Amanece un nuevo día y sin comerlo ni beberlo ya estamos atracados en Stavanger. Como barruntábamos la noche ha sido intensa de movimiento y el Mar del Norte ha manifestado toda su fiereza. Hasta bien entrada la madrugada no hemos sido capaces de dormir por lo que las horas de sueño han sido bastante escasas (al bajar a Stavanger cotilleé un momento los foros de Facebook de esta salida y en todos había testimonios de pasajeros que comentaban lo mismo).
Tras el correspondiente desayuno en el buffet nos preparamos para bajar a tierra y hacer la ruta que tenemos previsto llevar a cabo en la ciudad. Habiendo descartado el Preikestolen, por motivos físicos, y el crucero por el Lysefjord, que ha quedado para una futura visita, nuestra intención era pasear por la ciudad, ver un par de museos y así echar la mañana. La climatología está de momento estable, sigue haciendo frío pero nada que ver con la noche anterior.
Nuestro itinerario fue el siguiente:
Tras el correspondiente desayuno en el buffet nos preparamos para bajar a tierra y hacer la ruta que tenemos previsto llevar a cabo en la ciudad. Habiendo descartado el Preikestolen, por motivos físicos, y el crucero por el Lysefjord, que ha quedado para una futura visita, nuestra intención era pasear por la ciudad, ver un par de museos y así echar la mañana. La climatología está de momento estable, sigue haciendo frío pero nada que ver con la noche anterior.
Nuestro itinerario fue el siguiente:
. Catedral de San Swithun de Stavanger.
. Byparken.
. Klubbgata.
. Valberg Tower, Valbergjet, 4.
. Øvre Holmegate.
. Skagenkaien.
. Stavanger Maritime Museum, Strandkaien, 22.
. Gamle Stavanger.
. Norwegian Canning Museum, Andasmauet, 15.
. Supermercado REMA 1000 BJERGSTED, Sverdrups gate, 1.
Nuestra primera parada, una vez salidos de la zona del puerto donde hay mil y un ofrecimientos para hacer excursiones, es la catedral de Stavanger que es una basílica románica que data del siglo XII y que constituye el edificio más antiguo de la ciudad. Desgraciadamente está en obras por rehabilitación (me parece recordar que hasta el 2024) y prácticamente todo su exterior está tapado con andamiaje.
Continuamos camino y nos dirigimos al lago Byparken con sus zonas verdes y un conjunto arquitectónico de casa bajas muy bucólico. Allí se encuentra una figura de un cocodrilo con las fauces abiertas bastante fotogénico. En el momento de ir a inmortalizarlo se acerca un grupo de infantes que se tiran, literalmente, a por él y no hubo más remedio de esperar a que se marcharan para poder hacer las fotos de rigor.
Continuamos camino y nos dirigimos al lago Byparken con sus zonas verdes y un conjunto arquitectónico de casa bajas muy bucólico. Allí se encuentra una figura de un cocodrilo con las fauces abiertas bastante fotogénico. En el momento de ir a inmortalizarlo se acerca un grupo de infantes que se tiran, literalmente, a por él y no hubo más remedio de esperar a que se marcharan para poder hacer las fotos de rigor.

Tras pasear por la ribera del lago nos dirigimos a los alrededores de la c/ Klubbgata donde hay varias muestras de arte urbano en forma de pintura mural y grafittis. Stavanger organiza anualmente el Nuart o festival de arte callejero y en diversas zonas de la ciudad se van plasmando muestras de expresión artística contemporánea del tenor anteriormente mencionado.

Lo que vemos tampoco nos dice nada (demasiado “modernillo” para nuestro gusto) por lo que nos dirigimos al siguiente punto de interés que es la torre Valberg, una torre vigía de planta octogonal, en lo alto de la ciudad. Como de camino había buscado una tienda de recuerdos en la c/ Skagen nº 9 hacía allá que fuimos para comprobar que la habían cerrado…. Recalculamos ruta y toca subir una serie de cuestas hasta que llegamos a la plaza donde está ubicada la torre y desde la cual hay una buena perspectiva del puerto.
Tras una parada para recuperarnos de la escalada y echar unos selfies, nos encaminamos al siguiente punto que es la calle Øvre Holmegate cuyo interés radica en que sus casas están pintadas de colores a resultas de una iniciativa de un peluquero que tenía la tienda en esa zona. No sé si porque en ese momento se puso a llover, aunque paró poco después, pero el caso es que nos dejó un poco fríos. Es el típico caso de algo que queda mejor en las fotografías o en los vídeos que luego viéndolo al natural…..
Tras una parada para recuperarnos de la escalada y echar unos selfies, nos encaminamos al siguiente punto que es la calle Øvre Holmegate cuyo interés radica en que sus casas están pintadas de colores a resultas de una iniciativa de un peluquero que tenía la tienda en esa zona. No sé si porque en ese momento se puso a llover, aunque paró poco después, pero el caso es que nos dejó un poco fríos. Es el típico caso de algo que queda mejor en las fotografías o en los vídeos que luego viéndolo al natural…..

Desandamos camino y regresamos a la zona del puerto por Skagenkaien viendo nuestro barco por un extremo y más casas de colores con establecimientos de restauración por otro. Nuestro destino es el Museo Marítimo de Stavanger. La entrada cuesta 140 NOK- 12,82 euros y con el billete puedes entrar en el mismo día a varios museos más:
• STAVANGER MUSEUM
• NORWEGIAN CHILDREN'S MUSEUM
• STAVANGER ART MUSEUM
• IDDIS
• STAVANGER MARITIME MUSEUM
• UTSTEIN MONASTERY
• BREIDABLIKK
• HOLMEEGENES
• LEDAAL
• STAVANGER SCHOOL MUSEUM
• REVTANGEN
• THE NORWEGIAN BIRD RINGING CENTRE
Más información en www.museumstavanger.no/en/.
Aquí pasa lo que tenía que pasar cuando llevas déficit de sueño: estamos en la entrada del museo y caigo en la cuenta de que no me he bajado la cartera con la tarjeta para poder pagar los billetes…. Bueno, pues toca volver al barco, que afortunadamente está muy cerca, recoger los medios de pago y regresar para hacer la visita del Museo. Menos mal que estaba en las proximidades pero la cara de tonto….
El Museo Marítimo en sí es un edificio que aúna la estructura de varias edificaciones antiguas pertenecientes a comerciantes de la ciudad. En él se muestra la vida marítima de Stavanger en particular y de Noruega en general y su contenido da una imagen muy detallada de los últimos 200 años de su historia comercial. Hay varias zonas expositivas distribuidas en varias plantas y en ellas te puedes encontrar maquetas de barcos, mascarones de proa, utensilios utilizados a bordo de los barcos que se dedicaban a comerciar por todo el Mar del Norte, recreaciones de los despachos y oficinas de los comerciantes de la ciudad, carteles publicitarios, recreaciones del interior de una casa típica de la zona o un taller de reparación de velas de navegación.
El Museo Marítimo en sí es un edificio que aúna la estructura de varias edificaciones antiguas pertenecientes a comerciantes de la ciudad. En él se muestra la vida marítima de Stavanger en particular y de Noruega en general y su contenido da una imagen muy detallada de los últimos 200 años de su historia comercial. Hay varias zonas expositivas distribuidas en varias plantas y en ellas te puedes encontrar maquetas de barcos, mascarones de proa, utensilios utilizados a bordo de los barcos que se dedicaban a comerciar por todo el Mar del Norte, recreaciones de los despachos y oficinas de los comerciantes de la ciudad, carteles publicitarios, recreaciones del interior de una casa típica de la zona o un taller de reparación de velas de navegación.

La verdad es que fue una visita muy amena y como tenía letreros en noruego pero también en inglés se podía ir siguiendo el contenido de las estancias y las vitrinas. Muy recomendable, la verdad, y complementario de lo que nos ofreció el Folkemuseum de Haugesund, que se centraba más en el tema etnográfico y pesquero.
Tras la visita, que nos llevó un buen rato, nos dirigimos a Gamle Stavanger o lo que viene a ser la parte vieja de la ciudad y en la que destaca sus casas blancas de madera entre zonas ajardinadas y que parece ser que es actualmente el mayor conjunto de casas de madera del Norte de Europa. Los nubarrones de las primeras horas del día se han marchado y ha salido un solecito muy majo que incide en el níveo exterior de las viviendas y que resalta su belleza. Sin duda, lo mejor de lo que hemos recorrido hasta ahora de Stavanger.
Tras la visita, que nos llevó un buen rato, nos dirigimos a Gamle Stavanger o lo que viene a ser la parte vieja de la ciudad y en la que destaca sus casas blancas de madera entre zonas ajardinadas y que parece ser que es actualmente el mayor conjunto de casas de madera del Norte de Europa. Los nubarrones de las primeras horas del día se han marchado y ha salido un solecito muy majo que incide en el níveo exterior de las viviendas y que resalta su belleza. Sin duda, lo mejor de lo que hemos recorrido hasta ahora de Stavanger.

Aunque hay mucho turista también hay calles en las que no hay nadie y nos deleitamos no sólo con el contraste entre el pulido suelo adoquinado y la madera de la estructura de las casas sino cómo tienen sus residentes de adornados los jardines. Nos alegramos de haber hecho la visita de la ciudad en este orden porque lo mejor ha sido el final.
Dentro de Gamle Stavanger se encuentra el IDDIS, ubicado en una antigua fábrica de conservas rehabilitada, que engloba el Museo de la Imprenta y el Museo de la Conserva y a los cuales se puede entrar con el billete del Museo Marítimo. Al Museo de la Imprenta pasamos de soslayo porque al que queríamos ver realmente era el de la Conserva por lo que no puedo decir nada bueno ni malo pero lo que había eran vitrinas y expositores con información y artefactos relacionados con el tema así como formas de impresión (el que vaya al de la Conserva, si le quiere dar la oportunidad porque están pegados…). El Museo de la Conserva expone la historia de la industria conservera de Stavanger hasta la aparición del petróleo en los años setenta del pasado siglo y muestra desde las condiciones de trabajo de las fábricas de conservas, con una recreación de las oficinas y un vestuario de una fábrica cualquiera, hasta el proceso completo de envasado del pescado con sus diferentes máquinas y líneas de producción.
Dentro de Gamle Stavanger se encuentra el IDDIS, ubicado en una antigua fábrica de conservas rehabilitada, que engloba el Museo de la Imprenta y el Museo de la Conserva y a los cuales se puede entrar con el billete del Museo Marítimo. Al Museo de la Imprenta pasamos de soslayo porque al que queríamos ver realmente era el de la Conserva por lo que no puedo decir nada bueno ni malo pero lo que había eran vitrinas y expositores con información y artefactos relacionados con el tema así como formas de impresión (el que vaya al de la Conserva, si le quiere dar la oportunidad porque están pegados…). El Museo de la Conserva expone la historia de la industria conservera de Stavanger hasta la aparición del petróleo en los años setenta del pasado siglo y muestra desde las condiciones de trabajo de las fábricas de conservas, con una recreación de las oficinas y un vestuario de una fábrica cualquiera, hasta el proceso completo de envasado del pescado con sus diferentes máquinas y líneas de producción.

Había leído que en el museo había un conservador que se prestaba a hacer visitas guiadas gratuitas a todo el conjunto del mismo pero como sólo era en inglés desistimos de sumarnos a las mismas e hicimos la visita por nuestra cuenta. Efectivamente, por allí estaba el señor explicando cosas a un grupo pero no le prestamos atención. La visita nos gustó, ciertamente, y es una buena excusa para acercarse a un tema bastante interesante.
Una vez finalizada la visita quedaba el tema de la compra de los recuerdos para llevar a casa. Como he ido contando a lo largo de las anteriores etapas, hemos entrado en algunas tiendas y no nos había convencido nada de lo ofrecido. Por de pronto, teníamos marcado el hacer compra “alimentaria” en un supermercado REMA 1000 en las inmediaciones de Gamle Stavanger, ya en la zona residencial de la ciudad y para allá que fuimos. De camino y puesto que al estar en la zona alta de la ciudad nuestro “barquito” se divisaba en todo su esplendor, nos cruzamos con un grupo de chavales recién salidos de clase que no hacían otra cosa que señalar al crucero y echarse fotos con él de fondo.
Llegados al supermercado pudimos atestiguar de nuevo que la dieta noruega no es demasiado variada, que los precios seguían siendo elevados y que poco íbamos a rascar de allí. Por tanto, como la familia es “quesera”, nos fuimos a por la búsqueda y captura del queso marrón para hacer acopio y llevar de regalo. El queso marrón tiene varias denominaciones y como tal lo podréis ver en el expositor: "Gudbrandsdalost”, “Geitoist”, “Brunost” o “Fløtemysost”. Se elabora con sueros de leche de vaca y cabra y se cocina hasta reducirlos a una textura caramelizada por lo que presenta un sabor bastante característico, como a dulce de leche, y una textura densa. Al probarlo en casa, a la vuelta, he de decir que tiene un sabor peculiar y del tipo que satura en grandes cantidades por lo que aún nos dura el paquete que compramos y ya hace un mes que hemos vuelto (bueno, lo mismo mañana lo rematamos…). En cuanto a precio, para que os hagáis una idea, la variedad más cara no ha pasado de 15 euros el kilo.
Otra cosa que llevaba en mente comprar era chocolate, Freia, Nidar o Stratos, pero tampoco vimos mucho variedad y el precio era como el doble de lo que cuesta aquí el chocolate por lo que comprar por comprar….. Y lo último era adquirir productos derivados del reno y el alce pero no vimos nada (sí los vimos en tiendas de recuerdos pero a un precio escandaloso por lo que también desistimos).
Tras llevarnos media sección de queso marrón del supermercado y comprobar que ya es la hora de comer ponemos dirección al barco y paramos en una tienda de recuerdos al azar para comprarle algo de recuerdo al cuñao. Lo único potable es una camiseta con los motivos de los jerseys escandinavos y allí que nos la llevamos (no llegó a 25 euros, creo recordar).
La conclusión general de nuestra visita a Stavanger está mediatizada por la falta de sueño y por la climatología pero, en líneas generales, le podemos dar un aprobado aunque esperaba algo más, la verdad. Quitando turistas había muy poca gente por la calle y se notaba un ambiente frío, algo desangelado. Puede que ello también influyera en que no nos haya entusiasmado….
Subimos al barco y nos dirigimos al buffet a comer previo paso por la cabina para dejar impedimenta, regalos y demás. Tras la comida nos planteamos qué hacer para el resto de la tarde.
Pero esto será contado en la siguiente etapa.
Una vez finalizada la visita quedaba el tema de la compra de los recuerdos para llevar a casa. Como he ido contando a lo largo de las anteriores etapas, hemos entrado en algunas tiendas y no nos había convencido nada de lo ofrecido. Por de pronto, teníamos marcado el hacer compra “alimentaria” en un supermercado REMA 1000 en las inmediaciones de Gamle Stavanger, ya en la zona residencial de la ciudad y para allá que fuimos. De camino y puesto que al estar en la zona alta de la ciudad nuestro “barquito” se divisaba en todo su esplendor, nos cruzamos con un grupo de chavales recién salidos de clase que no hacían otra cosa que señalar al crucero y echarse fotos con él de fondo.
Llegados al supermercado pudimos atestiguar de nuevo que la dieta noruega no es demasiado variada, que los precios seguían siendo elevados y que poco íbamos a rascar de allí. Por tanto, como la familia es “quesera”, nos fuimos a por la búsqueda y captura del queso marrón para hacer acopio y llevar de regalo. El queso marrón tiene varias denominaciones y como tal lo podréis ver en el expositor: "Gudbrandsdalost”, “Geitoist”, “Brunost” o “Fløtemysost”. Se elabora con sueros de leche de vaca y cabra y se cocina hasta reducirlos a una textura caramelizada por lo que presenta un sabor bastante característico, como a dulce de leche, y una textura densa. Al probarlo en casa, a la vuelta, he de decir que tiene un sabor peculiar y del tipo que satura en grandes cantidades por lo que aún nos dura el paquete que compramos y ya hace un mes que hemos vuelto (bueno, lo mismo mañana lo rematamos…). En cuanto a precio, para que os hagáis una idea, la variedad más cara no ha pasado de 15 euros el kilo.
Otra cosa que llevaba en mente comprar era chocolate, Freia, Nidar o Stratos, pero tampoco vimos mucho variedad y el precio era como el doble de lo que cuesta aquí el chocolate por lo que comprar por comprar….. Y lo último era adquirir productos derivados del reno y el alce pero no vimos nada (sí los vimos en tiendas de recuerdos pero a un precio escandaloso por lo que también desistimos).
Tras llevarnos media sección de queso marrón del supermercado y comprobar que ya es la hora de comer ponemos dirección al barco y paramos en una tienda de recuerdos al azar para comprarle algo de recuerdo al cuñao. Lo único potable es una camiseta con los motivos de los jerseys escandinavos y allí que nos la llevamos (no llegó a 25 euros, creo recordar).
La conclusión general de nuestra visita a Stavanger está mediatizada por la falta de sueño y por la climatología pero, en líneas generales, le podemos dar un aprobado aunque esperaba algo más, la verdad. Quitando turistas había muy poca gente por la calle y se notaba un ambiente frío, algo desangelado. Puede que ello también influyera en que no nos haya entusiasmado….
Subimos al barco y nos dirigimos al buffet a comer previo paso por la cabina para dejar impedimenta, regalos y demás. Tras la comida nos planteamos qué hacer para el resto de la tarde.
Pero esto será contado en la siguiente etapa.