A las 9 nos recogió puntualmente el taxista que habíamos contratado el día anterior y decidimos que el mejor orden para hacer las visitas era primero Chan Chan (Palacio Tschudi, Huaca Esmeralda y Huaca Dragón), luego a comer a Huanchaco, y terminar en la Huaca de la Luna. La primera parada del día, Chan Chan, es un complejo inmenso, una auténtica ciudad de adobe, en este caso de la cultura chimú, posterior a la mochica. El edificio, o conjunto de edificios, más conocido y mejor conservado es el llamado Palacio Tschudi (creo que ahora lo llaman Nik An, que significa casa del centro), un conjunto amurallado con varias zonas diferenciadas. Las fuertes lluvias causadas por El Niño en los últimos años habían destruido las construcciones de adobe, así que lo que se ve en Tschudi es casi todo restaurado con fibra de vidrio, lo que hace que parezca demasiado perfecto. Como íbamos sin guía, compramos las entradas (S/10 por persona) y entramos directamente. Los guías de la puerta pedían algo así como S/20 por persona, y nos pareció un poco robo. Luego me arrepentí de no llevar guía, porque la verdad es que te enteras de todo mucho mejor si te lo cuentan, pero en ese momento pensamos que entre el panfletillo que llevábamos y la Lonely nos serviría. La visita lleva un buen rato porque es un recinto muy grande. Llaman mucho la atención los relieves, pero como digo son réplicas y eso hace que pierda un poco el encanto.
Chan Chan: Palacio Tschudi
Como os decía, Chan Chan es enorme, unos 20 km2, y tiene 9 palacios, aunque el único que se visita desde 1964 es Tschudi. Este palacio se compone de varios sectores: nada más entrar, se accede a la Plaza Ceremonial Principal, y desde allí se recorre un pasillo con relieves de aves y peces para llegar a una sala con un pequeño altar adornado con representaciones de redes de pesca en bajorrelieve. A continuación se entra a la zona de audiencias, quizás la más espectacular, y donde mejor se aprecian los relieves de mil formas distintas: pelícanos, cruces, figuras circulares… Es una sala grande con varios espacios para culto y recepción de ofrendas, pero se ven todas desde un pasillo lateral ya que no se puede entrar. Después se accede a una segunda plaza ceremonial, un pozo o reservorio ceremonial lleno de agua, la zona funeraria, la zona de depósitos (colcas), y finalmente la sala de las 24 hornacinas, que es muy curiosa: es una sala rectangular con 24 nichos en las paredes que se cree que se usaba para conferencias, y de hecho tiene una acústica tan buena que (dicen) que si una persona sentada en cualquiera de los nichos habla, se puede oír perfectamente en toda la sala.
Cuando terminamos la visita volvimos al coche y nuestro conductor nos llevó a la segunda parada del día: la Huaca Esmeralda (incluida en la entrada de Chan Chan), que tiene decoraciones muy similares a las del Palacio Tschudi y se cree que fue un anexo del mismo y contruido en la misma época. Está bastante deteriorado y a nosotros no nos pareció gran cosa, además está en una zona un poco problemática de la ciudad. Tiene una plataforma con escalones decorados con rombos que representan redes de pesca, y también se ven relieves de pelícanos, olas y peces.
Trujillo: Huaca Esmeralda
Después de jugar un poco con los 3 perros sin pelo que había allí, muy majos ellos, nos llevaron a la Huaca Arco Iris o Huaca Dragón, muy cerca de la Esmeralda y también incluida en la entrada de Chan Chan. Esta ya nos gustó un poco más porque está mejor conservada porque estuvo enterrada bajo la arena hasta los años 60. Tiene una gran muralla defensiva de 2 metros de ancho que encierra una zona de unos 3000 m2. El edificio en sí tiene 2 plantas con forma piramidal y cubierto de dibujos en forma de arco iris, casi todos restaurados. Se cree que fue un templo dedicado a la fertilidad, pues el arco iris representa la lluvia, portadora de vida. También se conoce como Huaca Dragón por el “monstruo” que aparece bajo las 7 franjas del arco iris. Rodeando la primera plataforma hay 14 colcas o depósitos donde se colocaban ofrendas durante las ceremonias y donde se encontraron huesos de niños que pudieron ser sacrificados.
Trujillo: Huaca Dragón o Arco Iris
Ya era la hora de comer así que le pedimos al taxista que nos llevara a Huanchaco, un pequeño pueblito de pescadores famoso por sus tradicionales caballitos de totora, que son las balsas de junco estrecho usadas desde hace siglos para pescar (de hecho, ya aparecen representadas en la cerámica moche). El día no acompañaba, pero aun así pudimos ver a algunos valientes montados en sus caballitos, compartiendo la playa con pelícanos y surfistas:
Trujillo: Huanchaco
Le pedimos al taxista que nos llevara a comer a algún sitio auténtico (aunque todo parecía muy turístico), y que nos recomendara algún plato. Nos dijo que lo más tradicional de esa zona era la parihuela: una sopa de pescado y marisco que también se conoce como levanta muertos por su contundencia. Nos llevó a un restaurante donde, obviamente, pedimos parihuela y ceviche. La sopa en cuestión es como para dos personas, pero yo me la metí enterita y luego no podía ni andar. Está buenísima pero es como para irse a hibernar después, aviso. El restaurante se llamaba Estrella Marina y la comida nos costó S/81.
Gastronomía peruana: parihuela
Después de comer dimos un breve paseo por la playa, aunque con el día que hacía tampoco fue para tirar cohetes, y después montamos en el taxi para ir a nuestra última parada del día: la Huaca de la Luna. Junto a esta está la Huaca del Sol, que muchas veces se anuncian juntas en los itinerarios, pero la del Sol no se puede visitar y solo se ve a lo lejos. Se cree que la Huaca del Sol estaba destinada a política y la Huaca de la Luna para religión, y entre ellos se encuentra una ciudad de la clase media o alta, actualmente en proceso de excavación. La Huaca del Sol es enorme, tiene más de 40 metros de altura y 80 metros de largo, pero como digo no se puede visitar y solo se ve a lo lejos desde la de la Luna.
Antes de visitar la de la Luna entramos al museo Huacas de Moche (S/5 por persona), un excelente museo muy nuevo donde había muchísima cerámica moche recuperada en las excavaciones de las huacas y multitud de paneles explicativos donde uno aprende cómo era la vida moche y el significado de las huacas Sol y Luna. Es una visita imprescindible, a nosotros nos encantó.
Cuando salimos del museo teníamos el tiempo justo de visitar la huaca de la Luna (S/10 por persona) antes de que se hiciera de noche. En esta visita es recomendable ir con guía, pero está incluido en la entrada, solo hay que esperar a que se forme un grupo. La huaca está en la base del Cerro Blanco, y para acceder hay que subir un poco por su ladera. Está formada por una serie de plataformas superpuestas, recintos y patios donde se realizaban ceremonias y sacrificios. Fue construida a lo largo de seis siglos por generaciones sucesivas que iban completando la estructura de la generación anterior, de forma que tiene una estructura por capas, con templos superpuestos y construidos en diferentes periodos, como una cebolla. Esta forma de construir por capas ya la habíamos visto en la Dama de Cao, también mochica. En un altar ceremonial del último templo construido fueron descubiertos los restos de 40 guerreros sacrificados. La figura más relevante y representativa era Aiapaec, la máxima deidad mochica, un dios castigador, temido y adorado, también llamado el decapitador alado. Se cree que la huaca la Luna estaba dedicado a este dios, que se representaba dentro de un rombo enmarcado por una banda con greca en forma de serpientes o peces estilizados. Al igual que la estructura de cebolla, ya habíamos conocido a Aiapaec en la Huaca de Cao, pero aquí estaba por todas partes.
Trujillo: Huaca de la Luna
Cuando terminamos le dimos una pequeña propina al guía, que lo había hecho muy bien, y volvimos a buscar a nuestro taxista para que nos llevara de vuelta al centro. Le pagamos los S/70 que habíamos acordado y nos quedamos dando un paseo por el centro. Aprovechamos para reservar las visitas en Chiclayo para el día siguiente, también con Colonial Tours: acordamos visitar el Museo Bruning y la Huaca Rajada al día siguiente, y el Museo Señor de Sicán, las pirámides de Túcume y el Museo Tumbas Reales de Sipán al siguiente (S/105 por persona los dos días con entradas incluidas). Como estábamos cansados y habíamos comido tanto, no nos costó mucho decidir irnos al hotel y renunciar a salir a cenar esa noche. Compramos algo de comida en un supermercado y cogimos un taxi al hotel (S/6). Próxima parada: Chiclayo y la cultura Lambayeque!