“Y tras la tempestad llegó la calma. Zeus con coja confesados...”
Meteora (II)
Con cierto miedo nos despertamos, a expensas de Zeus y de cómo había ido la noche.
Nos constaba que había diluviado, pero cuál fe nuestra sorpresa al ver que el día había amanecido bastante mejor de lo que esperábamos, con un tímido sol ya asomando entre las montañas.
Así que, aliviados, nos fuimos a desayunar.
El desayuno se sirve normalmente en la terraza, pero por aquello de la lluvia nos quedamos en el salón.
Fue muy bueno y variado, tipo buffet, casero y con mucho producto local (del mismo huerto, lleno de árboles frutales).
Tenían 4-5 platos que elaboraban a diario. Que recordemos, hummus de fava, ensalada con bulgur (tabbule), champiñones aliñados y ensalada de lentejas. El único problema es que estaban demasiado insípidos, les faltaba algo de sal. Pero se agradece encontrar platos de la zona.
Monasterios de Meteora
El orden de visita es totalmente libre, ya que dependerá mucho del día en que se realice y de los medios con que los que cuente cada persona.
Nosotros íbamos en coche, así que los tiempos en los desplazamientos se reducen bastante.
Sólo comentar que el “shock” turístico fue muy grande. Veníamos de zonas del Peloponeso con bastante afluencia de visitas, pero de modo escalonado. Y algunos sitios, incluso con poca gente.
Lo de Meteora es horrible, miles de personas visitando a la vez 5 monasterios (casi siempre hay uno que cierra). Lógicamente, en cada uno de estos monasterios te encuentras a cientos de personas visitándolo al mismo tiempo, sin horas de baja afluencia. Pero es lo que hay, y te terminas acostumbrando.
Sólo hay que hacer unos rápidos cálculos para ver el dineral que sacan en un solo día sólo con entradas.
Algún guía que pasaba por allí se atrevió a decir a su grupo que posiblemente fueran más de 13 millones de euros los que sacaban anualmente sólo en entradas teniendo en cuenta los seis grandes monasterios. Una locura.
Como todos los monasterios son bastante similares, y no queremos ser pesados, sólo comentaremos el orden de visita y algunos básicos. Como hay cierta confusión respecto a los horarios en diferentes webs oficiales y "oficiosas", podemos confirmar que estos son los que aparecen en los carteles de las entradas de los monasterios:
Horarios oficiales
Monasterio de Varlaam
goo.gl/maps/dt6ZAFEmiCFzsSNm8
odysseus.culture.gr/ ...bj_id=5407
9-16 (cerrado los viernes)
Una hora de visita
Monasterio del Gran Meteoro
goo.gl/maps/XiJSEQEJm9unJRp69
odysseus.culture.gr/ ...bj_id=5281
www.meteoromonastery.gr/
9:30-15:00 (cerrado los martes)
Hora y media de visita
El más grande (300 escalones)
Monasterio de San Esteban
goo.gl/maps/3Gbe2asp1YHBsEb5A
odysseus.culture.gr/ ...bj_id=5361
9:00–13:30 & 15:30–17:30 (cerrado los lunes)
50-55 minutos de visita
Este fue uno de los que más nos gustó. Está regentado por monjas, que aunque sean de medio-clausura tienen muchas ganas de tratar con los visitantes. Una de ellas nos acompañó durante bastante rato y nos explicó muchos de los frescos. Un encanto, con un dominio apabullante del inglés
Monasterio de Roussanou
goo.gl/maps/y4kTZECnwHbtTRnn6
odysseus.culture.gr/ ...bj_id=5383
9-16:30 (domingos 10-16:30) [cerrado los miércoles]
35 minutos de visita
Monasterio de San Nicolás
https://goo.gl/maps/iPiSjMvdjPeXkNQy8
odysseus.culture.gr/ ...bj_id=5301
9-17 (abierto todos los días)
45-50 minutos de visita
Es el más pequeño, pero tiene unas geniales vistas (y muchísimos escalones)
La meteorología, contra todo pronóstico, nos respetó casi todo el tiempo. Comenzó a chispear un poco en el último monasterio, y un poco más tarde comenzó a llover.
Nuestro plan era tener la tarde libre para hacer senderismo, pero por momentos se nos truncó.
Para almorzar, sin prisa alguna, cogimos el coche y nos acercamos a Kalambaka.
Comimos en Polyzos (goo.gl/maps/c6gRFeqgprVKb79e9)
Era algo tarde, pero aún había alguna mesa ocupada por locales y algún turista.
Allí tomamos algunos de los mejores vinos del viaje. En concreto, dos rosados de gran calidad. Eso sí, bien cobradas las copas.
Comimos súper bien, comenzando con las típicas hojas de parra cocinadas y rellenas de arroz. Después seguimos con dos primeros platos para enmarcar, noodles (en realidad eran una especie de tallarines) con cordero guisado (era como un codillo de grande) y kleftiko (guiso con cordero, verdura y queso, hecho al horno a fuego lento y servido sobre un papel de horno; o papiro, según ellos).
Muy buena relación calidad precio.
El día “abrió”, y a pesar de la copiosa comida nos animamos a hacer una ruta.
Teníamos en mente visitar un monasterio que se sale del circuito conocido: Ypapanti old monastery (goo.gl/maps/gdqyKPtNhYHBdf8F8)
Los horarios eran muy ambiguos, y mucha gente comentaba que siempre estaba cerrado.
No teníamos mucha idea sobre cómo llegar, así que nos dejamos llevar por Google.
El camino hacia el monasterio empezaba justo en nuestro hotel, así que más fácil imposible.
No sabíamos lo que nos íbamos a encontrar, pues había llovido una barbaridad desde hacía dos días.
Tirando de señal GPS (porque hay muy poca cobertura) nos fuimos acercando.
Nuestro consejo es que NO merece la pena coger el coche. El comienzo del camino es infernal, con una rampa muy empinada de grava suelta y muchos agujeros. Después mejora hasta llegar al final de la ruta, pero entendemos que este camino merece la pena hacerlo a pie.
No es fácil llegar, ya que el camino no está debidamente marcado. Tan sólo ayudan unas señales rojas relacionadas con una ruta en bici.
Afortunadamente llevábamos repelente de insectos en la mochila, porque una nube de mosquitos nos persiguió durante todo el camino. Nuestra enhorabuena al laboratorio de Deliplus, jejeje.
Llegamos al monasterio y, como era previsible, estaba cerrado. Pero al menos subimos y disfrutamos de las vistas (y el reto, claro está).
Como nos va la marcha, vimos una montaña cercana con una gran bandera griega (goo.gl/maps/1gehxbnN8Jk6Xysv6).
Era complicado saber cómo acceder, ya que la vista satélite no ayudaba mucho que digamos.
Casualmente pasó una chica haciendo trail (corriendo por la montaña, vamos), que nos dijo qué camino y bifurcación tomar.
Entre la paz del camino, donde no nos encontramos con nadie más, y las vistas que disfrutamos desde lo alto de la montaña, fue una experiencia fascinante y casi espiritual.
Entre la ida y vuelta al hotel tardamos unas 3 horas, así que se nos hizo un poco de noche.