MONTAÑITA
La historia de Montañita se divide en dos partes, como lugar indígena con la cultura Valdivia que tiene una antigüedad de 3.500 años a.c. famosa por su desarrollo de la cerámica y su célebre " La Venus de Valdivia"
La historia reciente cuenta que llegaron a la costa, hace unos años surfistas que descubrieron sus potentes olas e impresionados por su encanto y lo virgen del lugar, lo comentaron y se empezó a conocer en Sudamérica.
Un tiempo después un irlandés abrió el primer parador - bar y a partir de esto empezaron a venir más surfistas y hippies que encontraron en este lugar refugio, paz y amabilidad de parte de sus habitantes. Hace unos quince años empieza a surgir el turismo en forma constante y el pueblo se va poblando de hoteles, restaurantes, paradores y los artesanos comienzan a llegar para vender sus productos. Toma su nombre por tener una ubicación rodeada de cerros y vegetación al pie del mar. Es visitada todos los meses del año. Su ambiente es multicultural.

Desde aquí podés conocer el Parque Nacional Machalila y su playa Los Frailes. Antes de este balneario tenés dos playas, una con extraños cangrejos y otra llamada Tortuga, bellísimas pero con corrientes peligrosas por lo que no debés bañarte. Un mirador te invitará a maravillarte con la vista de un impetuoso mar.

Los buses verdes te llevan a todas las playas y el costo es muy económico.
El clima es caluroso y templado y según la estación del año que vengas tendrás un sol radiante o días nublados con lloviznas persistentes.

El presupuesto de todos estos pueblos costeros tiene diferentes precios, desde camping, habitaciones comunitarias, hoteles sencillos y comidas típicas del lugar.

Montañita tiene diversión, descanso, deportes, cultura, ocio... Es un pueblo tranquilo de día pero con gran actividad nocturna. Andar en bicicleta, avistamientos de ballenas en playas cercanas, navegar a bellas islas son algunas de las actividades que podés realizar, además de largas caminatas por sus increíbles playas.

Apenas llegamos a Montañita, nos dimos cuenta de que en ese lugar todo iba a ser diferente. Caminar por sus calles repletas de artesanos, con aquel atrapa sueños gigante que cruzaba de punta a punta la calle principal, y ver a toda esa gente en los bares del centro del pueblo tomando una cerveza Pilsener y saludando a cada uno de los que recién llegábamos, fue una bienvenida más que satisfactoria.
Lo pasamos muy bien, no fuimos a fiestas ruidosas ni estuvimos en los excesos del lugar pero las caminatas y ese imponente mar nos conmovieron y gratificaron.