Ya sí que habíamos llegado al final. Nuestra aventura en Tailandia había acabado. Poco antes de las 10:00 terminamos de preparar las maletas, desayunamos los restos que nos quedaban de los desayunos de días anteriores y a la hora indicada la agencia de la furgoneta nos pasó a recoger al hotel.

El día había amanecido como el anterior, de momento despejado pero con amenaza de lluvia más tarde.
Tras recoger al resto de viajeros, hicimos una parada en Krabi y tras media hora retomamos de nuevo el camino en otra furgoneta que nos dejó en el aeropuerto de Phuket al filo de las 2 de la tarde. Nuestro alojamiento era “Phuket Airport Hotel”, situado justo al lado del aeropuerto. A pesar de eso, todos los taxistas nos querían cobrar un mínimo de 400 THB por llevarnos y nos negamos a que se intentaran aprovechar de nosotros de esa manera. Pensamos incluso alquilar una scooter para ir a pasar la tarde a Phuket ciudad y transportar las maletas en ella si fuera necesario, pero nos pedían de fianza el pasaporte o una cantidad en efectivo mayor que la que nos quedaba, así que cambiamos de idea y con nuestras cabezas duras y grandes maletas, decidimos ir andando. ¿Distancia? Menos de cuatrocientos míseros metros por los que nos querían cobrar 400 THB. No, gracias.
Llegamos al hotel y la recepcionista fue todo amabilidad. El lema del establecimiento era “Make your short stay a great stay” y desde luego le hacía justicia.

Todo nuevo, moderno y limpísimo, justo al lado del aeropuerto con traslado incluido, café y té a disposición de los clientes de forma gratuíta así como ¡bicis! Cuando le dijimos a la dueña que dónde podíamos alquilar una moto para aprovechar la tarde e ir a Phuket nos dijo que ella nos ofrecía un plan alternativo: Nos dejaba unas bicis gratis y podíamos ir a la playa que estaba detrás del hotel. A esas horas el tráfico ya era difícil y perderíamos mucho tiempo. Aceptamos sin dudar.
Compramos comida para llevar en el 7/Eleven, que estaba justo al lado (190 THB), y partimos con nuestras bicis a la playa de Nai Yang. Fue un paseo bastante agradable pero cuando llegamos a la playa… la marea estaba baja dejando al aire las toneladas de basura que lamentablemente invaden esos mares.

Nos conformamos con el ruido del mar y nos tomamos los sandwiches bajo un cielo encapotado que tampoco terminaba de romper.
Dimos un rodeo largo para volver al hotel pasado un rato y disfrutamos de la magnífica piscina hasta que cayó la noche.

Yo estaba muy desanimada porque nuestro gran viaje hubiera acabado de esa manera pero en esos ratos de reflexión en el agua, mi chico me hizo ver que había sido perfecto y que ya habíamos disfrutado de todas las facetas de Tailandia: Ese seductor caos de Bangkok además de todos sus templos, más templos, naturaleza y animales en Chiang Mai y finalmente playas de Koh Phi Phi. En resto era de regalo, el bonus track. No habíamos podido hacernos con él pero para entonces ya habíamos visto todo lo que habíamos venido a ver en este país. Tenía razón.
Compramos nuestros últimos pad thai y unas bebidas en un puesto cercano al hotel por 200 THB y cenamos pronto para dormir lo máximo posible. Nuestro vuelo salía a las 8:20 de la mañana y nos pasarían a recoger a las 05:45. Y así fue. Nos marchamos de Phuket a la hora prevista y poco a poco, esa sensación agridulce del final se fue desvaneciendo. Habíamos cumplido un sueño además de todo nuestro itinerario con creces. Estábamos muy felices, con miles de experiencias nuevas en el bolsillo y con el “gusanillo viajero” removiéndose en nuestras entrañas ávido de nuevas aventuras. Queríamos más y lo tendríamos. Pronto os lo contaré en un nuevo diario porque nuestro verano aún no había terminado.
GASTOS DEL DÍA PARA 2 PERSONAS
Comida: 190 THB
Cena: 200 THB
TOTAL: 390 THB
Tailandia es un país al que esperamos volver dentro de algunos años. Sin duda, probaremos suerte de nuevo en Ao Nang para acercarnos a las Hong, pero también tenemos en el punto de mira las islas del golfo. Chiang Rai y Pai quedan también pendientes para el futuro, y por supuesto repetiremos Bangkok.
Camboya es punto y aparte. Jamás imaginé que todo lo que vi en aquel país me pudiera impresionar tanto. Pasear por los templos de Angkor provoca una sensación muy difícil de describir y echar un vistazo a la verdadera realidad de país nos provocó el mayor choque cultural que hemos sufrido hasta el momento. No podemos estar más felices de haber tomado la decisión de incluirla en nuestra ruta.
En definitiva, países recomendadísimos y por supuesto, si puede ser visitarlos organizándolo por vuestra cuenta, aún mejor. ¡Nos vemos en el próximo viaje!
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