Blogs / Diarios 
Amanecía un día lluvioso como pronosticaba el tiempo y lo cierto es que hicimos bien en cambiar el tour en kart previsto para este día y ponerlo dos días más tarde en el que la previsión dejaba un mejor clima. Pese a la ligera lluvia (que, en ocasiones, apretaba), no hacía excesivamente frío e incluso alguna vez con chubasquero puesto te morías de calor. Creo, no, estoy seguro de que utilicé más el paraguas en 20 días en Japón que en varios años en España.
Con el cambio de planes tuvimos que redistribuir el planning y cambiar algunas cosas que podíamos mover de sitio. De igual manera añadimos algún extra y quitamos algún sitio prescindible (pensábamos ir más adelante al templo Gotoku-ji, el de los gatos, pero lo dejamos para otro viaje). Hoy activábamos nuestro JR Pass y dejábamos el metro atrás para viajar “por encima” de Tokio. Salimos de buena mañana en búsqueda del monorail de la Yurikamome, famoso por no tener conductor. Antes de aquello, nos aventuramos a coger las líneas Chuo/Sobu y la Yamanote que serían una constante en los días que nos quedaban en Tokio y que sobra decir que a esas horas de la mañana estaban llenísimas de gente. Cientos de japoneses y japonesas prácticamente vestidos iguales para ir a sus trabajos en medio de un silencio escrupuloso que sólo se rompía por el altavoz de las estaciones. Al final, te unías al silencio y nos sabía mal incluso hablar bajito dentro de un tren. Aquí fue donde vimos el primer vagón exclusivamente para mujeres.
Llegamos a la estación donde se cogía la Yurikamome, bastante moderna y cuidada pese a su simpleza, y cogimos el primero que pasó. La única lástima era la lluvia que daría pocas treguas durante todo el día, aunque tampoco caía realmente fuerte como para suponer un problema. Pero el paraguas no te lo podías quitar de encima. Salimos en la parada cercana al edificio de Fuji TV y de la Estatua de la Libertad y, pese a la ligera lluvia, nos acercamos a verla de más cerca. Pese a ser obviamente bastante inferior en tamaño a la original, lo cierto es que la esperaba un poco más pequeña de lo que realmente es. La vista, con el puente Rainbow (¡pasaríamos días después con el kart!) al fondo, merecía la pena si no fuera por el gris de las nubes.
Nuestro objetivo era el Miraikan, el Museo Nacional de Ciencia e Innovación Emergentes, otro de los lugares que siempre marcamos con una X en cada viaje, pues nos gusta visitar los museos científicos aunque de muchas cosas no nos enteremos al estar en idiomas distintos y, en este caso, más aún pese a la buena presencia del inglés en el museo. Se notaba que la zona de Odaiba era bastante “artificial” y moderna, con avenidas amplias y rectas, estructuras cuadriculadas y todo llano. Paseamos hasta el museo para toparnos, antes de llegar, con el nuevo Gundam Unicorn, el cual nos lo encontramos a solas a esas horas de la mañana. Impresiona verlo de cerca porque es enorme, apenas somos el tamaño de un pie en comparación y está muy bien hecho. Más tarde ya estaría rodeado de gente y de muchísimos escolares que veíamos a todas horas y en todos los lugares (¿cuándo van estos chavales a clase?).
Seguimos camino al Miraikan y llegamos justo cuando la lluvia empezaba a caer con bastante fuerza. Suerte que sólo duró el tiempo que estuvimos dentro. El museo nos gustó aunque, por una parte, esperaba algo más de densidad pues vi que había mucho espacio donde podían haber muchas más exposiciones pero, por otra parte, con lo que había era suficiente como para tenerte entretenido durante bastante tiempo. Estuvimos curioseando, vimos un sistema de torres con bolas que se movían en rampas de una a otra torre que simulaba el funcionamiento de Internet (muy muy conseguido y explícito era aquello), una enorme maqueta en movimiento y con bolas que simulaban la energía que se recogía de renovables, carbón, nucleares y que, de vez en cuando, se desbordaba provocando algún terremoto, tsunami o cualquier otra catástrofe. Y vimos también varios robots, uno de medio cuerpo que no paraba quieto (gran detalle de su cara) y una robot completa, sentada, con menos movimiento pero rasgos faciales muy conseguidos y que en ciertas horas se ponía a conversar suponemos que con algún trabajador. Tal era el detalle y lo bien hecha que estaba, que algunas personas nos han preguntado luego en la foto quién era esa chica sin saber que era un robot.
Sabíamos que el espectáculo era las 11:00, por lo que allí estuvimos cuando la gente empezó a acercarse, delimitaron una zona y nos acomodamos en el mismo suelo para ver el espectáculo. Salió el robot y entre trotar, caminar, correr, dar un salto a la pata coja, jugar con la pelota e incluso bailar, se nos pasó el tiempo volando. Era curioso verlo a cada momento dando las gracias con las reverencias típicas japonesas. Terminado el espectáculo vimos alguna sala más que nos habíamos dejado, descansamos y recuperamos fuerza para salir cuando ya prácticamente no llovía y dirigirnos a alguno de los centros comerciales de la zona.
Llegamos a la exposición de Toyota, con coches de todo tipo (y una exposición extraña, pues estaba dividida en muchas localizaciones distintas, algunas alejadas y con tiendas por el medio). Queríamos ver si podíamos realizar la prueba de conducción en un pequeño circuito cerrado que tienen para probar un coche eléctrico, pero había bastante cola e iba para rato, así que preferimos seguir hacia delante. Después de haber comido y haber entrado en varias tiendas a curiosear (la tienda de manganime y videojuegos nos impresionó por la enorme cantidad de material que había, y eso que era una tienda escondida y sin mucha gente), decidimos cuál sería el siguiente paso. Como el día seguía un poco lluvioso y triste, añadimos la zona de Nakano Broadway y allí que nos fuimos.
No es que estuviera cerca de Odaiba, pero el trayecto nos sirvió para descansar un poco las piernas, volver a subir a la Yurikamome y llegar a Nakano Broadway frescos para recorrer lo que llaman “el nuevo Akihabara” y ver si podíamos hacer algunas compras familiares y así quitarnos esa preocupación. Pese a ser sólo “una calle” techada y con varias plantas, allí encontramos de todo. Estuvimos un buen rato dando vueltas, curioseando, calculando precios en yenes y euros para sorprendernos con algunas cosas que estaban bastante más baratas que en España y compramos algunos recuerdos y alguna que otra figura manganime a un precio de risa comparado con lo que nos costaría aquí. Y no eran figuras pequeñas, sino de un buen tamaño y con gran calidad.
El día no dio para más. Después del intenso día anterior y debido a la lluvia que prácticamente nos acompañó durante todo el día decidimos irnos al hotel puesto que al día siguiente madrugábamos bastante también para ir a Kamakura. Eso sí, esa noche compramos una botella de Coca-Cola Clear que nos había llamado mucho la atención. Es Coca-Cola pero transparente (se ve que triunfan muchísimo las bebidas transparentes allí), parecía agua hasta que buscando por Internet encontramos que se había lanzado justo la semana anterior y únicamente allí en Japón. Lo cierto es que, aunque notamos que no era exactamente igual que una normal, sí que sería posible que mucha gente no notara la diferencia si no viera si es la transparente o la normal.
Ya en el hotel, preparados para la primera excursión al día siguiente: Kamakura.
Etapa anterior
Últimos comentarios al diario: 
Tema: 
Ir a tema del foro
