La excursión a Yumbilla que haríamos ese día iba a ser en grupo, junto con los alicantinos que se alojaban en la posada. A las 9 salíamos de la Posada (un poco tarde, deberíamos haber salido antes) y, después de pagar las entradas y el guía (S/40 total para los dos), subimos en motocarro el tramo que habíamos andado dos días antes cuando fuimos a ver Pabellón (S/20 ida y vuelta). Los motocarros aparcan en el punto en el que si te metes hacia la derecha vas a Pabellón, y si coges el camino de la izquierda vas hacia Yumbilla. Este camino es bastante sencillo, metido en selva, con mucha vegetación y a la sombra. Se ven bastantes plantas curiosas, mariposas y algún pájaro, pero lo mejor son las otras dos cascadas que hay que pasar antes de llegar a Yumbilla: primero Medio Cerro y luego Cristal. Son las dos muy bonitas, sobre todo Medio Cerro, que se puede observar desde detrás del chorro de agua ya que el camino pasa por detrás de ella:
Cuispes: catarata Medio Cerro
Cuispes: catarata Cristal
Pero el plato fuerte del día es, sin duda, Yumbilla, que con sus 895 metros de altura está catalogada como la tercera más alta del mundo. En realidad son varios saltos, no es uno continuo, por lo que los más puristas dirán que ese ranking es discutible, pero lo que está claro es que es impresionante. La primera vista de Yumbilla que tuvimos fue de su segundo salto, desde lo alto:
Cuispes: Yumbilla
Si habéis visto el programa de Calleja donde va con David Muñoz a hacer rápel en Yumbilla, es justo en ese salto. Después de descansar un rato en este mirador, nos acercamos a ver el primer salto. Para ellos teníamos que cruzar la cascada justo en la parte más alta del salto que se ve en la foto, y desde allí anduvimos unos 10 minutos hasta que llegamos a la base del primer salto:
Cuispes: Yumbilla
En este punto, el grupo se dividió en dos: los chicos de Alicante estaban cansados y querían volver a la posada y se fueron con Jarvik, y nosotros dos nos quedamos con el guía para que nos llevara por un camino de vuelta más largo que pasaba por la base del segundo salto que habíamos visto desde el mirador. Para bajar hasta allí han montado un sistema de cuerdas que en algunos puntos se hace algo duro pues es un descenso casi vertical haciendo rápel, pero a nosotros nos encantó la experiencia. Cuando llegamos a la base del segundo salto el guía nos llevó por detrás de la cascada, pero al ser una zona menos transitada tenía que ir abriendo camino con el machete. La vista desde detrás de la cascada era preciosa:
Cuispes: Yumbilla
Lo malo de haber bajado hasta aquí era que el camino de vuelta hasta el motocarro era más largo y mucho más complicado, porque estaba completamente embarrado (nos pegamos un par de buenas culadas) y el guía tenía que ir machete en mano abriendo camino, pero esto hizo que la excursión se convirtiera en una aventura al más puro estilo Indiana Jones. El camino de ida hasta Yumbilla fueron 3 km (tardamos dos horas y media pero a un ritmo muy lento) y la vuelta 4.5 km (tardamos casi tres horas). Creo que cuando por fin llegamos a la Posada, llenos de barro y muertos de hambre, eran casi las 4 de la tarde. Huelga decir que devoramos el delicioso guiso de pollo con maníes (cacahuetes) que nos había preparado Rosita y nos fuimos a descansar. Esa tarde nos despedíamos de los alicantinos, que al día siguiente seguían su camino hacia el sur de Perú, y que para celebrar su último día en la Posada habían decidido enseñar a Rosita a hacer lentejas. Rosita estaba encantada, porque le encanta aprender platos nuevos para luego poder hacérselos a los huéspedes. Hicieron unas lentejas muy ricas y pasamos una buena tarde hablando de viajes y de nuestra experiencia por Perú. Su viaje empezaba y el nuestro terminaba, pero antes nos quedaba una última visita: la fortaleza de Kuelap.