Llegó el día del viaje, el 29 de agosto. El vuelo salía de Madrid Barajas a las 9:25. Transcurrió con relativa normalidad, esto es, dormir poco más bien y pasar el rato entre películas, series y observando la ruta de vuelo en la pantalla individual del asiento. La comida a bordo bastante regularcilla para mi gusto.
Tras la realización de los trámites correspondientes en el aeropuerto de Doha, acabé pasando más de 7 horas tumbado en una butaca de la sala de descanso familiar, dado que no había reservado hotel (pensaba que al ser tantas horas de escala lo mismo me mandaban a algún hotel) y tampoco me había interesado hacer un tour por Doha en pleno verano.
El siguiente vuelo salía cerca de las 3 de la madrugada y se me hizo eterno. Algo dormí, pero cuando pensaba que lo mismo eran ya cerca de las 8 de la mañana resulta que eran sobre las 5. La comida fue similar a la del vuelo anterior y no me sentó muy bien. Llegamos sobre las 11 de la mañana y tras realizar los trámites correspondientes y recoger el equipaje, fui a cambiar dinero a la oficina de Thomas Cook. El cambio fue el mejor de todo el viaje, sobre 16 NAD por euro. También compré una tarjeta de móvil con 3 GB de datos.
Cuando acabé con estos trámites fui a buscar al conductor que me tenía que llevar hasta el hotel Am Weinberg Boutique. Había contratado el traslado directamente con el hotel que me salía casi la mitad de barato que con la agencia de viajes. No recuerdo el precio, pero creo que fue entre 400 NAD y 450 NAD (más bien el segundo precio). El tiempo para llegar al hotel fue de aproximadamente unos 45 minutos.
Como ya sabía cuando hice la reserva, el hotel no se encuentra en el centro de Windhoek, sino en un barrio residencial que se llama Klein Windhoek que se encuentra a las afueras. El hotel era un edificio de 2 plantas en torno a un patio descubierto y era como de decoración colonial.
Como no podía entrar en la habitación hasta las 14:00, me entretuve un rato viendo las zonas comunes del hotel, que es básicamente el salón biblioteca, muy agradable y con una bonita decoración.
Aproveché también para ir al restaurante del hotel, al lado del salón. La carta es bastante corta. Pedí un plato de lomo de venado con remolacha y puré de patatas.
Después de comer pude entrar a la habitación, fantástica. Bastante grande, con vista al patio (muy luminosa), TV plana, escritorio, sillón, cama king size (que resultó ser muy cómoda), el suelo de madera y algunos pequeños cuadros con imágenes del país. El cuarto de baño era igualmente muy espacioso, con una ducha acristalada al nivel del suelo (al estar cerrada no se salía el agua), buenas toallas, pañuelos de papel, champú, gel, etc… No recuerdo si había zapatillas y albornoz.
Con la cama que tenía y el cansancio acumulado de las 9 horas en Doha y el vuelo de 8 horas hasta Windhoek, no pude resistirme a echarme una siesta, con lo que el propósito de visitar algo del centro de la ciudad (que no parecía que tuviese mucho según la guía de viaje) quedó en un propósito.
Cuando me desperté, no faltaba mucho para hacerse de noche, así que subí al Sky Lounge, en la terraza del hotel, para ver las vistas panorámicas. Lo que se ve es como dije una zona residencial entre colinas y cierta cantidad de vegetación, comparado con lo que se suele ver en buena parte del país.
Ya que estaba, no desperdicié la ocasión de tomar algo para cenar. La carta es la misma o similar que la del restaurante. Me decidí por una ensaladilla rusa y por un crumble de manzana. En muchas mesas vi que la gente estaba tapada con mantas, lo que me pareció en un primer momento algo exagerado. Según se fue yendo el sol me empezó a dar frío (iba con pantalón corto) y no me demoré demasiado en cenar. Así que en Windhoek en el mes de agosto es posible que durante el día haga calor, pero al anochecer hace bastante fresco. Es la estación de invierno.
Esa noche me entretuve leyendo un poco y se acabó. Me fui a dormir pronto. Al día siguiente comenzaba el viaje en grupo.