"Y tras visitar el oráculo, el cielo se abrió de par en par"
Delfos y Meteora (I)
Disfrutamos de un sencillo, pero suficiente, tempranero desayuno a base de fruta, yogur, pan y café. Y a todo ello le sumamos unas bonitas vistas a la montaña. No se puede pedir más por menos.
Cargamos maletas en el coche y a las 8 ya estábamos en el yacimiento arqueológico de Delfos.
Mira que era temprano, pero el primer intento de estacionamiento junto al museo fue infructuoso. Todo lleno.
Probamos en la misma puerta de acceso del sitio arqueológico, y por suerte cogimos el último sitio, rozando ya la ilegalidad de arcén, jejeje.
Delfos es uno de los sitios arqueológicos más visitados de toda Grecia. Y es lógico, pues está reconocido como Patrimonio Mundial de Humanidad por la Unesco desde el año 1987.
Y como diría aquel mítico anuncio de TV de champú, “porque yo lo valgo”.
Google Maps: goo.gl/maps/kCGsPTQ4AGDdC4bx8
Webs oficiales:
delphi.culture.gr
odysseus.culture.gr/ ...bj_id=3404
Horario de verano: 8-20
Entrada: 12 € (se puede comprar de manera anticipada)
Tiempo aproximado de visita: 4 horas
Recomendaciones: agua, protección solar y gorra
Dificultad: baja
Comentarios:
Enclavado en pleno Monte Parnaso, según la mitología es aquí donde se encontraron las dos águilas enviadas por Zeus para encontrar el ombligo del mundo, del que ya hablaremos.
Considerado como el oráculo más fiable, alcanzó su máximo esplendor entre los siglos VI y IV a. C.
El funcionamiento era sencillo. Tanto gobernantes, nobles y gente poderosa como simples ciudadanos de a pie viajan hasta Delfos para hacer consultas al oráculo.
La pitia, haciendo su función de enlace entre lo divino y lo terrenal, entraba en trance y los sacerdotes de Apolo se encargaban de escribir, en forma de poema, un ambiguo augurio. No podían ser muy concretos, porque en caso de fallo se ganarían la deshonra y perderían la confianza ganada.
Las personas que allí acudían realizaban, en señal de gratitud, valiosos regalos y ofrendas al oráculo, haciendo que su fama traspasara fronteras.
De ahí que se dieran diferentes guerras por su control a partir del siglo V-IV a.C.
A partir del siglo III a.C. hubo corrientes filosóficas que cuestionaron su fiabilidad. Vamos, que querían desmontar el chiringuito. Pero su actividad siguió intacta, como se atestigua con las visitas de Pausanias y nuestro compatriota, y emperador, Adriano.
Con la llegada del emperador Teodosio se acabó el negocio. Abolió el oráculo y todo se fue al garete en el año 394. Tras su abandono, en el siglo VII se formó una aldea sobre las ruinas del antiguo santuario, que tuvo que ser desmantelada a finales del siglo XIX para comenzar los primeros trabajos arqueológicos en la zona.
Puntualmente comenzó nuestro recorrido en del sitio arqueológico, pues en aquellos yacimientos donde existe museo de sitio preferimos dejar a éste para el final. Nos ayuda a comprender mejor lo que acabamos de visitar. Aunque es cuestión de gustos.
Comentar que ambos, yacimiento y museo, están unidos por un camino peatonal paralelo a la carretera, lo que implica que no hay peligro alguno a la hora de desplazarse de un sitio a otro.
Templo de Apolo
Sin duda, el edificio más importante.
Allí se guardaban todas las ofrendas votivas y estatuas, y es donde se llevaban a cabo todos los rituales de culto y predicciones.
La ceremonia de los augurios tenía lugar en el santuario interior, una zona subterránea a la que sólo podían acceder los partir sacerdotes, que eran los encargados de interpretar (a su manera) las palabras pronunciadas por la pitia.
Tesoro de los atenienses.
Situado en un lugar privilegiado de la vía sacra, este importante edificio de estilo dórico realizado con mármol de Paros, cumplía el cometido de albergar los trofeos de las victorias de los atenienses, así como regalos y ofrendas votivas.
Según Pausanias, la construcción de este edificio pudo ser por motivos conmemorativos de la batalla de Maratón (490 a. C.), en la que los atenienses derrotaron al ejército persa comandado por Darío I, dando así por finalizada la Primera Guerra Médica.
A lo largo del recorrido de la vía sacra (camino de entrada hasta llegar al templo de Apolo, donde se sucedían las procesiones de los peregrinos) nos encontramos con monumentales regalos que diferentes pueblos ofrecieron a Delfos, como el Tesoro de los Sifnios, el de los Sikyonianos o el de los Megarianos.
Los sifnios tenían ricas minas de ora y plato, por lo que decidieron erigir este ostentoso edificio en honor a Apolo.
Sólo comentar que ciertos pueblos disfrutaban de un pase “VIP”, que les suponía no tener que esperar su turno para realizar sus consultas, como es el caso de los ciudadanos de Corinto, Naxos, Chios y Tebas, así como algún destacado personaje (como el rey macedonio Filipo II).
El Teatro acogía los concursos musicales y de canto, así como los juegos pitios y otras celebraciones de carácter religioso.
Construido originalmente en el siglo IV a.C., y tras múltiples restauraciones, hoy en día se encuentra un estado de conservación muy pobre.
Estadio
Construido hacia el siglo V a.C., es uno de los mejor conservados del mundo clásico.
Lamentablemente no es accesible, así que hay que conformarse con verlo desde arriba.
Situado en la parte más alta del yacimiento, por encima del Templo de Apolo, albergaba la celebración de las pruebas deportivas de los ya citados juegos píticos.
La pista tiene una longitud total de 177 metros y una anchura de 25,5 metros
El museo alberga multitud de interesantes piezas, como la colección de ofrendas votivas de Daochos, que se encontraban situadas originalmente em el tempo de Apolo.
La visita al yacimiento nos llevó algo menos de 2 horas. Y la del museo, alrededor de 1.
A eso de las 11:15-30 ya estábamos fuera del museo, tras obligada visita a su tienda (cara y con poca oferta, como todas las oficiales) y camino de las siguientes visitas cercanas.
No merece la pena mover el coche, ya que perderéis el sitio. Las siguientes visitas se pueden realizar andando, aunque con precaución.
Fuente Castalia (goo.gl/maps/EvLZABeW5D61eEmS7)
El agua jugaba un importante papel en el culto y funcionamiento del templo y oráculo de Delfos. Es en esta fuente, construida entre los años 600 y 590 a.C., donde los peregrinos, theopropoi, hacían una obligada parada a fin de purificarse antes de acceder al santuario para realizar sus consultas.
También era usada por las pitonisas (pitias) para preparar sus augurios, así como por los sacerdotes y el resto de personal del oráculo.
Rodeada por un bosque de laurel consagrado a Apolo, el agua que la abastecía brotaba entre dos grandes rocas, llamadas Fedríades
No está muy bien conservada, pero merece la pena parar a leer la historia que la precede.
Hay otra fuente del sigo I a.C., que ya fue descrita por Pausanias, pero no encontramos la forma de acceder a ella. Se supone que está a unos 50 metros cuesta arriba en dirección al manantial.
Antiguo gimnasio (goo.gl/maps/sGzLFCiJNQgZCTxd9)
Compuesto por gimnasio, baños y palestra, es un ejemplo clásico de gimnasio griego del siglo IV a. C.
Aunque su primordial uso estaba relacionado con el entrenamiento de deportes de lucha, en el período helenístico se convirtió en un centro para desarrollo intelectual y filosófico, siendo sede de diferentes actividades culturales
Sólo pudimos verlo desde arriba, ya que el recinto está vallado y la puerta de acceso cerrada.
Templo de Atenea Pronaia (goo.gl/maps/pf3GB5wV2ct661vf7)
Destaca su imponente tholos, que está muy bien conservado/restaurado. Actualmente hay trabajos arqueológicos.
Ya era mediodía, hora de partir.
METEORA
Nos quedaban más de tres horas por delante hasta llegar a nuestro siguiente destino, Meteora.
No queríamos demorarnos, pues, como bien sabéis, siempre hay algún monasterio que cierra un determinado día.
El grueso de visitas de Meteora íbamos a realizarlas un jueves, así que el Monasterio de Agia Triada (Santísima Trinidad) estaría cerrado ese día.
Así que, o visitábamos hoy el monasterio, o bien teníamos que esperar al viernes.
Paramos a medio camino a comprar algo en una gasolinera para picar y llegamos a Meteora a eso de las 15:30
No pasamos ni por el hotel, aparcamos en la misma puerta del monasterio y lo visitamos durante 1:15, aproximadamente.
Monasterio de Agia Triada
Google Maps: goo.gl/maps/qkTWuaLr21mgCkWJ9
Web oficial: odysseus.culture.gr/ ...bj_id=5389
Horario de verano: 10-17 (cerrado los jueves)
Entrada: 3 € (precio estándar para todos los monasterios de Meteora. Sólo pagos en efectivo)
Tiempo aproximado de visita: 1,3 horas
Recomendaciones: piernas descansadas, que son muchos escalones para subir, jejeje.
Aunque en este primer monasterio no nos dijeron absolutamente nada (cosa rara), las mujeres han de vestir obligatoriamente falda. Da igual que lleven pantalón vaquero o mallas que cubran las piernas completamente, han de vestir falda que cubra cualquier atisbo de curva femenina. Qué vamos a hacer, son sus normas. Si no llevan pareo o similar que puedan usar como improvisada falda, tendrán que comprar uno en la puerta por 2-3 €.
No resulta de ser paradójico que permitan entrar en minifalda con “los muslos al aire” y no con pantalón largo ancho.
Dificultad: baja
Comentarios:
Primero de los seis grandes monasterios visitables, que no únicos (hablaremos de ello en la próxima etapa).
Nos gustó empezar mucho con éste, pues el acceso no puede ser más espectacular.
Es pequeño, así que se visita rápido.
La iglesia es espectacular, y bien podríamos haber pasado horas y horas contemplando los maravillosos frescos tan divinamente conservados.
Las iglesias ortodoxas y bizantinas han sido, en general, uno de los grandes descubrimientos de este viaje. Acostumbrados a nuestras iglesias católicas con ornamentación y altares barrocos y gran presencia de imaginería variada, choca bastante encontrar estas iglesias donde todo el simbolismo queda reflejado únicamente en sus paredes y techos a través de frescos que relatan la vida de mártires, santos, Jesús y María entre otros. Es como ver la biblia representada ante tus ojos.
El tiempo cambió de repente, y en el horizonte comenzó a aparecer una gigante nube negra que amenazaba con tormenta. Zeus estaba furioso por lo que se veía…y el que avisa no es traidor.
Durante dos noches nos alojamos en uno de los hoteles más bonitos y encantadores de nuestro viaje: Hotel Doupiani House (goo.gl/maps/mBe9dimLZfdZN1We8)
No es barato, unos 90 € la noche en régimen AD, pero el entorno y las vistas desde la terraza no tienen precio.
El hotel no está en Kalambaka, que es la ciudad principal del entorno de Meteora, por así decirlo, sino en Kastraki, un pequeño pueblo o aldea a 2 km de la primera. Os aconsejamos alojaros aquí si buscáis relax y tranquilidad.
Sólo tiene casas y alojamientos rurales-familiares, nada de grandes hoteles, algunos bares, cafeterías y tiendas de barrio.
Seguía la amenaza de lluvia, pero quisimos dar una vuelta por los alrededores, para situarnos un poco.
Merendamos en la cafetería Mikio (goo.gl/maps/csKisFbv6nhGewkN6), pues parecía ser el más local más ambientado. A pesar de tener terraza en la misma puerta, el camarero nos acompañó a la azotea, donde teníamos unas vistas magníficas de las montañas de Meteora. Así daba gusto merendar.
Tomamos un fredo cappuccino y un frapé, si no recordamos mal, que venían con una tacita con fruta en conserva y almíbar cortesía de la casa (las conocidas como “cucharas dulces”). Pedimos una golosina típica, ypovrichio, que traducen al inglés como submarino de vainilla. Consiste en una especie de palote, o masa masticable, que se introduce en un vaso de agua con una cuchara. No era gran cosa, pero sí divertido y curioso.
Y de paso, un pastel de queso con miel local.
Nos llamó mucho la atención la vajilla, y la jarra de agua en concreto, de elaboración artesana y con la forma de las montañas de los alrededores.
Tras dar otra vuelta, comprar algunas cosas y descansar un poco en la habitación, nos duchamos y fuimos a cenar a una taverna familiar que estaba a unos minutos del hotel, frente a un camping: Boufidis Greek Tavern (g.page/boufidisgreektavern)
El trato fue excelente, son muy cercanos y simpáticos. Y la comida, buenísima. Su especialidad son las carnes a la brasa, como anticipaba la gran parrilla-cocina que presidía la terraza.
Comimos bouyiourdi (entrante a base de quesos feta y kasseri, tomate, orégano, aceite de oliva y pimiento), musaka y costillas de cerdo. Bebimos cerveza y vino retsina (vino blanco resinado).
40 € en total, el precio medio para dos personas de todo el viaje.
La dueña nos invitó a raki y brindamos con ella. Yiamas!
Después estuvimos un momento hablando con ella y su marido, que resultaba que había vivido en Creta, nuestra próxima parada, y nos dio algunas recomendaciones.
En cuanto terminamos de cenar comenzó a llover, y ya no paró hasta el día siguiente. Impresionante tormenta la de esa noche, con alerta roja incluso.
Insistimos, impresionantes las vistas de las montañas en plena tormenta desde la terraza del hotel, bien cobijados.
Nos acostamos algo preocupados, pues el día siguiente todo el plan de visitas era al aire libre. Que sea lo que Dios, o más bien Zeus, quiera…