Nos levantamos en parte con pena, por que se acababa el viaje, pero también alegría por que regresábamos a casa.
Nos había gustado mucho Cuba, pero estábamos cansados de tantos días de viaje.
Por suerte, Mayeline nos sorprendió con un gran desayuno, tendríais que haber visto la cara de las niñas cuando vieron en el plato unas patatas fritas





Aprovechamos que hasta las 10:00 no vendría nuestro taxista a buscarnos, para charlar con Mayeline y Boris, la casa lleva el nombre de Doña Natalia, por la abuela de Mayeline, de la que ella tiene un gran recuerdo, por eso le puso ese nombre a su casa.

Llegó la hora de las despedidas, Juan Pablo fue puntual.
Tenía ganas de subir a su coche, a parte del coche clásico descapotable que alquilamos por 1 hora en La Habana, no habíamos tenido ocasión de subir a ningún almendrón, todos los taxis anteriores, eran taxis de los amarillos, que aunque eran amarillos, se podría decir que nos habían tocado de todos los colores (viejos, pequeños, seminuevos, trastos etc..)


Como no, también nos despedimos del Che.

Ahora si de camino al aeropuerto, sentados en un coche clásico, no pudimos tener mejor despedida de Cuba.
Un país, que en un principio no teníamos claro si viajar, pero que ha resultado un gran viaje para las niñas y nosotros, donde hemos visto paisajes, ciudades, monumentos históricos que bien valen una visita, también gente encantadora, sobre todo en las casas, donde realmente cuidan al turista.
Hemos visto también, como debido al bloqueo que sufre Cuba, la gente aún aprovecha hasta el límite de su uso, lo poco que tienen, como en el transporte, ropa, herramientas etc...
Un país en el que nos hemos sentido muy seguros, con de momento muy pocos turistas y por el que brindamos, para que algún día podamos volver.

Cuba nos ha encantado.