Al despertar sabíamos que podía ser un gran día...desde antes de iniciar el viaje quise ver mantas y cuando las vi por sorpresa en Thoddoo me quedé con ganas de más; así que tras el desayuno nos fuimos a la excursión de las mantas


Salimos sobre las 8am desde el puerto, que está justo detrás del hotel. El punto de las mantas no está lejos de Mathiveri, está entre Mathiveri y Ukulhas, más o menos; y por eso no tardamos mucho en llegar.
En un principio solo veíamos un par y por separado, pero luego con el dron pudimos ver que había un grupo nadando no muy lejos de allí y menuda suerte. Cuando llegamos nos lanzamos al agua y lo que vivimos fue un auténtico espectáculo...lo de Thoddoo se quedaba en nada comparado con esto

Las mantas estas eran enormes y había muchas, más de diez por lo menos. Todas estaban nadando con la boca bien abierta para comer el mucho plancton que había en esas aguas y daban volteretas como si estuvieran jugueteando con nosotros. Esta es una experiencia difícil de explicar. ¡No podéis perdérosla!



La cantidad de plancton que había era exagerada, muchísima...supongo que lo notáis en las fotos.


A la vuelta con toda la emoción en el cuerpo, paramos en un barco hundido. No debía tener mucho tiempo porque no tenía apenas corales, pero estuvo muy guay.

Cuando volvimos al hotel como era pronto pasamos un buen rato en la playa que hay allí. Vimos unos cuantos tiburones, rayas y volamos el dron.
Luego entramos para pagar y hacer el check out antes de ducharnos y cambiarnos. Me quejé un poco por el tema del pago, pues yo reservé en Booking y lo suyo hubiera sido que me cargaran automáticamente el cobro desde la página; pero insistían en cobrar (conste que también me pasó en Rasdhoo) fuera de la página y si no llevas efectivo te cargan como 14 euros más (el 4 por ciento)

Alí nos acompañó al ferry y nos esperó hasta que zarpó. Esta gente es encantadora.
Llegamos a Feridhoo a las 16h aproximadamente y allí nos esperaba el dueño del Castaway Retreat. Lo elegí por qué me gustó mucho y la verdad fue acertado. Las habitaciones son pequeñas pero suficiente y con camas cómodas; y tiene un jardín bien cuidado. Nos costó 280€ tres noches con la cama extra, desayuno y cena.
El señor nos acompañó a conocer la isla. Fue un detalle que antes nunca nadie había tenido. Tampoco hace falta, pero se agradece

Después de ir a darnos una ducha y acomodar las cosas fuimos al restaurante. Eran las siete y teníamos hambre. Para cenar te dan un menú y elijes entrante o primero (sopas o ensaladas), el plato (arroz, noodles, pizza-mala por cierto-, sándwiches, pollo, pescado...) y un postre. Las bebidas no están incluidas en el precio de la habitación.
