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Amaneció despejado a las 6h30 con solo 4°C en la calle. Hoy es nuestro último día en una ciudad que nos encanta porque nos parece mucho más amigable que la gigantesca Tokio. Quizás porque somos de “provincias” jaja …. Nos dirigiremos hacia el sur, a Hiroshima (con parada inesperada).
Pero antes de continuar, creo que no podemos dejar de hablar de algunos de los lugares en los alrededores de Kioto que sí que visitamos la vez anterior, que no hemos repetido esta vez pero que sí son remarcables. Los más destacados serían el Palacio Imperial de Kioto, el Castillo de Nijō, el templo Dorado (Kinkaku-ji) y el bosque de bambú de Arashiyama.
Pero antes de continuar, creo que no podemos dejar de hablar de algunos de los lugares en los alrededores de Kioto que sí que visitamos la vez anterior, que no hemos repetido esta vez pero que sí son remarcables. Los más destacados serían el Palacio Imperial de Kioto, el Castillo de Nijō, el templo Dorado (Kinkaku-ji) y el bosque de bambú de Arashiyama.
Además sí coincide que pasáis por Kioto el 22 de octubre, apuntad porque no os podéis perder el Jidai Matsuri. Se trata de un festival que se celebra todos los años con un desfile en el que se representan las épocas por las que ha ido atravesando la ciudad. Todos los participantes van engalanados con trajes tradicionales acorde a cada periodo.
Y ya volviendo al aquí y ahora, nos pusimos a dar cuenta de los riquísimos y monísimos donuts que nos habíamos comprado… nos daba pena … hasta que le dimos el primer mordisco … jeje… ¡Pobres Pikachu y Jigglypuff!
Recogimos todas nuestras cosas y de nuevo con las maletas, nos fuimos hasta la estación donde íbamos a coger el Shinkansen hacia Hiroshima. Como los únicos trenes que hacen este trayecto directo son los Nozomi (que no entran en la JRPass), la noche anterior pasamos por una oficina de la Japan Railway para que nos miraran cual era la mejor combinación y ya que nos hiciesen ellos la reserva de los asientos. Resultó que la mejor conexión era coger el Hikari 503 hasta Shin-Kobe y luego desde allí coger el Sakura 553 hasta la propia Hiroshima.
Hicimos tiempo sacando fotos a los trenes que para mí tienen un efecto hipnótico, lo admito. Tomamos un cafecito y unos matcha latte en el Sturbucks que estaba muy a mano y nos compramos unas tazas que aquí en España son las que usan para servir las bebidas que consumes en local y que alguna vez habíamos preguntado sí estaban a la venta. Allí no, pero aquí sí que las venden, así que viajaron a casa con nosotros. Todo nos salió por ¥4290/30€.
Con suma puntualidad salimos hacia Hiroshima. Sin problemas hasta que en el trasbordo de tren en Shin-Kobe, el GPS que utilizo para geolocalizar las fotos, se quedó “solitario y abandonado” en la ventanilla del tren. Es ya un aparato viejito pero que nos ha acompañado desde hace muchos años y me dio pena dejarlo atrás. Confieso que ahora utilizo una app en el móvil que hace la misma función. Pero le dimos dos vueltas a la cabeza y decidimos, que no perdíamos nada, pasando por la oficina de objetos perdidos y comentarles lo que había pasado.
Y es que, si algo tiene este país, que espero que no cambie nunca, es que lo que no es tuyo, se queda dónde está. Y hablamos por experiencia propia. Aquí, dejas algo en una mesa, te vas al baño, y cuando vuelves nadie ha tocado tus pertenencias. La gente lleva los bolsos sin cremalleras de tal manera que incluso puedes ver lo que hay en su interior perfectamente. Que te dejas la mochila en el tren con el ipad, cargadores, etc. (Raquel) pues te lo entregan en cuanto lo localizan en el mismo estado en el que lo dejaste atrás.
Una cámara que se te cae del bolsillo del pantalón y queda en el asiento del tren, ídem (Raquel). Que te dejas la misma cámara de fotos (un par de años después) en el respaldo de una silla en un restaurante y cuando vas a echar mano de ella te llevas las manos a la cabeza… pues vuelves al restaurante y allí está la dueña esperándote para darte la cámara de vuelta (Anna). ¿Necesitáis más ejemplos? Jaja…
Así que, una vez en dicha oficina, les enseñamos una foto del objeto extraviado y tras una llamada nos dijeron que lo habían depositado en la oficina de la estación de Okayama. Para nosotros suponía volver hacia atrás así que valoramos hacerlo o no. Ganó el sí porque el tren nos iba a salir coste ¥0 gracias a la JRPass y podíamos aprovechar para hacer la visita a unos jardines bastante famosos que hay en la ciudad.
Ya sabiendo cual era el planning y aprovechando que en la propia estación había una zona de restauración, nos fuimos a comer el okonomiyaki típico de Hiroshima (¥3860 /26,5€).
Dejamos a buen recaudo en las taquillas de la estación las maletas grandes para no tener que andar cargando con ellas (¥2100 /14,5€).
Y es que, si algo tiene este país, que espero que no cambie nunca, es que lo que no es tuyo, se queda dónde está. Y hablamos por experiencia propia. Aquí, dejas algo en una mesa, te vas al baño, y cuando vuelves nadie ha tocado tus pertenencias. La gente lleva los bolsos sin cremalleras de tal manera que incluso puedes ver lo que hay en su interior perfectamente. Que te dejas la mochila en el tren con el ipad, cargadores, etc. (Raquel) pues te lo entregan en cuanto lo localizan en el mismo estado en el que lo dejaste atrás.
Una cámara que se te cae del bolsillo del pantalón y queda en el asiento del tren, ídem (Raquel). Que te dejas la misma cámara de fotos (un par de años después) en el respaldo de una silla en un restaurante y cuando vas a echar mano de ella te llevas las manos a la cabeza… pues vuelves al restaurante y allí está la dueña esperándote para darte la cámara de vuelta (Anna). ¿Necesitáis más ejemplos? Jaja…
Así que, una vez en dicha oficina, les enseñamos una foto del objeto extraviado y tras una llamada nos dijeron que lo habían depositado en la oficina de la estación de Okayama. Para nosotros suponía volver hacia atrás así que valoramos hacerlo o no. Ganó el sí porque el tren nos iba a salir coste ¥0 gracias a la JRPass y podíamos aprovechar para hacer la visita a unos jardines bastante famosos que hay en la ciudad.
Ya sabiendo cual era el planning y aprovechando que en la propia estación había una zona de restauración, nos fuimos a comer el okonomiyaki típico de Hiroshima (¥3860 /26,5€).
Dejamos a buen recaudo en las taquillas de la estación las maletas grandes para no tener que andar cargando con ellas (¥2100 /14,5€).
Al llegar a la estación de Okayama, lo primero fue recoger a nuestro preciado amigo al que habíamos dejado solo en un país extranjero. Aunque pensándolo bien y sí no estoy equivocado, Holux era una marca japonesa (ha cerrado) así que igual solo volvió a sus orígenes.
No contábamos con mucho tiempo ya que esto había surgido por las circunstancias y buscando información vimos que los jarcines cerraban a las 17h. Así que nos fuimos directos.
Los jardines Korakuen de Okayama se empezaron a construir en 1687 por orden de y Ikeda Tsunamasa y las obras duraron hasta el año 1700. Según parece, el aspecto actual de los mismos apenas ha variado desde entonces.
Tenía como finalidad ser un lugar de entretenimiento para invitados importantes, así como una especie de spa para los daimyōs (señores feudales) pero no restringido a la visita de gente común en determinados días señalados para ello. En 1884, la propiedad se transfirió y pasó a manos de la ciudad.
Los jardines Korakuen de Okayama se empezaron a construir en 1687 por orden de y Ikeda Tsunamasa y las obras duraron hasta el año 1700. Según parece, el aspecto actual de los mismos apenas ha variado desde entonces.
Tenía como finalidad ser un lugar de entretenimiento para invitados importantes, así como una especie de spa para los daimyōs (señores feudales) pero no restringido a la visita de gente común en determinados días señalados para ello. En 1884, la propiedad se transfirió y pasó a manos de la ciudad.
Este lugar ha sufrido graves desperfectos durante su historia más reciente. En 1934 se produjo una importante inundación severa y padeció las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial en 1945 cuando varios bombardeos lo dañaron considerablemente. En todas las ocasiones, su restauración siguió rigurosamente los dibujos y documentos archivados del periodo Edo.
En 1952 este hermoso lugar fue declarado Lugar Especial de Belleza Escénica bajo la Ley de Protección de Bienes Culturales. Es administrado como un bien cultural histórico que se transmitirá a las generaciones futuras.
La entrada a los jardines cuesta ¥410 /2,8€ y te entregan una pequeña guía (en inglés) con el mapa del recinto y los puntos de mayor interés. Si queréis echar un vistazo, podéis descargaros la versión digital aquí.
En 1952 este hermoso lugar fue declarado Lugar Especial de Belleza Escénica bajo la Ley de Protección de Bienes Culturales. Es administrado como un bien cultural histórico que se transmitirá a las generaciones futuras.
La entrada a los jardines cuesta ¥410 /2,8€ y te entregan una pequeña guía (en inglés) con el mapa del recinto y los puntos de mayor interés. Si queréis echar un vistazo, podéis descargaros la versión digital aquí.
Cerca de las17h empezamos a escuchar por megafonía que los jardines cerrarían en breve y que fuésemos acercándonos a la salida. La visita nos resultó muy, muy corta y de hecho la hicimos un poco a la carrera porque éramos conscientes del poco tiempo que teníamos y no queríamos dejarnos nada que fuese interesante sin ver.
Como ya estaba atardeciendo nos pareció buena idea acercarnos al castillo de Okayama reflejado en el río Asahi durante la hora azul y disfrutar de los colores del atardecer ya que se encuentra prácticamente al lado de los jardines. Nos dimos un pequeño paseo por las inmediaciones del recinto, pero obviamente a esas horas no había posibilidad ninguna de visita al interior. Raquel, sin embargo, sí lo había visitado en otro de sus viajes.
Como ya estaba atardeciendo nos pareció buena idea acercarnos al castillo de Okayama reflejado en el río Asahi durante la hora azul y disfrutar de los colores del atardecer ya que se encuentra prácticamente al lado de los jardines. Nos dimos un pequeño paseo por las inmediaciones del recinto, pero obviamente a esas horas no había posibilidad ninguna de visita al interior. Raquel, sin embargo, sí lo había visitado en otro de sus viajes.
De vuelta a la estación para volver a Hiroshima pasamos por el barrio de Nishigawa donde vimos su iluminación navideña por las orillas de uno de los canales que atraviesan la ciudad.
Y para matar el tiempo mientras esperábamos a nuestro tren, me entretuve sacando fotos a los diferentes modelos de trenes que iban pasando por la estación. La foto de la izquierda es de un tren de la antigua serie 700 (utilizado actualmente en el servicio Kodama) y el de la derecha uno de la serie N500. Ya os comentaba que me resulta muy entretenido…
No nos apetecía cenar muy tarde así que compramos algo de picoteo que fuimos comiendo en el trayecto de vuelta (¥754 /5,5€).
No nos apetecía cenar muy tarde así que compramos algo de picoteo que fuimos comiendo en el trayecto de vuelta (¥754 /5,5€).
Recogimos nuestras maletas de las taquillas y nos montamos en uno de los tranvías que recorren la ciudad, en concreto el de la línea 1 que llega hasta el puerto y tiene parada en la estación de Chuden-mae, prácticamente al lado de nuestro alojamiento, el Knot Hotel.
Creo que los tres estamos de acuerdo (no siempre pasa ¡jaja!) en que ha sido el mejor hotel del viaje. Como detalle curioso, contaros que la recepción del hotel está en la planta 14 junto a la terraza/bar y las habitaciones van desde la planta 2 hasta la 13. Nosotros estuvimos en la planta 12.
Creo que los tres estamos de acuerdo (no siempre pasa ¡jaja!) en que ha sido el mejor hotel del viaje. Como detalle curioso, contaros que la recepción del hotel está en la planta 14 junto a la terraza/bar y las habitaciones van desde la planta 2 hasta la 13. Nosotros estuvimos en la planta 12.
Teníamos ganas de meternos ya en la cama, pero bajamos a comprar el desayuno (¥2362 /16€). Fuera no se estaba del todo mal, 10°C. ¡Más templado que Kioto!
*** final del día 11 ***
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