SPLIT. 1a parte ✏️ Diarios de Viajes de Croacia

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La ciudad de Split es una de las más turísticas de Croacia. Es la ciudad más grande de Dalmacia y la segunda ciudad del país en cuanto a población. Tiene algo menos de 200.000 habitantes, de los que la mayoría son croatas.

Lo más llamativo de la ciudad y lo que le ha dado fama mundial es el Palacio de Diocleciano. Split es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

Llegamos a la ciudad casi a la hora de cenar. A primera vista no es muy bonita pero eso es porque no estamos en el núcleo antiguo.

Nuestro alojamiento, el Hotel Corner, está bien situado. Tiene una habitación bastante espaciosa y permite ir andando hasta los puntos de interés en un corto paseo.

Para hablar de Split debemos conocer un poco más a su personaje más ilustre.

Diocleciano nació en Salona, ciudad cercana a Split, en el 244. Entonces se llamaba Diocles Valerio. Su familia era de un bajo status social; su padre quizás fue escriba o liberto del senador Anulino. Hay historiadores que dicen que el propio Diocleciano también fue un liberto.


Ingresó en el ejército, donde tuvo una carrera meteórica. Seguramente llegó a comandante.

El emperador Caro murió en campaña contra los persas. El poder pasó a manos de sus hijos Numeriano y Carino. Éste último correió a Roma; Numeriano permaneció al mando del ejército en la parte oriental del Imperio. Todo iba bien hasta que se informó de una inflamación ocular que padecía y terminó siendo encontrado muerto en el carro en el que viajaba.

Los generales y tribunos del fallecido se reunieron para determinar quién debía sucederle y escogieron a Diocles. Él aceptó. Es más, alegó que el prefecto del pretorio, Arrio Aper, había matado a Numeriano y le asesinó allí mismo con su espada.

El nuevo Augusto cambió su nombre por el que de Cayo Aurelio Valerio Diocleciano, que sonaba más latino.

Fue nombrado cónsul conjuntamente con Lucio Cesonio Baso. Pero eso significaba que rechazaba el gobierno de Carino. Dicoleciano hizo acuñar moneda con su efigie, se declaró emperador y prometió la libertad a sus súbditos. Estaba claro que a Carino eso no le iba a gustar nada. Ambos se enfrentaron y Carino resultó derrotado. Tuvo que jurar lealtad a Diocleciano.

En aquel tiempo el Imperio era muy inestable. Los emperadores eran asesinados y en las provincias había muchos conflictos. Una sola persona no podía controlarlo todo. Es por eso por lo que en el 285 Diocleciano decidió ascender a su amigo, el oficial Maximiano, como césar. Había desde entonces dos coemperadores.

No era la primera vez en Roma que se había visto un gobierno dual. César Augusto había compartido el poder y lo mismo había pasado a partir de Marco Aurelio. Caro y sus hijos habían gobernado conjuntamente.

El problema de Diocleciano era que tenía una hija, Valeria, pero no hijos varones. Para garantizar la lealtad del coemperador lo mejor era que fuera de la familia. Es por eso que algunos historiadores han sugerido que pudo adoptar a Maximiano.


En el 287 Diocleciano asumió el titulo de Iovius, que le vinculaba a Júpiter (rol de planificación y mando) y Maximiano el de Herculius, vinculado a Hércules (un héroe subordinado al dios). Pese a todo, no se les consideraba dioses sino los representantes de los dioses en la tierra.

Diocleciano transfirió el mando de la guerra contra Carausio de Maximiano a Flavio Constancio. Constancio era el gobernador de Dalmacia y un hombre de gran experiencia militar, prefecto del pretorio de Maximiano en la Galia y marido de la hija de Maximiano, Teodora. El 1 de marzo de 293, en Milán, Maximiano otorgó a Constancio el título de César.

Hizo lo mismo con Galerio, marido de su hija.

Constancio fue asignado a la Galia y Britania y Galerio a Siria, Palestina, Egipto y las fronteras orientales.

Ese sistema de gobierno era una tetrarquía y cada uno de ellos era más o menos soberanos en sus regiones correspondientes. Además, estaban vinculados por lazos de sangre o matrimonio y se aseguraba la sucesión, ya que Galerio y Constancio serían Augustos cuando Dioleciano y Maximiano lo dejaran. Entonces el hijo del Maximiano, llamado Majencio, y de el Constancio, Constantino, se convertirían en césares.

No es momento ahora de hablar de las campañas bélicas de Diocleciano pero sí resulta interesante comentar las persecuciones contra los cristianos.

Se cuenta que después de la campaña de Antioquía los emperadores tomaron parte en un ritual de sacrificio y adivinación. Los arúspices no pudieron leer nada en las entrañas de los animales sacrificados y echaron la culpa a los cristianos. Debía producirse una limpieza de inmediato.

El cristianismo se había visto con mucho recelo desde el principio pero los emperadores, pese a considerar que esa religión era una amenaza para las tradiciones del Imperio, no se habían implicado, emitiendo leyes o edictos contra ellos.


Hacia la década del 250, en los reina dos de Decio y Valeriano, se aprobaron algunas leyes en contra de la práctica del cristianismo. Se obligaba a los cristianos a realizar sacrificios a los dioses paganos y de lo contrario se les condenaría a prisión o muerte.

Cuando Galieno subió al trono en el 260 ordenó por decreto el cese temporal de la persecución.

Diocleciano fue más contundente. Purgó el ejército de cristianos y condenó a los maniqueos a muerte. Sobre el 302 Galerio le presionó (si es que eso hacía falta) para empezar una auténtica persecución contra los cristianos. El emperador consultó con el oráculo de Apolo y pareció entender de su respuesta que le daba su visto bueno.

Se promulgaron hasta cuatro edictos sucesivos y empezó una terrible persecución. No deja de ser paradigmático que el hijo de Constancio, Constantino, firmó en el 313 el Edicto de Milán por el que se aceptaba el cristianismo y se establecía la libertad de religión en el Imperio romano.

Hacia el 303 Diocleciano no estaba en su mejor momento. Celebró con Maximiano el 20º aniversario de su reinado, el 10º aniversario de la tetrarquía y el triunfo de la guerra contra Persia. Pero los romanos no se dirigían a él con la que pensaba que era la deferencia debida.

El 20 de diciembre dejó Roma de un día para otro. Seguramente ya estaba pensando en su retirada.

Marchó a Rávena y de allí al Danubio. Tomó parte en una campaña contra los carpianos, donde enfermó. Surgieron rumores muy claros sobre su muerte. Pero Diocleciano apareció en público, demacrado pero vivo. Estaba cansado y débil, dijo, y abdicó.

Diocleciano decidió retirarse a Dalmacia, a la tierra que le vio nacer. Maximiano, a su vez, se retiró a Campania o Lucania, a alguna villa.

Cerca de Salona, entonces centro administrativo y su ciudad natal, se había mandado construir un palacio.

Licinio llegó a ser Augusto y cuando lo hizo ordenó a Maximiano, que había intentado volver al poder, que se apartase de su camino. Terminó suicidándose (a la fuerza).

Aunque le pidieron a Diocleciano que regresara para poner un poco de orden en el caos que se había generado, él rehusó. Murió en el 311 y se sospecha que, abatido y enfermo, pudo haberse suicidado.

Se dice que la esposa de Diocleciano, Prisca, y su hija tuvieron que dejar el palacio a toda prisa, expulsadas por ser cristianas, y finalmente fueron ejecutadas.


El palacio quedó vacío al cabo de un tiempo. En el siglo VII se refugiaron allí los que huían de los invasores ávaros y eslavos. Construyeron sus casas y negocios dentro del recinto del palacio, abandonando Salona en beneficio de Split. Parece que los más ricos se quedaron en las antiguas dependencias del emperador y los pobres en las torres o en algunas estancias encima de las puertas. Y así sigue hoy en día. El hecho de que nunca haya dejado es estar en uso de algún modo lo ha protegido del expolio y el paso del tiempo.

Y es que el palacio era mucho más que la residencia del emperador. Era un enorme edificio, la mitad del cual se usaba para que estuviera permanentemente una guarnición militar. Así pues, era mitad recinto palaciego y mitad cuartel militar. Las dimensiones eran enormes. Para hacernos una idea solo decir que llegó a albergar hasta a 9.000 personas. Se calcula que su perímetro era de 38.000 metros cuadrados, con una forma semejante a un castrum militar (evocando el pasado del emperador).


Desde 1979 es Patrimonio de la Humanidad.

El palacio era un rectángulo irregular de unos 160 por 190 metros. Había torres en las fachadas al este, oeste y norte. Está completamente amurallado y solo la fachada sur, la que da al mar, no está fortificada.

Cada fachada tenía un portón de acceso. El de la fachada sur, la Porta Aenea, era el más pequeño y seguramente solo se usaba para que el emperador pudiera acceder a los botes o para meter las mercancías que llegaban por mar. La línea de costa estaba mucho más avanzada en aquel tiempo y llegaba hasta el límite del palacio.

El Decumanus unía la puerta oriental (Porta argentea o de Plata) con la occidental (Porta ferrea o de Hierro). Eso hacía que el complejo quedara partido en dos. En la mitad meridional estaban las estancias palaciegas (los apartamentos del emperador, ya fueran públicos o privados, y los edificios religiosos).

Había un patio monumental, el peristilo, que daba el acceso norte a los apartamentos imperiales y hacia el este al mausoleo de Diocleciano. Hacia el oeste se abría a tres templos. Hoy dos de ellos (los de Venus y Cibeles) han desaparecido y el de Júpiter se convirtió en baptisterio.


Al oeste había un templo dedicado a Esculapio.

La mitad meridional (dividida en dos partes por el cardo, la vía que circulaba de norte a sur) seguramente albergaba a los soldados o servidores. También pudo haber almacenes.

El palacio se construyó con piedra caliza de Brac y mármol. También hay partes hechas en ladrillo o columnas de granito egipcio.

El agua se traía desde el río Jadro, cercano a Salona. De hecho, cuando íbamos por la carretera hacia Split, a la altura de Salona, vimos restos del acueducto romano.

En las afueras de la parte amurallada, o incluso dentro, se han instalado tenderetes donde venden souvenirs. Se ve por todos lados la lavanda.

Quieras o no al final acabas en el peristilo, siempre lleno de gente. Y es que desde allí se tiene el acceso a las zonas visitables. El emperador aparecía bajo el arco central del pórtico, sus súbditos se le acercaban y se arrodillaban para besar el borde de su manto de púrpura o se postraban en el suelo frente a él. Con la construcción de la Plaza del Pueblo y el ayuntamiento, esa función de poder se fue hacia allí y esta zona quedó más relegada al culto religioso (con permiso de los bares). Allí también tienen lugar algunas representaciones teatrales.

A un lado nos queda la tienda de Tickets y el museo (el tesoro). Justo enfrente está el antiguo mausoleo de Augusto, hoy catedral, con su campanario. Un poco más allá de la tienda hay una calle estrecha de la que ya hablaré por donde se accede al Baptisterio (Templo de Júpiter). Y enfrente de la zona por la que accedemos hay una escalera que sube y lleva al vestíbulo y otra que baja que conduce a los subterráneos, con una parte musealizada y otra llena de tiendas. Sobre las gradas vemos algunos cojines de color granate. Seguramente son del establecimiento Luxor, situado enfrente de la catedral y que a partir de la noche ofrece música en vivo. Eso no impide que durante el día alguien se ponga en el peristilo a cantar.

Vamos primero a comprar la entrada. Se pueden comprar entradas individuales para cada uno de los espacios o bien Tickets combinados, identificados por colores. Nosotros compramos uno rojo (60 kn- incluye catedral, tesoro, baptisterio y cripta) y uno púrpura (80 kn, a lo anterior se le añade el campanario). El pago es en efectivo y solo en kunas.

Visitamos primero el tesoro, donde vas recorriendo varias pequeñas salas viendo casi siempre relicarios de plata, muchos de san Duje o Domnius y su colega, san Anastasio.

Unas escaleras nos conducen a la catedral, antiguo mausoleo de Diocleciano. El sarcófago del emperador desapareció hace mucho. Se trata de una estructura de planta octogonal con entrada monumental y cúpula piramidal, que con la llegada de los cristianos se acabaría convirtiendo en catedral dedicada a san Domnius, primer obispo de Salona y víctima de las persecuciones de Diocleciano (fue decapitado). Qué ironía.

La catedral fue consagrada como tal en el siglo VII. Fue entonces cuando se retiró el sarcófago que contenía los restos de Diocleciano y se reemplazó por otro con los de san Duye, obispo del siglo III que fue martirizado y muerto en las persecuciones del anterior. De la reforma se encargó el obispo de Split, que nombró, además, al santo patrón de la ciudad.

Se considera que es la catedral católica más antigua del mundo que no ha sufrido grandes remodelaciones a lo largo de su historia. La estructura de la catedral es la misma que tenía es mausoleo. Y eso hace que no tenga grandes dimensiones. Con todo, es preciosa.

Una de las incorporaciones cristianas fue el campanario (al que, como comenté, se puede subir), añadido en los siglos XII y XVI. El coro también fue un añadido del siglo XIII.


Junto al campanario vemos una esfinge de granito negro. Diocleciano mandó traer de Egipto 12 esfinges del tiempo de Tutmosis III (siglo XV a.C.). De ellas, solo quedan 3: ésta (con cabeza), la que hay delante del baptisterio (sin cabeza) y una en un museo. Para Diocleciano representaban el símbolo de la divinidad.

No podemos pasar de largo sin admirar las magníficas puertas de 1214 con paneles tallados que representan escenas del Evangelio. Son magníficas.

La catedral tiene planta octogonal (no muy normal en templos católicos pero debemos recordar su función primigenia). Tiene dos hileras de columnas corintias (la mayoría son originales romanas) y un friso decorado en el que hay dos medallones que representan a Diocleciano y a su esposa Prisca. O eso dicen.

Entrando a la izquierda nos encontramos con el impresionante púlpito hexagonal del siglo XIII, sustentado por delgadas columnas con capiteles tallados. Es de pórfido verde, en su tiempo estaba completamente dorado.

Un poco más allá, también a la izquierda, encontramos la capilla con el altar de san Domnius. Es obra de Bonino de Milán y se realizó en 1427.



Seguidamente encontramos el aún más impresionante altar de san Anastasio, de 1448. Anastasio de Aquilea es el segundo patrón de la ciudad. El altar lo hizo uno de los mayores constructores y escultores de Croacia de su tiempo, Juraj Dalmatinac. Encima vemos la efigie del santo con la piedra que le pusieron al cuello en su martirio. Mucho más impresionante es el relieve central del sarcófago que representa la flagelación de Jesús, donde Juraj Dalmatinac muestra a Cristo roto por su pasión y su dolor.

El altar mayor fue construido entre 1685 y 1689.

Aunque por fuera el edificio es octogonal, en el interior es circular. Tiene cuatro nichos semicirculares y cuatro rectangulares. Por encima de los nichos hay ocho columnas corintias de granito rojo y encima, ocho más pequeñas. En la cornisa vemos relieves de caza con el dios Eros, máscaras y cabezas humanas.
No podemos dejar de ver la cúpula. Se construyó con ladrillos puestos en forma de abanico en la parte inferior y de forma circular en el tercio superior. La cúpula tenía mosaicos (lo mismo que en el vestíbulo).

A continuación vemos la capilla barroca de san Duye o Domnius. Desde 1770 se encuentran las reliquias de San Domnius del altar de Bonin.

La obra más importante en el coro barroco de la catedral son los respaldos de los bancos de madera que, originalmente, estaban delante del altar mayor y fueran tallados en la primera mitad del siglo XIII.

Saliendo de la catedral y yendo hacia un lado encontramos el acceso a la cripta. Tiene el mismo plano que la catedral. Está dedicada a santa Lucía, una de las últimas mártires cristianas (precisamente en las grandes persecuciones de Diocleciano).

Santa Lucía nació en Siracusa (Sicilia) en el seno de una familia noble. Fue educada en la fe cristiana y decidió consagrar su vida a Dios. Por ello hizo un voto de castidad.

Pero su madre, viuda y enferma, la prometió en matrimonio con un joven pagano.

Lucía le pidió a su madre que fuera a rezar a la tumba de Águeda de Catania y que si se curaba la librara de su compromiso y entregara toda su fortuna a los pobres. La madre sanó pero el prometido, enterándose de que era cristiana, la acusó ante el procónsul.

Lucía fue arrestada y se le ordenó que hiciera sacrificios a los dioses. Ella se negó. Pascasio, que así se llamaba el procónsul, mandó a los soldados que la llevaran a un prostíbulo para que la violaran pero por más que intentaron moverla, no pudieron.

Tampoco pudieron doblegarla con aceite y pez hirviendo. Fue decapitada por uno o más golpes de espada.
Tradicionalmente se representa a santa Lucía con sus ojos en una bandeja (por eso es la santa protectora de la vista). Se dice que Pascasio ordenó que le arrancaran los ojos pero, o bien siguió viendo o bien le salieron unos nuevos, más bonitos que los que ya tenía.

En la cripta hay una imagen de la santa sobre un pequeño altar.

En el centro de la estancia hay un pozo con agua donde la gente tira monedas a la vez que piden un deseo (como siempre que hay una fuente, pozo, lago, etc). Se dice que la fuente milagrosa que hay en la cripta devuelve la vista.

La cripta es de roca viva. Puede ser que en época romana fuera una prisión.

Por una estrecha calle, el callejón Déjame pasar (vid. Kotor), llegamos al Baptisterio. Debemos subir por una escalera, al pie de la cual hay una esfinge decapitada (de la que ya hablé). Fue consagrado en el siglo VI pero en época romana era un Templo dedicado a Júpiter (cuya forma puede verse mucho más claramente por detrás). En el interior encontramos una pila bautismal lo suficientemente grande como para bautizar por inmersión. En su frente están representados el rey Zvonimir y otros dignatarios.


En la parte de atrás hay una escultura que parece no estar en consonancia con el entorno. Se trata de un San Juan realizado por Ivan Mestrovic en el siglo XX.

Hay dos sepulcros. Son las tumbas de los obispos Juan (siglo VIII) y Lorenzo (siglo XI).

La puerta de Oro es la más impresionante de todas las del complejo. Está en el lado opuesto al mar y, por tanto, más alejado. Su nombre romano era Porta Septemtrionalis. El emperador Diocleciano la cruzó por primera vez el 1 de junio de 305 cuando llegó para instalarse en su palacio.


Tiene forma rectangular, con doble puerta, y forma parte del sistema de defensa militar (Propugnaculum). La fachada está decorada con nichos en los que se encuentran esculturas de cuatro tetrarcas (Diocleciano, Maximiano, Galerio y Constancio Cloro). Esta puerta, a través de Peristilo y de la calle Cardo, conducía directamente a Salona, la capital de la provincia romana de Dalmacia. Como curiosidad decir que solo la podían utilizar el emperador y su familia.

Saliendo por la puerta y subiendo una escalera nos encontramos con el enorme monumento del obispo Gregorio de Nin, obra del gran escultor croata Ivan Meštrović. Se ha convertido en tradición tocarle los dedos de los pies para volver a Split. Gregorio de Nin (siglo X) se opuso firmemente al Papa y a que las misas fueran en latín ya que, según decía, y con razón, el pueblo no entendía nada. En el año 926 consiguió que los oficios se realizaran en lengua croata. La estatua nos presenta a la figura furibunda, con un dedo alzado, advirtiendo.



En el siglo XVI, por influencia de Venecia, la puerta cambió su nombre a Porta Aurea o Puerta de Oro, que es el que se conserva hasta nuestros días.

El nombre romano de la Puerta de Plata era Porta Orientalis. Por esta puerta, a través del Decumanus, se llegaba al palacio, en dirección este/oeste, hasta llegar a la Puerta de Hierro, hoy en día a la Pjaca, la plaza principal de la ciudad.

La Puerta de Plata fue decorada más modestamente que la Puerta de Oro y desde la Edad Media hasta mediados del siglo pasado estuvo cerrada. En el año 1952, con la demolición de la iglesia barroca Dušica, la puerta fue reconstruida.

A ambos lados se pueden ver los restos de las torres octogonales. Aún queda parte del pavimento original.

El nombre romano de la Puerta de Hierro era Porta Occidentalis. El relieve de Nike, la diosa pagana de la victoria, fue demolido y en su lugar en el siglo V los cristianos grabaron una cruz. En el siglo XI sobre la puerta se construyó la pequeña iglesia de Nuestra Señora del Campanario, originalmente dedicada a San Teodoro, con un maravilloso campanario del románico temprano. En la Edad Media, el espacio que albergaba la Propugnaculum (el espacio interior de la puerta) fue utilizado como palacio de justicia y hasta hace poco ha habido numerosas tiendas pequeñas.

En el campanario hay una pasarela de vigilancia desde la que se puede ver la Plaza del Pueblo. Es muy curioso el reloj renacentista, que tiene 24 números en lugar de los 12. A un lado de la puerta encontramos uno de los palacios más bonitos de Split. Perteneció a la familia noble Cipriani Benedetti. Tiene dos ventanas de seis arcos.

El nombre romano de la Puerta Aenea fue Porta Meridionalis. Se cree que estaba bañada por el mar en tiempos de Diocleciano. Es completamente diferente de las otras tres. Es de un tamaño menor debido a su función; desde los sótanos se accedía directamente al mar.

Además del nombre de "Aenea" (Bronce) se conocía con el de puerta Segura porque permitía huir rápidamente por mar en caso de peligro. Curiosamente esa puerta secundaria hoy ve pasar a un montón de turistas.

Desde el peristilo ya he dicho que se tiene acceso al vestíbulo. Aunque exteriormente tiene forma cuadrada, cuando entras es circular. Constituía la entrada a los salones imperiales. Hoy lo vemos de pared de ladrillos pero en su momento estaba encalada, con nichos con estatuas. Al sureste del Vestíbulo hay un barrio medieval, en el que se encuentra la casa más antigua, del siglo X.

Al otro lado de la plaza, en la antigua iglesia de San Andrés construida en el siglo VII, lugar donde se encontraban los aposentos imperiales, está el Museo Etnográfico. Los aposentos imperiales no se han conservado; solo queda un poco en los sótanos (donde estaban el comedor, la cocina...). Enfrente del Museo hay una excavación. Nos comentan que parecen que hay encontrado restos de unas termas. La verdad es que no lo tengo claro.

Los sótanos del Palacio de Diocleciano, debajo del vestíbulo, representan uno de los complejos antiguos de este tipo mejor conservados en el mundo, por eso fueron incluidos en 1979 en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO. En la época romana, la función de los sótanos era la de elevar los apartamentos imperiales a la planta superior pero era también zona de almacenes del Palacio. Como eran una copia de la estructura de los apartamentos, permite hacerse una idea de cómo pudieron ser.

En la Alta Edad Media una parte se utilizó como zona residencial, mientras que en unas de las habitaciones se han encontrado partes de una prensa para la producción de aceite y de vino que se exhibe en la actualidad. Con la construcción de viviendas dentro del Palacio, los sótanos se convirtieron en una fosa de desechos. Ser el basurero es lo que ha permitido su buen estado de conservación.

A los pasillos subterráneos hoy se puede entrar por la Puerta Aenea, de Riva, o por la escalera del Peristilo y como dije hay una zona musealizada y otra de tiendas.

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