Nuestro viaje empieza el miércoles 29 de marzo. Fuimos a trabajar hasta las 2 de la tarde y desde allí, directos a El Prat-Josep Tarradellas (aeropuerto de Barcelona). Nuestro vuelo, contratado 3 meses antes con Vueling, salía a las 5:50.
Dejamos el coche aparcado en el parking de Aparca&go. El servicio funcionó correctamente, pero el precio pagado por una estancia de 10 días me pareció elevado. Casi 89 euros. En el parking de larga estancia del propio aeropuerto hubiese costado unos 23 euros menos, pero cuando quisimos reservar ya no había plazas.
Así que, en un futuro para un trayecto similar o dejo el coche en Larga estancia del aeropuerto o contrato transfer privado, porque por la cifra pagada, me ahorro dejar mi coche a la interperie en el parking de Aparca&go y me hubiese costado igual o menos.
De los fallos también se aprende.
El vuelo salió puntualmente y fue un vuelo tranquilo de 3 horas escasas. Aterrizamos en Atenas, cuando allí eran sobre las 9:45 de la noche (hora local).
Para el transfer del aeropuerto al hotel, barajé diferentes opciones (bus, metro y transfer privado). Dada la hora de aterrizaje y que estábamos en marcha desde las 5 de la mañana, porque habíamos trabajado, un par de días antes contraté un transfer con la empresa Welcome Pickups, que algunos usuarios del foro recomendaban en diferentes hilos. Nada más aterrizar, ya recibimos un mensaje de nuestro conductor, diciendo que estaba ya en el aeropuerto. A esas horas llegaban pocos vuelos, así que la recogida de las maletas que habíamos facturado fue muy rápida. Sobre las 10 ya estábamos en el coche y a las 10:30 en el hotel.
El hotel era el Meliá Athens. Como es habitual en la cadena, siempre nos reciben con algunos detalles de bienvenida: en este caso agua, frutas y ... una upgrade de habitación. Nos asignaron una habitación con jacuzzi. Así que, de nuevo, encantadors con Meliá. Somos usuarios habituales de los hoteles de la cadena y tenemos categoría Platinum en el programa de membresía, así que, ese el motivo de que habitualmente nos hagan alguna upgrade.
El hotel está a escasos metros de la Plaza Omonia. Como era un miércoles de semana laborable y aún no había empezado la Semana Santa, en Atenas, no había mucho ambiente. Desde la puerta del hotel se divisaba la imponente silueta iluminada de la Akropolis, así que caminamos en línea recta para acercarnos más a ella.
La calle del hotel, a partir de un determinado punto, se transformó en otra más estrecha en la que abundaban restaurantes y terrazas, abarrotadas de gente joven.
Entramos en uno de los restaurantes y aún tuvimos tiempo de cenar, porque cerraban a las 12.
A las 12 emprendimos el camino de regreso al hotel. La habitación era muy confortable y dormimos como troncos.
Al regreso, he leído en redes sociales que la zona de Omonia no es recomendable para ir de noche, pero nosotros no tuvimos ningún problema y no me sentí insegura en ningún momento.
Al día siguiente, desayunamos en el propio hotel. He de decir que siendo un 4 estrellas, en otros hoteles de la misma categoría y de la misma cadena, el buffet es más surtido, pero en conjunto estaba bastante bien. Y había de todo lo necesario para disfrutar de un buen desayuno.
Ese día tocaba cita con el barco, pero como el embarque no se podía hacer hasta pasadas las 12, teníamos unas horas por delante. Salimos a dar una vuelta y ya la ciudad estaba más viva. Fuimos a Omonia, a hacer prospectiva de como estaba el metro y compramos ya los billetes para ir hasta el puerto del Pireo. Nuestro equipaje eran las 2 maletas grandes, que no iban llenas y una mochila pequeña, que es lo que se podía llevar en el avión como equipaje de mano.
Volvimos a la misma calle de la noche anterior y sin darnos cuenta, llegamos a los pies de la Akropolis. Nos miramos en plan ... entramos? Y dicho y hecho, en cuanto abrieron taquillas, hicimos una pequeña cola y pa dentro. Para mi, siempre es un momento emocionante y con un halo de romanticismo. Simplemente empezar la subida y llegar a los Propileos ya me emociona. La Akropolis me transporta a nuestro viaje de luna de miel, cuando la visitamos por primera vez ... y sin darnos cuenta, han pasado casi 35 años. En estos años, habíamos vuelto un par de veces más, haciendo escala de un día, en otros cruceros y venían nuestros hijos, pero ... los hijos han crecido, (una ya está casada, el otro en la universidad) y ahora ya volvemos a viajar solos.
Así que ... de nuevo, en plan tortolitos
![Muy feliz Muy feliz](/images/smiles/icon_biggrin.gif)
Tras hacer decenas de fotos a los Propileos, el Partenón y el templo de las Cariátides, como si fuese nuestra primera vez allí, emprendimos el regreso al hotel.
Recogimos las maletas y nos fuimos al metro. La línea que pasa por Omonia llevaba poca gente y pasadas dos paradas el metro quedó casi desierto. A Pireo llegamos muy poca gente.
El metro está limpio, pero lleno de grafittis, tanto por dentro como por fuera de los vagones, lo que le da un aspecto de desvencijado. Pero funciona bien.
Al salir de Pireo, se ven las terminales de cruceros, pero están a unos 3 o 4 km. Un taxista, de los que están en la parada de taxis, me ofreció un precio que consideré elevado (15 euros) por ir a la terminal. Cruzamos la acera simplemente y paré otro taxi. El taxista puso el taxímetro y el trayecto hasta el barco costó 4:50. Le redondeamos la propina hasta 5. Así que, aquellos pillos que están en la parada, pretendían cobrarnos más del triple.
Y de pronto ... ahí estaba el barco!!!
(He intentado poner algunas fotos, pero parece que no lo consigo)
![Trist Trist](/images/smiles/icon_sad.gif)