Lo primero que queríamos hacer en Arequipa era buscar una lavandería, así que antes de que se hiciera más tarde, y después de preguntar a la chica de recepción por alguna cercana, salimos con una mochila llena de ropa sucia hacia el centro. El hotel resultó estar muy cerca de la plaza de armas, y encontramos una lavandería en la calle Jerusalén. Ya se estaba haciendo de noche así que no nos daba tiempo a ver mucho más que la plaza de armas iluminada y la catedral, a la que pudimos entrar para ver las impresionantes estatuas y columnas de mármol italiano:
Arequipa: basilica catedral, por dentro y por fuera
En la esquina de la calle San Francisco con la catedral vimos que había una terraza en el último piso con, previsiblemente, buenas vistas de la plaza y la catedral iluminadas, así que como no teníamos mucho más que hacer y queríamos hacer un poco de tiempo hasta la cena decidimos subir a tomar algo. Efectivamente, las vistas eran estupendas, y pudimos disfrutar de un par de cervezas (S/20) bien merecidas después de la paliza de los días anteriores:
Arequipa: plaza de armas y catedral
Después de las cervezas dimos un paseo por las calles de Arequipa, que nos pareció muy tranquila y agradable, mientras buscábamos dónde cenar. Acabamos entrando en un pequeño restaurante con muy buena pinta, muy cerquita del Monasterio de Sta. Catalina (el cual vimos que estaba abierto para visitas nocturnas ese día, pero tras mucho deliberar decidimos verlo de día y dejarlo para la mañana siguiente). Se llamaba Qaya y era bastante moderno; luego vimos que estaba muy bien valorado en tripadvisor, y con razón. Cenamos una causa de camarones que estaba de muerte y un buen ceviche con bebidas por S/70, y nos fuimos a dormir porque tanto madrugar nos estaba matando!
Gastronomía peruana: causa de camarones
A la mañana siguiente el plan era ir al Monasterio de Sta. Catalina bien prontito, pero el desayuno no estaba incluido en la habitación y tuvimos la mala suerte de elegir el (posiblemente) bar más lento para servir un mísero desayuno de todo Perú, así que al final hasta las 11 no llegamos al monasterio. Después de pagar la entrada (carísima, por cierto: S/40 por barba) por fin nos adentramos en el oasis de tranquilidad que es el monasterio. Es casi como teletransportarse a un pueblo andaluz de repente:
Arequipa: Monasterio de Santa Catalina
Es un sitio muy bonito que merece la pena visitar, y hay un par de noches a la semana que abre hasta tarde. Tiene que estar bien la visita nocturna, pero sinceramente, me parece muy caro como para poder pagar la visita dos veces, y estaría bien que tuvieran una especie de entrada combinada con descuento: por eso habíamos decidido saltárnoslo la noche anterior. La visita lleva un buen rato, casi dos horas, y cuando salimos cogimos un taxi que por S/4 nos llevó hasta el mirador de Yanahuara, con sus famosos arcos de sillar (la piedra volcánica blanca con la que está construida casi toda la parte antigua de la ciudad y que le da el nombre de ciudad blanca) y desde donde hay unas vistas estupendas del volcán Misti.
Arequipa: mirador de Yanahuara
Muy cerquita del mirador está uno de los restaurantes más recomendados en el foro, la Nueva Palomino, donde fuimos a comer. Nos dimos un homenaje y pedimos dos platos a los que teníamos muchas ganas: cuy chactado y chupe de camarones. Lo del cuy a mí personalmente no me hacía gracia, sobre todo porque te lo ponen ahí en el plato con cabeza y todo, y es demasiado explícito para mi gusto. A pesar de todo accedí a probarlo y tengo que reconocer que estaba muy bueno de sabor, pero nada comparado con el maravilloso chupe de camarones que me metí entre pecho y espalda y que podía haber dado de comer a una familia de 4 durante dos días (bueno, no tanto pero casi!).
Gastronomía peruana: cuy chactado
Gastronomía peruana: chupe de camarones
La comida nos costó S/100, pero ya digo que fue un homenaje y son platos que no son especialmente baratos. Aun así, fue una de las más caras del viaje y no llegó a 30€, así que no podemos quejarnos. El restaurante nos gustó mucho, pero salimos casi rodando! Decidimos hacer la vuelta a Arequipa andando para bajar un poco la comida. Paseando paseando llegamos a la plaza de armas y nos asomamos a ver la iglesia de la Compañía (de Jesús), que no habíamos podido ver bien el día anterior. Tiene una fachada impresionante y un patio con unas columnas muy bonitas:
Arequipa: iglesia de la Compañía
Eran casi las 4 y fuimos a hacer nuestra última visita del día: no podíamos irnos de Arequipa sin visitar a la momia Juanita! Es la momia de una niña inca sacrificada en la cima del Ampato en una ceremonia de capac cocha (ofrendas humanas) para aplacar a los dioses. Fue descubierta en 1995 casi de chiripa. La momia está en el Museo Santuarios Andinos de la Universidad Católica de Santa María, a dos minutos de la plaza de armas (entrada S/20 más S/10 de guía obligatorio), y la visita merece la pena: primero te ponen un documental de National Geographic, que financió la expedición, para meterte en situación y contarte la historia de cómo fue el descubrimiento; después el guía (estudiantes de la universidad) te va enseñando diversos objetos que fueron encontrados con la momia y que están ahora expuestos en el museo, y finalmente llegas a la sala donde está la pobre niña, metida en una urna y congelada para preservarla mejor. No se pueden hacer fotos.
Cuando terminamos con Juanita ya era casi de noche y no nos quedaba mucho que hacer. Teníamos billetes en el bus nocturno a Nazca así que teníamos que hacer tiempo hasta las 21:30. Nos dedicamos a dar un paseo, probar el famoso helado de queso, hacer algunas compras de regalitos y otros souvenirs en un mercado de artesanía junto a la plaza de armas, tomar un café con un trozo de tarta a modo de cena y recoger la ropa de la lavandería (S/16). Fuimos al hotel, colocamos la ropa en las mochilas y llamamos a un taxi para que nos llevara al a estación de bus (S/8). En la estación tuvimos que pagar el “impuesto de salida” (S/2.5 por persona) para poder subir al bus. Las líneas de Nazca nos esperaban!!