Nos despedimos de nuestros anfitriones para irnos al valle de Logarska Dolina, haciendo una parada en el Lago Bohinj, que estaba precioso con la niebla levantando. Pero antes de llegar a Bled nos llamaron preguntándonos que si nos habíamos llevado la llave. Efectivamente, la tenía yo en el bolsillo. Pensaba que se la había dado pero nos pusimos a hablar y se me olvidó. Total, que volvimos para atrás, a Bohinjska Bistrica, para dejar las llaves en un local donde ellos irían a recogerlas. Vaya cabeza la mía.

Después de eso ya sí que nos fuimos a Logarska Dolina. Tardamos unas dos horas y media, por el Pavlič Pass, un paso de montaña que pasa por Austria con curvas y más curvas, que se nos hizo un poco pesado.

Paramos primero en Solčava para comprar algo de comer y después fuimos a Logarska Dolina. Es uno de los tres valles de la zona de Solčavsko, los otros dos son Robanov kot y Matkov kot.
Dejo aquí un mapa de la zona:

Logarska Dolina es un precioso valle glaciar a los pies de los Alpes. La entrada al valle cuesta 7 euros por coche, aunque también se puede recorrer andando. Nosotros fuimos en coche hasta el aparcamiento que hay antes de llegar a la cascada Rinka. Desde el aparcamiento la cascada está a unos 15 minutos andando. Con 90 metros de altura, es la segunda cascada más alta de Eslovenia. No llevaba mucha agua, pero la suficiente para resultar muy bonita. Subimos al bar mirador que hay junto a la cascada y luego bajamos y nos sentamos a comer allí mismo.


Después de comer subimos al refugio Okrešlju. La subida es dura, porque el camino es muy irregular. Al principio hay escaleras, hasta llegar al puente que hay en lo alto de la cascada. Desde aquí las vistas de las montañas son espectaculares. A partir de aquí no hay un camino definido y prácticamente hay que trepar por las piedras. Llegando al refugio vuelve a haber un sendero. Justo antes de llegar hay un claro a la derecha con unas vistas fantásticas, lástima que les daba el sol y no pude sacar buenas fotos.



Una vez arriba descansamos tomando una cervecita antes de emprender la bajada. Yo recomiendo subir al menos hasta el puente sobre la cascada, es la parte menos dura y las vistas allí lo merecen.


Volvimos al coche y dejamos el valle, no sin antes pararnos junto a la iglesia que hay a la entrada, donde había unas vacas lanudas con unos terneritos que parecían peluches. Eran tan achuchables...
Desde este punto también hay unas vistas preciosas del valle.



Nos fuimos a nuestro alojamiento, el Planinski dom Majerhold. Es una antigua granja que han acondicionado con cabañas para acoger huéspedes. Nos recibió Katja, la hija de la dueña, que nos indicó cuál era nuestra cabaña y dónde aparcar. Después nos dijo lo que tenía para cenar, nos dio dos opciones para elegir y nos preguntó la hora a la que queríamos cenar. Era como ir a casa de alguien y que te diga lo que tiene pensado hacer de comer. Puedes pedir otras cosas simples, como ensaladas, pasta o tortilla, pero de “especialidades” tenían sopa de setas, strukldi (rollitos) y pleska, que eran como unas hamburguesas muy jugosas.
Dejamos las cosas en la habitación y nos fuimos al precioso jardín común que tiene el alojamiento, con vistas a las montañas, donde vimos caer el sol mientras nos tomábamos una cerveza. Cenamos a la hora indicada y nos fuimos a descansar.

