A las siete estamos desayunando, dejamos las mochilas grandes que recogeremos a la vuelta, pagamos el hotel y nos vamos buscando la calle Puputi a buscar un colectivo que nos lleve a Pisac, nos costó 4 Soles por persona. Allí coincidimos con dos chicas argentinas que como nosotros iban a Pisac, así que no costó mucho en decidirnos a compartir taxi hasta las ruinas, una vez que llegáramos a la ciudad. El camino (unos treinta kilómetros) se nos hizo muy ameno, disfrutando de las vistas y charlando con las chicas argentinas.
En el mismo lugar donde nos dejó el colectivo, estaban los taxis y nos subió uno de ellos por 12,5 Soles la pareja. De camino al recinto, el taxista nos preguntó si nos esperaba para la vuelta, y le comentamos nuestra intención de regresar al pueblo caminando, y fue cuando nos enteramos que el camino estaba cerrado, porque en marzo hubo derrumbamientos por las lluvias, matando a una niña. Cuando estuvimos nosotros, estaban reconstruyendo y acondicionando el camino.
Presentamos nuestros boletos turísticos, allí mismo había un guía oficial que nos ofreció sus servicios, y como teníamos buen feeling con nuestras compañeras de viaje desde Cusco, aceptamos ir con él, los cuatros juntos por 35 Soles por pareja, empezó pidiendo 40. Rusbel, que así se llamaba nos confirmó lo contado por el taxista. Teníamos ganas de hacer la vuelta caminando y ver la zona del intihuatana, pero no pudo ser. A pesar de todo, Pisac nos gustó muchísimo, hacía un día espléndido, apenas había gente, nos reímos mucho, el guía nos encantó, fue todo muy rodado.
Vemos las terrazas
Rusbel es nativo de la zona, alterna las explicaciones sobre las ruinas con las costumbres, de su pueblo, nos da a oler la muña, que dicen que es efectiva para el mal de altura y para las molestias de estómago. Vamos avanzando, atentos a sus comentarios y fotografiando diferentes sitios.
Antiguas tumbas incas excavadas en roca, vistas del Valle Sagrado
Llegamos a la parte más alta, donde hay antiguas construcciones
Rusbel, nos llevó a los restos de un antiguo templo y allí nos dijo que nos sentáramos y cerráramos los ojos, y durante unos minutos disfrutamos del sonido de su quena andina. Nos gustó mucho ese momento.
Nos acercamos al punto más elevado, las vistas justifican el esfuerzo.
Regresamos al punto de entrada, habían empezado a llegar los autobuses de los grupos, pagamos a Rusbel y le compramos un frasco de muña y un colgante de cuarzo por 60 Soles (previo regateo). Casi dos horas después de iniciar la visita la dimos por finalizada. Pisac nos encantó. Muy recomendable a nuestro entender visitar estas ruinas con guía.
Al salir, estaba esperándonos el taxista que nos había subido, aceptó bajarnos por 10 Soles por pareja. Nos dejó en el mercado tradicional de Pisac, y allí nos despedimos de nuestras compis argentinas.
El famoso cuy
El mercado no nos llamó mucho la atención, fuimos caminando hasta que llegamos a la plaza, allí había desfiles de comunidades andinas
Buscamos un restaurante que nos había recomendado Rusbel, enfrente del mercado local de Pisac, es un chifa y comimos unos platos de pollo con diferentes salsas y un par de coca-colas, nos sirvieron una sopa de pollo que entraba con el pedido, comimos bien por 38 Soles.
Aquí hacen y venden chicha
Vamos en busca de la combi que nos lleve a Urubamba, nos montamos por cuatro Soles por persona, el autobús va medio vacío, así que vamos cómodos., disfrutando de las vistas. El autobús va parando allá donde hay gente que le hace una señal, o que le indica que quiere bajarse.
En Urubamba la combi nos deja en la terminal, atraviesas el hall y desde allí salen otras combis hacia Ollantaytambo (a unos ochenta kilómetros de Cusco), nos costó dos Soles por persona.
Llegamos a la plaza de Ollantaytambo unas dos horas después de salir de Pisac, de allí en menos de cinco minutos nos plantamos en nuestro hotel, que nos gustó mucho, muy recomendable, habitación no demasiado grande, pero buen baño, buen colchón, buen desayuno, limpio y los chicos de la recepción muy majos y cercanos. Nos dio unas indicaciones de que hacer y ver y nos marchamos directamente a visitar la ruinas incas, que se encuentran muy cerquita andando. Enseñamos el boleto turístico y para adentro.
Este es el parque en el que hasta ahora, más gente hay, hemos debido coincidir con todos los grupos. Iniciamos la subida poco a poco, los escalones unidos a la altitud (2.792 metros) hacen recomendable tomárselos con calma. Echamos la vista atrás y en la ladera contraria a la izquierda de los depósitos se aprecia la cara de un inca.
Seguimos subiendo, llegamos a la zona militar, no se puede negar que el sitio es espectacular.
Majestuosas vistas.
Ollantaytambo y la plaza Manyaraqui, desde las terrazas
Y hacia el otro lado
Visitamos las ruinas sin orden ni concierto, nos hubiera gustado encontrar un guía, pero no había ninguno disponible, así que las visitamos a nuestro aire.
Una hora larga, después de estar en la parte más elevada, iniciamos el camino de vuelta, bajando cómodamente por una pista, lo subido antes por los escalones.
Nos acercamos a la zona de las construcciones y de las fuentes
Viviendas, bancales, templos, montañas…
Pese a que nos hubiera gustado hacer la visita a las ruinas de Ollanta con guía, para entender mejor lo que estábamos viendo, nos gustó mucho esta zona, el enclave, las vistas, la monumentalidad y perfección de las construcciones. Un sitio increíble.
Abandonamos definitivamente las ruinas, queremos visitar la casa inca, que intentan conservarla tal y como era, manteniendo sus costumbres. Echamos un vistazo rápido, dimos una pequeña propina para ayudar a su mantenimiento y nos fuimos.
Caminamos por las bonitas, rectas y empedradas calles de Ollantaytambo.
Contratamos el transporte hacia la hidroeléctrica para el día siguiente con recogida a las 10:30 en la plaza de Ollanta y vuelta dos días después desde la hidroeléctrica, nos costó 160 Soles para los dos . Nos fuimos caminando hasta la estación de trenes, conseguimos más soles en un cajero de Global Exchange y nos tomamos un par de cusqueñas en la plaza de Ollantaytambo.
Después, fuimos a cenar al restaurante Uchucuta, del que ya teníamos buenas referencias, pero es que además en el hotel nos dieron una tarjeta con un 10% de descuento. Pinchos morunos de carne de res, de cerdo y de alpaca y lomos de alpaca, dos postres parecidos al arroz con leche y tres cervezas fueron 100 Soles. Cenamos muy bien, para nosotros un sitio muy recomendable.