19 Octubre : Purmamarca – Humahuaca – Salta
En Purmamarca hay que levantarse temprano si quieres ver bien los colores del cerro iluminados por los primeros rayos de sol.
Hay varios sitios desde dónde hacer buenas fotos. Desde la puerta de la Iglesia, desde el Mirador geológico en el acceso al pueblo, el Mirador el Bobal y desde el Cerro Morado.
Para ascender al Cerro Morado hay que salir del pueblo y cruzar el río y a poco que mires enseguida ves el sendero que asciende hasta su cumbre. Se tarda en esta subida unos 45 minutos, si bien a mitad de la subida ya tienes unas espléndidas vistas del Cerro de los Siete Colores y se puede obviar la subida completa si no se va sobrado de tiempo.
El Cerro de los Siete Colores en realidad tiene, además de estos colores que le dan nombre, muchos más matices que van desde los grises hasta los rojos. En su paleta solo faltan los azules. Pero tampoco los necesita ya que encima tiene el cielo casi siempre azul, pues en Purmamarca llueve poco.
Es como si se tratara de un arco iris natural producto de una compleja historia geológica que incluye sedimentos marinos, lacustres y fluviales y elevados por movimientos tectónicos. Además cada uno de los colores tiene indicios, para los entendidos, sobre las edades de las distintas capas. Hay hasta manuales que indican la edad de cada color, siendo los rojizos los más jóvenes.
Salimos de Purmamarca para ir directamente a Humahuaca, intentar llegar a la Sierra del Hornocal y a la vuelta ir viendo lo que nos diera tiempo. Resulta bastante difícil no detenerse a cada poco ante el atractivo de lo que te vas encontrando.
Vas dejando atrás la Posta de Hornillos, con un museo histórico que tiene que ser bastante interesante.
Maimará y su Paleta de Pintor, con colores distintos en la mañana y luego a la tarde.
La Quebrada de Huichaira, con formaciones rocosas y arenales y el museo de fotografía MEC.
El pueblo de Tilcara con su famoso Pucara, el Monolito-Reloj de sol que marca el Trópico de Capricornio, Huacalera....
Al poco de pasar Huacalera , casi desapercibido, hay un desvío a Yacoraite dónde se encuentra el grupo montañoso “la pollera kolla” de sorprendentes colores y formas que encierran una historia geológica de millones de años. Y sitio sagrado prehispánico que contiene además petroglifos y pinturas rupestres. Existe también un médano de arena dónde se practica el sandboard ( con unas tablas parecidas al snowboard). El camino es largo y en mal estado, 22 km. de tierra y 3 km. a pie.
Dentro de esta formación destaca el Cerro de la Pollera con su característico estrato superior de color amarillo. Precisamente este sitio da nombre a la Formación Yacoraite, estratos de color amarillo famosos por contener huellas de dinosaurios, fósiles de peces y unas algas llamadas algo así como estromatolitos. Desde la carretera se puede ver algo de estas formaciones rocosas.
Después viene Uquía y enseguida se llega a Huamahuaca que es la ciudad más grande de toda la quebrada y se nota en la gran cantidad de gente que recorre sus calles, las tiendas, el mercado...
En la plaza central se puede ver el reloj del Cabildo que a las 12: h. mueve un S.Francisco de Asís que bendice a los que lo miran. Desde el Monumento a los Héroes de la Independencia, delante de la iracunda mirada del cacique Viltipoco, se pueden hacer buenas fotos de la plaza y de los cerros coloreados que rodean el pueblo.
Unas vueltecitas por su calles empedradas y decidimos que ya iniciábamos nuestra aventura hacia la Sierra del Hornocal.
Encontrar la ruta fue más fácil de lo que pensábamos. Cruzando el puente que hay sobre el Rio Grande, una vez pasado el mercado de la feria artesanal, hay que girar a la izquierda y ya no dejar este camino durante unos 25 km., sin hacer caso al desvío que te indica Coctaca ni ningún otro, ( aunque creo recordar que no vimos más desvíos del camino).
Este camino te lleva a través de un camino de ripio con bastante piedra suelta. Por parajes desérticos y sin parar de subir. Hay que trepar 1300 m. hasta el abra dónde se encuentra el mirador.
En un momento dado, al no mucho de iniciar el camino, a lo lejos y sobre la derecha parece vislumbrarse algunas de las cimas de lo que pensamos que podrías ser la Sierra que buscamos, pero al poco dejamos de verlas porque una gran montaña (el cerro Santa Bárbara) se interpone en el campo de visión. En realidad este camino rodea esta montaña y sigue subiendo.
Se llega a un cruce, a la izquierda es el camino que lleva a Santa Ana (hay una señal que no recuerdo si indicaba esto ó Aparzo), de frente el camino parece desaparecer al poco y entonces no te queda otra opción que girar a la derecha por un camino que es de huella y muy empinado. Creíamos que teníamos que subir toda esta montaña, pero a los pocos kilómetros, a la izquierda, hay una desviación hasta una pequeña meseta (como una especie de era de las que conocemos por aquí), desde la que ya puedes ver perfectamente toda la sierra del Hornocal al completo, así como las otras montañas que la rodean.
Un perfecto mirador situado a 4350 metros de altitud.
Estamos solos, el único ruido que hay es el del viento, no muy fuerte, por cierto, y el de nuestros pasos.
Esta sierra que parece que quisiera empalidecer a todo lo visto en la Quebrada, por la altura y ancho de sus vetas de colores, sobre la ladera completa del cordón montañoso, desde el pie hasta la cima, contiene 12 colores, 14 y hasta 21 (según varias versiones), pero esto es difícil de ver y comprobar porque lo que realmente estas mirando son infinidad de matices de distintos colores.
Actualización: El lugar se ha ido haciendo más famoso y actualmente hay ya un aparcamiento de coches, baños y se cobra una entrada. También existen varias empresas que hacen excursiones en 4x4 hasta el mirador.
[i]
Una vez bajado el cerro St. Bárbara y retomado el camino hacia Humahuaca vas viendo todas las curvas que anteriormente se han subido así como el valle del Río Grande y el pueblo.
Una vez dejado atrás el pueblo de Humahuaca nos encontramos con Uquía y entramos para visitar su iglesia y sus famosos cuadros de los Angeles Arcabuceros. Pero la iglesia está cerrada y abre de nuevo de 2 a 4 de la tarde.
Como no queda mucho nos decidimos a comer algo mientras llega la hora de abrirla, y al primer sitio que entramos, un hostal de buena pinta, nos indican que no hay comidas y nos remiten al Bar Cerro las Señoritas, casi a la entrada de la quebrada de las Señoritas. Parece una casa particular, bien cuidada y bonita, y es que lo es en realidad, es dónde ellos viven, el matrimonio. De no ser por el pequeño letrero indicando su destino, pensaríamos que estábamos equivocados.
Nos recibe Olga y nos adentra en su vivienda, una casa con distintas habitaciones, sencilla, ordenada, limpia, con una huerta primorosamente cuidada parcelada con rosales que huelen a maravilla, un baño con toalla impecable, un comedor con mesa dispuesta con hule y con ventanales que dan a la cocina y a la huerta. Nos ofrece comida casera, con ingredientes de su huerta, empanadas, ensaladas, pastel de quinoa, de verduras, de choclo …, y tartas caseras de postre, porque ella dice que es partidaria de comer sano y ligero, sobre todo con estas temperaturas y a esta altura ( Uquía se encuentra a 2.818 m).
Una comida muy agradable por su contenido, el sitio y la conversación de su dueña, tenemos la sensación de que hemos sido invitados a comer en la casa de un vecino del lugar. El tiempo se nos pasa volando y casi nos quedamos sin ver la iglesia porque llegamos poco antes de la hora de su segundo cierre.
Por cierto, esta es una visita de las importantes, estos ángeles con los arcabuces hay que verlos por lo inusual de su contenido y por la calidad de su pintura. La Quebrada de las Señoritas se quedó en el tintero, pero no son horas apropiadas para ponerse a caminar ni tampoco tenemos tiempo.
Nuestra siguiente parada fue en Huacalera para ver de cerca el antiguo Hotel Monterrey (hoy hotel de lujo) y la iglesia, otra joya de la arquitectura colonial, pero estaba cerrada. En este pueblo es dónde sucedieron los acontecimientos con el cuerpo del General Lavalle, algo desagradables y que por ello no describo.
Pasamos de largo Tilcara, con todo el dolor de mi corazón, y paramos un poquito antes de Maimará para ver su cementerio colgado en la montaña que hace contraste con el cerro de formas anilladas teñido de varios colores que tiene detrás. La Paleta de Pintor, y realmente parece haber sido pintado por una brocha gigante en forma de olas a lo largo de casi todo el cordón montañoso. Sus colores son ahora más vivos que en la mañana. Había leído en algún sitio que fijándose con detenimiento puedes ver la figura del General San Martín, por más que miramos no conseguimos verlo, será cuestión de imaginación.
De aquí derechos para Salta por el tramo de autovía. Tardamos también un montón porque en esta carretera hay mucho tráfico de camiones pesados y cuando la autovía se acaba no hay forma de adelantar debido al denso tráfico que tiene. Así que no podría aconsejar cual de las dos carreteras, la de cornisa ó esta, es más rápida ó mejor.