La noche ha sido movidita y eso que nosotros estamos en proa y en la cubierta tres. No quiero pensar en los que están en las cubiertas más altas... La cama se movía cosa mala y nos ha costado conciliar el sueño.
El barco ya ha llegado a Olden y ni nos hemos enterado. Por la ventana se divisa la inmensidad del fiordo y es todo un espectáculo. Subimos a cubierta para testar la climatología y comprobamos que ha debido estar lloviendo toda la noche, que no hace tanto frío como se preveía y que, de momento, no nieva. Tras el desayuno en el Windjammer, donde se repite la quietud del día anterior, nos preparamos para bajar a tierra, por fin, y aguardar la llegada del bus 115 dirección glaciar Briksdal en la parada del puerto ubicada nada más salir del barco en el arcén de la carretera.
El muelle bulle de actividad y no dejan de salir autobuses de excursiones así como el trenecito turístico. Después de lo de ayer la gente tiene ganas...
Hemos bajado unos veinte minutos antes de la llegada prevista del bus en previsión de colas kilométricas pero hay poca gente esperando en la parada. Nos ponemos a la cola y me conecto a internet para ver si tenemos respuesta de la empresa de Geiranger. Efectivamente, hay un correo que recoge lo siguiente, traducido:
Estimado cliente,
Debido a circunstancias excepcionales, sabemos que su crucero, el Anthem of the Seas, no pudo atracar hoy en Geiranger. Nos gustaría ofrecerle un reembolso del 50% por su recorrido y le alentamos a que use su seguro de viaje para reclamar la diferencia.
Alternativamente, si planea visitar Geiranger en otro momento, podemos mover su billete a una nueva fecha. Por favor, háganos saber esta fecha y podemos organizarlo para usted.
Por favor, responda antes del 27 de mayo.
Con nuestros mejores deseos,
Visite Geiranger AS / Geiranger Fjordservice AS
www.visitgeiranger.com/
Bueno, pues como lo de reprogramar una próxima visita a Geiranger está descartado, desgraciadamente (se piensa esta gente que esto es como hacer el dominguero un fin de semana, que en cualquier momento se prepara y se hace...), no va a quedar más remedio que aceptar el reembolso del 50 % y, encima, metiendo prisa. En su momento me pareció leer en la web de la empresa que te devolvían íntegro el importe del billete si la escala no se llevaba a cabo pero, en este caso, nos movíamos en una fina línea porque el barco sí llegó a Geiranger…. El caso es que como había que dar una respuesta ya, no tenía medios para profundizar y rebatir sobre el tema y, total, nos iban a devolver las tasas portuarias, les contesté que aceptábamos el reembolso y les di las gracias. Efectivamente, cuando regresamos, mirando nuestra cuenta de a bordo en la televisión del camarote, Royal Caribbean ya había reflejado la devolución de las tasas por lo que, con ello y el 50 % de reembolso, al menos no perdimos dinero con la cancelación de la excursión del Panorama Bus.
En esas que a lo lejos parece que llega el autobús 115 con destino al glaciar a la hora prevista. Cuento veinticuatro personas, con nosotros dos, esperando el autobús y éste viene vacío por lo que subimos sin problema, pagamos con tarjeta bancaria los billetes (40 NOK (3,65 euros) por persona y trayecto)y nos acoplamos en la parte derecha del mismo para iniciar el recorrido de poco más de media hora.
El ponernos en la parte derecha tenía todo su sentido habiendo leído los sabios consejos expuestos en uno de los diarios colgados en este foro (no recuerdo quién, pero le doy mis efusivas gracias si lo está leyendo, porque es una recomendación que no hay que perderse). Efectivamente esta ubicación tiene las mejores perspectivas de una de las sorpresas inesperadas de este viaje y que es el espléndido paisaje del valle de Oldendalen y el lago Floen. Por favor, dejen el móvil quieto o la cabezadita para después, porque las vistas de todo el recorrido mencionado bien merecen también haberse desplazado hasta allí: saltos de agua por doquier, riscos y más riscos, vegetación exuberante y el premio de la visión eterna del lago. Tuvimos además la suerte de que se abrió un momento el cielo y algunos rayos de sol impactaron en la superficie del agua del lago por lo que la imagen, bucólica de por sí, se acrecentó en su hermosura. Luego, el cielo se encapotó del todo y no volvimos a ver el sol hasta el día siguiente….
El barco ya ha llegado a Olden y ni nos hemos enterado. Por la ventana se divisa la inmensidad del fiordo y es todo un espectáculo. Subimos a cubierta para testar la climatología y comprobamos que ha debido estar lloviendo toda la noche, que no hace tanto frío como se preveía y que, de momento, no nieva. Tras el desayuno en el Windjammer, donde se repite la quietud del día anterior, nos preparamos para bajar a tierra, por fin, y aguardar la llegada del bus 115 dirección glaciar Briksdal en la parada del puerto ubicada nada más salir del barco en el arcén de la carretera.
El muelle bulle de actividad y no dejan de salir autobuses de excursiones así como el trenecito turístico. Después de lo de ayer la gente tiene ganas...
Hemos bajado unos veinte minutos antes de la llegada prevista del bus en previsión de colas kilométricas pero hay poca gente esperando en la parada. Nos ponemos a la cola y me conecto a internet para ver si tenemos respuesta de la empresa de Geiranger. Efectivamente, hay un correo que recoge lo siguiente, traducido:
Estimado cliente,
Debido a circunstancias excepcionales, sabemos que su crucero, el Anthem of the Seas, no pudo atracar hoy en Geiranger. Nos gustaría ofrecerle un reembolso del 50% por su recorrido y le alentamos a que use su seguro de viaje para reclamar la diferencia.
Alternativamente, si planea visitar Geiranger en otro momento, podemos mover su billete a una nueva fecha. Por favor, háganos saber esta fecha y podemos organizarlo para usted.
Por favor, responda antes del 27 de mayo.
Con nuestros mejores deseos,
Visite Geiranger AS / Geiranger Fjordservice AS
www.visitgeiranger.com/
Bueno, pues como lo de reprogramar una próxima visita a Geiranger está descartado, desgraciadamente (se piensa esta gente que esto es como hacer el dominguero un fin de semana, que en cualquier momento se prepara y se hace...), no va a quedar más remedio que aceptar el reembolso del 50 % y, encima, metiendo prisa. En su momento me pareció leer en la web de la empresa que te devolvían íntegro el importe del billete si la escala no se llevaba a cabo pero, en este caso, nos movíamos en una fina línea porque el barco sí llegó a Geiranger…. El caso es que como había que dar una respuesta ya, no tenía medios para profundizar y rebatir sobre el tema y, total, nos iban a devolver las tasas portuarias, les contesté que aceptábamos el reembolso y les di las gracias. Efectivamente, cuando regresamos, mirando nuestra cuenta de a bordo en la televisión del camarote, Royal Caribbean ya había reflejado la devolución de las tasas por lo que, con ello y el 50 % de reembolso, al menos no perdimos dinero con la cancelación de la excursión del Panorama Bus.
En esas que a lo lejos parece que llega el autobús 115 con destino al glaciar a la hora prevista. Cuento veinticuatro personas, con nosotros dos, esperando el autobús y éste viene vacío por lo que subimos sin problema, pagamos con tarjeta bancaria los billetes (40 NOK (3,65 euros) por persona y trayecto)y nos acoplamos en la parte derecha del mismo para iniciar el recorrido de poco más de media hora.
El ponernos en la parte derecha tenía todo su sentido habiendo leído los sabios consejos expuestos en uno de los diarios colgados en este foro (no recuerdo quién, pero le doy mis efusivas gracias si lo está leyendo, porque es una recomendación que no hay que perderse). Efectivamente esta ubicación tiene las mejores perspectivas de una de las sorpresas inesperadas de este viaje y que es el espléndido paisaje del valle de Oldendalen y el lago Floen. Por favor, dejen el móvil quieto o la cabezadita para después, porque las vistas de todo el recorrido mencionado bien merecen también haberse desplazado hasta allí: saltos de agua por doquier, riscos y más riscos, vegetación exuberante y el premio de la visión eterna del lago. Tuvimos además la suerte de que se abrió un momento el cielo y algunos rayos de sol impactaron en la superficie del agua del lago por lo que la imagen, bucólica de por sí, se acrecentó en su hermosura. Luego, el cielo se encapotó del todo y no volvimos a ver el sol hasta el día siguiente….

La media hora pasa volando y, por fin, llegamos a Briksdalbreen en las faldas del acceso al glaciar. El conductor nos recuerda que la vuelta es a las 13:30 (son las 10:40) y todos salimos en tromba para iniciar el ascenso. Como tenemos reservado el troll car de subida al glaciar (la bajada la haremos caminando) a las 11:45 ocupamos este intervalo en recoger los billetes (sólo ida son 150 NOK por persona - 13,69 euros), recorrer la zona y pasar por la tienda de recuerdos para comprobar que los precios van subiendo según vamos cambiando de escala. A la hora indicada nos subimos en los coches eléctricos y, en diez minutos, hemos llegado al punto más cercano a las inmediaciones de la lengua del glaciar. Los troll car son un medio de transporte que se ofrece en el centro de visitantes y que permite hacer la subida y bajada, si desea también, desde el mismo y hasta 700 metros de la lengua del glaciar. Más información: www.briksdal.com/glacier-shuttle. Creo que acertamos en nuestro caso concreto pues en nuestra condición física el haber hecho andando subida y bajada nos habría costado pero para una persona sin limitaciones físicas y una forma normal creo que se puede hacer perfectamente andando en ambos sentidos.
Nos bajamos del troll car y comenzamos el tramo de quince minutos andando de los cuáles la primera rampa es la peor y luego se va suavizando poco a poco hasta llegar a ser un camino llano. Se ve a la gente muy preparada con ropa y calzado de trekking mientras nosotros íbamos con nuestros pantalones vaqueros y zapatillas de deporte. He de decir que nos ha valido perfectamente y que no hemos echado de menos ir mejor equipados aunque supongo que si escoges otras rutas, más de montaña, ello será imprescindible pero al ser ésta la ruta estándar tampoco es necesario porque el pavimento es arena y grava y, pese a haber estado lloviendo, no había charcos ni barro que dificultaran la marcha. Tampoco es plan de ir con chanclas de piscina o tacones, vaya….
Nos bajamos del troll car y comenzamos el tramo de quince minutos andando de los cuáles la primera rampa es la peor y luego se va suavizando poco a poco hasta llegar a ser un camino llano. Se ve a la gente muy preparada con ropa y calzado de trekking mientras nosotros íbamos con nuestros pantalones vaqueros y zapatillas de deporte. He de decir que nos ha valido perfectamente y que no hemos echado de menos ir mejor equipados aunque supongo que si escoges otras rutas, más de montaña, ello será imprescindible pero al ser ésta la ruta estándar tampoco es necesario porque el pavimento es arena y grava y, pese a haber estado lloviendo, no había charcos ni barro que dificultaran la marcha. Tampoco es plan de ir con chanclas de piscina o tacones, vaya….

A lo largo del sendero aparecen hitos marcando por fechas la evolución de la lengua del glaciar y cómo ésta ha ido retrocediendo a lo largo de los años y por fin llegamos al pequeño lago y al extremo del glaciar. Tenemos la suerte de que el primer mogollón de excursiones ya está de bajada por lo que en ese momento apenas hay gente por las inmediaciones. Describir lo que nuestros ojos contemplan es imposible. Por muchos vídeos o fotografías que uno vea, no es posible reproducir la magnitud del entorno. Es cuestión de solazarse y guardarlo en la memoria….

Haciendo cálculos, permanecemos por allí unos veinte minutos extasiados ante lo que la naturaleza nos ofrece y, para tener margen de sobra en la bajada, cogemos camino tranquilamente y lo vamos desandando, esta vez a pie. En un momento dado hay una bifurcación en un puente, que ya vimos en la subida, y donde la cartelería señala, en ambos sentidos, que los dos van al aparcamiento de autobuses, inicio de todos los recorridos. Por precaución cogimos la misma ruta que a la subida pero, con perspectiva, hubiera sido buena idea haber cogido la otra para tener una vista diferente del paisaje porque, a la postre, ambas iban a dar al mismo sitio. Lo digo para que lo tengan en cuenta quiénes en el futuro les surja la misma disyuntiva.

La bajada no es dura, salvo algún tramo de rocas y escaleras, porque, además, estamos teniendo la enorme suerte de que la climatología nos está dando tregua y no hay ni rastro de la temida nieve y la temperatura tampoco es extrema aunque, a intervalos, alguna llovizna nos hace guardar las cámaras fotográficas a toda prisa. También, en un momento dado, el sendero da la opción de seguir la ruta normal o la denominada Kaiser Wilhelm Trail, que desaparece entre las rocas y que tiene pinta de ser más cañera y pedregosa. También en este caso cogimos la ruta normal pero, quien le apetezca, esté preparado y tenga buen calzado, puede ser interesante el seguirla porque, desde la distancia, el recorrido que parecía que llevaba cruzaba riscos y pasaba por la parte superior de la cascada de Kleivafossen, que es el salto de agua situado como a la mitad del itinerario. Esta ruta, la Kaiser Wilhelm Trail, también acaba confluyendo con la general ya llegando al inicio del recorrido.

Las vistas durante la bajada siguen siendo magníficas, pasamos por la cascada anteriormente mencionada y nos vamos cruzando con mucho senderista que está ascendiendo por el camino (hemos pillado justo el tramo horario valle…). Continuamos el descenso a un ritmo normal y con frecuentes paradas para el “fotografismo intensivo”. No he mencionado que para este viaje nos habíamos hecho con un palo selfie para uno de los teléfonos móviles con la idea de inmortalizar todos y cada uno de los momentos de la semana, pese a ser detractores del “selfismo”, y con las ganas del converso, nos íbamos haciendo en cada parada no menos de veinte fotografías de una misma panorámica variando unos centímetros arriba o abajo, izquierda o derecha, según se iba desplazando la varilla o la muñeca flaqueaba más o menos. Así, de las alrededor de mil trescientas fotos que hemos traído entre todos los dispositivos utilizados, una buena parte de ellas son una repetición en bucle de lo mismo con unos grados de separación…. Cosa de novatos….
Así, sin prisa pero sin pausa, llegamos hacia las 13:15 horas al aparcamiento por lo que nos da tiempo a hacer una parada técnica en los baños de la tienda de recuerdos, comprobando que a los cruceristas no nos cobran pero al resto de los mortales, sí…. Como a la ida habíamos tenido la precaución de hacer una foto al autobús para ubicarlo al regreso pronto dimos con él pero hicimos bien porque en ese momento había muchos más autobuses por allí y habría sido “peligroso” si hubiéramos llegado con la hora pegada.
A las 13:30 horas, como un reloj suizo, el autobús se pone en marcha y el conductor tiene el detalle de parar a recoger a unos viajeros rezagados que llegaban corriendo y ya perdían el medio de vuelta. Nos volvemos a poner en la parte derecha de los asientos para ver en primer plano el lago Floen y nos volvemos a congratular con el marco incomparable que se nos ofrece.
En estas fechas del año el autobús 115 no llega hasta la parada del puerto (Olden cruise kai) sino que se queda en la anterior, la de las escuelas (Olden skule). Ello nos venía bien, indirectamente, ya que frente a ella está la iglesia vieja de Olden, que queríamos visitar, y desde allí sólo hay un cómodo paseo de quince minutos junto a la ribera del fiordo y hasta el muelle donde está atracado el crucero. Le pregunté al conductor si iba algún autobús desde allí al puerto y me comentó que sí pero, insisto, las dos paradas están muy cerca y, mirado el calendario de la temporada, en los meses de verano, el 115 continúa recorrido hasta el muelle por lo que te puedes bajar para hacer el resto a pie o bien seguir directamente hasta el punto de embarque si tu barco está atracado.
Nos acercamos a la Olden gamle kyrkje, iglesia de madera en forma de cruz latina construida en 1759, y entramos en su interior dado que está abierta durante los periodos de escala de cruceros en el pueblo. Como detalle, los bancos de madera donde se sienta la feligresía están reservados por familias y tienen tallas que se refieren a las mismas y en algunos hay pequeñas estacas para dejar los sombreros. Es muy recogida y muy bonita por lo que merece la pena acercarse a echar un rato en ella y como, además, no había nadie por allí, la pudimos disfrutar a solas.
Así, sin prisa pero sin pausa, llegamos hacia las 13:15 horas al aparcamiento por lo que nos da tiempo a hacer una parada técnica en los baños de la tienda de recuerdos, comprobando que a los cruceristas no nos cobran pero al resto de los mortales, sí…. Como a la ida habíamos tenido la precaución de hacer una foto al autobús para ubicarlo al regreso pronto dimos con él pero hicimos bien porque en ese momento había muchos más autobuses por allí y habría sido “peligroso” si hubiéramos llegado con la hora pegada.
A las 13:30 horas, como un reloj suizo, el autobús se pone en marcha y el conductor tiene el detalle de parar a recoger a unos viajeros rezagados que llegaban corriendo y ya perdían el medio de vuelta. Nos volvemos a poner en la parte derecha de los asientos para ver en primer plano el lago Floen y nos volvemos a congratular con el marco incomparable que se nos ofrece.
En estas fechas del año el autobús 115 no llega hasta la parada del puerto (Olden cruise kai) sino que se queda en la anterior, la de las escuelas (Olden skule). Ello nos venía bien, indirectamente, ya que frente a ella está la iglesia vieja de Olden, que queríamos visitar, y desde allí sólo hay un cómodo paseo de quince minutos junto a la ribera del fiordo y hasta el muelle donde está atracado el crucero. Le pregunté al conductor si iba algún autobús desde allí al puerto y me comentó que sí pero, insisto, las dos paradas están muy cerca y, mirado el calendario de la temporada, en los meses de verano, el 115 continúa recorrido hasta el muelle por lo que te puedes bajar para hacer el resto a pie o bien seguir directamente hasta el punto de embarque si tu barco está atracado.
Nos acercamos a la Olden gamle kyrkje, iglesia de madera en forma de cruz latina construida en 1759, y entramos en su interior dado que está abierta durante los periodos de escala de cruceros en el pueblo. Como detalle, los bancos de madera donde se sienta la feligresía están reservados por familias y tienen tallas que se refieren a las mismas y en algunos hay pequeñas estacas para dejar los sombreros. Es muy recogida y muy bonita por lo que merece la pena acercarse a echar un rato en ella y como, además, no había nadie por allí, la pudimos disfrutar a solas.

Una vez visitada la iglesia y como el hambre empieza a apretar nos encaminamos de regreso al barco por la orilla del fiordo. El paisaje es abrumador y no se cansa uno de girar la cabeza en uno u otro sentido buscando detalles y más detalles. Por el camino paramos en otra tienda de recuerdos y volvemos a salir huyendo por los precios. Seguimos la orilla, hay carteles de que se acaba el camino y como enseña el dicho popular, cuando un tonto coge la linde, se acaba la linde y sigue el tonto, así que nosotros seguimos, seguimos y seguimos pensando que vamos directos al barco y no es así…. Nos topamos con un espigón y, puesto que no era plan llegar nadando, nos toca desandar el camino y volver por la ruta peatonal paralela a la carretera hasta que, por fin, llegamos al barco con media hora de antelación al todos a bordo. Hemos calculado bien, pese a todo, y no ha habido que regresar a la carrera….
Hasta aquí nuestra visita a Olden y el glaciar Briksdal. De haber dispuesto de más tiempo podríamos habernos planteado el habernos acercado al teleférico de Loen pero las escalas de cruceros es lo que tienen y, bueno, otra cosa que se queda pendiente para un futuro regreso en crucero a los fiordos noruegos porque sí, Geiranger, volveremos…..(General MacArthur dixit). No sabemos cuándo ni en qué circunstancias pero queda apuntado… ¡Y a Tauro cabezón no hay quien me gane….!
Por lo demás, escala satisfactoria y además con una climatología que nos ha permitido disfrutar de la misma al no haberse cumplido lo que estaba previsto. Con lluvia o nieve y más frío no sé qué hubiera sido de nosotros en la ruta senderista hacia y desde el glaciar Briksdal….
Ahora queda comer y disfrutar de la tarde en el barco mientras recorremos el fiordo rumbo a la última escala en Noruega, Stavanger, en el día de mañana, viernes. Ya hemos pasado el ecuador del viaje y queda menos para que el sueño se acabe….
Lo que aconteció por la tarde será objeto de relato en la próxima etapa.
Hasta aquí nuestra visita a Olden y el glaciar Briksdal. De haber dispuesto de más tiempo podríamos habernos planteado el habernos acercado al teleférico de Loen pero las escalas de cruceros es lo que tienen y, bueno, otra cosa que se queda pendiente para un futuro regreso en crucero a los fiordos noruegos porque sí, Geiranger, volveremos…..(General MacArthur dixit). No sabemos cuándo ni en qué circunstancias pero queda apuntado… ¡Y a Tauro cabezón no hay quien me gane….!
Por lo demás, escala satisfactoria y además con una climatología que nos ha permitido disfrutar de la misma al no haberse cumplido lo que estaba previsto. Con lluvia o nieve y más frío no sé qué hubiera sido de nosotros en la ruta senderista hacia y desde el glaciar Briksdal….
Ahora queda comer y disfrutar de la tarde en el barco mientras recorremos el fiordo rumbo a la última escala en Noruega, Stavanger, en el día de mañana, viernes. Ya hemos pasado el ecuador del viaje y queda menos para que el sueño se acabe….
Lo que aconteció por la tarde será objeto de relato en la próxima etapa.