Llega la hora de nuestra reserva y nos personamos en la zona de Entertainment Place, en la cubierta 4, donde está ubicado el Studio B, emplazamiento de la pista de hielo del barco y lugar donde se realizan otras actividades como la del laser tag, concursos o como improvisada pista de baile.
Allí no hay control ninguno de reservas y el tripulante encargado del evento y miembro del equipo de animación del crucero nos dice que nos pongamos por allí y que nos hará haciendo entrar para ir completando los equipos. Hemos hecho el canelo totalmente esta mañana yendo y viniendo para poder hacer la reserva de hoy... Si lo llego a saber hacemos la reserva para el segundo día donde se ofertará esta actividad, el día de la escala de Civitavecchia, aunque presumo que ese día habrá poca gente porque vendrá todo el mundo reventado de las excursiones a Roma y alrededores. Veremos...
[align=center]ENTRADA DE LA ACTIVIDAD DE LASER TAG EN EL CRUCERO
Allí no hay control ninguno de reservas y el tripulante encargado del evento y miembro del equipo de animación del crucero nos dice que nos pongamos por allí y que nos hará haciendo entrar para ir completando los equipos. Hemos hecho el canelo totalmente esta mañana yendo y viniendo para poder hacer la reserva de hoy... Si lo llego a saber hacemos la reserva para el segundo día donde se ofertará esta actividad, el día de la escala de Civitavecchia, aunque presumo que ese día habrá poca gente porque vendrá todo el mundo reventado de las excursiones a Roma y alrededores. Veremos...

El Laser Tag o Laser Combat es un juego competitivo que consiste en la simulación de un enfrentamiento armado entre equipos para lograr una serie de objetivos. En esta batalla, se hace uso de emisores de láseres infrarrojos que simulan la munición de las pistolas para disparar a los oponentes. Antes de que comience el juego, cada jugador recibe un chaleco cubierto de sensores, que pueden ser alcanzados por una pistola láser que dispara un rayo infrarrojo. Cuando el rayo alcanza un sensor, ese jugador gana puntos e inutiliza el arma del jugador contrario durante unos segundos.
Comienza la atracción y en la cola somos pocos por lo que pasamos todos del tirón. Dado que es una actividad nueva en este barco puesto que la han incorporado tras el último dique seco los chalecos y pistolas están nuevecitos, lo que es de agradecer. A continuación pasamos a que nos pongan el vídeo informativo y calentamos motores.
Para los que ya peinamos canas esto viene a ser una aplicación sobre el terreno del mítico videojuego de PC, DOOM. Lanzado en el año 1993, este shooter o juego de disparos en primera persona supuso un fenómeno de masas en su momento de manera que a finales de 1995 se estimó que el DOOM estaba instalado en más ordenadores en todo el mundo que el nuevo sistema operativo de Microsoft de entonces, el Windows 95. ¡Cuántos ratos ha pasado uno guiando al marine espacial, chocando con las paredes, y eliminando a todo bicho viviente….!
Ya, mientras esperamos, mi acompañante me ha trasladado que va a seguir la táctica del año pasado y que va a arrasar con todo lo que pille, ejecutando todo movimiento, permitido o no, que le haga puntual lo máximo posible. Yo vengo sin ideas preconcebidas y optaré por improvisar sobre la marcha.
Arranca la partida y como al final los equipos son numerosos todo es un correcalles y un sálvese quien pueda. Las ideas están aún frescas y obtengo un tercer puesto por lo que me doy por satisfecho.

Salimos a la entrada y como no hay nadie esperando el monitor nos dice que si queremos repetir no hay ningún problema. ¡Pies para que os quiero! Volvemos sobre nuestros pasos y volvemos a esperar turno hasta que se unan más participantes y poder formar los equipos. En esta ocasión viene un grupo de chavales españoles bastantes espídicos por lo que la cosa promete. Tan acelerados vienen que la monitora que explica las normas del juego les habla en español para asegurarse de que lo han entendido e incidiendo en lo de que no se puede correr, arrastrarse por el suelo, saltar o disparar a quemarropa. “Lo mismito que estoy haciendo yo”, me musita por lo bajini mi acompañante.
Como no podría ser de otro modo esta partida se convierte en la casa de Tócame Roque y no hay manera de acertar a los contrincantes. Al ser tantos los que participan no aparecen todos en el panel final de puntuaciones y, efectivamente, yo no soy uno de ellos por lo que debe haber sido lamentable pero no sé hasta qué punto.
Como sigue sin haber más gente que quiera participar cumplimentamos dos partidas más y optamos por dejarlo, que ya no está uno para tantos trotes… Toca subir a cubierta a relajarse y probar un helado en la zona de Sprinkles mientras el crucero, de forma paulatina, va dejando atrás el puerto de Barcelona y pone rumbo a las Islas Baleares donde mañana atracará en Palma de Mallorca.

Los helados de cucurucho entran de miedo y en este barco han instalado una máquina que sirve la vainilla y el chocolate mezclados por lo que más diversión. Nos aposentamos en las hamacas, nos deleitamos con la música ambiente y nos dejamos llevar por la más absoluta inacción de cuerpo y mente. A decir verdad, viniendo de donde venimos, la selección musical es potente y los cambios entre canciones más que correctos. ¿Puede ser que este año demos con un DJ decente? Sólo el tiempo lo dirá, como interpretaba Mike Oldfield.
Habiendo hecho el vago un rato y para hacer tiempo hasta que llegue la hora para adecentarse para la cena recorremos partes del barco al tuntún.

Pasamos por el Solarium para adultos con su zona exterior añadida tras el dique seco. Corre bien el viento pero es muy agradable y con mucho sitio para posicionarse. Antes de recogernos en el camarote admiramos cómo la tarde va poco a diluyéndose en un mar calmo y azul. Como declama la IA de Google:
En el barco, el sol se esconde,
El mar un espejo, dorada,
La luz se va, el viento susurra,
Y la noche se acerca, callada.
El barco avanza, la travesía,
El tiempo se detiene, la calma,
El mundo se va, la noche llega,
Y las estrellas brillan, en el alma.

Llega la hora de la cena y bajamos a la cubierta 5 a la Royal Promenade, que paseamos con tranquilidad y que nos permite hacernos una idea del pasaje que nos acompañará en esta travesía. Por la pinta y las vestimentas hay muchísimo anglosajón tirando a estadounidense y la parte latina no es que descolle precisamente por lo que el ambiente que nos vamos a encontrar va a derivar, me temo muy mucho, en los gustos, actitudes y comportamientos de allende los mares del Norte. Se nota bastante afluencia de gente porque, no en balde, cuando estábamos esperando en Recepción, se nos ha comunicado que el número de pasajeros ronda esta semana las 6.300 almas y eso sin contar a la tripulación.
Nos dirigimos al restaurante asignado para ver qué nos deparará el cambio de turno. Crucemos los dedos...

Lo que aconteció el resto de la noche se narrará en la siguiente y también trepidante etapa.[/align]