Amanece un nuevo día y ya estamos en Civitavecchia, o no. Lo de amanece un nuevo día es literal porque son las 06:00 de la mañana y lo de no sabemos si estamos navegando o ya atracados es porque el barco realiza las maniobras con tanta suavidad que prácticamente no se da uno cuenta cuando está en marcha o parado. Hoy toca la escala estrella del viaje, la visita a Roma, pero ello implica a la vez doble esfuerzo. Haremos caso del refrán italiano “Il mattino ha l’oro in bocca” (Al que madruga, Dios lo ayuda) y daremos por bueno el estar en pie ya en estas horas tan intempestivas.
[align=center]UBICACIÓN EN EL MAPA DEL ALLURE OF THE SEAS

Mi acompañante manifiesta que a esta hora no le entra nada al estómago y que pasa de desayunar. Convenimos entonces que la jugada será la siguiente: bajaré al Park Café a echarle al aro saqueando el contingente de rollitos de canela que haya disponible y, a la vuelta, pillaré allí mismo unos sandwiches y refrigerios para degustar mientras vamos en el tren camino de Roma y que funcionará como un improvisado desayuno.
Detto fatto, con más sueño que vergüenza bajo al Park Café y, afortunadamente, apenas hay nadie allí. Me cojo algo de líquido, un poco de fruta, los cubiertos y servilletas y los dejo en una mesa para no ir cargado y porque voy medio zombie de no dormir lo necesario. Me acerco a la vitrina de la bollería y solicito a la amable camarera unos rollitos de canela. A la pregunta de cuántos le contesto que me llene un plato y eso es lo que consigo con la sonrisa de la camarera. Vuelvo sobre mis pasos y donde había dejado las cosas previas no hay nada porque otra camarera está por allí limpiando mesas y ha debido considerar que un vaso con zumo lleno, dos recipientes de fruta sin empezar, cubiertos y servilletas es señal inequívoca de que alguien ha terminado de comer y se ha marchado. Maldigo en silencio y voy de nuevo a por lo mismo mirando continuamente para atrás por si acaso me fueran a retirar los codiciados rollitos.

Desayuno en silencio pensando en mis cosas y degustando cada bocado y me encuentro, en un momento dado, que…. estoy pensando en inglés. La inmersión de lo que llevamos de semana, pese a que estamos usando bastante el español, es total. Eso que nos llevamos de curso intensivo de idiomas.
Finalizado el ágape vuelvo a la vitrina salada y solicito a otra amable camarera una serie de sandwiches para llevar así como algún rollito de canela más para un pa´luego. Platos en ristre regreso al camarote y procedemos a guardarlos en papel de plata para incluirlos en el equipaje de excursión.
El plan de hoy es el siguiente:
- Bajar a puerto, coger el autobús gratuito de la autoridad portuaria que lleva a Largo della Pace, un aparcamiento enorme que oficia de punto de encuentro y salida de las excursiones, andar hasta la estación de ferrocarril de Civitavecchia y coger el tren hasta Roma Termini.
- Desde Termini ir dando un paseo hasta la iglesia de Santa Maria Maggiore para visitarla.
- Continuar el paseo hasta la iglesia de San Pietro in Vincoli y visitarla.
- Reemprender el recorrido hasta el Coliseo donde tenemos entradas a las 12:00 y efectuar su visita.
- Visitar el Foro Romano el tiempo que podamos.
- Volver a Roma Termini para coger el tren de vuelta a Civitavecchia y de camino coger alguna porción de pizza y un helado.
- Desde la estación de Civitavecchia hacer el camino de inverso de regreso al crucero.
Como podrás comprobar, estimado lector, todo este plan requiere una planificación exhaustiva que a continuación comparto contigo.
La salida oficial del barco comienza a las 07:30 y nuestra idea era coger el tren de las 08:42 (con llegada a Roma Termini a las 10:00) por lo que habíamos previsto una hora de decalaje que incluiría bajar al muelle, encontrar el bus, subir al bus, llegar a Largo Della Pace, andar hasta la estación, comprar los billetes y subir al tren. El horario de los trenes que van a Roma Termini es incomprensible porque después del de las 08:42 hay otro cuatro minutos más tarde y el siguiente, normal, ya se va a las 09:43 (hay otro intermedio, un frecchiabianca, a las 09:30 pero cuesta el triple aunque llega a las 10:16 a Roma Termini).
Por tanto, previmos bajar del barco pasadas las 07:30 suponiendo que el tumulto para acceder a la terminal de Civitavecchia sería considerable dado que todo el mundo querría salir lo más pronto posible para que le cundiera la excursión de turno. Ante nuestra sorpresa la salida es fluida y no hay retenciones de gente por lo que bajamos la pasarela rápidamente y salimos al exterior. Allí hay personal de la naviera que informa de las opciones que hay para salir del puerto. Por un lado hay autobuses públicos que te llevan directamente a la estación y que cuestan seis euros, por otro lado taxis y transportes privados que también hacen ese recorrido y, por último, el bus gratuito de la autoridad portuaria. Hacia él nos encaminamos y tras esperar unos minutos a que se llene el mismo pone ruta a Largo della Pace, el punto de destino y donde comienzan las excursiones organizadas.
Digresión: de camino en el bus pasamos por delante de un lugar con un recuerdo muy nítido de hace doce años, el fuerte Michelangelo. Por aquel entonces, los autobuses gratuitos dejaban por aquí y en esta ubicación en aquella ocasión teníamos la intención de coger un bus urbano de la compañía Eusepi que nos llevaría a la cercana población de Tarquinia. Pues bien, dicho autobús nunca apareció y después de esperar un larguísimo rato, unido a que mi mujer no se encontraba al 100% ese día, optamos por regresar al Liberty of the seas y pasar un día de completo relax con el barco casi vacío. Incluso, antes de volver nos acercamos a la parada donde otra empresa, Cotral, hacía el mismo trayecto pero los autobuses pasaban cada hora y al próximo le quedaba bastante. Lo de Tarquinia es una espinita que algún día habrá que sacar.
De vuelta al relato, el trayecto del bus es corto y al llegar a Largo della Pace hay mucha oferta de transportes privados para la ida y vuelta a Roma. Nosotros pasamos de largo y paseamos a buen ritmo por las calles de Civitavecchia para llegar a la estación. Para hacer una idea de tiempos, hacia las 08:00 estábamos pasando por la catedral de Civitavecchia. Vamos muy bien de tiempo incluso por si hay colas para comprar los billetes de tren.

Llegamos a la estación hacia las 08:15 y no parece que haya excesivo movimiento por lo que rápido compramos los billetes de tren a razón de 4,60 euros por cabeza y cumplimentamos la primera fase del trayecto. Al final nos han sobrado unos veinte minutos pero con que hubiera habido colas para el desembarque y colas para la compra de billete nos los habríamos comido perfectamente. Por tanto, satisfacción porque el cálculo del tiempo ha sido correcto y porque, como dicen por aquí, meglio abbondare che deficere (más vale que sobre que no que falte).
Aprovecho este momento para indicar los baños próximos al recorrido previsto:
- En las estaciones de tren de Civitavecchia y Roma Termini.
- En los propios trenes de ida y vuelta.
- Plaza del Esquilino. Es uno de P-Stops que tiene Roma (pstop.it/p-stop/).
- Dentro de la iglesia de Santa Maria Maggiore por la zona del museo.
- Justo a la derecha de San Pietro in Vincoli (antes de subir las escaleras, a la derecha), hay una sede de la Universidad La Sapienzia de libre acceso. Los baños están entrando en el pasillo a la derecha.
- Dentro del Coliseo y dentro del Foro Romano (8 baños están ubicados principalmente en las entradas y salidas y 14 baños ubicados en el primer nivel del Coliseo).
Relacionado con esto hay fuentes de agua potable por bastantes sitios pero en lo que es Coliseo y Foro romano las mismas están entre el 1° y el 2° nivel del Coliseo y en el Foro en Vicus Argentarii/Tabularium en la esquina sudeste de la Basílica Giulia, en el Horti Farnesiani y en el Palatino en la Domus Augustana.
Ya sale el andén por donde pasará el tren que viene de Pisa y que nos llevará a Roma Termini.

Es un tren de dos pisos y ya viene con gente. Nos sentamos en unos asientos laterales frente a la puerta para no ir encajonados y tener más libertad a la hora de almorzar durante el viaje y a continuación empiezan a subir presumibles cruceristas cargados de maletas porque, aparte del nuestro también han recalado hoy en puerto el Costa Smeralda, un Viking y un Azamara por lo que el trasiego de gente es bastante importante.
Enfrente de nuestros asientos hay una plataforma para poner bicicletas plegables y cargadores por si las mismas son eléctricas pero los viajeros utilizan la misma para apilar las maletas. Una señora oriental, menudita ella, sin ayuda del marido se encarga, cual Marie Kondo cualquiera, en ordenar correctamente el equipaje y se sienta a nuestro lado.

Arranca el tren y se van sucediendo las estaciones. Mi acompañante aprovecha el impass para sacar los sandwiches y procede a desayunar y así coger fuerzas para la maratón que nos espera cuando lleguemos por fin a Roma.
Y sucede lo que tenía que suceder…. En una parada intermedia suben dos lugareños con bicicletas y advierten que el lugar destinado para dejarlas durante el trayecto está lleno de maletas. Ni cortos ni perezosos y sin delicadeza alguna, fruto supongo de estar hartos de esta práctica, empiezan a retirarlas y a lanzarlas en medio del vagón. La señora oriental les pide que tengan cuidado y se acerca a coger las suyas pero no tiene manos para todo y nos brindamos a ayudarla. Los italianos hablan a velocidad de vértigo y gesticulan mucho con las manos, enfrentándose a los pasajeros que se quejan por el desconsiderado desalojo de sus maletas. La sangre no llega al río y las bicicletas se quedan en su sitio y las maletas agarradas a sus dueños. En puridad ni unos ni otros tenían razón porque, efectivamente, ése no era sitio para poner maletas pero también ese sitio es para bicicletas plegables y ninguna de las de los italianos lo era.
Poco a poco el panel informativo va marcando las estaciones que faltan y nos acercamos inexorablemente a Roma Termini.

En Roma San Pietro se bajan los ciclistas y de nuevo los ocupados pasajeros colocan las maletas teniendo que ayudar una vez más a la señora oriental a colocarlas porque el marido, unos asientos más allá, hace dejación total de funciones. Por fin se bajan en Roma Ostiense y la señora nos agradece la ayuda con un sinfín de reverencias.
Llegamos por fin a Roma Termini y comienza lo que es la visita en sí a la inmortal Roma pero ello será contado con profusión en la siguiente y condensada, como la leche, etapa.[/align]