Nos levantamos a las 7 porque con Rouben hemos quedado a las 8 y es un conductor extremadamente puntual. Es el último día que lo tenemos contratado y no hemos entendido muy bien qué tiene previsto pero en todo caso el tour incluye salir de Siem Reap unos cuantos kilómetros y llegar hasta el lago Tonle. Entendemos vagamente que de camino al lago se parará a enseñarnos dos o tres templos del Grupo de Roluos, que también entran en el Ticket que compramos. Nada más subirnos al tuk tuk, se larga a llover pero afortunadamente al llegar al primer templo la lluvia ya ha parado.
Los templos de Roluos son anteriores a los de Angkor Wat, son de cuando la capital del imperio estaba por ahí. El primero que visitamos es el templo de Lolei (s. IX). Es pequeñito y lo vemos en un santiamén. Consta de 4 torres de ladrillo rojo. Las dos torres delanteras representan a los hombres, mientras que las dos torres traseras a las mujer. Junto al templo hay un monasterio budista. Nos hacen gracia tres niños que deben estudiar en el monasterio jugando con unas pistolas de juguete (espero) y que esconden rápidamente cuando ven que los hemos visto. Bueno muy budistas, los niños, no parecen la verdad.
El segundo templo, a unos pocos kilómetros, es el de Preah Ko. Este tiene seis torres con inscripciones en sánscrito en los dinteles de las puertas. Como no queda mucho más en pie, lo vemos bastante rápido después de dar varias vueltas a las torres. Me acerco a hablar con unas niñas minúsculas y monísimas que están por ahí jugando entre las hierbas y las piedras y que se mueren de vergüenza cuando intento comunicarme con ellas. Lo cual las hace aún más graciosas. La madre vigila desde la distancia, lo cual me parece muy bien visto la cantidad de viejos verdes que hay desgraciadamente en este país.
El tercer templo es el del complejo de Bakong. De repente ha salido el sol y todo cambia. Los dos templos anteriores los hemos visto con un cielo gris pero aquí estamos de nuevo con una luz brillante, que hace que el templo se vea espectacular. Por lo visto, es uno de los lugares históricos más importantes de Camboya. Es una construcción de estructura piramidal, con varias plataformas a las cuales se accede por escalinatas, y que está rodeada de pagodas. En varias de sus plataformas, en cada esquina, hay una escultura de un elefante a cual más graciosa. Tenemos la suerte de ver una boda que están celebrando abajo y de oír la música y los cánticos. Aquí hay bastante más gente, pero el templo es grande (aunque no tanto como Ankgor Wat) y no se nota. Rodeamos cada plataforma para no perder ni un detalle. Salimos por el otro lado del templo y encontramos a nuestro conductor esperándonos junto a unas mujeres que van al mercado a vender fruta. Una de ellas, muy simpática, me ofrece un kilo de plátanos de su jardín y se lo compro. No sé que voy a hacer con tanto plátano, pero me ha caído bien.
El siguiente destino es el Floating Village en el lago Tomlé. Son 22 $ por persona para acceder a la zona lacustre (un coste que no nos esperábamos, la verdad) y eso da derecho a un tour en barco, pasando por un
floating village (hay varios) y terminando en el lago. Pagamos diligentemente (ya que estamos aquí, aunque nos parece una turistada) y poco después paramos al borde de un canal o un río quizás, donde nos subimos a uno de los barcos (hay decenas). Los barcos son muy sencillos, con asientos de plástico y con un techito por suerte, porque el sol pega. Teenemos la suerte de poder movernos a nuestras anchas para tomar fotos ya que vamos solos, nosotros dos y el piloto, un chico jovencito que apenas habla inglés y que nos dice ni una sola palabra. Vamos deslizándonos por el río, con el potente ruido del motor de fondo. Poco después llegamos al pueblo lacustre. Vislumbramos las casas montadas en postes de madera, algunas hechas caldo, otras un poco mejor. Por los ventanucos o las paredes inexistentes se percibe muy bien cómo viven estas comunidades, es decir sin casi nada. Pobreza absoluta. En algún momento el barco se detiene en un centro donde hay una tienda de souvenirs, un restaurant y una granja de cocodrilos, bastante violentos por cierto (nos tocó una pelea en vivo y en directo y no era muy divertido). También te ofrecen subirte a otro barquito más pequeño que te lleva a través de la vegetación y supuestamente puedes ver más cosas (¿cocodrilos?) pero declinamos sin más. Subimos de nuevo a nuestro barco, llegamos al lago, donde entramos unos pocos metros, y luego volvemos al punto de partida donde nos dejó el tuk tuk. En definitiva una hora larga de trayecto con un interés relativo. No nos arrepentimos de haberlo hecho, pero sí, es una turistada. Seguramente hay otras opciones que permiten hacer lo mismo pero de otra manera más interesante.
Subimos de nuevo al tuk tuk y de regreso a Siem Reap vamos por otro camino muy bonito por los campos. Sigue el buen tiempo y el trayecto se nos hace incluso corto. La verdad ir así, con esta tranquilidad, esta seguridad, por los caminitos, contemplando el medio rural, sin hablar, solamente mirando, con el viento calentito, el sol discreto, el silencio.... Es uno de los momentos más plácidos que recuerdo del viaje, este regreso a la ciudad. Rouben nos deja en el hotel hacia la 1h30, le pagamos y nos despedimos con la promesa de dejarle una buena reseña en Trip Advisor, cosa que hice poco después. En total le hemos pagado 25 $ por día. Bien merecidos.
Después de un bañito en la piscina para refrescarnos, nos dirigimos al río en busca de un restaurant para comer. He localizado uno que queda a unos 10 minutos y que resulta también todo un acierto (River Square 24). Comemos estupendamente en un entorno perfecto. Por la tarde cogemos un tuk tuk porque por fin hace sol (más bien por fin no llueve una tarde) y queremos ver como mínimo una de las famosas puestas de sol de Angkor. No calculamos demasiado bien así que nos plantamos una hora y media antes de lo necesario en lo alto del templo de Phnom Bakheng. He leído en algún sitio que limitaban la entrada a 300 personas pero a la hora de la verdad no veo que limiten nada, solo sé que hemos llegado un pelín temprano, que está a tope de gente, que el sol aprieta que da gustopero que en cualquier momento la cosa puede cambiar. Y efectivamente, después de estar allá como tontos, junto con otros cientos de tontos mirando al infinito, y ya cuando el sol lleva media hora detrás de un nubarrón gris y amenazante, de repente aparece un guardia y se pone a gritar a pleno pulmón: "Five minutes, the rain is coming!!! Out, out!!!" Y entonces eso es el acabose. Las 300 o 400 personas que estamos allá arriba nos levantamos de golpe, salimos del templo y luego bajamos a toda carrera por la ladera de la montaña que sube al templo para que no nos pille la lluvia y poder encontrar un tuk tuk que nos lleve de vuelta. Divertido lo es un rato sobretodo porque al final no cae ni una gota. De vuelta al hotel, vamos a la piscina a descansar de este día que ha sido bastante largo.