Amanece otro nuevo día y comprobamos que el barco ya ha llegado a Southampton. Hemos tenido mucha suerte porque no nos hemos enterado de ninguna maniobra de atraque en toda la semana y eso que nuestro cuerpo en forma de descanso lo ha agradecido. Supongo que tendrá que ver con la ubicación del camarote pero como venimos de malas experiencias previas esto nos sabe a gloria.
El día anterior Mr. Chips nos dejó en la cabina las etiquetas para el desembarque por si elegíamos la opción de que nos bajaran las maletas a la terminal. Como últimamente preferimos bajarlas nosotros y así poder desembarcar por libre sin atenernos a un horario estricto, aprovechamos la circunstancia para meter las últimas cosas en las mismas y que luego no haya prisas, entre ellas toda la documentación que nos dieron el primer día a bordo.
El día anterior Mr. Chips nos dejó en la cabina las etiquetas para el desembarque por si elegíamos la opción de que nos bajaran las maletas a la terminal. Como últimamente preferimos bajarlas nosotros y así poder desembarcar por libre sin atenernos a un horario estricto, aprovechamos la circunstancia para meter las últimas cosas en las mismas y que luego no haya prisas, entre ellas toda la documentación que nos dieron el primer día a bordo.

Vamos al Windjammer a desayunar y hoy encontramos sitio de sobra dado que ya mucha gente ha salido del barco y quedamos los rezagados. Es un rato triste porque esto se acaba y porque uno se acuerda de todos los buenos ratos que hemos pasado durante la semana y no le da más importancia a los malos. Cumplido el trámite con el estómago lleno regresamos al camarote por la cubierta de las piscinas y comprobamos que pese a ser las 08:00 horas ya hace calorcito y que hoy va a ser un día perfecto para tomar el sol y darse un chapuzón para aquellos afortunados que nos van a sustituir en unas horas.
Puesto que a las 09:30 horas sale nuestro tren desde la estación de Southampton y a las 08:30 es el último turno de salida del barco, nos cercioramos de que no nos dejamos nada, abrimos de nuevo todos los cajones y comprobamos que llevamos encima toda la documentación. A continuación salimos y buscamos a MarianoR para despedirnos. Por el pasillo no se ve un alma e incluso nos asomamos a alguna cabina con la puerta abierta por si estuviera dentro arreglándola pero no se ve a nadie. Esperamos unos minutos y, con pesar, volvemos un momento al camarote, le dejamos una nota de despedida y nos marchamos. Se me hizo mal irnos sin decir adiós pero…..
Enfilamos la salida del crucero y allí hay una representación de tripulantes que nos van dando las gracias y nos despiden. Entre ellos está el tripulante chileno del escape room y nos despedimos efusivamente de él en español y él hace lo propio. Echaba de menos esta ceremonia, la verdad, que no deja de ser una tontería pero que a mí me toca el corazoncito porque esa mañana tienes ya la sensación de que sobras en el barco y de que te quieren echar cuanto antes y el hecho de que tengan el detalle de despedirte y desearte un buen viaje pues hace más llevadero el mal trago. Todavía recuerdo con una sonrisa nuestro primer crucero, hace quince años, en el MSC Orchestra por el Mediterráneo, en el que el equipo de animación en pleno del barco estaba en la terminal del puerto de Barcelona despidiéndose de todos los que descendíamos del barco ora con un par de besos, ora con un apretón de manos…. Eran otros tiempos y la industria crucerística ha cambiado mucho….
Una vez que bajamos a la terminal nos toca encontrar el camino a la estación de ferrocarril de Southampton y la cosa no se torna fácil porque la zona portuaria está en obras y hay muchas vallas que cambian el sentido del tránsito. Como habíamos hecho el recorrido vía Google Street view al final nos ubicamos y, arrastrando maletas, andamos por la acera y salimos de la zona portuaria.
Puesto que a las 09:30 horas sale nuestro tren desde la estación de Southampton y a las 08:30 es el último turno de salida del barco, nos cercioramos de que no nos dejamos nada, abrimos de nuevo todos los cajones y comprobamos que llevamos encima toda la documentación. A continuación salimos y buscamos a MarianoR para despedirnos. Por el pasillo no se ve un alma e incluso nos asomamos a alguna cabina con la puerta abierta por si estuviera dentro arreglándola pero no se ve a nadie. Esperamos unos minutos y, con pesar, volvemos un momento al camarote, le dejamos una nota de despedida y nos marchamos. Se me hizo mal irnos sin decir adiós pero…..
Enfilamos la salida del crucero y allí hay una representación de tripulantes que nos van dando las gracias y nos despiden. Entre ellos está el tripulante chileno del escape room y nos despedimos efusivamente de él en español y él hace lo propio. Echaba de menos esta ceremonia, la verdad, que no deja de ser una tontería pero que a mí me toca el corazoncito porque esa mañana tienes ya la sensación de que sobras en el barco y de que te quieren echar cuanto antes y el hecho de que tengan el detalle de despedirte y desearte un buen viaje pues hace más llevadero el mal trago. Todavía recuerdo con una sonrisa nuestro primer crucero, hace quince años, en el MSC Orchestra por el Mediterráneo, en el que el equipo de animación en pleno del barco estaba en la terminal del puerto de Barcelona despidiéndose de todos los que descendíamos del barco ora con un par de besos, ora con un apretón de manos…. Eran otros tiempos y la industria crucerística ha cambiado mucho….
Una vez que bajamos a la terminal nos toca encontrar el camino a la estación de ferrocarril de Southampton y la cosa no se torna fácil porque la zona portuaria está en obras y hay muchas vallas que cambian el sentido del tránsito. Como habíamos hecho el recorrido vía Google Street view al final nos ubicamos y, arrastrando maletas, andamos por la acera y salimos de la zona portuaria.

Seguimos camino, recordamos que estamos en Inglaterra y que aquí conducen al revés que el resto de la humanidad y en un momento dado, distanciados por unos metros, nos vamos encontrando con otros pasajeros en nuestras mismas circunstancias. Llegamos a una señal que indica que hay que cruzar la calle para llegar a la estación pero eso no cuadra con el itinerario que tenemos en la cabeza y nos detenemos a recalcular la ruta mientras el resto hace caso de la señal y se encamina a la dirección que ésta marca. Yo creo que hay que girar a la derecha y allí debería estar el parking trasero de la estación por lo que para allá que vamos y, bingo, efectivamente nos damos de bruces con el mencionado parking, que se encuentra en obras. Sorteamos las vallas y, por fin, alcanzamos la estación, habiendo durado el trayecto desde la terminal no más de diez minutos y cargados con las maletas. Mientras en el hall vamos buscando los billetes vemos a lo lejos a los compañeros de fatigas y comprendemos lo que ha pasado: la señal de ferrocarril les ha hecho dar la vuelta y van a entrar por la parte delantera de la estación, justo enfrente de donde nosotros estamos. Bueno, todos los caminos llevan a Roma pero aquél les ha hecho recorrer un tramo innecesario….
Entre pitos y flautas queda como media hora para que llegue nuestro tren y toca ahora reencontrarnos con nuestro querido sistema ferroviario británico que hoy, en principio, no tiene ninguna huelga, restricción u otro toque de narices. El recorrido, con sus trasbordos, es el siguiente:

Preguntamos el andén desde donde vendrá nuestro tren a un empleado de la estación y allí esperamos. Con sorpresa, llega un tren como veinte minutos antes de la salida del nuestro y se para. Mirando los rótulos y la marquesina del tren parece que es el nuestro y viene medio vacío por lo que para allá subimos y esperamos a que salga.
Ahora viene la siguiente peripecia que es conseguir llegar al trasbordo en la estación de Havant teniendo en cuenta que hay un decalaje de ocho minutos entre la llegada de este tren a Havant y la llegada del siguiente con destino al aeropuerto. Hace dos semanas, fiándome de la puntualidad británica, no habría visto ningún problema pero con los acontecimientos del sábado anterior me empiezan a temblar las canillas….. Por ello, reloj en mano me pongo en la posición de Eusebio Unzúe en una contrarreloj de Miguel Induráin del Tour de Francia.
Sale el tren de Southampton y la llegada a la siguiente estación, Swanwick, está prevista para diecisiete minutos después. Pues bien, entre medias del trayecto entre ambas va el tren y se para…. Empiezo a jurar en arameo…. El tren arranca de nuevo y llegamos a Swanwick con dos minutos de retraso lo que significa que vamos a llegar a Havant con sólo seis minutos de decalaje para el trasbordo. El tren sale Swanwick y antes de llegar a Fareham se vuelve a parar…. Empiezo a entrar en pánico…. Llegamos a Fareham con tres minutos de retraso acumulados, cinco minutos para el trasbordo y falta el trayecto hasta Cosham y desde allí hasta Havant. Le digo a mi mujer que empiece a rezar porque, vistos los antecedentes, estamos en la cuerda floja…..
Afortunadamente, ya no hay más retrasos y llegamos Havant con el decalaje de los cinco minutos. Nos bajamos a la carrera y vemos el tablón con las llegadas, los horarios y los andenes. El tren que nos tiene que llevar al aeropuerto viene en hora y llega al mismo andén donde estamos nosotros por lo que, por fin, respiramos tranquilos….
Llega el tren y nos subimos aliviados. Hay mucho dominguero pero aun así encontramos sitio y nos sentamos para disfrutar en la medida de lo posible del trayecto hasta el aeropuerto con la campiña inglesa de fondo.
Ahora viene la siguiente peripecia que es conseguir llegar al trasbordo en la estación de Havant teniendo en cuenta que hay un decalaje de ocho minutos entre la llegada de este tren a Havant y la llegada del siguiente con destino al aeropuerto. Hace dos semanas, fiándome de la puntualidad británica, no habría visto ningún problema pero con los acontecimientos del sábado anterior me empiezan a temblar las canillas….. Por ello, reloj en mano me pongo en la posición de Eusebio Unzúe en una contrarreloj de Miguel Induráin del Tour de Francia.
Sale el tren de Southampton y la llegada a la siguiente estación, Swanwick, está prevista para diecisiete minutos después. Pues bien, entre medias del trayecto entre ambas va el tren y se para…. Empiezo a jurar en arameo…. El tren arranca de nuevo y llegamos a Swanwick con dos minutos de retraso lo que significa que vamos a llegar a Havant con sólo seis minutos de decalaje para el trasbordo. El tren sale Swanwick y antes de llegar a Fareham se vuelve a parar…. Empiezo a entrar en pánico…. Llegamos a Fareham con tres minutos de retraso acumulados, cinco minutos para el trasbordo y falta el trayecto hasta Cosham y desde allí hasta Havant. Le digo a mi mujer que empiece a rezar porque, vistos los antecedentes, estamos en la cuerda floja…..
Afortunadamente, ya no hay más retrasos y llegamos Havant con el decalaje de los cinco minutos. Nos bajamos a la carrera y vemos el tablón con las llegadas, los horarios y los andenes. El tren que nos tiene que llevar al aeropuerto viene en hora y llega al mismo andén donde estamos nosotros por lo que, por fin, respiramos tranquilos….
Llega el tren y nos subimos aliviados. Hay mucho dominguero pero aun así encontramos sitio y nos sentamos para disfrutar en la medida de lo posible del trayecto hasta el aeropuerto con la campiña inglesa de fondo.

Como de la campiña inglesa no podemos ver un pimiento porque el recorrido está totalmente flanqueado de vegetación o de polígonos industriales aprovecho el rato para conectarme a internet y ver si hay alguna incidencia en el vuelo de vuelta, que es ya lo que nos faltaría para rematar el viaje…. Gracias a Dios no hay retrasos ni nada por el estilo por lo que aprovecho para comentar cosas de las escalas en los hilos del foro por aquello de que alguno de los foreros vaya a embarcar esta semana, haga los mismos puertos y le pueda venir bien la información.
Llegamos a la estación de Gatwick sin novedad en la terminal sur y ahora nos toca desplazarnos a la norte que es donde Easyjet tiene el embarque de nuestro vuelo. Para unir ambas terminales hay un trenecito lanzadera sin conductor que hace el trayecto en pocos minutos y que tiene una frecuencia bastante alta.
Llegamos a la estación de Gatwick sin novedad en la terminal sur y ahora nos toca desplazarnos a la norte que es donde Easyjet tiene el embarque de nuestro vuelo. Para unir ambas terminales hay un trenecito lanzadera sin conductor que hace el trayecto en pocos minutos y que tiene una frecuencia bastante alta.

Cogemos la lanzadera y llegamos a la zona de facturación. Quedan cuatro horas y media para que salga el vuelo y todavía no se puede facturar por lo que buscamos un sitio para sentarnos y tomar un refrigerio y una última limonada, cortesía todo de Royal Caribbean.
A partir de aquí lo normal en estos casos: facturación, zona de embarque, salida del vuelo con casi una hora de retraso, sprint del piloto en vuelo que nos hace recuperar media hora, desembarque en la otra punta de la T1 de Barajas, metro, tren y llegada a casa, por fin.
A partir de aquí lo normal en estos casos: facturación, zona de embarque, salida del vuelo con casi una hora de retraso, sprint del piloto en vuelo que nos hace recuperar media hora, desembarque en la otra punta de la T1 de Barajas, metro, tren y llegada a casa, por fin.

Mañana hay que madrugar porque toca volver a ese trabajo que tanto dignifica y permite pagar las facturas y los viajes pero antes nos sentamos a cenar unas viandas cortesía una vez más de Royal Caribbean.
Ha pasado la semana y se ha pasado en un suspiro….
La siguiente etapa, la última, tratará de reflexiones y divagaciones varias acerca del viaje.
Buenas noches.
Conclusiones que nos deja la jornada:
. Las bandejas superiores de los vagones de los trenes ingleses no son aptas para maletas grandes. Al final, tanto a la ida como a la vuelta, nos ha tocado echarlas en asientos libres.
. Como habréis podido deducir del relato de esta etapa cometimos el pecado de sacar comida del barco para poder alimentarnos el día de regreso y así evitar tener que probar comida de aeropuerto para el almuerzo y tener que preparar cena llegando reventados de todo el día de viaje. Nuestro modus operandi fue ir el día anterior al Café 270 y al Café Promenade y pedir unos cuantos sandwiches y cookies, que envolvimos con papel de plata en el camarote, metimos en bolsas con cierre y que luego introdujimos en las mochilas y en la maleta.
Para que nadie se asuste, lo de arramblar comida del buffet u otros lugares de restauración para bajarlo a tierra está a la orden del día aunque, teóricamente, no se pueda hacer. Curioso era comprobar como pasajeros de origen oriental, todas las mañanas en el buffet, saqueaban literalmente el recipiente con las bananas y otras frutas y se las llevaban, supongo a las excursiones, pero se lo llevaban sin ningún rubor y sin esconderlo. Salían por la puerta del buffet con el racimo de bananas o lo que se terciara en la mano....
. No por ya sabido no nos deja de epatar: es alucinante los maletones que introduce la gente como equipaje de mano en los aviones con tal de no facturar. Y luego pasa lo que pasa, que no entran en los compartimentos, hay que buscarles sitio, hay que desplazar otro equipaje.... Y todo ello contribuye a que la salida se retrase aún más. En fin...
Ha pasado la semana y se ha pasado en un suspiro….
La siguiente etapa, la última, tratará de reflexiones y divagaciones varias acerca del viaje.
Buenas noches.
Conclusiones que nos deja la jornada:
. Las bandejas superiores de los vagones de los trenes ingleses no son aptas para maletas grandes. Al final, tanto a la ida como a la vuelta, nos ha tocado echarlas en asientos libres.
. Como habréis podido deducir del relato de esta etapa cometimos el pecado de sacar comida del barco para poder alimentarnos el día de regreso y así evitar tener que probar comida de aeropuerto para el almuerzo y tener que preparar cena llegando reventados de todo el día de viaje. Nuestro modus operandi fue ir el día anterior al Café 270 y al Café Promenade y pedir unos cuantos sandwiches y cookies, que envolvimos con papel de plata en el camarote, metimos en bolsas con cierre y que luego introdujimos en las mochilas y en la maleta.
Para que nadie se asuste, lo de arramblar comida del buffet u otros lugares de restauración para bajarlo a tierra está a la orden del día aunque, teóricamente, no se pueda hacer. Curioso era comprobar como pasajeros de origen oriental, todas las mañanas en el buffet, saqueaban literalmente el recipiente con las bananas y otras frutas y se las llevaban, supongo a las excursiones, pero se lo llevaban sin ningún rubor y sin esconderlo. Salían por la puerta del buffet con el racimo de bananas o lo que se terciara en la mano....
. No por ya sabido no nos deja de epatar: es alucinante los maletones que introduce la gente como equipaje de mano en los aviones con tal de no facturar. Y luego pasa lo que pasa, que no entran en los compartimentos, hay que buscarles sitio, hay que desplazar otro equipaje.... Y todo ello contribuye a que la salida se retrase aún más. En fin...
. Y, por último, ¡qué largo se hace el día de vuelta y qué corto se hace cualquier otro día de la semana!