Accedemos al interior del barco con una cosa en mente: ¡¡¡¡¡desayunar!!!! Nuestro primer punto de parada es el Café 270, en popa, donde nos agenciamos unos bocadillitos, unos postres y la primera tanda del día de limonadas. Mientras calmamos el hambre y habiéndonos conectado a la wifi del barco, abrimos la aplicación y ya aparecen actualizadas las actividades de la semana. Hacemos una panorámica rápida de la programación de los espectáculos de la travesía para ver dónde encajar la reserva de Spectra´s Cabaret, el único show que hay que reservar, y vemos que nos encaja el último día con lo cuál procedemos. Como vemos que en el día de hoy se programa la actividad de laser tag en el Seaplex y hay que reservar también lo hacemos sin más dilación.
Siguiente parada: ir al punto de encuentro (muster station) en caso de emergencia que cada uno tiene asignado para completar el procedimiento de seguridad. En nuestro caso lo tenemos a la entrada del teatro y hacía allí nos encaminamos para cumplir el trámite y olvidarnos del tema. Llegamos, enseñamos la aplicación y nos sueltan una perorata de seguridad en inglés de carrerilla de la cual yo me enteré de una cuarta parte y mi mujer de ninguna. Hicimos aspavientos y gestos de asentimiento como que nos habíamos empapado de toda la información y nos dejaron ir. Reflexión: nosotros porque ya nos conocemos esta charla de otros barcos pero facilitar una información tan importante sin que el que debe enterarse, por culpa del idioma, lo haga es bastante inaudito sobre todo en casos de que, esperemos que no, haga falta ponerlo en práctica.
A continuación, como el día era climatológicamente excelente (el mejor de toda la semana, a la postre), subimos a cubierta a tomar el solecito y nos lanzamos a por una tumbona acompañados de un helado de cono del puesto de helados. Transcurrido un rato, el grupo musical caribeño Hott Sands empezó su actuación en la cubierta 14 y nos amenizó el rato (fue la única vez que los pobres pudieron tocar en cubierta porque el resto de la semana, entre la lluvia y el frío….).

No es por ponerme poético pero uno de los recuerdos visuales y auditivos que me llevo del viaje es estar tumbado en cubierta mirando al mar y bebiendo una limonada fresquita mientras sonaba el “English man in New York” de Sting en versión reggae. Be yourself, no matter what they say.

Como, por la hora, suponemos que puedan estar ya las maletas en la puerta del camarote, nos encaminamos para allá. De camino nos pasamos por Atención al cliente a por un cruise compass en papel y en español y nos dicen que en papel sólo tienen en inglés y que en el camarote tenemos un código QR para descargarlo en pdf y también, creen, en español. Veremos...
Al llegar a la cabina confirmamos que está muy cerca de los ascensores, lo que nos va a ahorrar caminatas, y, efectivamente las maletas han llegado y nuestras tarjetas están en la puerta para poder entrar a nuestra cabina por lo que hacemos uso de ellas y pasamos para adentro para echar el primer vistazo a nuestro “nidito” de toda la semana. Efectivamente en el escritorio hay un código QR pero al escanearlo sólo sale el cruise compass en inglés como sospechaba....
A ver cómo lo solucionamos....

Al llegar a la cabina confirmamos que está muy cerca de los ascensores, lo que nos va a ahorrar caminatas, y, efectivamente las maletas han llegado y nuestras tarjetas están en la puerta para poder entrar a nuestra cabina por lo que hacemos uso de ellas y pasamos para adentro para echar el primer vistazo a nuestro “nidito” de toda la semana. Efectivamente en el escritorio hay un código QR pero al escanearlo sólo sale el cruise compass en inglés como sospechaba....

ENLACE AL CRUISE COMPASS DEL DÍA: drive.google.com/ ...QEAAc/view

Nuestra cabina es exterior con ventana. A la entrada, a mano derecha, está el baño. Es pequeño pero funcional, bien conservado. A continuación está la cama, muy amplia, y frente a ella el escritorio con el espejo, los enchufes y el espacio para dejar papeles y enseres. A un lado de la cama hay un armario con perchas y espacio para maletas y al otro otro armario con estantes y cajones, amén de la caja fuerte. Pegado a la ventana hay un sofá, que nos ha venido de perlas para contemplar el mar y los fiordos a través de la ventana, con los cristales churretosos, también hay que decirlo, y, enfrente, un mueble con cajones y con la nevera. El espacio es más que correcto, las dimensiones son las mismas que una cabina con balcón, salvo por el propio balcón, claro, tiene más metros que un camarote interior, por los vídeos vistos en internet, y cumple nuestras expectativas.
Como ya es hora de comer decidimos ir al bufé pero en esas llaman a la puerta y se presenta nuestro cabinista, el cual nos entrega su tarjeta.
Como ya es hora de comer decidimos ir al bufé pero en esas llaman a la puerta y se presenta nuestro cabinista, el cual nos entrega su tarjeta.

El lector avisado podrá darse cuenta de la concatenación apuntada unas etapas más atrás si unimos el mensaje de bienvenida de la pared del hotel de Southampton con el nombre del cabinista.
Como comentaba, el cabinista se presentó, se puso a nuestra disposición y nos preguntó que cuándo queríamos que hiciera la habitación, por la mañana o por la tarde. Avisados de que Royal Caribbean había cambiado la política tradicional de manera que el cabinista se pasaba varias veces al día y ahora se queda en una sola, le indicamos que preferimos por la mañana. Nos pregunta si queremos alguna cosa y le solicito que nos traiga el Cruise Compass en español a lo cual responde que toma nota de ello. Tras ello, no dice palabra y se marcha. La verdad es que ha sido el cabinista con el que menos hemos interactuado de los cruceros que hemos hecho. Hablar con él directamente sólo lo hemos hecho en este momento y en dos veces más, estando el resto de la semana desaparecido y lo puedo entender teniendo en cuenta que se les ha aumentado la carga de trabajo. En cruceros anteriores te hacías una idea del número de camarotes que les tocaba atender según lo lejos que estuviera su carrito en el pasillo cuando salías de la cabina y esta vez muchas mañanas le veíamos muy a lo lejos del pasillo lo que significaba que el rango de camarotes asignado había aumentado bastante. Esto se traduce en que el servicio, siendo correcto, lo hemos notado corto y apresurado, aunque limpio. Se notaba la prisa en cómo estaba hecha la cama o estaban dobladas las toallas y en el hecho de que sólo tuvimos en toda la semana tres figuras de animales con las toallas encima de la cama y de las sencillitas.
No me resisto a comentar que para toda la semana, para consumo interno, el cabinista pasó a denominarse de dos formas: MarianoR (con su vertiente Chiquito de la Calzada) y Mr. Chips. Supongo que cogeréis los juegos de palabras y ahí lo dejo. Para dirigirnos a él usamos el Mr. Ajoy y ya está.
Como comentaba, el cabinista se presentó, se puso a nuestra disposición y nos preguntó que cuándo queríamos que hiciera la habitación, por la mañana o por la tarde. Avisados de que Royal Caribbean había cambiado la política tradicional de manera que el cabinista se pasaba varias veces al día y ahora se queda en una sola, le indicamos que preferimos por la mañana. Nos pregunta si queremos alguna cosa y le solicito que nos traiga el Cruise Compass en español a lo cual responde que toma nota de ello. Tras ello, no dice palabra y se marcha. La verdad es que ha sido el cabinista con el que menos hemos interactuado de los cruceros que hemos hecho. Hablar con él directamente sólo lo hemos hecho en este momento y en dos veces más, estando el resto de la semana desaparecido y lo puedo entender teniendo en cuenta que se les ha aumentado la carga de trabajo. En cruceros anteriores te hacías una idea del número de camarotes que les tocaba atender según lo lejos que estuviera su carrito en el pasillo cuando salías de la cabina y esta vez muchas mañanas le veíamos muy a lo lejos del pasillo lo que significaba que el rango de camarotes asignado había aumentado bastante. Esto se traduce en que el servicio, siendo correcto, lo hemos notado corto y apresurado, aunque limpio. Se notaba la prisa en cómo estaba hecha la cama o estaban dobladas las toallas y en el hecho de que sólo tuvimos en toda la semana tres figuras de animales con las toallas encima de la cama y de las sencillitas.
No me resisto a comentar que para toda la semana, para consumo interno, el cabinista pasó a denominarse de dos formas: MarianoR (con su vertiente Chiquito de la Calzada) y Mr. Chips. Supongo que cogeréis los juegos de palabras y ahí lo dejo. Para dirigirnos a él usamos el Mr. Ajoy y ya está.
A continuación subimos al Windjammer buffet y dimos cuenta de una opípara comida. Aquí ya empezó la dinámica de toda la semana en el sentido de que siempre estaba abarrotado y costaba unos minutos encontrar mesa libre pero, en honor a la verdad, nunca hemos tardado más de cinco minutos en poder sentarnos. Como de la comida también comentaré en una futura etapa aquí lo dejo.
Tras la comida y como mi mujer quería echarse la siesta un rato para recuperar las horas de sueño no disfrutadas la noche anterior, cámara fotográfica en mano, me dispuse a recorrerme el barco de proa a popa, cubierta a cubierta, para ir inmortalizando todo el barco con fotos y vídeos, a la vez que me iba familiarizando con los diferentes espacios para optimizar los trayectos a lo largo de la travesía. Uno de mis objetivos era, también, echar un vistazo a la mesa que nos había tocado para cenar en el restaurante “Grande” de la cubierta 3 en el turno de las 20:00 para ver si era mesa para dos o nos habían puesto con más gente. La visita fue bastante instructiva y pude comprobar que la mesa era para dos y en la entrada del restaurante. Lo de compartir mesa habría estado bien pero si te toca con pasajeros no hispanohablantes puede ser embarazoso por lo que lo dimos por bueno.
Tras la comida y como mi mujer quería echarse la siesta un rato para recuperar las horas de sueño no disfrutadas la noche anterior, cámara fotográfica en mano, me dispuse a recorrerme el barco de proa a popa, cubierta a cubierta, para ir inmortalizando todo el barco con fotos y vídeos, a la vez que me iba familiarizando con los diferentes espacios para optimizar los trayectos a lo largo de la travesía. Uno de mis objetivos era, también, echar un vistazo a la mesa que nos había tocado para cenar en el restaurante “Grande” de la cubierta 3 en el turno de las 20:00 para ver si era mesa para dos o nos habían puesto con más gente. La visita fue bastante instructiva y pude comprobar que la mesa era para dos y en la entrada del restaurante. Lo de compartir mesa habría estado bien pero si te toca con pasajeros no hispanohablantes puede ser embarazoso por lo que lo dimos por bueno.

El crucero ya había levado anclas de Southampton y, dado que teníamos reserva de la actividad de laser tag, allá que nos fuimos al Seaplex. Nos dividieron en dos equipos, nos pusieron el vídeo de explicación de cómo interactuar en el interior del recinto y nos dieron vía libre para entrar y comenzar el pase. Lo curioso es que las reservas eran cada media hora pero luego el juego duraba diez minutos en la medida en que el proceso de ponerte las mochilas, darte el arma y ver el vídeo de la explicación llevaba un rato. La partida fue emocionante y con una gran descarga de adrenalina pero el resultado final fue el mismo que en la que participamos en el Wonder of the Seas, quedé el último y mi mujer la segunda del total de los ocho miembros de nuestro equipo. Reconozco que me lo paso bien con estas cosas pero soy un auténtico “paquete” y cada dos por tres me mataban….
Tras el laser tag, como la tarde acompañaba climatológicamente hablando y todavía quedaba bastante para la cena, decidimos darnos un chapuzón en la piscina descubierta a la vez que estábamos ojo avizor por si algún jacuzzi se quedaba libre en algún momento para poder disfrutarlo. La temperatura del agua de la piscina estaba aceptable y, en un momento dado, vimos la oportunidad de tener un hueco en un jacuzzi por lo que aprovechamos. El agua no estaba tan hirviendo como en el Harmony o en el Wonder, anteriores cruceros, por lo que se estaba muy a gusto.
Pasado el rato nos recogimos y nos preparamos para la cena. Mientras mi mujer se arreglaba y como esa tarde el Real Madrid de baloncesto jugaba la final de la Copa de Europa contra el Olympiakos griego, bajé al pub inglés Brass & Bock en la Royal Esplanade, donde había visto que ponían en una de las pantallas eventos deportivos, para ver si echaban el partido pero no, tenían puesto tenis. Pregunté sobre si podían buscar un canal donde a lo mejor lo transmitieran y me pusieron cara de qué les estaba hablando por lo que me subí de nuevo al camarote donde me encontré la sorpresa de que, pese a que el móvil estaba en modo avión, aunque conectado a la wifi del barco, me había saltado el marcador de las noticias de Google con el tiempo y resultado de manera que pude seguir los últimos segundos del partido y llevándome la gran alegría de la consecución del undécimo entorchado por parte del equipo de mis amores.
Puesto que estamos en la cubierta 3 a proa y nuestro comedor se encuentra en la misma cubierta a popa, cruzamos en un periquete por el casino y nos plantamos en la entrada. Esa noche se notó mucho la desorganización que, afortunadamente, se fue corrigiendo a lo largo de la semana. En primer término, al llegar, un camarero te acompaña hasta tu mesa. El que nos tocó empezó a deambular por el salón, planilla de la ubicación de las mesas en mano, y nosotros detrás de él. Viendo el panorama y como nos íbamos a la otra punta de la sala le paré y amablemente le dije que había estado esa tarde por allí, había localizado ya la mesa y que ésta estaba en dirección contraria a donde caminábamos. Me dio un poco de vergüenza pero le quise ahorrar tiempo al hombre y que no se frustrara porque veía que estaba completamente desubicado. Llegamos a la mesa, nos dio las gracias, nosotros a él y nos sentamos.
Al rato, porque aquello seguía siendo un poco camarote de los hermanos Marx con gente entrando, saliendo, los camareros con cara de desbordados…., se presentó Anne, nuestra camarera, filipina de nacionalidad, e Iputu, el ayudante de camarero, de nacionalidad indonesia (ambos ni papa de español). Tocaba usar la “lingua franca” a bordo, el inglés, y nos fuimos apañando a lo largo de la semana. El siguiente paso fue el tema de la carta. Anne nos trae la carta del menú en inglés y le pido que nos la traiga en español. Silencio valorativo, cri, cri, cri, se da la vuelta y nos trae a un superior que chapurrea italiano y al que calamos desde el principio (el típico busca propinas que hace prospección de a quién le tiene que hacer la rosca durante la semana para que el último día le caiga algo…). Le hago la misma petición y me contesta, con un “tonito” bastante chulesco, que no tienen en español y que mire los platos del menú en la app, que lo tenemos en nuestro idioma. Le respondo que somos conocedores de esa información, que incluso sabemos qué vamos a tomar (porque hasta hicimos un excel antes del viaje con el menú de la semana para intentar ser lo más equilibrados posible) pero que parte de la experiencia es poder ver la carta en papel y en nuestro idioma, cosa que la flota de Royal Caribbean dispone en todos sus barcos. El hombre persevera con esas sonrisas falsas que tanto me irritan y como no es cuestión de empezar a discutir el primer día, le digo que deje las cartas inglesas y que nos apañamos.
El resto de la cena bien, comida correcta, temperatura de los platos adecuada y trato del personal apresurado pero bien. Para que sirva de información, el horario de la cena era a las 20:00, nosotros llegábamos normalmente como a las 20:05, nos tomaban la comanda como a las 20:15-20:20 y hacia las 21:15 ya habíamos finalizado la cena. Había gente que a las 20:20 todavía estaban entrando y cuando nos marchábamos seguía bastante gente de sobremesa y tertulia.
Tras el laser tag, como la tarde acompañaba climatológicamente hablando y todavía quedaba bastante para la cena, decidimos darnos un chapuzón en la piscina descubierta a la vez que estábamos ojo avizor por si algún jacuzzi se quedaba libre en algún momento para poder disfrutarlo. La temperatura del agua de la piscina estaba aceptable y, en un momento dado, vimos la oportunidad de tener un hueco en un jacuzzi por lo que aprovechamos. El agua no estaba tan hirviendo como en el Harmony o en el Wonder, anteriores cruceros, por lo que se estaba muy a gusto.
Pasado el rato nos recogimos y nos preparamos para la cena. Mientras mi mujer se arreglaba y como esa tarde el Real Madrid de baloncesto jugaba la final de la Copa de Europa contra el Olympiakos griego, bajé al pub inglés Brass & Bock en la Royal Esplanade, donde había visto que ponían en una de las pantallas eventos deportivos, para ver si echaban el partido pero no, tenían puesto tenis. Pregunté sobre si podían buscar un canal donde a lo mejor lo transmitieran y me pusieron cara de qué les estaba hablando por lo que me subí de nuevo al camarote donde me encontré la sorpresa de que, pese a que el móvil estaba en modo avión, aunque conectado a la wifi del barco, me había saltado el marcador de las noticias de Google con el tiempo y resultado de manera que pude seguir los últimos segundos del partido y llevándome la gran alegría de la consecución del undécimo entorchado por parte del equipo de mis amores.
Puesto que estamos en la cubierta 3 a proa y nuestro comedor se encuentra en la misma cubierta a popa, cruzamos en un periquete por el casino y nos plantamos en la entrada. Esa noche se notó mucho la desorganización que, afortunadamente, se fue corrigiendo a lo largo de la semana. En primer término, al llegar, un camarero te acompaña hasta tu mesa. El que nos tocó empezó a deambular por el salón, planilla de la ubicación de las mesas en mano, y nosotros detrás de él. Viendo el panorama y como nos íbamos a la otra punta de la sala le paré y amablemente le dije que había estado esa tarde por allí, había localizado ya la mesa y que ésta estaba en dirección contraria a donde caminábamos. Me dio un poco de vergüenza pero le quise ahorrar tiempo al hombre y que no se frustrara porque veía que estaba completamente desubicado. Llegamos a la mesa, nos dio las gracias, nosotros a él y nos sentamos.
Al rato, porque aquello seguía siendo un poco camarote de los hermanos Marx con gente entrando, saliendo, los camareros con cara de desbordados…., se presentó Anne, nuestra camarera, filipina de nacionalidad, e Iputu, el ayudante de camarero, de nacionalidad indonesia (ambos ni papa de español). Tocaba usar la “lingua franca” a bordo, el inglés, y nos fuimos apañando a lo largo de la semana. El siguiente paso fue el tema de la carta. Anne nos trae la carta del menú en inglés y le pido que nos la traiga en español. Silencio valorativo, cri, cri, cri, se da la vuelta y nos trae a un superior que chapurrea italiano y al que calamos desde el principio (el típico busca propinas que hace prospección de a quién le tiene que hacer la rosca durante la semana para que el último día le caiga algo…). Le hago la misma petición y me contesta, con un “tonito” bastante chulesco, que no tienen en español y que mire los platos del menú en la app, que lo tenemos en nuestro idioma. Le respondo que somos conocedores de esa información, que incluso sabemos qué vamos a tomar (porque hasta hicimos un excel antes del viaje con el menú de la semana para intentar ser lo más equilibrados posible) pero que parte de la experiencia es poder ver la carta en papel y en nuestro idioma, cosa que la flota de Royal Caribbean dispone en todos sus barcos. El hombre persevera con esas sonrisas falsas que tanto me irritan y como no es cuestión de empezar a discutir el primer día, le digo que deje las cartas inglesas y que nos apañamos.
El resto de la cena bien, comida correcta, temperatura de los platos adecuada y trato del personal apresurado pero bien. Para que sirva de información, el horario de la cena era a las 20:00, nosotros llegábamos normalmente como a las 20:05, nos tomaban la comanda como a las 20:15-20:20 y hacia las 21:15 ya habíamos finalizado la cena. Había gente que a las 20:20 todavía estaban entrando y cuando nos marchábamos seguía bastante gente de sobremesa y tertulia.

A continuación nos encaminamos al teatro para ver el show de bienvenida consistente en un par de canciones de la orquesta del barco, dos canciones de la cantante que encarna a Meat Loaf en el musical We will rock you y un monólogo del humorista Mick Miller. La directora del crucero hace mención a las nacionalidades presentes en el barco, siendo absolutamente mayoritarios los británicos y estadounidenses. La orquesta toca bien, la cantante, como la llama mi mujer, hace la “becerra” engolando la voz y gritando y del cómico, inglés de pura cepa y acento acorde a ello, nos nos enteramos apenas de lo que cuenta pero debió ser muy gracioso por las risas que arrancaba. Tomamos nota de ello para el futuro.
Salimos del teatro y el barco está en plena ebullición. El pasaje está distribuido por lo ancho y largo de las instalaciones y por donde pasamos hay música en directo, alcohol por doquier y muchas ganas de pasarlo bien. Nos damos un paseo por varias cubiertas y como se nos ha informado de que hay que adelantar una hora el reloj al pasar de Inglaterra a Noruega, que tiene el mismo huso horario que España, nos encontramos que son casi las 00:00 horas, hora real con el adelanto. Como el día ha sido intenso y tampoco es que hayamos dormido mucho la noche anterior, nos pasamos por el Café Promenade a coger unas cookies y unos tés sin cafeína y nos vamos a recogernos al camarote. Allí nos encontramos con que el cabinista ni ha hecho figura animal con toalla ni nos ha dejado Cruise Compass alguno, ni en inglés ni en español.
Bueno, mañana atenderemos a ello….
Buenas noches.
Conclusiones que nos deja la jornada:
. Southampton es una ciudad muy pateable y que cubre una escala de crucero.
. El trayecto hotel-muelle de embarque no tiene dificultad alguna aunque se vaya cargado con maletas. El que pueda y tenga una movilidad normal se puede ahorrar el taxi.
. La reserva de hora de embarque es relativa puesto que se puede acceder no sólo antes de dicha hora, siendo la primera, sino, sospecho, fuera de la hora reservada. Lo digo por aquello de que quien quiera embarcar antes, por logística, no creo que vaya a tener ningún problema.
. Es importante reservar cosas nada más acceder al barco. Te conectas a la wifi, abres la aplicación y ya se te actualizan las actividades del día y de la semana. Aunque reservar, reservar, sólo se reserva el show Spectra´s Cabaret, también hay otras cosas que puedes reservar ese primer día como la actividad de Escape Room o el Laser Tag.
. En el camarote sólo hay 2 enchufes europeos: uno en la mesa y otro en el baño (el típico que está en la parte superior para las afeitadoras eléctricas). En la mesa también hay 2 conectores USB. Tenedlo en cuenta de cara a si os puede interesar traer algún tipo de adaptador extra. Ahora que lo pienso, no miré qué tipo de enchufe tiene la lámpara del mueble del frigorífico que hay en la cabina pero si es europeo siempre se puede desenchufar y utilizar.
. El aire acondicionado de la cabina tiene por defecto la función de chorro de aire, lo cual puede ser desagradable porque genera corriente y frío, sobre todo por la noche. Si te vas al panel de control del sistema al lado de la puerta y pulsas el botón de la izquierda, de los 3 que hay, puedes poner en off el chorro de aire.
. Las locuciones en el barco y en el teatro son todas en inglés. Como no domines el idioma, ya sabes… Nosotros sabíamos a lo que veníamos por lo que no nos pilló de sorpresa y, por tanto, apenas nos frustró.
. Y, por último, disfrutad de cada momento porque, a la postre, la semana se hace muy, muy corta.
Salimos del teatro y el barco está en plena ebullición. El pasaje está distribuido por lo ancho y largo de las instalaciones y por donde pasamos hay música en directo, alcohol por doquier y muchas ganas de pasarlo bien. Nos damos un paseo por varias cubiertas y como se nos ha informado de que hay que adelantar una hora el reloj al pasar de Inglaterra a Noruega, que tiene el mismo huso horario que España, nos encontramos que son casi las 00:00 horas, hora real con el adelanto. Como el día ha sido intenso y tampoco es que hayamos dormido mucho la noche anterior, nos pasamos por el Café Promenade a coger unas cookies y unos tés sin cafeína y nos vamos a recogernos al camarote. Allí nos encontramos con que el cabinista ni ha hecho figura animal con toalla ni nos ha dejado Cruise Compass alguno, ni en inglés ni en español.


Buenas noches.
Conclusiones que nos deja la jornada:
. Southampton es una ciudad muy pateable y que cubre una escala de crucero.
. El trayecto hotel-muelle de embarque no tiene dificultad alguna aunque se vaya cargado con maletas. El que pueda y tenga una movilidad normal se puede ahorrar el taxi.
. La reserva de hora de embarque es relativa puesto que se puede acceder no sólo antes de dicha hora, siendo la primera, sino, sospecho, fuera de la hora reservada. Lo digo por aquello de que quien quiera embarcar antes, por logística, no creo que vaya a tener ningún problema.
. Es importante reservar cosas nada más acceder al barco. Te conectas a la wifi, abres la aplicación y ya se te actualizan las actividades del día y de la semana. Aunque reservar, reservar, sólo se reserva el show Spectra´s Cabaret, también hay otras cosas que puedes reservar ese primer día como la actividad de Escape Room o el Laser Tag.
. En el camarote sólo hay 2 enchufes europeos: uno en la mesa y otro en el baño (el típico que está en la parte superior para las afeitadoras eléctricas). En la mesa también hay 2 conectores USB. Tenedlo en cuenta de cara a si os puede interesar traer algún tipo de adaptador extra. Ahora que lo pienso, no miré qué tipo de enchufe tiene la lámpara del mueble del frigorífico que hay en la cabina pero si es europeo siempre se puede desenchufar y utilizar.
. El aire acondicionado de la cabina tiene por defecto la función de chorro de aire, lo cual puede ser desagradable porque genera corriente y frío, sobre todo por la noche. Si te vas al panel de control del sistema al lado de la puerta y pulsas el botón de la izquierda, de los 3 que hay, puedes poner en off el chorro de aire.
. Las locuciones en el barco y en el teatro son todas en inglés. Como no domines el idioma, ya sabes… Nosotros sabíamos a lo que veníamos por lo que no nos pilló de sorpresa y, por tanto, apenas nos frustró.
. Y, por último, disfrutad de cada momento porque, a la postre, la semana se hace muy, muy corta.