Una de las pocas cosas que llevábamos reservadas desde España era la cabalgata en la zona de Salta. Después de mucho consultar por internet, decidimos hacerla con la empresa Sayta, en Chicoana. Cabalgata de día completo (mañana y tarde), traslados, almuerzo, cena, alojamiento y desayuno por 500 pesos cada uno.
A las 9:00 pasaron a buscarnos por el hotel, nos llevamos las maletas, ya que del rancho nos íbamos ya al aeropuerto a la mañana siguiente. Cuando llegamos nos esperaba un desayuno mientras los gauchos ensillaban los caballos. Yo monté un caballo llamado Ícaro y mi marido a Mataca. El paseo duró unas tres horas, por caminos, campos de cultivo de tabaco, cruzamos algún río,… El grupo era de unas 10 personas y nosotros éramos los únicos hispanohablantes. Los dos gauchos que nos acompañaban hablaban con nosotros y nos iban contando cosas sobre la vida en el campo en el noroeste argentino. Antes de llegar incluso hicimos un galope, quien tenía un poco más de experiencia lo hizo solo y quien no, como en mi caso, acompañado de uno de los gauchos. Estuvo genial .
La cabalgata estuvo bien, el paseo fue agradable, pero habiendo hecho la otra en El Calafate, esta me supo a poco, ya que no se metía nada en la montaña. El paisaje era bonito, aunque me hubiera gustado que nos adentrásemos un poco más en la montaña, como hicimos en la otra. Si tuviera que recomendar una cabalgata en Argentina, no sería esta, creo recordar que en la zona de Salta hay otras que te permiten estar más en contacto con la naturaleza y disfrutar el paisaje.
A las 2 llegamos al rancho y nos sentamos a descansar, tomando un poco de agua y vino mientras Enrique, el dueño, preparaba el asado para la comida. La comida fue excelente, no solo el asado, de primera, sino también todo el acompañamiento de ensaladas, maíz, patatas, legumbres,… Todo regado con vino, hay que tener cuidado porque nunca dejaban que se vaciara la copa, y teniendo que cabalgar por la tarde, no era plan.
Por la tarde el grupo era diferente, algunos de los de por la mañana se habían ido después de comer, y algunos otros llegaron. Montamos los mismos caballos, y el recorrido, aunque fue diferente, era similar al de por la mañana. A media tarde los caballos se empezaron a poner un poco nerviosos, yo notaba que me costaba controlarlo, cada vez quería embalarse más y echarse al galope, lo tenía que llevar muy en corto . Puede ser porque ya querían llegar a casa, o porque había un grupo que estaba tonteando mucho con sus caballos, galopando para atrás y para adelante, y el mío quería seguirlos. Cuando quedaba media hora para llegar, se lo dije al guía, y me propuso que cambiara de caballo y montara el suyo, que él lo notaba tranquilo. Fue una muy mala idea . Nada más montar, el caballo se levantó de manos, yo me asusté y para sujetarme tiré de las riendas, el caballo se levantó más y finalmente cayó al suelo de culo, primero yo y luego él. Para mí todo pasó muy rápido, no me acuerdo bien de cómo pasó. No sé si el caballo cayó sobre mi rodilla o si se apoyó en ella para levantarse, no lo recuerdo. Solo sé que me dolía mucho y que me sangraba la nariz (cuando el caballo se levantó de manos me choqué la nariz contra él) . Llamaron al rancho y fueron a buscarme con una camioneta. Mi marido recogió mi documentación y me llevaron al centro de salud de Chicoana. Allí me hicieron radiografías y descartaron fractura ósea. Me recetaron unos antiinflamatorios y me dijeron que hiciera reposo y me aplicara hielo
Me dolía mucho, de vuelta al rancho comí algo para poder tomarme la pastilla, pero no tenía apetito ninguno. Me decían que había tenido muy mala suerte, que hacía tres años que no tenían un accidente, y que en 25 años solo habían tenido 15 caídas, ninguna con consecuencias . Me duché y descansé un rato. Para la cena Enrique hizo estofado, pero yo no tenía muchas ganas de comer. Estábamos nosotros y un grupo de belgas, y hablamos un rato, pero yo no me encontraba con ánimo.
Al día siguiente el dolor continuaba. Desayunamos y nos llevaron al aeropuerto de Salta. Allí pedimos una silla de ruedas, y personal del aeropuerto se hizo cargo de nosotros, nos trataron muy bien. El vuelo fue tranquilo, tenía incluso pantallas para ver programas de televisión y escuchar música. Cuando íbamos llegando el avión sobrevoló las Cataratas de Iguazú, pero nosotros estábamos sentados del otro lado (hay que sentarse del lado derecho). Cuando llegamos al aeropuerto de Iguazú volvimos a pedir una silla de ruedas, esperaron a que saliera nuestro equipaje y me llevaron hasta el autobús. Fuimos a Puerto Iguazú en el autobús de la empresa Four Tourist Travel, 25 pesos por persona.
Nos dejó en nuestro alojamiento, Residencial Noelia Hostel (150 pesos habitación doble con desayuno). Está bien situado, es económico y el personal de recepción es muy amable (intentaron ayudarme todo lo posible dada mi condición de lisiada), aunque en la habitación había muchos insectos y el aire acondicionado hacía mucho ruido. Mi marido fue a comprar algo de comer y yo me quedé allí. Esa tarde teníamos planeado dar una vuelta por Puerto Iguazú y visitar el Hito de las Tres fronteras, pero en lugar de eso, me quedé haciendo reposo, leyendo un rato en la terraza del hostel .
Por la noche pedimos unas empanadas por teléfono a la pizzería Color. Estaban buenas, eran de salmón, de surubí (un pescado de río que hay por allí), de hongos,… Al día siguiente queríamos ir a ver las cataratas del lado brasileño, pero no las tenía todas conmigo. Intentamos conseguir una muleta o un bastón, pero después de las gestiones, fue imposible.