El paquete que teníamos contratado incluía dos trekking más: uno a la fortaleza de Chimpa y otro a las tumbas collaguas de Coporaque. En teoría, el segundo día se hace la cruz del Cóndor y Coporaque, y el tercer día la fortaleza de Chimpa. Como nosotros el tercer día queríamos ir hacia Arequipa nos cambiaron el orden, y haríamos cruz del Cóndor ese tercer día para ya ir hacia Arequipa en ese mismo bus. Es decir, teníamos las dos caminatas el segundo día, lo cual es un buen tute, pero íbamos a intentarlo.
Para la caminata a la fortaleza de Chimpa teníamos que pegarnos un buen madrugón porque había que empezar el ascenso a las 7 de la mañana para evitar el sol y el calor del mediodía. Teniendo en cuenta que para llegar a donde empieza el camino teníamos casi una hora de coche, echad cuentas de a qué hora desayunamos… A las 6 nos recogió nuestro chófer-guía, y una vez más íbamos solos. Medio dormidos fuimos recorriendo los pueblos del otro lado del río Colca (Ichupampa, Lari, Madrigal) hasta que llegamos a la base del camino que asciende hasta la antigua fortaleza de Chimpa. Desde abajo se veía, minúscula, nuestra meta, y yo la verdad es que pensé que iba a ser incapaz de llegar hasta allí arriba: el desnivel era de más de 500 metros. Tardamos más de hora y media en subir, el guía iba como dos veces más rápido que nosotros y se tenía que ir parando a esperarnos. Esa gente es de acero! Yo me notaba muy muy cansada, se me hizo eterna la dichosa subida. Diría que fue peor que la del Huayna Picchu por dos motivos: más larga y a unos 1000 metros más de altitud, con lo cual costaba más. Además, ya íbamos cansados de los días anteriores, llevábamos mucho tute acumulado y demasiados madrugones. Lo bueno de subir por un sitio tan espectacular es que puedes parar cada cinco minutos con la excusa de admirar el paisaje y hacer fotos:
Valle del Colca: subiendo a la Fortaleza de Chimpa
Más o menos a mitad de la subida hay un pequeño desvío que te lleva a una necrópolis collagua con muchos restos óseos, pero que desgraciadamente están muy descuidados y desperdigados. También hay una curiosa formación rocosa natural en forma de ventana triangular desde donde se puede uno asomar (con cuidado) para ver el paisaje de terrazas del valle. Y ya casi arriba del todo llegas a la silla del mandatario Collagua, una especie de trono tallado en una roca donde yo aproveché para descansar un rato. Desde ahí, unos pasos más y se tiene la primera visión de la fortaleza en sí, que está restaurada:
Valle del Colca: Fortaleza de Chimpa
Una vez arriba, el guía se quedó esperándonos mientras nosotros recorríamos lo que quedaba de la fortaleza. Lo más impresionante del lugar es que está situado justo sobre el punto en el que el valle se transforma en cañón, con lo cual se tienen unas vistas espectaculares de ambos:
Valle del Colca desde la Fortaleza de Chimpa
Cañón del Colca desde la Fortaleza de Chimpa
Parece mentira que la diferencia entre esas dos imágenes sea únicamente girar la cabeza a un lado o a otro… bueno, no exactamente, pero casi. La fortaleza está en lo alto de un promontorio y hay que recorrerlo de un extremo a otro para poder ver las dos panorámicas. Nos dijeron que era difícil pero posible ver cóndores desde aquí; nosotros no vimos ninguno. Aun así, mereció muchísimo la pena la subida, las vistas son espectaculares!! En el camino de bajada pasamos por unas pinturas rupestres que hay en unas rocas, al parecer de los propios collaguas:
Valle del Colca: pinturas rupestres en la fortaleza de Chimpa
Tardamos mucho menos en bajar que en subir (unos 45 minutos), pero acabamos reventados! Sólo fueron 6 km en total, pero con una empinación interesante. Volvimos al coche y pusimos rumbo a Yanque, pero paramos en uno de los pueblitos que hay por el camino: Lari, con la que posiblemente sea la iglesia colonial más bonita del valle.
Valle del Colca: Lari
Dentro hay una especie de museo con artilugios que pertenecen a la historia de la iglesia, como un órgano desvencijado y trajes litúrgicos. Está bien como curiosidad, hay que pedirle al señor que hay en la iglesia que os abra la puerta y luego le dais una propina.
Desde allí ya fuimos directamente a Yanque y nos quedamos en la plaza del pueblo para comer algo (sándwiches y limonadas S/47). Volvimos al hotel, y el dueño (francés, por cierto) nos dijo muy educadamente que entendía que estuviésemos cansados y que no pasaba nada si no queríamos hacer el trekking de por la tarde. Yo estaba muerta pero no me iba a quedar sin hacerlo ni loca, y además me picó mucho que pensara que no éramos capaces! Así que le dijimos que de eso nada, que preparara al guía porque íbamos a intentarlo. Nos tocó el mismo chico del día anterior, así que muy bien. El paseo consistía en cruzar el río, como habíamos hecho para ir a Uyo Uyo el día anterior, pero luego ir hacia la derecha, hacia Coporaque. Allí arriba hay una necrópolis en mejor estado que la que habíamos visto por la mañana en Chimpa, y buenas vistas del valle. Antes de salir de Yanque tuvimos opción de admirar de nuevo su iglesia con los nevados al fondo:
Valle del Colca: Yanque
También vimos el complejo sistema antirrobo de las casas del valle: todos los muros exteriores están coronados por esto:
Valle del Colca: Yanque
Empezamos el ascenso, y desde el otro lado del río pudimos ver Yanque con el Ampato y el Sabancaya al fondo:
Valle del Colca: Yanque
Tardamos casi dos horas en llegar a las tumbas. Había tramos empinados pero la mayoría eran más o menos planos. Ya llegando había un desvío para bajar hasta Coporaque, pero yo no me veía con fuerzas de más subidas y bajadas así que decidimos ver las tumbas directamente y volver. El lugar se conoce como necrópolis de Yuraqaqa y son unas tumbas construidas en la pared de la roca, adosadas a la montaña, como pequeñas casas funerarias. Algunas tienen hasta dos niveles, con una cornisa en el nivel superior y varias cámaras funerarias.
Valle del Colca: necrópolis de Yuraqaqa
Debe ser una excursión habitual desde Coporaque porque vimos un par de grupos guiados que venían de allí. También había gente local haciendo ofrendas en una de las tumbas. Para volver al hotel, nuestro guía decidió coger un “atajo” que acabó siendo toda una aventura: nos metimos por las terrazas de cultivo, algunas con hierbajos y arbustos hasta la cintura y sin ningún camino, saltando de un nivel a otro como podíamos. Decía que antes había un camino pero que como no se usaba mucho se debía haber perdido, pero para cuando se quiso dar cuenta ya habíamos bajado demasiado como para volver a subirlo, así que ahí íbamos como cabras. Al final tardamos 4 horas en ir y volver, y fueron 12 km en total. Volvimos al hotel y nos fuimos de cabeza al jacuzzi, que nos lo habíamos ganado. Esa noche salimos a cenar a la plaza del pueblo, que no tiene mucho donde elegir pero queríamos variar un poco. Entramos a un pequeño restaurante donde nos pusimos las botas (causa rellena, sopa de maíz, filetes de alpaca, chicharrón de pollo y bebidas) por S/69.
Gastronomía peruana: filetes de alpaca
Al día siguiente (cómo no!) tocaba madrugar para ir a ver los cóndores!