Tocaba despedirse de Pensacola y de nuestra familia….. Un momento triste dentro de este viaje.
Sin embargo, comenzaba la parte más emocionante del viaje. Conducir y conducir, por una de las zonas menos frecuentadas por los turistas extranjeros, empapándonos de la cultura sureña.
Ultimo desayuno con la vista de la bahía acompañándonos y a recoger todas las cosas.
El destino era Nashville, unas 8 horas de coche. Fue el viaje de un dia en coche mas largo, pero al menos era tras 4 dias de relax, de haber tenido que hacerlo en los últimos días de viaje la cosa hubiera sido mucho mas dura.
Mientras desayunábamos, nos regalaron una nevera de corcho para llevar en el maletero del coche, con hielo, para mantener algo de fruta y unos refrescos bien frios, cosa que siempre se agradece. Estas neveras pueden comprarse en cualquier Wallmart o similar por unos pocos dollares. En este caso, salió gratis, pero como regalo, llevaba una inscripción de nuestros familiares. “Viva España”
Tras las clásicas despedidas, a la carretera.
GPS con dirección del hotel en Nashville, 7:40 horas……… la madre que nos…….. Salvo un primer tramo por la 29, el viaje es seguir la I65 E dirección norte.
Al poco de salir de Pensacola paramos a llenar el deposito de gasolina del Impala. 1,89$/galon.
Mientras rodábamos por la 29 comenzamos a ver campos de algodón, así que pusimos a la Creedence Clearwater Revival en la radio, y al ritmo de “Cotton Fields” comenzamos a devorar millas.
Conducir por las interestatales es bastante aburrido, pasan lejos de los pueblos y salvo por las muchas zonas de obras, resultaba terriblemente monótono. Control de velocidad, cero curvas y un coche silencioso.
Llevabamos unas 3 horas de viaje, recordando anécdotas y conversaciones de nuestra estancia en Pensacola mientras en la radio del coche sonaba “Life is a highway”, bastante adecuada para ese momento.
Era sobre la 1 de la tarde y vimos una señal que indicaba un área de descanso, mas o menos hay una cada 100 millas, así que decidimos parar a comer algo, estirar las piernas e ir al baño.
Las áreas de descanso son comodísimas, sitio de sobra para aparcar, zonas verdes muy cuidadas y un edificio con baños y maquinas de vending.
Al aparcar el coche vimos una pequeña joya aparcada a nuestro lado, un precioso Ford Galaxy de 1964. Un precioso clásico americano. Ambos nos quedamos boquiabiertos con el sonido de ese motor cuando arranco para irse.
Sentados en un banco con mesa, sacamos unos sándwiches de pavo (sobras del pavo de Thanksgiving) y una botella de 2 litros de Mountain dew. No podíamos hacer un almuerzo mas sureño, la verdad.
Volvimos al coche y a ritmo de Keith Urban nos encaminábamos hacia Nashville, Music city y cuna del country.
Poco se puede contar de tantas horas en coche. Por lo general poco trafico, algo mas al acercarnos a alguna ciudad grande como Birmingham (Alabama)
Como íbamos en dirección norte, el paisaje cada vez se volvía mas verde y boscoso, nos recordaba un poco a nuestra lejana Asturias.
Cuando nos quedaban una hora y media para llegar, según nuestro GPS, comenzó a anochecer y a llover, por lo que paramos en una gasolinera a llenar de nuevo el deposito, aún quedaba combustible de sobra, pero mejor llevarlo lleno, y además aprovechábamos para estirar las piernas. Unos 20$ por llenar ¾ de deposito.
A la entrada de Nashville nos encontramos un tramo muy largo de obras, lo que obligaba a reducir la velocidad. Esto unido a la mayor densidad de trafico, la falta de luz, la lluvia y el cansancio, provocó que la ultima hora de trayecto se me hiciese especialmente dura, supongo que por la tensión del viaje.
Finalmente a eso de las 7 de la tarde llegábamos al hotel. El knights inn situado cerca del estadio de NFL, Nissan Stadium. La ventaja de este hotel es su situación, junto a una autopista, a 5 minutos del centro, con un gran parking incluido en el precio de la habitación, y a 10 minutos a pie del estadio, que era nuestro destino del día siguiente. El precio creo que fueron unos 160$ por las dos noches, con desayuno incluido.
La foto es del día siguiente. Nuestra habitación era una de las de la planta baja.
Tras tanto coche, nos dimos una ducha para relajar, comimos algo de lo que llevábamos en la nevera y nos metimos en la cama a ver el final de un partido de fútbol americano universitario. Tantas millas y con un tiempo lluvioso y frió fuera, no invitaba a salir mucho.
Había sido un día de tramite.