GRUYÈRES
Empezamos en Gruyères, a unos 60 km del apartamento, muy temprano. Apenas han llegado visitantes y los locales empiezan a abrir sus negocios y a montar las mesas de los restaurantes.
En este pueblo medieval no está permitido el acceso con cohe, por lo que lo dejamos en el aparcamiento cercano. Con 9 grados empezamos el paseo por este encantador lugar, desde cuya entrada accedemos a la calle principal, con casas de los siglos XV y XVI. Desde la muralla se ve el macizo rocoso de Le Molèson.
Al llegar al final de la calle, en la Capilla del Calvario podemos ir a la derecha por la Rue d’Eglise a la iglesia de Saint Théodule y su cementerio, o a la izquierda por Rue du Château hasta el Castillo, pasando antes por el museo Allien, el Château de S. Germain donde se expone la obra del suizo HR Giger. Bajo la bóveda de huesos del HR Giger bar nos tomamos un chocolate calentito antes de seguir.
El Château de Gruyères data del siglo XI; no llegamos a visitarlo, pero sí entramos en su patio interior. Hay un paseíto circular alrededor del castillo de unos 500 metros que nos descubre de nuevo Le Moléson y la iglesia y el cementerio a los que luego bajaremos.
Más información sobre Gruyères: La Gruyere
LA RIVIERA SUIZA: EL ESTE DEL LAGO LEMAN, AL OESTE DE SUIZA
Desde Gruyères nos espera el famoso Chàteau de Chilllon, a unos 45 km., en la orilla este del Lac Lèman; también conocido como Lago de Ginebra, es el más grande de los Alpes. Casi toda la orilla sur pertenece a territorio francés, aunque su mayor parte es suiza. El de Chillon es un castillo medieval, construido sobre una especie de isla, con gruesas murallas y torreones en semicírculo.
Tras hacer varias fotos, incluyendo las cumbres heladas de los Alpes (creemos que son los franceses de Dents du Midi), cogemos un barco que hace una ruta con paradas en Montreux y Vevey, los dos centros turísticos más famosos de la Riviera suiza.
Montreux es la joya de la zona y su fama se debe a los artistas, escritores y músicos que la frecuentaban; sin embargo, no nos llamaba la atención como para bajarnos.
Hacemos la parada solo en Vevey, para pasear por sus tranquilas orillas.
Desde el lago podemos ver la otra cara del castillo.
FRIBURGO
Esta ciudad suiza suele compararse con la alemana de Friburgo de Brisgovia, en la Selva Negra, y se comenta que carece de su belleza. Pero sus calles con pendientes, sus casas góticas bien conservadas y sus fuentes hacen de ella, según leímos, una de las ciudades más atractivas del país. Nos decidimos a comprobarlo por nosotros mismos.
Aparcamos en el centro comercial Freiburg Centre, enfrente de la estación. Bajamos por la Rue de Romont hasta la Rue de Laussane, pasando por la Plaza de G. Phyton; si la cruzas llegas al parque desde el que se coge el funicular (estación Fribourg St. Pierre) hasta la Neuveville (estación Fribourg Neuveville-Motta). Otra forma de bajar es por la Rue des Alpes, por cuestas y escaleras.
Siguiendo la Rue de Laussane hasta la Plaza de Nova-Friburgo hay un mirador elevado desde el que se ve la Maison de Ville y el Hôtel de Ville, de frente, y la Basílica de Notre Dame, además de la torre de la Catedral de San Nicolás.
Caminamos hacia ellas. Seguimos bajando por la Grand Rue Stalden, hasta la Fuente del Samaritano y la Plaza Petit St. Jean. Desde allí nos acercamos al Pont de Berne sobre el río Sarine, desde el que se ve el Ponte Sarine y la Puerta de Berna. Disfrutamos de las vistas de la ciudad desde el río.
Retrocedemos y cruzamos ahora por el Ponte de Milleu hasta la iglesia de Saint-Jean, para volver a subir ahora por las empinadas calles de la ciudad.
Aquí tienes la página de turismo de Friburgo: Fribourg Tourisme
Nos vemos en la siguiente etapa en Francia, para conocer el mundo helado del Montblanc