Había llegado nuestro último día completo en Cuispes, y lo emplearíamos en la excursión a Kuelap. La fortaleza de Kuelap, perteneciente a la cultura chachapoyas, se encuentra a 3000 metros de altura a unos 70 km al sur de Chachapoyas, y a unos 100 km de Cuispes. El desvío hacia Kuelap está en la carretera que une Pedro Ruiz con Chachapoyas, pero no es necesario llegar hasta Chachas, por lo que os recomiendo que si vais desde Cuispes y os lo podéis permitir, hacedlo en transporte privado para ganar tiempo. Nosotros fuimos en “transporte público” (es decir, combis y buses) y es un viaje larguísimo. A las 8:30 de la mañana teníamos que estar en la Plaza de Armas de Chachas para unirnos al tour en grupo que salía desde allí, con lo que tuvimos que salir de Cuispes demasiado pronto. Creo que cogimos el motocarro (S/10) para bajar a Pedro Ruiz a las 5:30 de la mañana para poder salir hacia Chachas en la primera combi. Lo malo de las combis es que hay que esperar a que se llenen, así que aunque estábamos abajo esperando a las 6, no salimos hasta las 7 (por lo menos pudimos aprovechar esa hora para comprar algo de comer y algo de fruta para el camino), y nos tuvimos que montar en una combi que venía ya bastante llena desde Bagua porque las de Pedro Ruiz no salían (S/5 por persona). El viaje en la combi fue bastante incómodo: íbamos como sardinas en lata y tenían un dvd puesto a todo volumen con los grandes éxitos de un grupo de esos que toca en las fiestas de los pueblos (al final acabamos aprendiéndonos las canciones!), además el conductor iba rápido y nosotros estábamos sentados justo en los extremos de atrás, encima de la rueda trasera. La carretera hasta el desvío de Kuelap no está mal, pero a partir de ahí y hasta Chachas empiezan las curvas y yo iba sufriendo en todas y cada una de ellas por cómo sonaba la suspensión. En momentos como ese empiezas a entender por qué las llaman “las combis de la muerte”…
Llegamos a Chachas tarde, muy tarde, y nos tocó correr para encontrar la agencia de viajes donde nos esperaban ya todo un poco ansiosos. En la Plaza de Armas hay un montón de agencias que organizan tours por la zona, la nuestra creo que se llamaba Amazon Expeditions. Íbamos en un grupo de unas 10-12 personas con varios niños, y ya estaban todos impacientes porque llegábamos tarde. Menos mal que no se habían ido sin nosotros! Pagamos el tour allí mismo (S/50 por persona con comida pero sin entradas, que son otros S/15 por persona y se pagan ya en Kuelap) y nos montamos en el minibús; nos pusimos en marcha a eso de las 9. Vimos que estábamos deshaciendo la última parte del camino que habíamos hecho con la combi (la de las curvas), por eso os digo que se gana mucho tiempo si se va directamente desde Cuispes hasta Kuelap sin pasar por Chachas, pero para eso necesitáis un conductor privado.
Por el camino paramos tres veces. La primera, al cabo de unos 45 minutos, para estirar un poco las piernas y ver los restos arqueológicos de Macro, también de origen chachapoyas y muy parecidos a lo que veríamos después en Kuelap. Son unos restos situados en la pendiente sobre el río Utcubamba, y se ven muy a lo lejos, desde el otro lado del río. La segunda parada es en Nuevo Tingo, un pequeño pueblo desde donde sale el camino que sube hasta Kuelap, y donde se supone que se va a construir un teleférico que conecte el pueblo directamente con la fortaleza para que los turistas puedan subir y bajar de forma más cómoda y rápida (la carretera es un horror). Estos planes estaban parados cuando estuvimos nosotros, y no sé si el teleférico llegará a construirse algún día. Tampoco estoy convencida de que sea muy buena idea. La tercera parada es en Choctamal, en el pequeño restaurante donde pararíamos a comer a la vuelta, para encargar la comida y que la tuvieran lista cuando llegáramos.
Por fin, tres horas después de haber salido de Chachapoyas (y más de 6 horas después de haber salido de Cuispes, que se dice pronto), llegamos a la fortaleza de Kuelap. Allí compramos las entradas y echamos un breve vistazo al pequeño museo-exposición que tienen montado. En ese rato también nos dimos cuenta de que íbamos en un grupo muy lento, y que el día iba a ser más largo de lo que pensábamos.
Desde el parking hay que andar unos 15 minutos (o coger uno de los caballos que te ofrecen) para llegar a la fortaleza. La primera visión que se tiene de esta es la impresionante muralla exterior de hasta 20 metros de altura:
Kuelap
Para entrar al recinto hay que pasar por una de las tres estrechas entradas, y una vez dentro te das cuenta de que era una ciudadela bastante grande, con varias zonas o sectores bien diferenciados: viviendas, templos, una torre de vigilancia… en cierto modo recuerdo un poco a MaPi.
Kuelap
Quizás la construcción más conocida sea el Tintero o templo mayor, en forma de cono invertido y con funciones ceremoniales y religiosas. Se le llamó tintero porque en su interior se encontró una cámara en forma de botella de más de 5 metros de profundidad con huesos tanto humanos como animales. Uno de los laterales de esta construcción estaba derruida, pero aun así es bastante espectacular.
Kuelap
Las viviendas tienen la característica forma circular de los chachapoyas, y una de ellas ha sido reconstruida con un tejado de paja para que la gente se haga una idea de cómo fue en su día:
Kuelap
Fuimos visitando con un agradable paseo las distintas zonas y observando los árboles, las decoraciones de las paredes, las vistas… la verdad es que Kuelap está en un sitio realmente bonito, pero siendo totalmente sincera no sé si merece la pena la visita. Creo que es una pena estar en la zona y no verlo, pero también es verdad que para nosotros fue una paliza monumental, por eso aconsejo visitarlo desde Chachapoyas o bien en transporte privado. Nuestro grupo era muuuy lento y muy pesado, y la visita se nos hizo muy larga en parte por eso. El pobre guía no daba abasto y la gente no le hacía ni puñetero caso, cada uno iba a su bola y luego había que andar esperándoles.
Después de una visita de casi tres horas, volvimos al minibús muertos de hambre (y eso que llevábamos algo de fruta y compramos unas canchitas (kikos) a las mujeres que las vendían junto a la muralla), aunque todavía nos tocaba esperar un poco. Hasta las 4:30 de la tarde no llegamos a comer, y en aquel momento la sopa de maíz y la trucha en salsa que me sirvieron me supo a gloria. Todavía nos quedaba otro rato de carretera, pero aquí ya estábamos casi todos dormidos. Llegamos a Chachas ya de noche y después de la experiencia con la combi de esa mañana lo último que nos apetecía era montar en otra y encima de noche, así que cuando el guía nos dejó en la estación de donde salen las combis le preguntamos si de ahí salían también los coches particulares, y nos dijo que sí. Encontramos a un tipo que estaba dispuestos a llevarnos a Pedro Ruiz junto a otra pareja si le pagábamos el trayecto hasta Bagua, que es donde tenía que ir él, así que sin dudarlo pagamos los S/15 por persona que nos pedía y en aproximadamente una hora estábamos en Pedro Ruiz. Lo bueno de coger un coche es que siempre puedes pedirle al conductor que no corra, y suelen hacer caso. Nosotros tuvimos que sugerírselo cuando llegamos a la zona de curvas al salir de Chachas y vimos que iba rápido y adelantando con línea continua, pero nos hizo caso y el resto del camino fue más tranquilo.
En Pedro Ruiz cogimos un motocarro hasta Cuispes (S/15) y finalmente llegamos a la Posada, después de un día muuuuy largo. Esa noche aprovechamos para preparar las mochilas y pagar a Jarvik, pues a la mañana siguiente nos tocaba ir hasta Tarapoto para coger nuestro vuelo de vuelta a Lima.