, musulmanes y serbios).
No es la única escultura. También encontramos una de un huevo pintado de Pascua.
Muy cerca hay un impresionante edificio que parecía una enorme mansión completamente en ruinas.
Seguimos caminando y nos encontramos con el edificio de Hrvatski dom Herceg Stjepan Kosača. Es un gran edificio que alberga una institución pública patrocinada por la ciudad que promueve eventos artísticos, educativos y culturales. Lleva el nombre de Stjepan Vukčić Kosača, un noble de Herzegovina del siglo XIV. Sus instalaciones se utilizan para exposiciones de arte, conciertos, representaciones teatrales, conferencias, proyecciones de películas, espectáculos de marionetas, clases de danza, conferencias y convenciones.
Antes de 1994 se llamaba Dom kulture. Lo diseñó el arquitecto de Sarajevo Reuf Kadic y las obras empezaron en 1959. Se terminó por completo al año siguiente. Alberga una sala de conciertos con 726 asientos, una galería de arte, un pequeño salón para seminarios o presentaciones de libros, dos aulas para dar cursos de idiomas y un gran salón que incluso acoge ceremonias de bodas.
La galería de arte lleva el nombre de la reina Katarina Kosaca, cuya estatua vemos en el exterior.
Catalina, nacida en 1424, fue la esposa de Tomás, el penúltimo rey de Bosnia. Su matrimonio fue de conveniencia para traer la paz entre el rey y el padre de la joven, Stjepan Vukčić, el noble bosnio más poderoso de su tiempo.
Cuando su marido murió, la reina viuda vivió en la corte de su hijastro, el rey Stephen Tomašević . Dos años más tarde, las fuerzas del Imperio Otomano lideradas por Mehmed el Conquistador invadieron Bosnia y pusieron fin al reino independiente. Sus hijos fueron capturados y llevados a Constantinopla. Catalina consiguió escapar y buscó refugio en la República de Ragusa, que abandonó de manera permanente en 1465.
Se instaló en Roma, donde recibió una pensión muy generosa por parte del Estado pontificio. Se convirtió en una figura muy destacada de la sociedad romana.
Aunque hizo todos los intentos posibles por negociar con los otomanos y conseguir la liberación de sus hijos, nunca lo logró. Es más, estos se habían convertido al Islam.
Muy decepcionada, regresó a Roma y entró en la Orden Franciscana seglar. La reina es muy popular en Bosnia, casi un símbolo de la identidad nacional. Católicos croatas y musulmanes bosnios la reconocen como un símbolo de su historia.
En la plaza de delante del edificio hay una moderna fuente.
De la rotonda salen varias calles. Todos esos alrededores son una parte moderna de la ciudad de Mostar, con bancos, tiendas o cafeterías.
Nos hicimos un poco de lío y acabamos tomando la calle que no era, por lo que dimos más vuelta. Al final acabamos viendo una mezquita y un poco más allá la catedral. Es mejor correr un tupido velo sobre ella...Fue construida en la década de 1970. Es una de las cuatro catedrales católicas de Bosnia y Herzegovina y está dedicada a la Virgen María. En el interior hay vidrieras de Ivo Dulcic y un mosaico de Zdenko Grgic. Estaba cerrada. Es tan fea que no vale la pena el paseo para verla. Quedo muy dañada en la guerra y está siendo o ha sido rehabilitada.
Junto a ella hay un memorial.
Enfrente, al otro lado de la carretera, hay un edificio de color mostaza que es la residencia del Obispo.
Si seguimos más adelante, pasada una gasolinera, llegaremos al Cementerio Partisano. Es algo complicado de encontrar.
Fue construido en 1965 en honor de los partisanos yugoslavos de Mostar que fueron asesinados durante la Segunda Guerra Mundial en Yugoslavia. Los partisanos eran aquellos que ofrecían resistencia al ejército alemán e italiano.
A iniciativa del primer ministro Džemal Bijedic, el arquitecto serbio Bogdan Bogdanovic, fue puesto a cargo del diseño del monumento. La Asamblea Municipal aprobó la decisión en 1960 y el trabajo se inició el 1 de diciembre de ese mismo año. Ahmet Ribica, un ingeniero civil, fue el encargado de las obras de perforación y barrenado en la colina y la construcción del monumento. El 25 de septiembre de 1965, coincidiendo con el 20 aniversario de la liberación de Mostar y la formación del Batallón de Mostar, fue inaugurado por Josip Broz Tito.
En 1992, el cementerio fue gravemente dañado por la guerra de Yugoslavia.
A pesar de que en 2005 se reconstruyeron algunas partes, sigue víctima del abandono. Y es una pena porque se trata de un lugar interesante.
Hay quien quiere ver en sus formas y en su diseño algo laberíntico, en terrazas, mezclando piedra y vegetación, un poco de inspiración gaudiniana. Desde allí se obtienen vistas de la ciudad. Eso sí, se debe ir con cuidado. Pueden salir serpientes (nosotros vimos una pequeña víbora al pasar).
En cuanto a la comida, tiene cierta inspiración turca aunque no me resultó tan especiada como aquélla. Comimos en el Restaurant Šadrvan, muy cerca del Stari Most. Cogimos para los dos lo que llamaban "plato nacional", que llevaba un poco de todo. No podía faltar el cevapi. Son una especie de salchichas de carne picada que se sirven en pan plano, llamado lepinja o somun. Es como un pan de pita pero más grueso, con más miga. Se le añade cebolla picada a trocitos pequeños. Iba acompañado de una especie de nata o crema agria, que supongo que debía ser lo que ellos llaman kaymak.
También había dolmas (hojas de parra rellenas de carne), unas cebollas también rellenas de carne, carne estofada, patatas y ajvar. El ajvar es una deliciosa salsa hecha con pimiento rojo y berenjena.
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De postre pedimos un batido de chocolate y un dulce que era como una especie de bizcocho borracho con miel. Pagamos unos 13 euros por persona (incluyendo el agua con gas).
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