DÍA 6 – SEGUNDA PARTE – NAVEGACIÓN POR LOS FIORDOS NORUEGOS RUMBO A STAVANGER ✏️ Travel Journeys of Norway

Subimos al barco y nos planteamos dónde comer hoy porque a la hora que es ya ha cerrado el buffet. Como, afortunadamente, en el crucero siempre hay sitios para comer y beber durante las veinticuatro horas del día tenemos la opción de ir al Sorrento´s a comer pizza o ir al Café 270 y comer más variado. Dado que la pinta de las pizzas no augura una delicia para el paladar nos movemos al Café 270, cogemos sitio, y nos hacemos de unas ensaladas, del resto de tipo de bocadillos que no comimos ayer tras el disgusto de Geiranger y unos postres para poner un final dulce al refrigerio, regados por la sempiterna y alabada limonada de turno. La ensalada es manifiestamente mejorable pese a que puedes elegir los ingredientes, los bocadillos están ricos aunque hay algunos mejores que otros y el postre no pasará a la posterioridad. Hemos llenado el buche, que de eso se trataba, y todo mientras contemplábamos la salida del barco de Olden enfilando la primera zona de fiordos.

Tras la comida nos planteamos qué hacer. El cruise compass nos dice que en unos minutos va a comenzar una actividad denominada Jumbo Zen Colouring. Mi mujer dice que siendo Zen tiene que estar bien y para allá que nos vamos. El asunto tiene lugar en el Schooner Bar, que es un bar con motivos marineros situado en la proa de la cubierta 5 y que tiene mucha aceptación por las noches cuando actúa Mr. Perry Grant, un señor ataviado con chaqueta de lentejuelas, que hace las delicias de todos los guiris y cuyo leitmotiv es tocar el piano, contar chascarrillos, interpretar canciones dedicadas y dar palique al público (muchas noches pasábamos por delante y estaba el recinto de bote en bote y el personal absolutamente embelesado…).

Nos sentamos y un miembro del equipo de animación distribuye por el piano un conjunto de cartulinas con mandalas y estuches de lapiceros de colores. La actividad era pintar mandalas, como habréis podido imaginar. Por ello, nos hicimos con una de las cartulinas y unos lapiceros y pasamos allí media hora pintando…. La situación era tan zen que a mí se me cerraban los ojos y alguna cabezada cayó…. Cumplió su objetivo, vamos…..

Tras la actividad decidimos probar suerte de encontrar alguna tumbona libre en el solárium o en la piscina cubierta, que no climatizada. A estas alturas de tarde ha comenzado a llover, ha bajado la temperatura y hace un viento de consideración. Tras dar varias vueltas, ver que el solárium estaba a tope, conseguimos dos tumbonas en la piscina cubierta y allí echamos el rato mirando por los ventanales el discurrir del barco por los sucesivos fiordos, amén de remojarnos en la piscina y el jacuzzi. Sucedió que al ir a coger las toallas en el sitio correspondiente, como al empleado le aparece tu nombre al pasar la tarjeta, la chica que atendía preguntó de dónde era y al decirle que español ella dijo que era de Brasil y se le iluminó la cara. “Latinos”, le dije yo y nos reímos, me despedí con un “obrigado” y ella me respondió con un “de nada”.

El caso es que volvimos a ver a la empleada brasileña interpretando el mito griego de Sísifo en toda su extensión. Me explico: alrededor de la zona de la piscina y los jacuzzis hay en el suelo multitud de sumideros que evacuan el agua procedente del exterior y, en este caso, del agua salpicada de la piscina y del agua que va dejando la gente cuando transita por la zona. Esta empleada y otro compañero, cada uno en un extremo, se dedicaban, rastrillo en mano, en ir empujando esa agua a los sumideros y dejar seca la superficie para evitar resbalones y demás. El tema es que era un trabajo sin fin porque no bien habían acabado de dejar seco el suelo pasábamos por allí los que pasaran y volvían a encharcar la zona y vuelta a empezar. La verdad es que me produjo cierta tristeza el ver cómo una y otra vez realizaban el mismo proceso y sin tregua alguna. En fin…. Es lo que hay…. Pero debe ser frustrante el ver que tu trabajo no cunde y no cunde….

Tras el rato de piscina y relax regresamos al camarote y cogemos otra ruta por otro lateral del casino donde nos encontramos expuesta una máquina tragaperras antigua. Me pareció una verdadera obra de arte.

Así las cosas nos preparamos para repetir la experiencia de los coches de choque. Allá que nos fuimos, allí estaba yo y allí estabas tú y cayeron unas cuantas partidas. Pudimos comprobar los primeros daños colaterales de la semana en forma de dos coches averiados en los extremos de la pista (y un tercero que cayó durante la tarde) porque se ve que con tanto impacto al final se acaban estropeando. También pudimos ver, como el primer día, a muchos usuarios, cámara o teléfono en mano, queriendo inmortalizar la partida pese a las advertencias de los encargados de la instalación y, relacionado con ello, pasó lo siguiente: mientras esperábamos la cola entraron un padre y un hijo y se montaron juntos en uno de los coches. El hijo conducía y el padre, teléfono móvil en mano, iba grabando el desarrollo de la conducción del hijo hasta que, en un momento dado, se produjo un impacto y el teléfono salió volando por la pista. Pues bien, al padre no se le ocurrió otra cosa que, estando en marcha, quitarse el cinturón, bajar del coche y salir corriendo a rescatar el teléfono. En ese momento, los encargados de la instalación pararon la misma y entraron a la pista para echarle un broncazo al señor. Le dijeron de todo, vamos, y menos mal que el hombre agachó las orejas y no dijo nada que otro, a lo mejor, todavía les habría plantado cara…. Los empleados soltaron luego un discurso por megafonía indicando que se evitaran estos comportamientos porque podían producirse accidentes.

Tras los coches de choque probamos a salir a cubierta y nos damos inmediatamente la vuelta porque la tarde ya es de auténticos perros. Llueve a manta y hace un frío de narices…. Por tanto, nos marchamos al camarote a prepararnos para la cena. Allí comprobamos en la televisión del camarote que teníamos a disposición las tasas de la escala de Geiranger. Este importe podríamos gastarlo a bordo o bien, si no lo tocábamos, se nos devolvería a la tarjeta de crédito que dejamos reflejada para la cuenta a bordo, cosa que así sucedió.

Llegada la hora nuestros pasos se encaminan al comedor principal y empieza el espectáculo: el barco se empieza a mover de lo lindo y el camino comienza a no seguir una línea recta. Llegamos con la risa al restaurante y allí nos recibe nuestra camarera con la sonrisa en la boca y con los menús….¡¡¡en español!! ¡Albricias! Le damos las gracias efusivamente y nos planteamos si darle en los morros con los mismos al camarero “italiano” que nos atendió el primer día y que decía que no existían….

Pasado un rato vuelve nuestra camarera acompañada de otro compañero en cuya chapa identificativa pone que es de Puerto Rico. El camarero, en un perfecto español, nos saluda y nos pregunta de dónde somos a lo cual nos identificamos y le añadimos que se agradece poder hablar con alguien en español de seguido. Intercambiamos generalidades y el muchacho nos cuenta que nuestra camarera le ha pedido que hable con nosotros para explicarnos una cosa muy importante y para que no hubiera malentendidos (ya aquí me empecé a oler la tostada…).

El caso es que venía a decirnos que en unos días íbamos a recibir una encuesta de satisfacción y que allí tendríamos que valorar la atención y el buen hacer del camarero asignado y, por ello, era muy importante el saber que estábamos recibiendo la atención adecuada. En ningún momento dijo que puntuáramos lo máximo posible pero, a buen entendedor…. Le respondimos que no se preocupara, que ya conocíamos la encuesta de anteriores cruceros, y que nuestra valoración iba a ser excelente. El camarero hace un aparte con nuestra camarera y le tradujo nuestra conversación a lo cual Anne sonrió de oreja a oreja. Después de recalcarnos que habíamos entendido la cuestión, se despidió y ahí quedó la cosa….. Como esta práctica subliminal es bastante frecuente entre los empleados he leído en foros anglosajones que, en ocasiones, en la encuesta mencionada se pregunta si alguno de los empleados se ha dirigido al cliente solicitando el que se le puntúe con la máxima valoración y, claro, ahí está el dilema de chivarse o no….

La cena transcurre en paz y armonía y a la hora de los postres un encargado coge el micrófono y nos comenta que al ser hoy la noche italiana los camareros nos van a obsequiar también con una actuación, al igual que el día anterior. En esta ocasión suena una tarantella y allí que los camareros hacen el paseíllo brincando para deleite de los comensales, teniendo en cuenta además que los vaivanes del barco ya eran bastante apreciables. Una vez finalizado el baile se apagan las luces, el encargado se arranca por el “o sole mío” y los camareros sacan los móviles, encienden las linternas, las mueven al compás y allí se perpetra un karaoke colectivo al que nos sumamos todos con más o menos éxito de afinación. Es un buen corolario a la cena…

Tras la cena hoy toca espectáculo en el teatro en iguales términos que el primer día: orquesta del barco, actuación de cantante y monólogo del cómico Mick Miller. Como no tiene mucho sentido quedarse a la parte del monologuista pensamos que va a ser buena idea el probar a ver el espectáculo en la planta de arriba del teatro en la cubierta cinco y ponernos en un sitio donde no estorbemos de manera que cuando acabe el cantante nos podamos levantar y marcharnos sin molestar a nadie. Efectivamente, accedemos a la planta superior y, sin duda, la mejor visión está en la planta inferior, la de la cubierta cuatro. Al ir a ocupar uno de los asientos de la parte central una empleada nos pregunta si somos miembros de la escala más alta del club de fidelización de la naviera porque esa zona está reservada para los mismos. Le dijimos que no y entonces nos “invitó” a buscar otra ubicación (que si le hubiéramos dicho que sí nos habríamos quedado porque allí nadie estaba comprobando nada….). Bueno, encontramos sitio en una fila vacía en un lateral donde se veía razonablemente bien el escenario y allí nos apoltronamos mecidos por el movimiento cada vez más intenso que transmitía el cabeceo del barco.

Se presenta la directora del crucero e informa que por la seguridad de los artistas se ha tenido que suspender la actuación de Spectra´s Cabaret de las 09:00 horas en el 270 debido al movimiento del barco y hace el chiste de cómo se sabe en estas circunstancias quién tiene contratado el paquete de bebidas alcohólicas a bordo: el que no lo tiene contratado va haciendo eses por las cubiertas y el que sí va todo recto. Já, já….. A continuación, tras este momento de festival del humor, presenta a la orquesta del barco y al cantante que va a amenizar parte de la velada y que es uno de los artistas del elenco del musical We will rock you, concretamente el que hace de esbirro principal de la villana de la obra, Killer Queen.

La orquesta toca un par de piezas y está bastante bien. Seguidamente se presenta el cantante y, madre mía, ¡qué voz! ¡Que le pongan a este hombre un día de espectáculo para él solo! Interpretó cuatro canciones que no eran las típicas y nos quedamos con ganas de más. No sé muy bien cómo definir el estilo musical pero era algo así como tipo canción melódica a lo Frank Sinatra. Espectacular….. Luego salió el cómico y, discretamente, nos levantamos y nos marchamos.

En estos momentos de la noche la galerna era de impresión…. Todos, absolutamente todos, con o sin paquete de bebidas, íbamos desplazándonos como podíamos por la cubierta de turno. Era muy cómico, la verdad, y todos nos íbamos mirando al cruzarnos y nos tirábamos de risa al comprobar que la distancia más corta entre dos puntos esa noche no iba a ser la línea recta. Acostumbrados al Mediterráneo o a un Báltico plácido cuando hicimos ese recorrido, esta sensación era nueva para nosotros y ciertamente da respeto.

Visto el percal decidimos que lo mismo es cuestión que esta noche nos recojamos ya en el camarote y evitemos males mayores en forma de resbalones, caídas o mareos sobrevenidos por lo que pasamos por el Café Promenade a por los tés calentitos (más necesarios que nunca porque mi pobre garganta no daba tregua) y con un piscolabis de propina.

Dando tumbos, llegamos a la puerta del camarote y por allí andaba MarianoR con otro compañero, de palique. Por el camino la moqueta de la cubierta estaba llena de desperdicios de comida porque hay gente que se lleva comida al camarote y no tiene otra feliz idea que sacar los platos y las sobras de la misma al suelo del exterior de la entrada a la cabina (nosotros también nos traíamos comida y bebida pero dejábamos los vasos y los platos encima del escritorio para que el cabinista se los llevase cuando hiciese la habitación). Con el balanceo de esta tarde-noche toda esa vajilla y desperdicio se fue moviendo y caminar por allí era hacerlo por un campo de minas. Bueno, pues le señalé a nuestro Mr. Chips lo “cerda” que era la gente y el trabajo extra que ello les acarreaba y nos contestó que, por desgracia, ya estaban acostumbrados. Como al abrir la puerta de la cabina cogimos el imán para sacarlo fuera con la parte de no molestar pero lo pegamos por la parte del “pueden hacer la habitación” el compañero de MarianoR, con mucha retranca, le dio con el codo y le dijo que “anda, unos que quieren que les hagas la cabina dos veces hoy”. Nos reímos todos, cambiamos el cartel a su posición correcta y nos dimos las buenas noches o como fuera que se fuera a desarrollar la misma.

Nos asomamos a la ventana de la cabina y el oleaje era bárbaro. Aun así, pese a estar en la cubierta tres, ninguna ola llegó a romper contra la ventana pero poco le faltó. Nos esperaba una nochecita “divertida”…. A ver si somos capaces de pegar ojo…

Buenas y movidas noches.

Conclusiones que nos deja el día:

. Me sigue resultando curioso que de los cuatro mil pasajeros que llevaba el barco y de los cuáles supongo que una mayoría hizo el glaciar Briksdal, sólo veinticuatro personas cogimos el bus público hasta allí desde Olden. Antes de ir vi precios de excursiones, tanto externas como de la naviera, y por hacer lo mismo que hicimos nosotros, que es coger un autobús que te llevase y te trajese, cobraban, mínimo, 45 euros por persona mientras que a nosotros, troll car aparte, el coste no llegó a 8 euros por persona. Sólo es cuestión de informarse un poco y que el horario del bus público cuadre con las horas de escala del crucero…. Así que ya sabéis….

. Como en la piscina, en el stand de toallas, puedes coger las que quieras, es buena idea coger un par por persona al menos: una para secarse y otra para abrigarse. Había gente que llevaba una pila de ellas... No sé para que las querrían....

. A la hora de montarse en los coches de choque es bueno tener en cuenta el intentar separar las piernas de la parte central del vehículo donde arranca el volante porque si las pegas, con los impactos, se generan cardenales bastante hermosos. De hecho, nosotros nos hemos traído unos cuantos de regalo para casa que, afortunadamente, han desaparecido en unos días.

. Y, por último, reflexión en voz alta en forma de silogismo:

- Axioma nº 1: los pasajeros hispanoparlantes somos habas contadas.
- Axioma nº 2: la naviera tiene la nacionalidad de los pasajeros.
- Axioma nº 3: hay camareros hispanohablantes atendiendo en el comedor principal.

Ergo…..

¿Por qué no se agrupa a los pasajeros que presuntamente hablan el mismo idioma en un mismo rango de mesas y se les asigna un camarero o camareros que lo hablen? Gran misterio…. No creo que sea muy complicado habida cuenta de que la naviera tiene esa información y, por ello, lo podría organizar perfectamente….