Nuestra primera estancia en Dublín llega a su fin. Hoy viajamos a Kilkenny (Cill Chainnigh, en gaélico) y, aunque nuestro tren sale a las 9:10, a las 8:00 ya estamos en la estación de Dublín Heuston.
Tras un café con leche en la cafetería para paliar el fresco que hace, y unas cuantas vueltas por la estación, vamos a ver si ya han puesto en los paneles la via por donde sale nuestro tren, pero no aparece… Nos extraña y vamos al punto de atención al cliente, donde no nos hacen ni caso a pesar de vernos. Cuando ya les reclamamos un poco enfadados, nos indican que no creen que lleguemos a coger el tren porque está saliendo en esos momentos… En fin, que la “pachorra” irlandesa hace que tengamos que esperar hasta el tren de las 11:10: dos horas de espera en la estación más fría de Irlanda (y no es la de invierno).
Afortunadamente, una vez en Kilkenny, cuando nos dirigimos a nuestro alojamiento de esta noche, muy cerca de la estación, se nos pasa el enfado. Llegamos a Carraig Rua, un B&B con una habitación preciosa y con una anfitriona de lo más amable.
Kilkenny es una pequeña ciudad industrial, pero cuando paseas por las calles de su centro histórico parece que te trasladas a la Edad Media. Dicen que es una de las ciudades más bellas de Irlanda. No conozco mucho de Irlanda todavía, pero lo que está claro es que Kilkenny me encanta.
Desde nuestro alojamiento seguimos por Dublin Rd y por John Street Upper y John Street Lower hasta llegar al río Nore, que atraviesa la ciudad. Y vigilando el Nore se encuentra el Castillo de Kilkenny, el edificio más característico de la ciudad. Se ha conservado bastante bien, e incluso tres de los cuatro muros originales aún están en pie, mientras que los soldados de Cromwell echaron abajo el cuarto lienzo en 1659, de ahí que solo tenga tres lados.

Fue construido en el siglo XII con la piedra caliza típica de la zona, de color gris, y fue adquirido en el XIV por la familia Butler, los duques de Ormond, una de las más poderosas e influyentes de Irlanda, que lo han utilizado como su residencia hasta 1935, cuando lo vendieron a la ciudad.
Está rodeado de jardines que son de acceso libre, de ahí que como el día es soleado, la gente aprovecha para sentarse en el césped a disfrutar del astro rey. También hay un continuo de gente jugando al futbol. Mi marido opina que qué pena que no hayan hecho un campo de pitch&putt, con la extensión de césped que hay.

En el sótano del castillo está la Butler Art Gallery, una galería de arte contemporáneo, y cuando salimos del parque del castillo, justo enfrente, el Kilkenny Design Centre, que ocupa los antiguos establos, lleno de locales donde venden artesanía típica de la zona. El edificio es impresionante y muestra como los caballos de los ricos vivían infinitamente mejor que muchos de los habitantes de la ciudad.
Saliendo del castillo, giramos hacia la izquierda hasta alcanzar High Street. Allí se encuentra el Tholsel o casa de peajes, con una torre del reloj octogonal y un corredor porticado con arcos. Se construyó en 1761 como oficina donde los usuarios del mercado, los vendedores y otras personas pagaban sus deudas y peajes. Actualmente es la sede del Ayuntamiento.

Todo lugar que se precie tiene su historia, su leyenda, y este no iba a ser una excepción. Y es que aquí fue quemada, en el siglo XIV, la criada de Alice Kyteler, la llamada “bruja de Kilkeny”, hija de un comerciante rico y viuda de cuatro maridos también ricos y fallecidos en “extrañas circunstancias”. Alice Kyteler era una de las personalidades más influyentes de la ciudad, pero también una de las más odiadas, ya que era prestamista. Cuando los hijos de su último marido se quedaron sin herencia, acudieron al obispo de la ciudad y la acusaron de brujería, de adorar al diablo, de celebrar aquelarres, etc. Con la confesión, arrancada bajo tortura, de su criada Pedronella, fue condenada a morir en la hoguera, destino del que se escapó al fugarse a Inglaterra con su hija la noche anterior. La pobre Pedronella fue quemada en su lugar, y su hijo condenado a escuchar misa tres veces al día durante un año (esto sí que fue un castigo).
Nada más pasar el Tholsel nos encontramos un arco con unos escalones de piedra que dan paso a un callejón medieval. Se trata del Butter Slip. Este callejón estuvo repleto de puestos de mantequilla, de ahí su nombre. Desde luego estamos ante un callejón la mar de vistoso.

Un poco más adelante, cuando High St se ha convertido en Parliament St, está Rothe House & Gardens. Es una casa de estilo Tudor, que es como se llamaba el estilo de final de la Edad Media en Inglaterra e Irlanda, construida por el comerciante Rothe Fitzpiers y Rose Archer, una de las familias de comerciantes más ricas e influyentes de Kilkenny, entre 1594 y 1610. Se trata de una parcela larga y estrecha y, para que pudiera albergar a su creciente familia, nada más y nada menos que once hijos, además del personal de la casa y del jardín, John Rothe Fitzpiers construyó tres casas, una detrás de la otra, con patios adoquinados en el medio.
Por desgracia no podemos entrar a visitar el jardín que hay en la parte trasera y que se extiende hasta la muralla de la ciudad, ya que acaban de finalizar el horario de visitas. Lástima de las dos horas perdidas en la estación de tren esta mañana. En 2008 se hicieron unas excavaciones arqueológicas en este jardín y, además del diseño original, se descubrieron más de 2.000 aperos, así como semillas y polen de plantas del siglo XVII. Se ha recuperado el diseño original y no es un jardín como lo entendemos hoy en día, sino que además de flores, el jardín cuenta con variedades de vegetales, hierbas, frutas y flores que se habrían cultivado en el siglo XVII.
Las viviendas, que también se pueden visitar, actualmente son propiedad de la Sociedad Arqueológica de Kilkenny y alberga un pequeño museo donde se exponen algunos objetos relacionados con la ciudad.

Al final de la calle aparece la destilería de Smithwicks y St Francis Abbey, que son una fábrica de cerveza propiedad de Guiness. Para conseguir verla hay que hacer un poco de equilibrios, pero se consigue. Por cierto, parece que van a restaurarla. La cerveza Smithwicks en España es conocida como Kilkenny y, si tengo que ser sincera, es la que más me ha gustado de nuestra visita a la isla.

Seguimos por Parliament St y su prolongación Irishtown para atravesar Dean St. Justo enfrente se encuentra St Canice Pl que lleva hasta la Catedral de Saint Canice, una de las catedrales más bonitas de Irlanda.

La catedral actual es gótica y fue construida en el siglo XIII. Parece que se encuentra en el lugar que ocupaba el convento fundado con San Canice en el siglo VI, que se destruyó en un incendio (no podemos olvidarnos de que en aquella época estas construcciones eran de madera, no de piedra).
La Round Tower o torre central es más antigua que la catedral, fue construida tres siglos antes y reconstruida en el siglo XIV, después de que se derrumbara. De hecho, es la construcción más antigua del lugar, que fue levantada en el emplazamiento de un antiguo cementerio cristiano. Por cierto, se puede subir o, mejor dicho, escalar hasta lo alto, desde donde las vistas son impresionantes. Eso sí, si se padece de claustrofobia o bien no se está en forma, mejor abstenerse, porque la escalera, de madera, es un poco más que una escalera de mano.


El interior es muy bonito, es una de las naves más largas. Destacan las vidrieras. En el suelo, cerca del altar, se han utilizado cuatro tipos de mármol, todos de origen irlandés: el negro de Kilkenny, verde de Connemara, rojo de Cork y gris de Tyrone.


Las tallas de los laterales del coro representan a los Cuatro Evangelistas.

La catedral contiene muchos monumentos funerarios, entre los que destaca el Monumento yacente de los Condes de Ormonde, del siglo XVI, que se encuentra en el crucero. También hay otras lápidas que representan el oficio del ocupante a través de las herramientas.

Por cierto, que esta iglesia, como todo monumento que se precie en Irlanda, tiene sus historias y sus leyendas. La torre se desplomó en 1332 y el pueblo cree que fue como castigo por la muerte de Pedronella, la criada de Alice Kyteler, que fue condenada a morir en la hoguera por brujería, pero lo que era realmente era una cazafortunas (hablamos de ella en el Tholsel). Bueno, pues el sobrino de Alice Kyteler, para librarse de la pira, se ofreció a pagar el tejado de la iglesia, pero ante tanta injusticia, el tejado no aguantó y la torre se hundió. La verdad es que el tejado era de plomo, y, por lo tanto, tenía un peso más que considerable.
Deshacemos el camino y ya en Parliament St seguimos por Abbey St hasta llegar a la llamada Black Abbey, un convento dominico del siglo XIII. El nombre completo de la abadía es Iglesia y Priorato de la Santísima Trinidad, pero se la conoce localmente como Black Abbey en referencia a la capa negra que los frailes llevaban sobre sus hábitos blancos durante la Edad Media. Lo cierto es que se puede decir que esta iglesia ha pasado por muchas vicisitudes, desde utilizarse como juzgado, cuando en el siglo XVI el rey Enrique III mandó disolver los monasterios hasta que fue destruida por Cromwell en 1650 y reconstruida en el siglo XIX. Únicamente está abierta en horario de misa, pero fuera, en los muros, todavía se pueden ver las marcas de las armas que usaron los soldados para destruirla.

Y ya nos dedicamos a pasear tranquilamente, por esta encantadora ciudad, volvemos cerca del castillo. Se hace tarde y de regreso a nuestro alojamiento, compramos un poco de cena en un super.