Resumen de lo publicado:
El relato de la etapa anterior finalizaba con dos turistas varados en un andén sin saber si iban a poder llegar a su destino.
Efectivamente, la escena continúa en que mi santa esposa escucha con paciencia cómo un servidor se pone por lo bajo a jurar en arameo y a blasfemar acerca de que uno se ha jugado su integridad física para coger un tren, no tener que esperar una hora al siguiente y para luego tener que estar esperando en otra estación indefinidamente, que a quién se le ocurre hacer huelga un fin de semana, que aquí los señores ingleses han inventado el ferrocarril y para qué, que luego nos quejamos del servicio de trenes de cercanías que tenemos en Madrid y te vas fuera y éste es peor, que ni voy a preguntar si este nuevo trayecto tiene otro coste porque a estos no les soltamos una libra más…. La cosa no pintaba bien….
Afortunadamente, todo lo que estaba yendo mal empezó a cambiar de derrotero. De repente, de los paneles empiezan a desaparecer los mensajes de “delayed” y ya empiezan a marcar horas de paso. A la vista de ello la trabajadora de la estación, que ya nos había empezado a coger cariño porque le hemos debido hacer más divertida la tarde de trabajo, se acerca y nos informa de que nos olvidemos de las instrucciones anteriores con el doble trasbordo porque el tren que nos iba a llevar directos a Southampton y que pasa por este andén vuelve a estar operativo y en unos minutos hará su aparición en la estación. Nuestra cara de alivio lo dice todo y nuestras genuflexiones acompañadas de todos los “cenquius veri mach” del mundo le arrancan una sonrisa y nos añade que ahora nos indica a qué vagón debemos subir cuando llegue el tren porque también aquí tienen la costumbre de dividir los vagones en un determinado momento para que una parte, la delantera, se dirija a un destino y la otra, la trasera, vaya a otro diferente de manera que como te montes en la parte equivocada….
Efectivamente, y con veinticinco minutos de retraso conforme al horario previsto, llega el tren correcto, nos subimos al vagón que nos indica la empleada, volvemos a ponernos a los pies de su señor, en su caso, y nos aposentamos en el vagón que, además venía prácticamente vacío. Los suspiros hacen eco. Por fin….
Arranca el tren y hacemos el resto del trayecto sin contratiempos. Por el camino nos encontramos esos pequeños detalles que me gusta fotografiar.
El relato de la etapa anterior finalizaba con dos turistas varados en un andén sin saber si iban a poder llegar a su destino.
Efectivamente, la escena continúa en que mi santa esposa escucha con paciencia cómo un servidor se pone por lo bajo a jurar en arameo y a blasfemar acerca de que uno se ha jugado su integridad física para coger un tren, no tener que esperar una hora al siguiente y para luego tener que estar esperando en otra estación indefinidamente, que a quién se le ocurre hacer huelga un fin de semana, que aquí los señores ingleses han inventado el ferrocarril y para qué, que luego nos quejamos del servicio de trenes de cercanías que tenemos en Madrid y te vas fuera y éste es peor, que ni voy a preguntar si este nuevo trayecto tiene otro coste porque a estos no les soltamos una libra más…. La cosa no pintaba bien….
Afortunadamente, todo lo que estaba yendo mal empezó a cambiar de derrotero. De repente, de los paneles empiezan a desaparecer los mensajes de “delayed” y ya empiezan a marcar horas de paso. A la vista de ello la trabajadora de la estación, que ya nos había empezado a coger cariño porque le hemos debido hacer más divertida la tarde de trabajo, se acerca y nos informa de que nos olvidemos de las instrucciones anteriores con el doble trasbordo porque el tren que nos iba a llevar directos a Southampton y que pasa por este andén vuelve a estar operativo y en unos minutos hará su aparición en la estación. Nuestra cara de alivio lo dice todo y nuestras genuflexiones acompañadas de todos los “cenquius veri mach” del mundo le arrancan una sonrisa y nos añade que ahora nos indica a qué vagón debemos subir cuando llegue el tren porque también aquí tienen la costumbre de dividir los vagones en un determinado momento para que una parte, la delantera, se dirija a un destino y la otra, la trasera, vaya a otro diferente de manera que como te montes en la parte equivocada….
Efectivamente, y con veinticinco minutos de retraso conforme al horario previsto, llega el tren correcto, nos subimos al vagón que nos indica la empleada, volvemos a ponernos a los pies de su señor, en su caso, y nos aposentamos en el vagón que, además venía prácticamente vacío. Los suspiros hacen eco. Por fin….
Arranca el tren y hacemos el resto del trayecto sin contratiempos. Por el camino nos encontramos esos pequeños detalles que me gusta fotografiar.

Me encantan estos juegos de palabras. En éste se toma el dicho "birds of a feather, flock together (Dios los cría y ellos se juntan) e intercambian flock por shop (compran juntos). Muy ingenioso.
Por fin, sin más sobresaltos, llegamos a la estación de Southampton y enfilamos camino al hotel. Como últimamente hemos adquirido la costumbre de hacer "virtualmente" los trayectos vía Google Street View una semana antes del viaje, nos ubicamos rápido y llegamos al Moxy Southampton en un periquete.

Este hotel es de los "modernillos", comenzando con que la recepción está en el mismo sitio que la barra del bar del hotel. Hacemos el check in y nos comunican que estamos invitados a un cocktail de bienvenida cortesía de la casa para cuando queramos.

Llegamos a la habitación. Después de tanto sufrir durante el día y sin saber qué sería de nosotros, no nos lo creemos. Como nos hemos traído de casa unos bocatas para cenar, damos buena cuenta de ellos mientras vemos en la televisión en un canal de la BBC un especial de los Pet Shop Boys (ya sólo con esto se me quitan las penas).
Por la mañana habíamos hablado de que podría ser buena idea dar un paseo nocturno por la ciudad y estirar las piernas tras el vuelo y el tren pero, por unanimidad, decidimos bajar a disfrutar del cocktail de cortesía y no movernos del hotel. Ya hemos tenido suficientes emociones por hoy...

La bebida está buena y como vemos que hay una estancia común con un futbolín pues allá que vamos y nos quitamos el estrés acumulado con unas partidas. En este futbolín y también posteriormente en los del barco no se han complicado la vida y un equipo va de azul y el otro de rojo. Donde estén los nuestros con sus uniformes pintados del Real Madrid, Atlético de Madrid, Barcelona y demás equipos....

El día toca a su fin y nos retiramos a nuestros aposentos ya pensando en que mañana comienza de verdad el viaje.

¡¡A descansar!!
Conclusiones que nos deja el día:
. Tener la precaución de revisar vuelos, transportes, conexiones y demás días antes del viaje por si hay cambios que puedan alterar la organización realizada.
. Por mucho que crea llevar uno todo atado y bien atado hay que dejar margen a la improvisación.
. Cuando una puerta se cierra, otra se abre.
. Prestar atención a las indicaciones en el aeropuerto de Gatwick a “no hay más servicios más allá de este punto”. Como no te des cuenta y te pienses que en la zona camino de la recogida de maletas habrá baños, puedes pasar un mal rato.
. Mientras escribía estas líneas en otro andén de tren, esta vez en el Cercanías de Madrid, la megafonía anuncia retrasos de 15 minutos en la línea que tengo que coger pero hace 20 minutos que no pasa un tren. En todos los sitios cuecen habas y hoy no hay huelgas ....
. Prestar atención en el tren si los vagones se separan por destinos. En el vagón hay una pantalla informativa que indica esa circunstancia y además indica en qué vagón está uno metido con el fin de que uno se pueda desplazar a aquél que vaya a la dirección correcta de destino.
. Y lo último y más importante: nunca subestimes a Miss Marple.