ITINERARIO DE LA JORNADA.
Fuerte de San Bautista y Miradores del Monte Brasil en Angra do Heroismo. Mirador emblemático de la Serra do Cume. Comida en Altares (restaurante la Caneta). Ruta senderista Pasagem das Bestas. Praia da Vitoria con el Miradouro do Facho. Miradores por el camino hasta llegar a Angra do Heroismo. Atardecer en el Mirador del Alto de la Memoria. Cena y alojamiento en Angra do Hroismo.
Perfil del recorrido en Google Maps, unos 100 kilómetros y dos horas en el coche en total. Parece un poco lioso, pero luego no lo es tanto y necesitábamos hacerlo en ese orden para que nos diese tiempo a todo lo que teníamos previsto.
Como ya he comentado en el relato de la etapa de Angra do Heroismo, lo primero que hicimos durante nuestra última jornada de visitas en Terceira fue dirigirnos al Monte do Brasil, donde visitamos los miradores y el Fuerte de San Bautista. Después emprendimos camino hacia uno de los miradores considerados como emblemáticos de esta isla, el Miradouro da Serra do Cume.
MIRADOURO DA SERRA DO CUME.
Pese a ser uno de los miradores más visitados de la isla, apenas nos cruzamos con un par de vehículos por el camino; claro que en vez de tomar la autovía decidimos adentrarnos por carreteras secundarias de la zona sur. Esto tampoco tendría que haber supuesto ninguna complicación mayor de no ser porque la pista de acceso desde Vila de Sao Sebastio estaba cortada, lo que nos obligó a recorrer toda la EN3-2A para llegar por el norte, desde la EN2-1A. En fin, una media hora más de recorrido en coche.
Hay buena zona de aparcamiento en este mirador, que tiene dos lados, y un balcón colgado para observar perfectamente uno de los más amplios panoramas que se pueden obtener de Terceira, en los altos de la Serra do Cume, con los restos de un cráter de casi 550 metros de altitud sobre el nivel del mar.
Desde el balcón colgante, se aprecia un paisaje que abarca buena parte de la zona sur este de la isla, mirando hacia la costa, mientras que dirigiendo la vista hacia la derecha, nos encontramos con el interior de Terceira y su paisaje de color verde intenso, tan característico de los prados, que se dividen en parcelas cerradas con pequeños muros de basalto que recuerdan a una colcha de pachtwork. Y también aparece ante nuestra vista la enorme Caldera de Guilherme Moniz.
Por el otro lado, pudimos ver la zona noreste de la isla, con la bahía de Praia da Victoria y la propia ciudad en lontananza.
Muy recomendable visitar este mirador (uno de los imprescindibles),aunque, eso sí, cuidado con el viento, que, al menos aquella mañana, soplaba con una fuerza extrema y eso que el día estaba muy tranquilito en el resto de la isla. Seguramente era por la altitud y la planicie alrededor.
Dejamos el ventoso miradouro y, cruzando la isla, fuimos hasta la población de Altares, ya que nos habían recomendado un restaurante allí (Caneta) para degustar los famosos entrecots de Azores. Creo recordar que era sábado, día en que los lugareños salían a comer fuera, en familia. Tuvimos suerte (fuimos pronto) y encontramos mesa libre. Al principio, como estábamos casi solos, nos atendieron con mucha celeridad y la comida estaba muy rica: la carne nos gustó mucho y el punto nos lo dejaron perfecto. Las complicaciones comenzaron cuando empezaron a llegar los comensales de las numerosas mesas reservadas, que llenaron el local en un abrir y cerrar de ojos. Al cabo de varios días de estar en Azores ya sabíamos que la rapidez no es una de las cualidades de los camareros en los restaurantes, pero no habíamos tenido demasiados problemas. Sin embargo, aquí la lentitud y la parsimonia se volvieron insufribles, sobre todo porque solo nos faltaba tomar el postre y el café, lo cual resultó misión imposible. Como casi también lo fue que nos trajeran la cuenta, sin el postre y el café, claro, sino aún seguiríamos allí. Una lástima, porque se empañó un almuerzo casi perfecto
Al fin, pudimos abandonar el restaurante y dimos una vuelta rápida por el pueblo, que tampoco es muy grande y ya conocíamos de la tarde anterior. No podíamos entretenernos demasiado porque nos aguardaba la ruta de senderismo de la jornada.
PASSAGEM DAS BESTAS.
Esta caminata circular, bastante corta, se realiza íntegramente en el geositio y área protegida de de la Caldeira de Guiherme Moniz. Consta de cuatro kilómetros y se tarda en completar unas dos horas y media debido a que hay muchas subidas y bajadas y el camino no cunde tanto como puede parecer en un primer momento. Seguramente ésa es la razón de que esté calificado como "moderado".
Carretera que conduce al comienzo de la ruta.
El aparcamiento desde el que parte la ruta está indicado en Google Mapas y el track también se puede obtener de las páginas de turismo de Azores e incluso en wikilock.
Según pudimos leer en la página web de senderos de las Azores, íbamos a contemplar de nuevo matorrales macaronésicos y las turberas que recargan los acuíferos de un complejo volcánico de casi 23 mil años. Ahí es nada.
Después de tomar un sendero que sale del aparcamiento, llegamos a una bifurcación que supone la ruta circular. En este caso, teníamos que ir por la izquierda. Además de la densa vegetación, enseguida nos encontramos con profundas marcas en los antiguos campos de lava del paso de miles de carros de bueyes que surcaron estos lugares en tiempos no demasiado remotos en busca de la leña de la Caldera.
Siguiendo un curso de agua, descendimos hasta un sendero paralelo a una tubería que abastece una serie de pequeñas centrales eléctricas en torno a Angra do Heroismo. Esto recordaba a Madeira.
En esta zona, empezamos a ver las llamativas criptomerias, muchas con sus troncos curvados. Aunque ya las conocíamos del día anterior, no dejaban de resultar muy atractivas para la fotografía.
Entre la vegetación, llegamos a un mirador y, después, pasamos por un prado, desde el que pudimos apreciar la mayor caldera de las Azores, formado al colapsar el Volcán de los Cinco Picos, con un diámetro de siete kilómetros.
Tras recorrer el prado, alcanzamos una nueva zona de criptomerias, cada vez más intrincada y espectacular, con musgo cubriendo las rocas que cerraban el sendero.
Recorrimos más tarde nuevos miradores, tomando ya un sendero que descendía por el barranco y que ofrecía vistas espectaculares hacia la Caldera de Guilherme Moniz, al tiempo que nos dejaba ver nueva vegetación endémica como brezos y cedros.
Y, al fin, llegamos a la bifurcación y fuimos hasta el parking. Otro sendero muy agradecido, sobre todo porque, aunque puede resultar algo cansado (no mucho) por las pendientes, no requiere demasiado tiempo, con lo cual se pueden aprovechar mejor las jornadas en Terceira.
PRAIA DA VITORIA.
En nuestro camino hacia Angra do Heroismo, en esta ocasión decidimos seguir la carretera de norte a sur, desde Praia da Victoria, que apenas dista de la capital unos veinte kilómetros. Con algo más de 6.000 habitantes censados en la actualidad, se trata de una de las poblaciones más modernas de las islas Azores, pese a que fue fundada en 1456 con el nombre de Vila de Praia. Su nombre actual lo recibió en 1837, de parte de la Reina María II, agradecida por el posicionamiento de la ciudad en favor de los liberales durante la batalla que tuvo lugar en sus aguas en 1829.
Praia fue la capital de la isla hasta 1476, en que pasó a serlo Angra. Esta ciudad fue muy castigada por varios terremotos, el último en 1980. Tiene un puerto deportivo bastante grande, alberga varios hoteles y tiene turismo de playa, si bien ha ido creciendo tanto que se ha reducido bastante la superficie de la arena.
Por lo demás, su centro histórico nos pareció muy agradable para pasear y tiene varios edificios históricos muy interesantes, si bien varios de ellos tuvieron que ser reconstruidos como consecuencia de los terremotos. Es el caso de la Iglesia Matriz de Santa Cruz, fundada en el siglo XV.
También merece la pena ver el Ayuntamiento, fundado en 1591, pero reconstruido también después a causa de los terremotos. En esta ciudad también se pueden contemplar varios "imperios", con fachadas muy llamativas.
Y, claro, tampoco nos fuimos sin asomarnos al Miradouro do Facho, que ofrece impresionantes vistas de la ciudad y su bahía. Se puede subir andando, por unas escaleras largas y empinadas, pero no hay nada que impida llevar el coche hasta su amplio aparcamiento. Y eso hicimos, que el día había sido muy largo e intenso. Además, menudas nubes amenazadoras aparecían al fondo… Sin embargo, luego ni una gota.
Ya de regreso hacia Angra do Heroismo, fuimos recorriendo la costa este, pasando por varios pueblecitos como Porto Martins, Porto Judeu, Feteira... Desde esta zona, contemplamos los Ilheus das Cabras.
Al llegar a Angra por esta carretera vimos en una rotonda una escultura dedicada a las "touradas", una de las fiestas más populares de la isla, que se anuncia por todas partes, si bien no me he referido a ello antes porque no somos aficionados a los espectáculos taurinos.
Y aquí termina el relato de nuestro viaje a las islas de Sao Miguel y Terceira puesto que al día siguiente regresábamos a España sin que pudiéramos aprovechar ni un minuto para hacer turismo. Devolvimos el coche en el aeropuerto y salimos hacia Lisboa a las 11 de la mañana, donde cogimos otro avión con destino a Madrid. Vuelos sin retrasos con TAP, escala corta y a las seis de la tarde en casa. En ese momento solo quedaba decir: ¡hasta pronto Azores!. Porque volver, sí que nos gustaría volver para visitar el resto de sus islas o, al menos, algunas de ellas.