Hoy toca una de las joyas del viaje, el Taj Mahal, nos levantamos a las 6.30 para ir pronto y no encontrar el Taj demasiado masificado ya que por ahí pasan unas 15.000 personas diarias, así que bien tempranito nos dirigimos hacia la puerta más cercana al hotel, al llegar allí nos dicen que primero tenemos que sacar las entradas en la taquilla, al otro extremos de la calle, a más de un kilómetro de la entrada al Taj, así que pedid donde se venden las entradas antes de empezar a andar. Con las entradas en la mano pasamos el filtro para acceder al recinto, pero al descubrir que llevamos un pequeño trípode para la cámara de menos de 20 cm, nos dice que no se puede pasar con ello, así que resignado y cansado de tanto andar no voy al hotel a dejarlo sino que ando un poco y lo meto en una basura que está casi vacía con la intención de recogerlo a la salida, pero viendo la multitud de lugareños que me están mirando me doy cuenta de que eso no va a ocurrir. Bueno, por fin entramos, 750 Rupias!!!.
Cuando entras en el recinto, entres por la puerta que entres vas a dar a un gran patio con altas murallas que te impiden ver nada del Taj, y allí confluyen las tres entradas al recinto, desde ese gran primer patio se accede por una puerta, no demasiado grande a lo que es el gran jardín con la fuente alargada y el gran templo al final de éste. El primer impacto es algo indescriptible, te das cuenta enseguida que estás delante de una de las cosas más bellas y perfectas del mundo. Son las 8 y ya hay muchos Indios-musulmanes que van a rezar a ese templo junto con un gran número de turistas asiáticos, de esos que están por todas partes cámara en mano. A medida que te vas acercando a él no puedes dejar de mirarlo, los cuatro costados son simétricos y eso le da aún más un toque de perfección. Una vez dentro (sin zapatos) no es tan espectacular como por fuera ya que el taj Mahal simplemente es un mausoleo, una tumba. Para quien no sepa la historia, el Taj Mahal lo manda construir en el año 1630 el emperador musulmán Shah jahan con motivo de la muerte de su esposa preferida al dar a luz a su catorceavo hijo. Tal era el amor de ese emperador por su mujer que decide hacerle el mausoleo más bonito del mundo, manda hacer bocetos a numerosos arquitectos pero ninguno de ellos consigue hacer un proyecto que agrade al emperador musulmán, así que decide matar a la prometida de un famoso arquitecto para que este pueda sentir el dolor que el emperador tiene y que así el arquitecto pueda llevar a cabo dicho mausoleo. Finalmente el arquitecto consigue hacer algo que agrada al emperador y que es lo que en la actualidad conocemos como el Taj Mahal. Es totalmente simétrico, tanto por fuera como por dentro y en el centro del mausoleo está la tumba de su amada esposa. Pero no contento con lo que hizo, quería seguir construyendo para que fuera todavía más bonito y espectacular de lo que ahora es. Su hijo, al ver que su padre no quería parar de construir y estaba a punto de arruinar a su pueblo decidió derrocarlo y proclamarse Rey y encerró a su padre en el fuerte que hay cercano al Taj, en una celda desde que a través de la ventana podía ver su construcción. Allí murió, en esa celda desde donde cada día miraba a la tumba de su amada. Una vez muerto su hijo mandó enterrar al emperador dentro del Taj, al lado de su esposa, rompiendo así la simetría que tanto había cuidado el padre durante su construcción.
Bueno, sobra decir que la visita al taj es totalmente imprescindible, tanto por fuera como por dentro. Sobre las 09.30 salimos del Taj con un calor asfixiante, nos fuimos al tomar un café, baño en la piscina del hotel y a las 10.30 listos para partir con nuestro chofer hacía el fuerte Rojo, lugar en donde el emperador murió. A parte del Taj Mahal es el único monumento reseñable de Agra.
Con las maletas dentro del coche, nos vamos al fuerte rojo. Por fuera es muy espectacular, es una auténtica fortaleza, dentro ya es otra cosa, las habitaciones están vacías y no tiene mucho que ver, eso sí, las vistas desde allí, en concreto desde la habitación – celda del emperador musulmán del Taj son espectaculares.
Desde el fuerte y con una parada técnica en el McDonald’s nos vamos a la estación de tren, nos despedimos de nuestro chofer y entramos por primera vez en una estación de tren típica India. La gente está tirada por el suelo, medio dormida, nosotros al tener un ticket para una categoría superior en el tren que nos llevará a Jhansi, tenemos el derecho de esperar en una sala “VIP”, que no es más que una habitación, lleno de moscas y con un par de ventiladores, pero bueno, mejor que en la calle se está, ¿o no?.
Nuestra siguiente parada es Orccha, pero el tren solo llega a un pueblo cercano, Jhansi. El viaje en tren es bastante curioso, nuestro tren sale a las 14.55 y es bastante atípico. Hay diferentes clases dentro del tren (como toda la India). La nuestra es la 2AC, es decir no es la mejor pero son con literas y a/a, está bastante bien y aunque vas un poco apretujado se va bien, lo que pasa es que la gente que viaja en las clases inferiores se pasa por ahí, por eso del a/a y claro por ahí pululan dos o tres veces más gente de lo que tocaría, pero en fin, hay que compartir…. Ni que tiene que decir que vale la pena pasear por todos los vagones para ver como viajan los lugareños, es digno de ver.
En tres horas llegamos a Jhansi, allí ya nos está esperando un chico con un cartel con nuestro nombre, nos subimos a su coche y partimos hacia Orccha.
En 30’ ya estábamos en nuestro hotel, a las afueras de la ciudad, sabíamos que era uno de los mejores hoteles de la ruta y no nos defraudó, estaba a los pies de un rio, las habitaciones eran muy grandes, y con un inmenso jardín con césped y piscina, como era tarde decidimos relajarnos con una cerveza en el jardín, cenamos bastante bien en el restaurante del hotel y nos fuimos a dormir. La única pega es que la habitación no había TV, solo la había en una sala común, pero bueno, el hotel la verdad de 10. Por cierto se llama Bundelkhand Riverside Hotel.