![]() ![]() Baches y polvo ✏️ Blogs de Namibia
Tres semanas recorriendo Namibia y el norte de Botswana en 4x4Autor: Laura83 Fecha creación: ⭐ Puntos: 4.9 (10 Votos) Índice del Diario: Baches y polvo
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Etapas 7 a 9, total 14
El asfalto vuelve a nuestras vidas poco antes de llegar a Khorixas, y creo que nunca me había alegrado tanto de verlo. Hasta Etosha, tenemos por delante una carretera asfaltada que nos promete un viaje tranquilo.
Paramos a comer a la salida de Khorixas, en una de las áreas de descanso al borde de la carretera, y comprobamos que nuestras pulseras antimosquitos no sirven para nada. Las hemos llevado puestas desde el primer día, dejando el Relec para las zonas con verdadero riesgo de malaria. El día anterior, ya hemos comenzado a tomar el Malarone, y a partir de Etosha, ya no saldremos de zona de riesgo hasta nuestro regreso a Windhoek. Al bajarnos del coche aquí, nos ataca una nube de mosquitos tan densa que prácticamente no nos deja ver, mientras intentamos ajustar la funda de la tienda de campaña (que insiste en aflojarse, y ha sido uno de nuestro caballos de batalla tooodo el viaje) y preparar unos sándwiches. Sólo nos dejan relativamente tranquilos después de rociarnos con Relec, pero siguen dando vueltas a nuestro alrededor. Finalmente, decidimos comer en el coche (un día más). La entrada de Etosha nos sale al encuentro alrededor de las tres de la tarde. Esta noche, la única que hemos podido reservar dentro del parque, dormimos en Halali. No tenemos esperanzas de ver muchos animales a estas horas, pero antes de que nos demos cuenta, ya estamos sacándole fotos a una jirafa mientras cruza tranquilamente la carretera. Nuestra primera jirafa. Que ilusión. Y de ahí en adelante, ya es un no parar…… ![]() ![]() ![]() Todavía no vemos carnívoros, todavía no nos importa. Nos acercamos a alguna de las charcas de camino al camping, y por primera vez nos asomamos a esa agua que no es agua. Que sólo lo parece desde lejos, y que realmente es el carbonato seco y blanco que queda de lo que fueron las lagunas saladas, que se inundaron hace tiempo por la afluencia del río Kunene, El camping de Halali es enorme, bullicioso, y tiene un aire algo impersonal que le quita un poco de encanto y te hace olvidar ligeramente donde estás. Esa noche, cenando en el buffet, podríamos haber estado en cualquier hotel de cualquier parte del mundo. La única nota discordante es el filete de órix, delicioso por cierto, que nos zampamos para cenar. Pero no tengo queja, la parcela es amplia, el baño está razonablemente limpio, y lo que es mejor, el waterhole nos regala imágenes inolvidables esa noche. Resulta curioso tener un sitio donde, sentado tranquilamente en una terracita, con una cervecita en la mano si quieres, puedes ver con toda comodidad como familias de elefantes y rinocerontes viene a mojar el morro en la charca. Pasamos un rato de lo más entretenido con los elefantes, las crías más pequeñas cayéndose al suelo, las más mayores peleándose, los adultos poniendo orden….. ![]() ![]() Pasamos en Etosha dos días completos, y la tarde del día en que llegamos. Más que suficiente para ver el parque completo y con calma. Es muy cómodo de recorrer con tu propio coche, porque los caminos de grava son buenos (mejores que muchas carreteras de fuera) y los mapas indican claramente todas las charcas y caminos que se pueden visitar. Algunas de las charcas son artificiales, y como son las que más agua tienen, son las que más animales atraen. A las diez de la mañana, cuando ya hace calor y se supone que los animales deberían estar buscando la sombra para echarse a dormir hasta el atardecer, llegamos a Olifantsbad, y la cantidad de mamíferos es tal que casi agobia un poco. Vemos hasta un rinoceronte, comiendo tranquilamente entre las cebras y los springboks. ![]() En general, nos gusta Etosha, aunque la sensación de estar en lugar preparado para turistas le quita un poco de encanto. No parece que estemos en África, casi casi parece un Cabárceno un poco más salvaje. Esta impresión la tenemos sobre todo el primer día, cuando nos movemos en las charcas y caminos que hay entre Halali y Okaukuejo. El día siguiente, en la zona más oriental del parque, tanto el paisaje como el comportamiento de los animales es más natural, hay menos charcas artificiales y por ello, aunque vemos menos fauna, en general nos gusta más. ![]() ![]() Paisajísticamente hablando, uno de los lugares de Etosha que más nos gusta es el mirador sobre la Etosha Pan. Hay un camino de unos cuatro kilómetros que se adentra en la llanura de sal, y cuando llegas al punto en el que no se puede avanzar más, sólo ves un manto blanco hasta donde se extiende la vista. Es sorprendente. A la sensación curiosa contribuyen el calor y el manto de polvillo que lo cubre todo. No se si siempre será así, pero los días que pasamos en Etosha, el cielo no está del todo claro. Hay mucho polvo en el ambiente, lo que da crea la impresión de una perpetua capa de nubes o niebla cubriéndolo todo, que en el horizonte se confunde con la llanura de sal. ![]() No puedo dejar la etapa de Etosha sin hablar de nuestro alojamiento durante dos noches, la reserva de Onguma. Es una reserva privada justo al lado del propio parque, en la que hay varios tipos de alojamientos, y donde organizan paseos guiados para ver su propia fauna, tanto de día como de noche. La reserva linda directamente con el parque, y tanto el paisaje como la fauna son idénticos. Nosotros preferimos entrar en Etosha todos los días en vez de quedarnos aquí, así que no se si las visitas merecen la pena. Nos alojamos en el camping, que esta bastante bien: sólo cinco plazas, con mucho espacio entre ellas, y baño propio. Como siempre, pedimos reserva para cenar en el restaurante…. Pero, a diferencia del resto de días, este sitio es increíblemente pijo. Nunca me he sentido más fuera de lugar en ningún sitio. Estamos en nuestra octava / novena noche de viaje, y nuestra ropa ya está razonablemente arrugada y llena de polvo. Y en cuanto entramos en el restaurante, tengo la sensación de que todo el mundo nos mira como pensando…… “¿qué hacen estos aquí?”. Todos están impecables con sus ropas de safari de (por lo menos) Coronel Tapioca, ni una sola mancha, la mujeres maquilladas, los camareros te separan la silla para que te sientes…. El ambiente es de lo más artificial y nos sentimos bastante incómodos. Sobre todo recordando el poblado por el que atravesamos, sólo dos días antes, y que parece que está a años luz de este lugar. Evidentemente, nosotros también somos turistas, pero nos molesta el servilismo de los camareros, el lujo tan fuera de lugar….. Esta forma de alojarse está muy lejos de lo que nos podemos permitir (900 N$ por persona y noche lo más barato), pero nos hace gracia poder ver, aunque sea por un poco tiempo, esta forma de viajar a África, tan distinta a la nuestra. A pesar de las incomodidades, creo que prefiero la tienda de campaña. Pero no diría que este sitio no sea recomendable. El camping está muy bien, y las dos cenas y el desayuno que tomamos son buenos, sobre todo el desayuno, con leche caliente y café de verdad, por primera vez en lo que llevamos de vacaciones. Etapas 7 a 9, total 14
Salimos de Etosha en dirección a Kasane, con los más de mil kilómetros de la franja de Caprivi por delante. Cuando planeamos el viaje, este era uno de los días que más miedo nos daba, porque en todas partes habíamos leído que atravesar la franja de Caprivi era una distancia muy larga para recorrer en un día. Sin embargo, saliendo de Etosha por una carretera estupendamente asfaltada, y sabiendo que no tenemos por delante ni un solo tramo de grava, nos hace un poco de gracia pensar en las horas que nos hemos pasado bacheando por todo Namibia, sin saber que cualquiera de esos viajes iba a ser peor que lo que tenemos por delante.
Nos quedan 550 kilómetros de carretera hasta llegar a Popa Falls, donde hemos reservado alojamiento para esta noche. No esperamos gran cosa de este día, sabemos que no son más que kilómetros que no nos queda más remedio que comernos para poder llegar a Botswana, y empezar la segunda etapa de nuestro viaje. Nos acercamos a Tsumeb para cambiar dinero, y nos sorprende positivamente. Parece bastante más habitable que Windhoek. Desde allí, nos encaminamos hacia Rundu. Más o menos a medio camino, pasamos la valla veterinaria, y a partir de ahí todo cambia. Nada más cruzarla, ya vemos más gente caminando en las orillas de la carretera, de la que hemos visto en los diez días que llevamos en el país. Sobre todo, muchos niños, con uniforme y mochila al hombro, que van o vienen de algún sitio, no sabemos de donde porque no vemos ningún colegio a la vista. También mujeres, llevando agua, y hombres sentados a la sombra de árboles, o en las puertas de las “casas”. Las casas que no son casas sino chozas, con el techo de paja y las paredes de madera. El contraste con lo que hemos visto hasta ahora es radical. La valla separa la zona del sur, con sus grandes granjas explotadas por blancos, de la zona del norte, donde hay mayor densidad de población, mayoritariamente negra, y donde la ganadería es de subsistencia. Parece que estamos en otro país. Pequeños poblados se suceden continuamente a los lados de la carretera, apenas cuatro o cinco chozas en círculo, con ropa colgada, gente sentada a la sombra y montones de ganado por todas partes. Voy mirando por la ventanilla todo el rato, casi sin poder creer lo que veo. Ahora sí que parece que estamos en África, en la imagen que los occidentales tenemos en la cabeza. Todos los niños nos saludan y sonríen, a pesar del rato que seguramente llevan caminando, bajo un sol que ya calienta. Me voy fijando en los detalles, pero no saco fotos, porque no me parece bien. En el fondo me siento un poco mal por estar mirando la pobre vida de esta gente como quien mira una pantalla desde dentro de nuestro coche con aire acondicionado. Hay multitud de puestecillos que venden fruta, artesanía y otra cosas, pero no paramos. Seguimos adelante, y aunque no puedo decir que esto sea bonito, este sin duda uno de los paisajes que se quedará en mis recuerdos. El día aún nos tiene reservada otra sorpresa, cuando llegamos a nuestro alojamiento para esta noche, el Ngepi Camp, junto a las Popa Falls. Resulta que he reservado una tree house. En principio había pedido una plaza de camping porque todas las casas estaban ocupadas, pero luego me dijeron que una se había quedado libre y la cogí. Hasta que no estamos llegando y miro la reserva con atención, no me doy cuenta de que ha sido el alojamiento más caro del viaje. Y que lo que se llama tree house no es ni más ni menos que eso: una habitación de sólo tres paredes adosada a un árbol y con una ducha al aire libre. En las orillas del río Okavango. ![]() ![]() El sitio es increíble. Ver como se pone el sol sobre el río mientras nos duchamos al aire libre, escuchar los gruñidos y chapoteos de los hipopótamos por la noche, ver el amanecer desde la cama…… Sólo esto, y las cervecitas que nos tomamos tranquilamente en la terraza sobre el río, salvan el sitio. El servicio es lamentable. Cuando hacemos el check in, nos informan de que no pueden darnos de cenar, porque hemos llegado demasiado tarde y el comedor ya está completo. De acuerdo, no nos hemos dado cuenta de que en esta zona de Namibia siguen el mismo horario que en Botswana, y por tanto es una hora más. Pero no nos parece normal que, si tienen catorce casas-árbol, no reserven al menos sitio en el comedor para la gente que está en ellas. A fin de cuentas, si reservo una habitación, no tengo porqué llevar equipamiento de camping, ¿no? Si no tenemos comida, ¿qué vamos a cenar? Después de mucho “negociar”, conseguimos que nos preparen unas hamburguesas, que nos sacan frías y no están muy allá. Además, parece que tienes que pedir por favor a los camareros que te atiendan, que más que trabajar parece que están de fiesta por allí. Definitivamente nada recomendable. Menos mal que el sitio es tan bonito que es imposible ponerse de mal humor. Al día siguiente seguimos camino hacia Kasane, donde tenemos reservadas cuatro noches. Este día pasamos nuestro primer cruce de fronteras, saliendo de Namibia y entrando en Botswana por la frontera de Ngoma. Un trámite sencillo, rápido y cómodo. Después pasamos una valla veterinaria, donde nos quitan la fruta que llevamos en la nevera. Nada del otro mundo, unas manzanas y unos tomates, pero nos fastidia un poco porque, hasta donde teníamos entendido, en las vallas veterinarias sólo te quitan la carne cruda y la leche, pero no las frutas. En fin… Desde Ngoma a Kasane tomamos la carretera asfaltada que va por detrás del Chobe Riverfront, pero el hecho de ir por asfalto no impide que los primeros elefantes vengan a saludarnos. Qué emoción!! ![]() Al llegar a Kasane, tenemos tiempo de acercarnos al banco a cambiar algunas pulas antes de instalarnos en el hotel. Hacemos el check-in, confirmamos nuestra excursión del día siguiente a Victoria Falls, y disfrutamos de la tranquilidad de no hacer NADA durante toda la tarde. Nuestros cuatro días en Kasane resultan ser un auténtico oasis. El hotel en el que dormimos, el Old House, tiene el único bar de la ciudad, y el ambiente es genial. Suelen dar siempre deportes en la tele y casi siempre hay mucha gente local tomando cervezas y charlando tranquilamente. Las cuatro noches que estamos aquí repetimos el mismo ritual: nos acercamos sobre las siete al bar a tomar una cerveza o un vinito, luego cenamos tranquilamente y después nos tomamos una copa. No tenemos que hacer tiempo para no acostarnos a las nueve de la noche!! Estos días más relajados, más tranquilos, más “vacacionales”, nos dan la vida. Aprovechamos para utilizar la lavandería, y para que nos laven el coche, y nos sentimos un poco más “personas” sin todo el barro y el polvo rodeándonos. Etapas 7 a 9, total 14
No creo que las cataratas Victoria necesiten una presentación. Entran en esa categoría de lugares míticos que todos queremos visitar al menos una vez.
Su nombre tradicional, Mosi-Oa-Tunya, significa literalmente “el humo que truena”. El nombre de Victoria se lo puso David Livingstone en 1855, en honor a la reina ídem. Tienen 108 metros de alto, y algo menos de 2 kilómetros de largo, y aunque no son las más altas del mundo, el espectáculo de ver cómo el inmenso río Zambezi desaparece de repente en el abismo, es impresionante. Aunque las visitamos en plena temporada seca, la fuerza del agua al caer en el fondo de la estrecha sima, es tal que el agua vaporizada sube hasta nosotros, literalmente como una lluvia “cayendo hacia arriba”. Llevad algún paño para secar la cámara, porque se os va a mojar fijo. Nuestra excursión a las Victoria Falls sale a las ocho y media de la mañana de la puerta del hotel. En un principio, cuando planeamos el viaje, nuestra idea era hacer toda la visita a Victoria Falls por nuestra cuenta. Cruzar la frontera de Zambia (porque la de Zimbabwe nos daba más miedo), dormir un par de días en la zona de las cataratas, y verlas desde las dos orillas, un día desde Zambia y otro desde Zimbabwe. Eso nos daría tiempo para hacer actividades adicionales como, por ejemplo, un crucero por el Zambezi, o una visita a la piscina del diablo (aunque no sé si en Agosto ya está abierta). Yo no las tenía todas conmigo, porque en todas partes donde había consultado esta idea, me habían dicho que era un poco lío, y que sólo para una visita a las cataratas era mucho más cómodo hacer una excursión desde Kasane y dejarse de líos. Sin embargo, mi chico me convenció, y reservamos alojamiento. Al consultar en la agencia de alquiler del coche el tema del permiso para cruzar la frontera, nos dijeron que el seguro no nos cubría cualquier incidente en Zambia. Claro que no tenía porqué pasarnos nada, pero no es un buen indicio. Mi chico me preguntó como había solucionado otra gente este tema, y yo le repetí por enésima vez que no mucha gente había hecho esto por su cuenta. Ahí se empezó a convencer él también de que tal vez no era la mejor idea….. y al final decidimos anular todo el tema de Zambia, y hacer una excursión de un día desde Kasane. En consecuencia, tenemos que abandonar la idea de ver las cataratas desde Zambia, porque todas las excursiones desde Kasane van por Zimbabwe. No tengo ni una sola queja de este día. Una vez pasada la experiencia, creo que fue la mejor decisión que pudimos tomar. Realmente, no contratamos una excursión, sino un transfer. El chófer nos coge en el hotel, nos cruza la frontera, y una vez en Zimbabwe, nos lleva a donde queramos. Únicamente vamos dos parejas, nosotros y otros dos españoles, así que todo es súper cómodo, porque no tenemos que ponemos de acuerdo entre un montón de gente. El cruce de la frontera es toda una experiencia. Nos ponemos en una cola, pagamos los treinta dólares por persona del visado, y cuando estamos en ello nuestro chófer se acerca a saludar al policía de la frontera y decirle que somos cuatro españoles. El tío parece que está a sus anchas, que se conoce a todo el mundo y anda de aquí para allí saludando a todos. Hay un montón de gente por todas partes, la mayoría turistas como nosotros en busca del visado para un día, pero también un montón de camiones y gente local, apiñada en un cuartucho minúsculo. La diferencia con la frontera de Botswana, cuyo recuerdo tenemos fresco de ayer, es abismal. La de Botswana parecía una frontera seria, mientras que esto…..Aquí es donde empiezo a pensar que “¡menos mal!”, no hemos elegido hacer esto por nuestra cuenta. Una vez en camino, nuestro chófer nos hace el plan del día. Mi chico y yo queremos hacer el vuelo en helicóptero, así que lo primero que hace es llevarnos al helipuerto. Como tienen mucha gente esperando, nos conciertan cita para las cuatro y cuarto de esa misma tarde. Después, a las cataratas, por fin. El chófer nos deja dos horas por nuestra cuenta, tiempo más que suficiente para visitar el parque. El río Zambeze se precipita desde la orilla de Zambia, justo enfrente del parque nacional en Zimbabwe. Hay un camino que va recorriendo todo el borde del precipicio, con miradores desde los que contemplar la otra orilla, y la maravilla que tienes delante. A pesar de que en esta época del año las cataratas llevan, teóricamente, poca agua, el ruido es ensordecedor, y desde muchos miradores nos calamos enteros mientras sacamos foto tras foto. ![]() ![]() ![]() Las vistas con cada vez más impresionantes a medida que nos vamos acercando al final del camino. Antes de que nos demos cuenta, han pasado las dos horas y tenemos que marcharnos. ![]() ![]() ![]() El chófer nos ha dicho que después del parque, nos llevaría a comer. Nosotros nos hemos traído unos sándwiches y unas manzanas desde el hotel. Como no nos fiamos mucho del sitio al que nos quiera llevar, decidimos comernos el sándwich mientras disfrutamos de nuestras últimas vistas sobre las cataratas, a pesar de que a estas alturas ya estamos un poco hasta el gorro de pan de molde. En cuanto vemos el sitio al que nos quiere llevar el chófer a comer, comprendemos que hemos cometido un error….porque nos lleva al Victoria Falls Hotel. Que rabia haber comido ya!!!!! Seguramente, la comida no sería ninguna maravilla, como nada de lo que hemos comido hasta ahora, pero el sitio es increíble, los jardines, los camareros con sus uniformes…. Nos tomamos un café tranquilamente, y luego damos un paseo por los jardines mientras nuestros compañeros de viaje comen, disfrutando de las vistas sobre el puente que hace de frontera entre Zambia y Zimbabwe. La siguiente parada del viaje es el mercado de artesanía que hay en el pueblo de Victoria Falls. Por puro compromiso, nos damos una vuelta por allí, a pesar de que a mí la artesanía no me atrae nada, y la insistencia de los vendedores en que les hagas caso me agobia bastante. Por suerte, la otra pareja tampoco parece muy amante de la artesanía, y terminan la vuelta por el mercado rápidamente. Por eso, nos sobra mucho tiempo hasta que lleguen las cuatro y media y hagamos nuestro vuelo en helicóptero. El chófer nos propone acercarnos al puente de hierro, y como no tenemos nada mejor que hacer le decimos que de acuerdo. Esta es una de las experiencias más surrealistas del viaje. El puente hace de frontera entre Zimbabwe y Zambia, y hay un puesto fronterizo justo a la entrada. Una fila larguísima de camiones espera cruzar, y vemos montones de gente y de mercancías hacinadas en la oficina del puesto fronterizo. Nuestro chófer se acerca a uno de los policías de aduanas y le dice que somos turistas, y que sólo queremos pasar hasta el puente para sacar unas fotos. Nos dan un papel con un sello y nos dice que a la vuelta, sólo tenemos que decirle al policía en el otro lado que no venimos de Zambia, sino del puente. Empezamos a caminar por el asfalto, hay cantidad de camiones y de gente pasando la frontera, y somos los únicos turistas. Hace mucho calor, y aunque el puente no parecía muy largo desde el puesto fronterizo, lo cierto es que hay que caminar bastante para llegar a la zona de hierro. Nos paramos justo en el medio, bajo el cartel que dice “You are now entering Zambia”. En el otro lado, hay gente haciendo puenting, y un tío empieza a gritarnos, intentando convencernos de que probemos suerte. Creo que no. ![]() No es que haya mucho que mirar desde aquí, así que nos damos la vuelta, y nos vamos hacia el último plato fuerte del día: el helicóptero!!! ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() El vuelo en helicóptero es realmente caro (140 dólares por persona), pero las vistas son espectaculares y merece muchísimo la pena. Por una vez, la decisión que tomamos de no hacer la visita a Victoria Falls por nuestra cuenta resulta ser acertada. Las vistas desde Zimbabwe, viendo como cae el agua, tienen pinta de ser mejores que las vistas desde Zambia, y un día es más que suficiente para disfrutar de todo esto. Claro que dejamos muchas cosas por hacer, pero nos vamos con la sensación de que el día ha sido redondo. Etapas 7 a 9, total 14
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