Por fin llegó el día de partir, con los nervios propios de cualquier viaje, sumados a una guerra en el país vecino, la sombra de cancelaciones a otros viajeros por parte de Vueling, atendiendo a motivos poco claros, y un temporal que en días previos había dificultado mucho el tráfico aéreo desde nuestra ciudad. Con todo y con nuestro ánimo intacto, afortunadamente no tuvimos ningún problema con los vuelos y llegamos puntuales al aeropuerto de El Cairo (sobre las 19:30 hora local).
A partir de ese momento, y gracias a los buenos consejos del foro Los Viajeros, tuvimos muy claro cada paso a seguir hasta llegar a nuestro hotel: en primer lugar, comprar el visado en la ventanilla de cualquiera de los bancos situados en la primera gran sala, nada más pasar por los pasillos de desembarque (en nuestro caso, en la Terminal 2). Hay que enseñar el pasaporte para hacer este trámite, y así te dan una pegatina que cuesta 25$. Lo habitual es pagar en metálico, en euros, y aprovechar para recibir el cambio en libras (mucha gente no las pide, pero el precio del visado no equivale a 25€, por lo que sobra un poquito). Aquí también se obtienen libras a un cambio muy similar al que te ofrecen en la ciudad en otros bancos y casas de cambio, en estos momentos rondando las 33 libras y pico por euro. Salir del aeropuerto con libras da cierta ventaja a la hora de pagar un Uber o cualquier gasto nada más llegar. Yo no me complicaría mucho con este tema, salvo que tengáis pensado gastar una gran suma en libras. Lo que no debéis hacer nunca es cambiar en la calle, porque aunque os van a ofrecer un cambio “muy goloso”, siempre hay fraude y problemas. No caigáis en la trampa o en la tentación, pues os podéis ver envueltos en un buen lío y además es alimentar la ilegalidad que suele haber en todas partes.
Hecho este inciso, lo siguiente que hicimos fue rellenar la tarjeta de inmigración, que puedes encontrar en unas mesitas situadas justo antes del control de pasaportes. Hay que coger la del borde anaranjado/salmón, ya que la del borde verde es para ciudadanos egipcios. Los datos a cumplimentar son de lo más sencillo y es recomendable hacerlo en letra mayúscula (datos personales, número de vuelo, procedencia, propósito del viaje… y como dirección en Egipto, la del primer hotel o barco en el que vayáis a estar). A continuación, se entrega esta tarjeta en el mostrador de inmigración, acompañada del visado y del pasaporte, y ellos se encargan de pegar y sellar lo que corresponda.
Tras recoger el equipaje y pasar un pequeño control en el que casi ni nos miraron, salimos a la zona en la que se encuentran los mostradores de las empresas de telefonía y la salida a la calle. Aquí, tras echar un vistazo a los precios y opciones, nos decantamos por una SIM de Orange, como ya os comentamos en la entrada anterior. Cabe decir que el personal que nos atendió no fue especialmente amable, y que no nos movimos de allí hasta estar totalmente seguras de que tanto Internet, como Whatsapp y la aplicación de Uber, funcionaban perfectamente. De hecho, tuvimos que cambiar en esta aplicación el número de teléfono por el nuevo número egipcio, para poder pedir un coche. Es un trámite sencillo, para el que te mandan un código al móvil, que introduces y validas al momento.
El tema de que te recojan con un Uber en el aeropuerto no es complicado, pero dado el caos de coches que suele haber, así como la multitud de taxistas que te ofrecen sus servicios, es aconsejable escoger bien el punto de recogida. Nosotras optamos por desplazarnos al parking B5 de la Terminal 3, que está muy cerca, y situarnos justo debajo del cartel que lo señala (éste es un punto muy fácil de reconocer para los conductores y facilita mucho la recogida). En pocos minutos llegó nuestro Uber y tras comprobar el nombre del chófer, modelo de coche y matrícula, nos dirigimos al hotel Tahrir Plaza Suites, situado justo enfrente del Museo de El Cairo. Aprovecho para decir que todos los Uber los abonamos en metálico, ya que parece que esta opción les gusta más, y no tuvimos absolutamente ningún problema. Normalmente redondeamos un poco el importe, aunque tampoco te ponen muchas pegas si te tienen que devolver el cambio. Por otra parte, es habitual que los chóferes no hablen ni una palabra en inglés, pero se las ingenian muy bien con el traductor del móvil y resulta un medio de transporte rápido y económico; eso sí, si sobrevives a la sensación que supone ir esquivando coches sin respetar ninguna norma de tráfico y normalmente sin cinturón de seguridad.
Volviendo al tema del hotel, se trata de un alojamiento económico, como todos en los que nos alojamos en nuestro viaje. Lo mejor que tiene es su situación estratégica, tanto para ir al museo, como para acceder hasta el lugar donde tomar el bus que nos llevaría a Luxor (a 5 minutos andando). Como muchos hoteles de la zona, se encuentra ocupando varias plantas de un edificio de vecinos bastante antiguo y deteriorado, con unas habitaciones nada insonorizadas en una zona de continuo tráfico, pero en un estado impecable, con una atención excelente, y cumpliendo con nuestras expectativas a la perfección. La zona tiene bastantes opciones sencillas de restauración y supone toda una inmersión en el modo de vida de los ciudadanos egipcios.
Hecho este inciso, lo siguiente que hicimos fue rellenar la tarjeta de inmigración, que puedes encontrar en unas mesitas situadas justo antes del control de pasaportes. Hay que coger la del borde anaranjado/salmón, ya que la del borde verde es para ciudadanos egipcios. Los datos a cumplimentar son de lo más sencillo y es recomendable hacerlo en letra mayúscula (datos personales, número de vuelo, procedencia, propósito del viaje… y como dirección en Egipto, la del primer hotel o barco en el que vayáis a estar). A continuación, se entrega esta tarjeta en el mostrador de inmigración, acompañada del visado y del pasaporte, y ellos se encargan de pegar y sellar lo que corresponda.
Tras recoger el equipaje y pasar un pequeño control en el que casi ni nos miraron, salimos a la zona en la que se encuentran los mostradores de las empresas de telefonía y la salida a la calle. Aquí, tras echar un vistazo a los precios y opciones, nos decantamos por una SIM de Orange, como ya os comentamos en la entrada anterior. Cabe decir que el personal que nos atendió no fue especialmente amable, y que no nos movimos de allí hasta estar totalmente seguras de que tanto Internet, como Whatsapp y la aplicación de Uber, funcionaban perfectamente. De hecho, tuvimos que cambiar en esta aplicación el número de teléfono por el nuevo número egipcio, para poder pedir un coche. Es un trámite sencillo, para el que te mandan un código al móvil, que introduces y validas al momento.
El tema de que te recojan con un Uber en el aeropuerto no es complicado, pero dado el caos de coches que suele haber, así como la multitud de taxistas que te ofrecen sus servicios, es aconsejable escoger bien el punto de recogida. Nosotras optamos por desplazarnos al parking B5 de la Terminal 3, que está muy cerca, y situarnos justo debajo del cartel que lo señala (éste es un punto muy fácil de reconocer para los conductores y facilita mucho la recogida). En pocos minutos llegó nuestro Uber y tras comprobar el nombre del chófer, modelo de coche y matrícula, nos dirigimos al hotel Tahrir Plaza Suites, situado justo enfrente del Museo de El Cairo. Aprovecho para decir que todos los Uber los abonamos en metálico, ya que parece que esta opción les gusta más, y no tuvimos absolutamente ningún problema. Normalmente redondeamos un poco el importe, aunque tampoco te ponen muchas pegas si te tienen que devolver el cambio. Por otra parte, es habitual que los chóferes no hablen ni una palabra en inglés, pero se las ingenian muy bien con el traductor del móvil y resulta un medio de transporte rápido y económico; eso sí, si sobrevives a la sensación que supone ir esquivando coches sin respetar ninguna norma de tráfico y normalmente sin cinturón de seguridad.
Volviendo al tema del hotel, se trata de un alojamiento económico, como todos en los que nos alojamos en nuestro viaje. Lo mejor que tiene es su situación estratégica, tanto para ir al museo, como para acceder hasta el lugar donde tomar el bus que nos llevaría a Luxor (a 5 minutos andando). Como muchos hoteles de la zona, se encuentra ocupando varias plantas de un edificio de vecinos bastante antiguo y deteriorado, con unas habitaciones nada insonorizadas en una zona de continuo tráfico, pero en un estado impecable, con una atención excelente, y cumpliendo con nuestras expectativas a la perfección. La zona tiene bastantes opciones sencillas de restauración y supone toda una inmersión en el modo de vida de los ciudadanos egipcios.
Tras instalarnos, salimos a buscar algo para cenar y terminamos comprando un koshary (el típico plato egipcio que consiste en una mezcla de arroz, pasta, lentejas, garbanzos, cebolla frita… todo ello regado con varias salsas, la principal de tomate especiado). Es una opción rica y económica, que seguro que satisfará el hambre de cualquier estómago, aunque recomendamos elegir bien el tamaño a pedir, porque realmente llena muchísimo. Como referencia, el restaurante se llamaba Koshary Abou Tarek, aunque no es difícil encontrar establecimientos de este tipo en El Cairo.
Dando por finalizada nuestra primera toma de contacto con la ciudad, nos dispusimos a descansar para afrontar el siguiente día, que iba a estar cargado de visitas.