Me levanté temprano, me despedí del hermoso balneario El Cóndor y tuve suerte porque enseguida encontré una trafic que hacía el recorrido hacia La Lobería así que charlando con mi compañero de asiento me contó que en LA LOBE (así le dicen los lugareños), el clima es siempre bueno y que lo iba a pasar muy bien.
A mitad de camino observé que me quedé sin señal, parece que acá es así.

La Lobería también conocida como Punta Bermeja es un balneario de la provincia de Río Negro. Se encuentra al inicio de la costa norte del Golfo San Matías..

A unos 3 km de la localidad se encuentra la La Reserva Faunística Punta Bermeja que es la reserva de lobos marinos más importantes del norte de la Patagonia, y está habitada por más de 4.000 lobos marinos. Este hábitat de lobos marinos es una reserva principalmente costera-marina, ya que se constituye sobre un frente de unos 14 km de largo sobre el litoral oceánico, con una penetración de 500 metros sobre el continente y unos 1000 metros sobre el frente marino. Su finalidad es proteger a unas de las colonias continentales más grandes del mundo de lobos marinos de un pelo (Otaria flavescens). En época de reproducción de noviembre a marzo, esta colonia alberga a muchísimos lobos, diversas especies de gaviotas, loros barranqueros, caranchos y pingüinos de Magallanes.

Quería conocer el mar de cerca así que me fui para la playa.
Había una escalera empinadísima, me di cuenta que bajar no era un problema pero sí sería subir. La playa tenía muchas piedras pequeñas y me encontré con la marea alta y un mar claro y con olas.
La cautivante belleza del lugar tiene su contratiempo y es sin duda, acceder a la playa. Una extensa bajada, con una marcada pendiente; de cemento y algunos escalones son todo un desafío que hay que tomar con calma. Mucho más difícil es la subida, pero está la alternativa del carro elevador a cargo del concesionario del lugar, que funciona sin pausa con un costo que no sé cual sería porque no lo usé.
El vehículo funciona desde la década del 90, con algunas interrupciones para su reparación, luego que fuera una creación de un grupo de alumnos de la Escuela Industrial de Viedma para una feria de ciencias del establecimiento.
Me contaron que aprovechara porque cuando el mar baja aparecen las piedras que se clavan en la planta de los pies.
Los piletones naturales son una maravilla pero hay que tener cuidado porque hay, por supuesto, piedras.
En estos lugares de la costa argentina hay diferencia entre la marea baja y la pleamar así que hay que informarse de los horarios ya que el mismo lugar puede parecer dos locaciones diferentes según la hora que vayas a la playa.
Había mucho viento y el aire estaba frío así que realmente no me metí al agua pero sí caminé por la orilla disfrutando de ese lugar increíble.
Encaré la escalera, llegué arriba y me quedé hasta ver caer el sol sobre el mar y cuando el día se estaba yendo y la noche estaba por llegar me fui a dormir.
Al otro día fui caminando hacia el lugar donde están los famosos lobos.
Estos "serios" animales se observan desde arriba de un acantilado y había medidas en el marco de la epidemia de influenza Aviar que afectaba a lobos de un pelo en las costas de Argentina.
Había fuertes restricciones de acercamiento a animales y aves muertos o agonizantes.
Eran tantos los animales que no se distinguían entre enfermos y sanos pero me embargo un sentimiento de impotencia al ver como esa enfermedad diezmaba a esta colonia de pacíficos animales.

El camping donde puse mi carpa tenía fogones y parrillas, así que a un pescador que vendía su mercadería fresquita le compré un róbalo que es un pez que abunda en esa zona.

Por supuesto fue parte de mi menú y lo hice a la parrilla. Era muy rico.
Acá la gente del lugar se mezcla con visitantes que llegan desde otros puntos del país que eligen el refugio y abrigo que ofrecen los acantilados de este lugar de la playa.
Dos días fueron suficientes para disfrutar este lugar tan alejado del “ mundanal ruido”. Seguiré mi camino recorriendo estas playas de la costa patagónica argentina.